Leyenda
Tu Nombre: (T-N)
Tu Apellido: (T-A)
Nombre Completo: (N-C)
Color de Pelo: (C-P)
Color de Ojos: (C-O)
Color Favorito: (C-F)
Asignatura que te aburre: (A-A)
Sabor preferido: (S-P)
Instrumento favorito (I-F)
Dato Imp.: Tu mejor amiga se llama Kaede, pero te la puedes imaginar como quieras.
Capítulo 1:
Un bostezo. Estabas aburrida, pues las clases que estabas dando era (A-A). Colocaste tu brazo de tal manera que pudiste apoyar tu mejilla derecha en la mano derecha y mirar hacia la ventana. No se veía casi nada, pues era de noche. Si, asistías a la escuela nocturna.
Volviste a mirar hacia la pizarra para ver al profesor de espaldas a ti escribiendo en esta. Miraste hacia la hilera de tu lado derecho a tu mejor amiga quien copiaba lo que el profesor decía.
Miraste la hora en tu reloj de mano, eran las 10:43pm. Aliviada de que solo faltaran 2min para que el timbre de cambio de turno sonara, decidiste copiar las últimas cosas, pues no habías copiado casi nada de la asignatura.
Como esperabas el timbre sonó y como un rayo de luz saliste hacia el pasillo, claro está que no te diste cuenta que con tu apuro tumbaste muchas hojas de otros alumnos y levantado un par de faldas. Ya en el pasillo justo frente al salón de donde acabas de salir te estiraste a mas no poder extendiendo tus brazos bien alto con una gran sonrisa en tu rostro.
– ¡Al fin libre!–Gritaste bien alto. Los demás estudiantes que se encontraban caminado por el pasillo te miraban rarito, pero como no te importaba lo que pensara la gente sobre ti, no te incomodaste.
Con tus manos te peinaste tu cabello (C-P) haciéndote una cebolla con unos cuantos flecos sueltos. Tus ojos (C-O) divisaron tras el cristal de una de las ventanas del pasillo una mariposa. Te extrañaste, pues era raro ver una mariposa a esas horas de la noche, y mucho menos si no era una bruja.
– ¡(T-N)!–Oíste tu nombre desde los labios de tu amiga. Te volteaste para quedar frente a frente a tu amiga– ¡Jo! Saliste tan deprisa que pensé que te había tragado la tierra–Te reprimió.
–Lo siento–Juntaste tus dos manos al frente de tu rostro en señal de perdón–Pero sabes que no soporto esas clases.
Suspiro–Aunque no te gusten debes atender, también va a prueba ¿Sabias?
–Lo sé, lo sé–Dijiste a la vez que empezaron a caminar por el pasillo junto a los demás compañeros de tu aula en dirección al salón de música, pues esa era la asignatura que tocaba ahora.
Desde la otra esquina contraria del pasillo, un joven miraba con desgana a la chica que se había estirado y gritado en voz alta. Odiaba a la gente ruidosa, arruinaban la música. Se colocó los auriculares y emprendió camino a sentido contrario al tuyo.
En el salón de música, la profesora les enseñaba las notas musicales, nombres y practicaban una que otra canción. Este era el último turno, después de esto podían irse a casa. Terminaste tocando (I-F) siendo al final aplaudida por todos.
Un alumno abrió la ventana del salón, pues decía que sentía calor, y así era, para ser de noche había calor, pero no tanto. Te quitaste tu abrigo (C-F), lo dejaste sobre la banqueta y colocaste tu bolso sobre este.
El resto de las clases se la pasaron haciendo chistes y una que otra broma, a la cual también le acompañaba la profesora. Sonó el timbre y la profesora tras despedirse de los alumnos salió junto a los demás.
Cogiste tu bolso y pasándotelo por sobre el hombro saliste con Kaede hablando muy animadamente. Hablaban de chicos por parte de Kaede y tu tema era lo que harías el día de san Valentín. ¿A quién se lo regalarías?
