Quedó implícito que un fanfic como este no podría hacerse. Y la verdad, ni en la trama de MLP:FIM ni en el fandom existe lugar para este ship. Sin embargo, la idea me ha perseguido por varias semanas. Bueno, sin más preámbulos, disfruten del fic.


Volar era posible gracias a un agregado de sal, absenta y sidra. El tiempo entonces se hacía una ilusión, día era noche, noche era día. Las lágrimas podían ser de felicidad y pena al mismo tiempo, y los colores, oh gracia celestial que llegaba ante sus ojos.

Respirar el aire viciado de un cuarto reducido; dejar atrás el dolor, el temor y la cobardía era algo tan posible por aquellos bellos momentos que constituían parte de su vida los viernes por la noche. De día podía ser un agente de estrellas en pronto ascenso a la gloria, a la fama, al reconocimiento. El color de las nubes de tormenta cercanas platicaba con sus sentimientos más profundos. Gris, obscuro, frio, el precio de escapar de ello valía la pena. No estar en sus cabales, no hallarse salvo en un reflejo distorsionado de un espejo roto meses atrás.

¿En qué se había convertido en ese corto periodo de tiempo? La ira no lo consumía, pero sí un temor profundo que no dejaba de buscarle en los rincones más recónditos de su mente, de su corazón y a veces, de su mismo entorno. Desde ese día, era un obseso por borrar su existencia, eliminaba fotos, arrojaba documentos a la hoguera, destruía todos los premios del pasado; pero el lector sabrá bien que del pasado no se puede escapar. Los recuerdos no lo esquivaban, en su fracaso reconocía que aquella era la única posible vía para mantenerse firme.

Cuando esperar no sirve para diluir las penas por un pasado tan perfecto; si en el fondo todo era ya un día más, un momento sin significado particular; cuando el corazón había escapado, torturado por el "qué hubiera sido sí" hacia el rincón de la fantasía, hasta planos irreales donde se veía a sí mismo como un corcel feliz, las medidas más extremas se tornaban racionales.

La táctica de la victoria residía en perderse, abandonarse, fuera de su cuerpo, fuera de su dolor tan incomprensible que era inútil tratar de desfogarse expresándolo a otros. Ese dolor tenía nombre, tenía causa exacta; pero esta, al igual que su felicidad, era ilusoria.

La sequía de su espíritu se resignó a cultivar frutos infértiles de un árbol sembrado por causa de aquella ilusión. No le mantenía ni vivo ni muerto, solo agonizante. El mañana era irrelevante si no vivía de aquella forma, si no vivía siendo lo que gustaba ser y haciendo que la ilusión fuera real.

¿Se preguntaría ella si fue su mejor amiga en toda su vida? ¿Se enteraría alguna vez que su amistad era tan peculiar que ningún poni nunca la entendería? ¿Le importaría siquiera el saberlo?

Ahora tenía dos, quizás tres yeguas y un corcel que no llenaban el espacio vacío que ella dejó. Camuflando su decepción, su pena así como su rabia, cuidaba de sus carreras; era el más grande representante de estrellas en ascenso.

Dinero, reconocimiento, amigos falsos, estrellas que lo adoraban y le demostraban su afecto, nada… eso era lo que tenía: nada.

El vértigo por caer en la locura le mantenía cuerdo, realizando sus tareas, siendo el representante ideal, cuidando carreras, impulsándolas, asistiendo a fiestas vacías para él. Estando en algunas portadas de revistas junto a las estrellas que tanto le adoraban.

El sabor agrio de boca que la combinación le dejaba pronto le devolvió a la realidad, pasándose la lengua por los dientes volvía a saborear los restos de su festín de alegría temporal o al menos de evasión de la cruda realidad.

