Antes que nada, me gustaría aclarar que esta historia es completamente diferente a la primera. Otro concepto. Aunque tiene – y tendrá – montones de referencias de la primera (Déjala en Paz). De cualquier manera, espero que la disfruten.
"Asesinatos"
Prólogo
"Si alguna vez deseas de verdad matar a alguien, mátame a mi primero."
Aquel único enunciado, aquella sencilla frase, era en lo único e lo que podía pensar. Sacárselo de la cabeza parecía ser imposible, una especie de misión, - de necesidad – que no se cumple. Una Odisea. Una guerra entera.
¿Por qué semejante cosa tuvo que haber sido dicha en primer lugar?
Habían vivido ya 3 años juntos. 3 años enteros de estar con el otro, de apoyarse, de entenderse, y el hombre – pero oh, pobre ser – no tenía otra opción más que odiarlo. Con toda su alma y corazón.
Porque no lo estaba dando todo.
Porque jamás sería posible.
Se daba cuenta de que le faltaba algo. Muy a pesar de él y de la mujer con la que había estado compartiendo su vida, una parte esencial de él que había sido ignorada y que creía no volvería a ser necesaria, reclamaba de nuevo su atención. Le llamaba, le exigía volver a ser quien alguna vez había sido.
Acostado en la cama, apretando su cabeza con sus manos en medio del sudor, su cuerpo humano le quemaba. Parecía intentar absorber toda clase de calor en toda el aula, todo rastro de luz y de vida, para así dañarle tanto como le fuera posible.
Era el alma la que debía ser infamemente castigada por el pecado que cometiera.
Y aquella frase se negaba a desaparecer. Como un murmullo que corre a través del aire, atravesaba su cabeza y oídos cada tres segundos. Después como un intenso grito, producto de su imaginación, gritado por su amada. Había sido ella quien había proferido la frase, la autora, la responsable, así que no lo pareció extraño que llegara a proferirla a fuerza de pulmón.
"Mátame a mi primero…"
¿Matar a la persona que le había enseñado que se puede vivir a pesar de tener el pasado más duro? ¿Por qué no? En aquel momento, por aquel único instante, creyó que todas y cada una de las cosas que ella le había mencionado no eran nada más que una mentira, y que siempre (por lo menos desde que ella comenzó a enseñarle) había tenido una idea equivocada del mundo.
Porque tal vez su idea principal era la correcta.
Aquella tonta idea que había tenido antes de siquiera haberse dado el privilegio de conocerla. La idea de que el mundo humano no era nada más que un lugar azul en el que sus habitantes tenían periodos de vida ridículamente pequeños y que eran extremadamente débiles. En cualquier ámbito.
Hasta que ella le probó lo contrario.
Tal vez no era más físicamente fuerte que él, pero sus ideas estaban tan bien plasmadas e imprentas en su mente que le era imposible a él – incluso a él – removerlas. Era imposible hacerla cambiar de opinión y era increíblemente valiente.
¿Entonces porqué…?
¿Por qué no dejarse caer en aquella inevitable y diabólica tentación parecía ser tan difícil?
No… No lo parecía. Lo era.
Emitiendo un grito desde lo más hondo de su garganta, sus extremidades se tensaron e intentó callar a la voz en su cabeza apretando más – casi hasta el punto de sentirse explotar - sus fuertes manos contra sus oídos.
No funcionó.
Aun con una pequeña capa de sudor cubriendo su musculoso cuerpo, con aquella sensación de nauseas y moribundez que se negaba a irse, y con aquella increíble debilidad que le aquejaba, se levantó de la cama.
Apenas salió, comenzó a escuchar sonidos en la puerta principal. Alguien entraba.
¿Quién…?
La blanca puerta se abrió, y detrás de ella se dejo mostrar ella.
De 20 años ya, acabando de llegar de la universidad, con una carpeta en las manos, y al apenas verle, una increíblemente grande preocupación plegada en el rostro. Con rapidez dejo la carpeta en la mesa más cercana y se giro asustada hacia él.
- Grimmjow-
Sonrió. Ella estaba ahí. Cayó al suelo sintiéndose aun más débil.
Pero no importaba. Porque ella estaba ahí. Y ahora corría hacia él para abrazarle y preguntarle qué era lo que pasaba.
Lamentablemente… La tentación de matarle…
No se había ido.
