Resumen oficial de la historia:
¿Saben? Morir no es tan malo como lo cuentan. Bueno, tal vez un poco. Está bien, es muy malo. ¿Por qué demonios no me podía quedar así? Es decir, estar vivo es genial y estar muerto no lo es. Pero por lo menos no tenía que lidiar viejos excéntricos, magia y un tipo empeñado en matar a mis amigos. Comparado con esta locura, la perspectiva de la paz de la muerte no es tan mala. Sabía que no debería haberme levantado esa mañana.
Descargo de responsabilidad o Disclaimer: Harry Potter y sus personajes no me pertenecen. Bueno, Hadrian tal vez (técnicamente él no existe)
N/A: hay una nota al final del cap que sugiero que lean. Ah, y suelo ser muy lenta con las actualizaciones así que... bueno, no van a llegar muy pronto. :)
¿Saben? Morir no es tan malo como lo cuentan. Bueno, tal vez un poco. Está bien, es tan malo como en las historias de ficción, ese frío imparable que se arrastra por cada parte de tu cuerpo y te consume desde dentro, congelando el exterior y dejando nada más que una cáscara vacía. Una dramática explicación de mi parte, pero no menos acertada.
Y les puedo asegurar que toda esa historia de que tu vida pasa por tus ojos no es verdad, bueno, algo así. No fue exactamente mi vida la que paso por mis ojos, fueron mis errores y, tal vez, el rostro de alguien a quien quería. Pero mis pensamientos no fueron por el camino del sentimentalismo; me avergüenzo de decir, que mis últimos pensamientos fueron más bien una ola de insultos al universo, a un tipo de una tienda, al perro de mi vecina y finalmente, a las escaleras eléctricas.
Fueron muy conmovedores, se los aseguro. Los mejores insultos que te puedas imaginar, pero supongo que estar en una situación de vida o muerte (en este caso "muerte") saca lo mejor de uno. O lo peor, depende de cómo lo veas.
Mi muerte no fue para nada trágica, y es posible que mis conocidos se rían de ella más que llorarla. Debo admitirlo internamente (y jamás externamente, jamás) que fue una patética forma de morir. Quiero decir, no hay una buena manera de morir, pero hasta el haberme resbalado en la ducha era mejor que esto y eso ya dice mucho. Sin duda, mi muerte dista de ser una de las más espectaculares.
Y no soy una persona depresiva que constantemente está pensando en morir (obviemos el hecho de que ya estoy muerta, o algo así), pero todo el mundo ha pensado mínimamente en su muerte, y puedo imaginar miles de forma mejores de cómo irse del mundo de los vivos. Caerse de una escalera eléctrica no es una de ellas. Ni siquiera fue un asesinato melodramático donde alguien me empujó, fue un maldito accidente. Y todo eso sucedió porque… bueno, es una explicación larga que dudo les interese.
Resumiendo, fue un mal día, con mucha mala suerte. En retrospectiva, fue culpa de Titán (el perro de Miranda, la mujer de la casa de al lado). El maldito chucho sarnoso decidió que mi bicicleta era un buen objetivo para perseguir, la maldita cosa me persiguió todo el camino hasta que solté mi medio de transporte y opté por tomar el autobús. Allí, quedamos atrapados en el tráfico y luego de media hora sentada en el endemoniado asiento, me decidí a ir a pie. Mala elección.
Cuando llegué a la tienda de electrónica (que estaba cerrando) discutí con el empleado y me resigne a ir a otro lugar. Eso me terminó llevando al centro comercial, y finalmente a la escalera eléctrica donde uno de los cordones de mi zapatilla se trabó, el tipo de atrás quería que me apresurara y el de adelante retrocedió un paso. Resultado: fui impulsada hacía el costado, las bolsas en mis manos me impidieron agarrar la baranda y en ese momento, el jodido cordón se destrabó.