Viéndose al espejo de nuevo. Estaba más flaco, su melena apenas cuidada para mantener la imagen, su semblante, tan recio a mostrarse que simplemente se ocultaba tras la expresión de un corcel idiota, indiferente ante los sentimientos de los demás. El miedo volvería a fluir por sus venas, estaba cerca de perder los estribos. Con premura salió de su habitación para rebuscar entre los papeles.

"Blue Star" Decía en un pequeño listado de ideas que tenía al respecto.

Un cambio de imagen para la futura estrella del pop de Equestria era primordial, necesitaba algo más fresco, mandar al diablo los colores fríos, era tiempo de que una yegua tomara la iniciativa con colores cálidos, rosa, amarillo, naranja. Sí, esos podían ser buenos colores; sin embargo, casi nada podía vencer a un color salmón o un rubí bien planteado en un vestuario.

Esa joven yegua necesitaba clases para vocalizar y su desenvolvimiento tanto en escenario como en entrevistas era un completo caos. Aunque tenía algo bastante propio al poner un casco delante del otro mientras observaba tímidamente. Sumado a las pecas que tenía cerca de los ojos era sin duda un rostro inolvidable.

Bien, en esto solo quienes arriesgan todo pueden vencer. Convencido de esa máxima, el corcel comenzó a redactar cartas para los diseñadores de modas, efectos de escenario, al maestro de etiqueta al entrenador, a la propia artista y a unas cuantas estrellas para planificar las primeras colaboraciones; Blue Star tenía un talento natural para hacer letras bastante motivantes y al mismo tiempo críticas. Era una patada en los flancos a Sapphire Shores y al mismo tiempo una esperanza por vivir feliz.

Mmm… Si sumaba ese talento en el coro de un rap de J-Dow, otra de las estrellas que representaba, lograrían crear un tema épico, trágico al inicio, romántico negro y quizás cómico.

Al instante escribió sobre un folder que titulaba "para mañana". Con el tiempo, el estilo de Blue Star se puliría, había que proveerle de una buena experiencia con otros artistas, con otros géneros. Por ello debía darse con estrellas de su nivel en un inicio para no frustrarla ni opacarla, después con estrellas de mayor grado para motivarla.

En los documentos que debía revisar al respecto, se encontraba una pila de revistas que debía revisar meticulosamente. No obstante, no lograría ello sin el ambiente adecuado encendió la radio para escuchar los últimos hits que siempre daban a conocer en ese horario. El contenido de la publicación era pues una entrevista realizada a la mismísima Blue Star.

"Ahora todo está claro para mí, el significado de mar que tienes es muy profundo. No te negaré que sigo tu música por su letra. Pero hay una duda trascendental que surge nuestros lectores y confieso que en mí también, desearíamos saber:

¿Cuál poni es tu inspiración?

BS: hay varios ponis que me inspiran, está mi personaje histórico favorito: Smart Cookie, mi princesa favorita: Cadance, mi escritor favorito.

LW: Seamos más específicos entonces, en el mundo de la música, quién te inspiró.

BS: esa es una pregunta sencilla, desde pequeña, estuve inspirada por la música de la Condesa Coloratura, que se cambió a Rara. No he dejado de seguirla"…

Tan solo leer su nombre fue suficiente para que regresase el dolor insoportable; en un santiamén, perdió todo el control que mantenía, las ideas se esfumaron, su vista se nubló. Con sus cascos tomó la revista para romper la página, despedazarla hasta donde se pudiera. Ese nombre estaba prohibido, como su significado fantasioso, como el cálido abrazo que alguna vez sintió, como el contacto de ese sueño hecho realidad.

La textura de su piel, el color de sus ojos; la perfección de su andar y su poder en su interior, su única amiga fiel. Sus vómitos eran lógicos, estaba asqueado, asqueado de lo que era, de lo que se había convertido a causa de unas cuantas ponis que jamás pudieron entenderle.

