- Y, ¿a qué se debe tu presencia? - preguntó el imponente dragón escarlata cuya apariencia recordaba al mismísimo diablo.
- ¿Acaso no es evidente? - respondió el misterioso caballero encapuchado - Me gustaría que me ayudaras a deshacerme de un maldito obstáculo que se interpuso en mi vida y la destrozó por completo.
- Entonces, ¿ese es tu deseo?
- No exactamente. Yo no puedo pedir eso.
- En realidad, puedes pedir todo lo que tu corazón desee.
- No creas que vas a engañarme - aseguró el hombre, mirando fijamente a los ojos de la bestia - Sé perfectamente lo que quieres a cambio de los deseos que te pida...
La oscuridad que reinaba en el interior de aquel volcán inactivo se vio obligada a rendirse ante la extraordinaria energía lumínica que emanaba de las incandescentes llamas que envolvían el cuerpo de la gigantesca criatura mitológica.
- ¿Cuál es tu deseo, pues? - insistió el dragón, mostrando sus elegantes filas repletas de afilados dientes.
El caballero dejó que se dibujara en sus labios una sonrisa maliciosa.
- Deseo tener a mi total disposición el mejor caballero que haya existido en toda la era medieval. Y más te vale hacerme caso y darme exactamente lo que te pido. No creas que me das miedo - casi ordenó.
El animal fabuloso arrugó el hocico en señal de enfado ante aquel comentario tan despectivo.
- Y supongo que me darás a cambio lo que yo necesito - espetó el dragón.
- No te quepa la menor duda. Tengo en mente una vida muy exquisita para ti...
- ¿De quién es si puede saberse? ¿Es de ese erizo tan famoso?
El hombre encapuchado apretó los dientes. Pues no soportaba siquiera la imagen de ese animal color cobalto, el cual le había quitado el puesto de príncipe y posterior rey, en su mente.
- No... no es su vida la que te ofrezco. Es una mucho mejor...
La criatura mitológica abrió los ojos, completamente interesado en sus palabras.
- ¿Una mejor? ¿De cuál se trata?
- Una vida más valiosa... Se trata de Elise. De la pequeña princesa Elise.
El caballero esbozó una maléfica expresión en su rostro
- ¿El erizo azul tiene una hija? Vaya, qué encantador...
Entonces, el dragón rojo alzó la cabeza, dispuesto a cumplir el trato que acababan de cerrar: Gracias a sus poderes sobrenaturales y con un poco de magia, empezó a invocar. De pronto, se distinguió un atractivo y cegador brillo que provenía del borde del cráter del volcán y que se dirigía, cual cometa enviado del espacio exterior, a los pies del caballero encapuchado. Cuando el extraño sujeto aterrizó en el suelo, se levantó y desplegó sus alas emplumadas en señal de respeto, señal de que estaba a sus órdenes...
El hombre admiró con orgullo su deseo por fin concedido: Ser Águilas, el minotauro alado, el imponente caballero y el más fuerte de todo el ciclo medieval estaba ahora a su mando.
- No te emociones tanto - interrumpió el reptil bermellón el gran momento de deleite del hombre - Recuerda la vida que me acabas de prometer. No olvides que tan sólo tienes tres días de plazo.
- Descuida. Tendrás en tu poder a la niña de los pies azules antes de que te des cuenta.
El diabólico plan para acabar con la vida del erizo azul ideado por el recóndito caballero, estaba ahora más cerca de su objetivo...