–Pues como te he contado, ¡Esta para chupárselo!–Comento tu amiga haciéndote reír.
Al abrir la puerta de salida un aire frío te azotó. Te erizaste de pies a cabeza. Había frío.
– ¡Vaya!–Kaede se colocó su abrigo–Si horita había calor.
–Por suerte trajimos abrigos–Con tu mano izquierda trataste de coger algo de tu bolso, pero no encontraste lo que buscabas– ¿Are? ¿Are?–Extrañada volviste a revisar. Nada, tu abrigo no estaba–Mi…mi abrigo
–Mira que eres tonta–Kaede colocó sus manos dentro de los bolsillos de su abrigo–Seguro que lo dejaste en el salón de música–Dijo mientras se daba la vuelta para irse.
–Tengo que ir a buscarlo–Diste media vuelta hacia dentro de la escuela, pero Kaede te detuvo.
– ¡Estás loca!–Dijo sosteniéndote por la manga de la chaqueta del uniforme–Mira qué hora es ya, vamos a perder el autobús.
–Pero es mi abrigo favorito–Insististe por un rato. Pues tenías esperanzas de que siguiera ahí y nadie se lo hubiera llevado
–Bien, pero no me responsabilizo si pierdes el autobús y tienes que ir sola a casa–Dicho esto se largó, dejándote sola.
Entraste a la escuela y subiendo las escaleras que daban al segundo piso, después de caminar varios minutos por el pasillo, llegaste al salón de música.
Abriste la puerta corrediza del salón, pero al hacerlo un viento frío te azotó. Tu auto-reflejo reaccionó colocando el antebrazo frente a tus ojos. Buscaste con la mirada tu abrigo y lo hallaste justo donde lo dejaste.
Sonreíste aliviada, no tendrías que pasar frío. Te acercaste a la banqueta y cogiendo el abrigo, te lo colocaste. Tu cuerpo que antes estaba erizado dejo de estarlo entrando en calor.
Ibas a marcharte hasta que una hoja seca se posó sobre el piano. Extrañada miraste hacia las ventanas, pues también te había parecido extraño que hubiera aire dentro del salón, encontrándote con que una de estas estaba abierta y por ésta entraban muchas hojas secas.
Si lo dejabas así el salón mañana estaría lleno de hojas. Te acercaste a la ventana y la cerraste con seguro. ¿Quién pudo ser tan despistado? Pudo haber entrado un ladrón.
Oíste un gemido, pero no era de placer, era de dolor. Asustada miraste a todas partes. ¿Acaso el ladrón ya estaba adentro? Viste una silueta en el piso, acostado, parecía un chico. Dudosa te acercaste a la silueta quedando a solo unos centímetros de este.
La luz de la luna se coló por las ventanas iluminado el salón, dejándote ver la silueta que, como habíamos dicho antes, era un chico. Te sonrojaste al ver lo lindo que era.
Este era rubio oscuro en las raíces y rubio claro en las puntas, extraña combinación, de tez clara que hacia juego con su cabello. Vestía el uniforme de la escuela con la camisa por fuera, un suéter amarillo sobre esta y encima de este la chaqueta correspondiente del uniforme.
Se encontraba dormido, con el rostro tranquilo. El joven tenía muchas hojas secas arriba, tanto en el rostro como en las demás partes del cuerpo. Otro gemido salió de los labios del joven, quien frunció el ceño en señal de dolor. Así que de ahí venia el sonido.
Preocupada por el joven te acercaste más y te agachaste hasta quedar a su lado. Empezaste a quitarle las hojas del rostro.
–"¿Cómo alguien puede dormir aquí?"–Te preguntaste mentalmente mientras colocabas tu mano sobre su hombro. Sacudiste un poco su cuerpo–Oe–Nada–Okitte (Despierta) –Un pequeño gruñido de su parte–Vamos Okitte–Esta vez sí se despertó, pero lo que sucedió a continuación no te lo esperabas.