Sus lágrimas eran expresión de un dolor auténtico, viciada de este, su mente estuvo a punto de colapsar en tantas ocasiones que ya ni le importaba durante el periodo que duraba ese ataque; estaba solo, ausente, no tenía nada, vacío, frío. Necesitaba de ese abrazo cálido, necesitaba de ella; sin embargo, ella ya no existía más.

Bastó un abrazo para calmarlo, bastó que en un ensayo le cantara directamente a él. No hizo falta juramento de fidelidad, no hizo falta decirle que ella era su más grande amiga. Todo estaba supuesto. Pero llegó la tormenta, llegó el final del sueño y cuando despertó, no era más que él.

Y ella… no era más que ella.

La radio continuaba transmitiendo un tema particularmente movido, aunque bastante cliché en cuanto a la letra; pues trataba de un amor no correspondido que en el fondo; para él no era más que patético. Pues el cantante hacía una pregunta sencilla de responder.

La gente del barrio anda comentando, que tú me estás usando y que apena te cure, saldrás volando y yo voy a quedar pagando. La gente del barrio anda comentando, que tú me estás usando y que apena te cure, saldrás volando y yo voy a quedar pagando.

Ay dime, dime, dime, si te vas con él…

- ¡Cállate! – Gritó el corcel centrando toda su furia en arrojar la radio contra la pared, un pequeño sonido a implosión se escuchó provenir desde dentro del aparato. El sonido se fue; la tortura tan siquiera osó disminuir.

No había cabida en los recovecos de su alma para acallar sus gritos. La perdiste, decían estos. Echaría fuera a Blue Star, no quería a nadie que gustase de aquella pseudo artista original. No podía evitar maldecir a la yegua vaquera que había arruinado todo, la ilusión. De una sola intervención había acabado con un amor tan perfecto que era solemnemente frágil. Ese que no volvería a tener jamás, aquel que había sustraído su corazón para desaparecer insensiblemente de este fluir que llamamos vida.

El pánico no tardó en abordarle nuevamente; debilitado, apenas pudo caminar pues llegaban los mareos, haciendo del piso una superficie móvil, no sentía sus cascos y su garganta comenzaba a taparse. En un tiempo tan corto como perverso, a eso se había reducido aquel amor. Se lanzó contra el piso sucio de aquella habitación que cada vez le era más familiar.

El coctel para evadir el pánico estaba preparado, podría afrontar el lapso. Sin embargo, poco antes de tomar la primera jarra; se presentó ante sus ojos la yegua que más detestaba, aquella que más daño le había hecho en toda su vida.

Rara, decía en la foto de la revista que había tratado de destruir con todas sus ansias. Su imagen bastó para recordarle la voz de aquella yegua, tan fina como versátil. Tan hermosa como única. No había cabida ni esperanza. Su traición merecía la pena del peor de los castigos; pero también ameritaba la ruina del corcel, ameritaba un final rápido pues ya nada de él tenía valor fuera de la ilusión, tampoco ella; pues jamás volvería.

Sus lágrimas comenzaron a escapar, sus fuerzas fueron fulminadas; dejando caer el jarro con el dulce néctar que podía mantenerlo agónico el tiempo suficiente para no estar hundido de forma tan patética, no le quedó de otra más que ver su sonrisa, su silueta, aquel par de ojos que en un pasado podían hipnotizar a través de un velo. Y esa yegua vaquera ingenua que nunca pudo comprender lo que la Condesa Coloratura era en realidad: ¿Qué más se podía esperar de una poni sin el talante necesario para observar aquella perfección?

Podía perdonarla porque nunca supo lo que hizo, pero a esa Rara, a ella jamás podría por la traición que supuso.

- ¿Por qué lo hiciste? – Comenzó a gemir el corcel ahogado en una pena que lo llevó al piso, sin capacidad para levantarse, sin un cuerpo en específico, se confundió con la base fría de concreto sobre la cual se hallaba o se halló tiempo atrás.

Dejaba por perdida toda esperanza de respuesta, no estaba lo suficientemente demente como para ver o escuchar hablar a una fotografía.