Mi caída no fue en cámara lenta como en las películas, ni hubo música triste de fondo mientras mi cuerpo terminaba de conectar con el suelo. Fue una abrupta, seca y dolorosa muerte de la cual mucho no recuerdo. Ni siquiera tuve mi momento angustiante en el hospital, donde mi madre me podría dar un adiós adecuado. No, fallecí apenas mi cráneo impacto contra el piso.
No hubo un coro de ángeles esperando por mí, tampoco se abrieron las puertas del infierno frente a mis ojos. Fue decepcionante en el mejor de los casos. No vi a nadie, ni hable con nadie. Estaba en la absoluta nada. Ni siquiera era el limbo o había neblina para ambientar el lugar. Era solo la nada y yo era parte de esa nada. Mis recuerdos (si es que se pueden llamar recuerdos, puesto que no había ningún cerebro para almacenarlos) sobre ese lugar son vagos y borrosos, pero el frío y la soledad que me rodearon fueron grabados permanentemente en mi memoria. No era el infierno, pero no era nada mejor.
Sin embargo, mis ¿Días?¿Meses?¿Años? dentro de esa especie de espacio entre los mundos se terminaron de forma brusca. No me acuerdo de cómo, y ni siquiera se el por qué, pero aquel vacío en el que me alojaba ya no estaba. Mejor dicho, ya no encontraba en el vacío. Y el alivio que me inundo duró tan poco, que no tuve el tiempo suficiente para disfrutarlo. Pues ya no estaba en el vacío, pero era otro lugar y eso me aterrorizaba tanto como me desconcertaba.
Ahora era plenamente consciente de mi ambiente actual, bueno, tan consciente como se puede estar en la completa oscuridad. Era un lugar opresivo, y si no fuera por mi anterior experiencia dentro de la nada, sería un competo suplicio. Pero ya no, la calidez del lugar superaba la horrible sensación de claustrofobia. Todo era mejor que aquella nada en la que me vi atrapada.
Estuve un buen tiempo allí, y con cada momento que pasaba podía jurar que el lugar empequeñecía. Haciéndolo cada vez más apretado e incómodo, por supuesto. Pero el persistente sentimiento de seguridad me impedía entrar en pánico, nada malo podría hacerme sentir de esa manera. Bueno, eso y que… ese lugar se sentía como cuando era pequeña y me acurrucaba en los brazos de mi madre. Me sentía protegida y eso me permitió no volverme loca ante mi limitación de movimiento.
Aunque todo lo bueno nunca es para siempre, tendría que haberlo sabido. Las paredes que antes me envolvían ahora me asfixiaban, me apretaban de una manera dolorosa y restrictiva. Cada parte de mí cuerpo fue exprimida agonizantemente. Quería patear, gritar, sollozar de la pura injusticia que me estaba sucediendo. No quería irme, pero algo me estaba empujando fuera y no tuve la fuerza para detenerlo.
Una vez afuera, pude sentir el frío del cual antes era protegida. En esta ocasión, cuando quise gritar, mi boca se abrió y mis cuerdas vocales reaccionaron. No pude exactamente escuchar mi grito, pero pude sentir como las ondas sonoras escapaban de mi garganta. Eso era extraño, no recuerdo ser tan sensible. Sentí manos sosteniéndome, eso lo volvió aún más raro.
Mi vista era borrosa y solo podía vislumbrar figuras grandes y oscuras. Pero no importa que tan desorientada estaba, personas con manos gigantes que te sostienen no es normal ni en las alucinaciones sensoriales. Grité y grité, pero las figuras no parecieron alarmarse por esto. Me limpiaron (¡Esto no podía ser aún más vergonzoso!), y quise empujarlos, pero mis extremidades se sentían débiles. Mis capacidades motoras se encontraban repentinamente desequilibradas si no podían obedecer la simple orden de moverse, eso me resultaba aún más alarmante.
Fui entregada a otras personas, pero no me molesté en ver sus rostros. Quería volver a la calidez, quería estar en mi casa con mi madre, quería volver a bromear con mis amigos, ¡Maldita sea, extrañaba a ese chucho sarnoso también!