Con una velocidad increíble te cogió del brazo y te lanzó hacia el suelo, quedando él sobre ti, agarrándote del cuello. Estabas asustada, tan asustada que empezaste a soltar lágrimas. No podías respirar.
El chico de ojos color cielo te miraba con rabia. Pero entendiste que no era a ti a quien miraba realmente, el aún estaba soñando. Alzando tu mano libre llegaste a tocar la que te aprisionaba en el cuello e intentaste zafarte.
El joven reaccionó y sorprendido al ver tu rostro asustado y bañado en lágrimas entendió que te estaba haciendo daño. Soltó su agarre dejándote respirar. Te volteaste un poco para poder toser a la vez que te llevabas tu mano libre al cuello, pues la otra todavía él la tenía sujeta. Te dolía un poco.
El joven solo te miraba con un deje de extrañeza, pero tú estabas asustada. El chico se separó de ti soltándote la mano y se sentó en el piso. Dejaste de toser para mirarlo aun con lágrimas en los ojos. ¿Qué rayos había sido eso?
–Por…–Temblabas de pies a cabeza– ¿Por qué…hiciste eso?
–Tú me despertaste–La voz sonó calmada y suave.
– ¡Esa no es manera de tratar a alguien que te despierta de una pesadilla!–Le gritaste
–Hmm…–El chico se acercó a ti y te quito la mano del cuello. Tú, aun con el shock, te echaste para atrás asustada–Déjame ver–Tus ojos reflejaban temor y aparte estabas temblando–No te haré daño, pero si no quieres enseñarme me da igual–Las palabras te tranquilizaron un poco. Ese tío estaba loco.
El joven miro el cuello, parecía que había dejado unas pequeñas marcas, nada de qué preocuparse. Se levantó dejándote en el suelo.
–Levántate, ¿O piensas quedarte aquí?–Habló mientras se daba la vuelta para marcharse.
–N-No–Tartamudeaste nerviosa tratando de ponerte de pie, pero tropezaste con tus propios pies y chocaste con la espalda de él– ¡Lo siento!
El no dijo nada, solo siguió su camino. Ya más calmada saliste del salón con tu bolso y tu abrigo dispuesta a marcharte. Ya casi en el final del pasillo miraste hacia atrás encontrándote con el chico de antes con el dedo índice extendido y posado en este la mariposa que habías visto antes.
Le quitaste importancia y seguiste tu camino hasta salir de la escuela.
Desde la ventana de uno de los pasillos el chico miraba a la chica irse. Era la chica ruidosa del pasillo. Miro la mariposa en su dedo y esta empezó a revolotear hasta perderse en el cielo nocturno.
Sonrió mostrando sus colmillos. Llevo la mano con la que le había agarrado a su nariz. El aroma de esa mujer era diferente. Nunca pensó que alguien ruidoso y molesto tuviera tal olor.
Esto se pondría interesante.
Por suerte para ti, tu mejor amiga te había estado esperando con un taxi y te fuiste a tu casa. Entraste por la puerta principal y encendiste las luces. Cansada te quistaste los zapatos y desclasa subiste por las escaleras y abriendo la segunda puerta del pasillo, sin hacer ruido, entraste.
Ya dentro y después de haber cerrado la puerta, empezaste a cambiarte dejando colgado el uniforme. Te pusiste un ropón de dormir azul y te tiraste en la cama boca abajo.
Volteaste tu cabeza hacia la ventana para apreciar la luna. Te levantaste y apoyándote en el marco de la ventana sin abrir miraste el cielo nocturno. Te llevaste la mano izquierda a tu cuello.
Lo acariciaste con delicadeza.
Algo dentro de ti te decía que ese chico era diferente. Había algo en el que parecía ser de otro mundo. Sonreíste tristemente.
–Solo–
Hola, Hola! Este es solo el 1º. Espero que les haya gustado, aunque aún no me convenzo de lo que escribí. Por favor dejen sus Comentarios. Acepto críticas
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