Y sin más, por una casualidad enorme, un ruido provino desde su oficina improvisada.

"Así es yeguas y corceles, la gira de Rara ha sufrido una ligera modificación; ahora pasará por nuestra hermosa ciudad dentro de tres días".

Observando el techo, el corcel de pelaje blanco deseó no escuchar su nombre nunca más, deseaba poder olvidarla; pero hacerlo era olvidarse a sí mismo.

Ella estaría en la ciudad, no podría evitar saber de ella, no podría evitar ver su imagen en la calle. No podía evitar que ella existiera para torturarlo, arrebatándole con su existencia su felicidad. Entonces, el miedo se hizo decisión y la decisión fue clara:

Él debía ir a esa función y acabar con el problema de una buena vez.

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El final de un concierto era quizás un momento que solo una artista como ella podía apreciar en su totalidad; evidentemente, no veía que todos abandonaran el lugar. Sino que se dirigía a su vestidor en donde le esperaba una taza de té con manzanilla y miel, uno de sus favoritos porque podía devolverle una calma y porque el aroma de aquella flor de uso variado le recordaba el lugar de donde provenía.

Su experiencia en aquellos rubros le indicaba que era mejor tomarlo tibio y tomarse unos segundos para soportar el bajón del concierto. Pues, los efectos de la música a alto volumen, del desempeño coreográfico ensayado con precisión, dejaban sentirse luego de un tiempo y a ello se debía que el descanso fuera necesario para algunas yeguas.

No obstante, la yegua pudo extraer una sonrisa sincera para verla en el espejo. Era cierto, puede que reconquistar a sus fans fuese una tarea complicada; pero lo había logrado con un éxito relativo. Veía el vaso lleno. No muchos artistas lograban tener a los mismos fans luego de un cambio tan drástico. Su expresión era sincera, puesto que finalmente podía ser ella misma.

El valor de la lección de Applejack todavía se dejaba sentir en su actuar. A veces no lograba encontrar el conjunto adecuado, otras solía buscarlo. Pero pronto rememoraba lo sucedido meses atrás. "Nadie puede lastimarte como aquellos en quienes confías" esa era una de las frases que había escrito en un tema inédito. Claro, no deseaba hacerle daño, la venganza no estaba en sus planes y si lo pensaba bien, ella cargaba con parte de la culpa de lo sucedido.

- Señorita Rara, los carros ya llegaron.

- Por supuesto, solo dame unos segundos. – Respondió la ya ronca yegua, tomando su té. Disfrutando la dulzura de este y observando el lugar.

Sus posesiones más preciadas para sus giras eran unas cuantas fotos cuidadosamente colocadas en una funda de plástico transparente que se podía abrir así como un tríptico. Allí dentro estaban las personas más importantes: sus padres, algunos amigos que obviamente no visitaba muy a menudo, la misma Sapphire Shores, cuya amistad era muy reciente. Pero no habían perdido ocasión para salir del hotel a una escapada por Canterlot.

Era pues una colección de ponis importantes, era curioso, en todo ese tiempo siempre se cuestionó la razón por la cual ese corcel seguía allí; era una foto recortada de una revista. A él jamás le gustó aparecer en alguna. Si lo hizo fue porque era necesario y nada más.

- Salud, por los que están a mi lado y por los que se fueron. – habló consigo misma la estrella renovada. Dando la última probada a la infusión de la que tanto gustaba.

Saliendo del camerino, procuró no dejar sus fotos.

El camino de regreso fue el habituado en las grandes ciudades de Equestria: calles anchas, algo bloqueadas cerca del centro, particularmente las calles aledañas al lugar donde se llevó a cabo el concierto.