Era consciente de que no volverían, el momento de mi muerte y el posterior vacío estaban todavía muy frescos en mi mente, pero eso no me impidió llorar por ello. Lloré porque podía, lloré por lo que perdí, lloré por cada maldito momento en el que pase en ese infierno personal, grité hasta que mi garganta quedó cruda por el uso excesivo, lloré porque no podía asumir que es lo que estaba ocurriendo (a pesar de que subconscientemente lo asimilé). Lloré por mí misma.
Esos ecos lejanos que antes parecían cacofonías sin sentido ahora se escuchaban con claridad, y lo último que mis aún sensibles oídos llegaron a captar (antes de que la fatiga emocional me llevara nuevamente a la inconsciencia) no me agradó en lo absoluto.
- ¡Felicidades, es un niño sano! – una voz algo ahogada afirmó.
¿¡Qué demonios…!?
Luego se un par de días (la oscuridad y la luz del sol me permiten hacer un seguimiento del tiempo), pude deducir que es lo que estaba ocurriendo. El simple hecho de respirar, sentir como el aire entraba y salía de mis pequeños pulmones ayudó mucho a aceptar que estoy viva. Al parecer, no soy buena en permanecer muerta por mucho tiempo, o (teniendo en cuenta el tiempo en que fui parte de la nada) sencillamente no me quieren en el otro lado.
Y era bueno estar viva, no lo niego, pero hay un pequeño problema con todo esto del renacimiento (Sí, esa horrible experiencia de ser exprimida fue el parto. Algo que, desde que caí en la cuenta de lo que era, prefiero enterrar en mi memoria). No es solo el hecho de que ahora soy una personita indefensa, ni que no pueda controlar mis esfínteres (Al parecer si podía ser aún más vergonzoso), tampoco que ahora era absolutamente dependiente de mis padres. El problema radicaba en…
- Mi pequeño niño hermoso ¡Oh, solo mírate! Tienes los ojos de tu tío Fabian – una mujer de no más de treinta años me sostenía entre sus brazos.
No, el problema no era que me hablen como a un bebe. Dijo niño, no niña. Niño. Hay una diferencia entre el masculino y el femenino, y la mujer parecía saberlo perfectamente. Al principio pensé que había escuchado mal, luego fue una simple confusión por parte de ella. Muchas más equivocaciones con la misma palabra se hicieron presentes, eran demasiadas y… bueno, las mantas azules que me envolvían deberían haberme dado una pista. Lo negué y lo negué, pero eso no cambiaba mi situación.
Finalmente, dos semanas después de mi "nacimiento", la horrible realización de que ya no era una mujer me golpeó como un yunque. Y no estaba feliz. Para nada feliz, y me aseguré de que mi descontento reverberara en toda la casa. No mucho tiempo después, la puerta de la habitación se abrió y una mujer entró casi a trompicones a la habitación, mirando a su alrededor en busca de amenazas cercanas. Sus ojos se llenaron de calidez cuando me vieron. No tardó en sacarme de entre las mantas.
- Shh, Shh, Silencio cariño, si sigues llorando despertarás a tus hermanos – la mujer, a quien después de haberme alimentado (voy a bloquear de mi mente la lactancia materna) llegué a reconocer como mi madre de esta vida, me sostenía firmemente entre sus brazos.
Pero yo no quería ser reconfortada por ella, yo quería a mi madre, quería mi vida anterior, quería mi cuerpo anterior, quería… quería volver a casa. Quería volver a mi hogar, dónde mi verdadera madre me recibiría con una cálida sonrisa y un saludo tranquilo, dónde podría terminar mis estudios y podría reírme del enamoramiento de mi amiga con el profesor… y… y sería perseguida por Titán hasta la escuela… y…y… quería…
- ¿Mamá? – una voz un tanto aguda susurró por lo bajo.
"Al parecer mi llanto, de hecho, despertó a alguien."
- ¿Bill? ¡Oh, lo siento tanto! No creí que te despertarías – la mujer se dio la vuelta y me permitió ver al niño.
Era pequeño, tal vez unos diez años. Pelo rojo corto y alborotado, diminutas pecas se esparcían por todo su rostro. Sus ojos estaban un poco legañosos y nublados por el sueño, pero aun intensamente brillantes de un suave y claro celeste.
- George se despertó y no se puede volver a dormir, fue con Charlie pero… - se encogió de hombros. Sus ojos se fijaron en mí, es decir, en el pequeño bulto enojado que seguía sollozando suavemente. - ¿Ese es…
- Sí, es él – la mujer sonrió dulcemente – Ven, ¿Puedes sostenerlo? ¿Bien? Baja un poco el brazo. Ahí está, eso es perfecto ¿Puedes tenerlo un rato mientras llevo a tu hermano a dormir?
El niño asintió ligeramente. La mujer se retiró de la habitación y nos quedamos solos los dos. El pequeño me miró fijamente a los ojos, y finalmente sonrió.
- Hay unos buenos pulmones allí – mencionó divertido mientras me mecía de un lado a otro, dejé de llorar pero esnifé un poco ante sus palabras – Mamá y papá necesitan dormir, han estado muy preocupados por los ataques recientes y sé que eres un bebe y no entiendes lo que te digo pero… ¿Podrías solo por esta noche evitar el llanto?
"¿Ataques?"
Me sentí un tanto culpable, y bastante avergonzada (Estaba siendo regañada por un niño) pero… pero yo quería…
- Oh, no. Conmigo no. Tengo otros cuatro hermanos menores, esos ojos ya no funcionan – mi labio inferior temblaba un poco ¡Malditas emociones! – No seas terco.
Esnifé un poco, intentando sofocar los pequeños gemidos de inconformidad que querían escapar. Tal vez fuera un bebe ¡Pero no me iba a comportar como un maldito bebe!
- ¿Ves? No fue tan malo – el niño me acarició suavemente la nariz, haciéndome estornudar y causando que se ría – Eres mucho más adorable que los gemelos, y tú no muerdes.
Atrape su dedo con mi mano, pero todavía no tenía la fuerza necesaria como para llevarlo a mi boca ni los dientes para morderlo. Hice un pequeño puchero. Él pareció entender mis acciones y dejo escapar más risas tranquilas.
- Otro descarado – murmuró divertido. – Mi nombre es William, pero me llaman Bill.
Ese nombre… sentía que me estaba perdiendo de algo importante.
- Vamos a llevarte a tu cuna, mamá no va a volver pronto. Si George se despierta, Fred también. - murmuraba entre dientes. – Me tengo que ir a la cama, mamá insiste en que "Los Weasley deben despertar temprano" pero es bastante difícil con tantos bebes.
"Espera… ¿¡Weasley!? Pero… p-pero eso no… ¿¡Qué!?"
- Buenas noches, Ron – Bill me besó suavemente en la frente y se fue.
"Eso no… ¿Harry Potter?... Un minuto, dijo… ¿¡Ron!? ¿¡Qué!?"
A la mañana siguiente (Después de no haber podido dormir), yo… seriamente comencé a cuestionar mi cordura, renacer era una cosa. Renacer en el maldito cuerpo de Ronald Billius Weasley era otra jodida cosa (¿Y ese nombre qué? Hubiera sido feliz con un simple Hayden). Un mundo de ficción era eso exactamente ficción… ¡Maldita sea, quería llorar de nuevo! ¡Estúpido cuerpo poco desarrollado y sus estúpidas emociones poco controladas!
Esnifé un poco, y agité los brazos para llamar la atención de mi hermano. La mujer (que ahora supongo es Molly Weasley) y el hombre de aspecto amable se fueron temprano ese día, llevándose a los gemelos. Quiero aclarar que dejaron a alguien cuidándonos… ¡A su maldito hijo de diez años! Agité mis brazos más insistentemente. Bill pareció (¡Por fin!) notar mi molestia y se acercó a cargarme.