Las luces que pasaban por el carro limosina que la dirigía hasta su hotel jugaban con las sombras; no podía negarlo, estaba exhausta. Evidentemente, habían otras cosas que podría hacer, pero por esa noche prefería descansar. Lo notó hace bastante tiempo atrás, cuando observaba su mini álbum de fotos, automáticamente deseaba descansar en la habitación de su hotel. Cuando no lo hacía, acostumbraba salir con algunos de sus amigos artistas.

La bohemia era un estilo de vida de significado tan grande como el número de artistas que se habían declarado o a los que se les había achacado aquellos términos. Y ella también podía tener una propia; aunque claro, disfrutar de diferentes placeres en un remolino que solía terminar en la mañana del día siguiente, con algún dolor de cabeza ocasional y a veces con algún corcel atractivo era algo que se permitía dentro de ciertos límites.

Su cabeza estaba saliendo del concierto, era natural que las ideas se entrecruzaran, estaba acostumbrada a ello; visitaría pronto a su amiga de la infancia. También estaba dispuesta a planear algún jardín en su casa en su lugar de origen y también era una magnífica idea dejar de buscar razones para unas vacaciones. Las necesitaba.

En realidad, lo que sí necesitaba era una buena ducha, quitarse el sudor, dejarse llevar por un baño de burbujas y… bah, una ducha y ya… no tenía ganas para hacer toda la operación para preparar la bañera.

El ascensor la dejó en el pent-house, la vista era perfecta, daba vista a toda la ciudad de Trottingham, en realidad eran dos pisos, el superior de la mitad del tamaño del inferior, conectados por una escalera en media luna, una luz azul obscura y tenue la iluminaba desde abajo; mientras que algunas columnas tenían una forma algo curva por estética; unas ventanas que cubrían el frente de todo el edificio equivalían en aquella habitación a toda una pared de vidrio que dejaba ingresar la luz de la ciudad.

Con prontitud la yegua apagó las luces, salvo por la que iluminaba las escaleras y algunas violetas que cubrían el techo; la cama estaba en el piso superior. Ya se había hospedado previamente allí antes.

No, sus ganas de tomar la ducha se esfumaron, sus cascos la dirigieron a las escaleras; subiendo con lentitud.

Allí estaba, blanca, suave, circular, la cama donde pasaría unas horas reparadoras antes del siguiente día. Sus ojos se abrieron ante un hallazgo; sobre la cama se encontraba un ramo de lavandas; eran las flores que él siempre le obsequiaba de aquella forma particular, con la excusa de que sus fans lo habían hecho.

No… eso no era posible.

Él siempre dijo que la lavanda ayuda a tener un sueño profundo.

Todo pasó de forma veloz, sintió un fuerte empujón que la llevó directamente a la cama.

Estaba exhausta, trataba de aplicar su fuerza que, al ser una poni terrestre, era lo suficientemente grande como para quitarse de encima a la mayoría de los captores. Pero sus músculos estaban completamente relajados, eran como plumas, apenas sentía sus extremidades. Terriblemente asustada trató de gritar, pero un casco fue a dar con su boca inmediatamente para evitarle cualquier intento de alzar su voz.

- Shhh, no te resistas. – Era su voz, pudo reconocerla casi de inmediato.

Su respiración, al contrario de agitarse, se hacía más lenta, más leve. El corcel estaba a su lado en la cama; es más, estaba sobre ella, aplicando su peso para cautivarla. Algo estaba pasando.

Cual pesadilla, no podía moverse, solo podía apreciar cómo aquel corcel despreciable le tapaba la boca; fue cuestión de un minuto más para que sus ojos se cerraran por completo.

- ¿Svengallop? – Apenas pudo pronunciar de forma torpe por el casco en su boca.

- Duerme Condesa… - Fue lo último que escuchó antes de sumirse en un sueño profundo.


La idea de este fic me viene siguiendo desde hace semanas atrás. Y me venció de pronto. No tiene relación con ningún otro fanfic y antes de cualquier malentendido, no tendrá contenido Clop, Gore u otros que impliquen violencia explícita.