- Ron, sabes que no puedo tenerte todo el tiempo – Debo de haber hecho algún tipo de cara porque me sonrío divertido. – Mamá y Papá van a volver pronto, tuvieron que salir rápido porque George no se encuentra muy bien. Y Charlie está todavía durmiendo, así que trata de mantenerte en silencio.
Me tranquilicé un poco al sentirme segura… ¡Demonios, eso es bebe interno hablando de nuevo! Sentí mis ojos aguarse un poco ¡No! ¡Yo era un adulto y debía comportarme como tal! ¡Vamos, concentración!
- No arrugues el ceño – mi hermano deslizó sus dedos sobre mi frente y, en efecto, deshaciendo la pequeña arruga en ella – Si lo haces muy seguido, va a ser permanente.
- Eso no es cierto, Bill – una voz infantil se unió a la conversación unilateral entre Bill y yo. – Percy no tiene ninguna marca permanente ¡Y siempre está frunciendo el ceño! – era otro pelirrojo, más pequeño que Bill.
- Charlie, habla más despacio – el niño mayor regaño a… ¡Oh, querida Circe!¡Un futuro domador de dragones era mi hermano! Un baile de victoria mental se realizó en mi cabeza, aunque nada de esto se mostró en mi expresión. Años de bailes mentales vergonzosos, que jamás saldrán a la luz, me lo aseguran.
Charlie me miró con curiosidad, su pequeña nariz arrugándose lindamente. Al parecer no me habían presentado a los otros Weasley todavía. Lo miré directamente a los ojos enfrentando su mirada, parecía un poco sorprendido por la acción. Unos orbes marrón cálido me analizaron durante unos segundos. Finalmente, el pequeño me sonrió. Le faltaba uno de sus dientes de leche, y sus mejillas eran regordetas, las diminutas pecas que bordeaban su nariz junto con el hoyuelo en su mejilla coronaban una imagen completamente adorable.
- Es extraño ¿No es cierto? – Bill habló, sacándonos de nuestro ensimismamiento - Parece ser bastante consciente cuando le hablas, te mira a los ojos sin desviar la mirada y es mucho más tranquilo que Percy, Fred y George a su edad. Y tú, por supuesto. Siempre llorabas por mamá.
- Mentiroso – Charlie le susurró por lo bajo – Seguro que tú tampoco te despegabas de mamá.
Mi hermano me dejó nuevamente entre las almohadas y mantas acomodadas estratégicamente lejos de lugares puntiagudos, no muy lejos de ellos. Observé como Charlie se sentó en la mesa y comió la comida que Molly había dejado. Ninguno de los dos se quejó de si estaba fría, y silenciosamente me pregunté si tenían algún tipo de encantamiento que la mantenía caliente.
Cuando terminaron, Bill se dispuso a lavar los platos mientras Charlie se recostó cerca de mí para cuidar de que no me moviera. Mentalmente arqueé una ceja ¿Realmente? ¿Un bebe de dos semanas va a escaparse?
Quise transmitir mi descontento a Charlie, pero al mirar al niño noté que éste se encontraba dormitando. Con un poco de culpa (mi llanto fue el que despertó a los gemelos la noche anterior), lo dejé estar. Mis hermanos se merecían un poco de descanso… y yo también. Me acurruqué más cerca del calor que proporcionaba el niño pequeño a mi lado y me permití dormir. Era… era bueno tener hermanos.
Nota de Autor: Para ser sincera con quien lea esto, no tengo ni idea de que rumbo va a tomar la historia. Simplemente me estuvo acosando durante tantos días hasta que me decidí a escribirlo. Oficialmente es un Gen fic (no parejas) ¡Yay!
¡Espero que lo hayan disfrutado! Bye!
