Disclaimer: Hetalia no me pertenece, los personajes tampoco, la 2P! Bielorrusia tampoco.

Advertencias: Mi primer intento de Yuri :'D perdón si apesta, pero se me da mejor el Yaoi. Y redacción en Segunda Persona, enfocada en 1P! Bielorrusia. Esto… bueno, nada más. Disfruten la lectura.

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La observas nuevamente. Está cerca de ti. Invade tu espacio personal. Y no puedes evitar el gruñido que sale de tus labios. Ella parece asustarse. Lo sabes, porque sientes cómo sus músculos se tensan, y como la sonrisa de su rostro tiembla. Ah, esa sonrisa, la odias y la amas a la misma vez. Ella te genera todos esos sentimientos contradictorios.

Dejando el miedo de lado, te abraza más fuerte. Tiene su rostro muy cerca del tuyo, e intentas apartarte, porque sólo tu hermano Rusia es merecedor de esa cercanía.

Pero ella, tu maldito homólogo, recién llegada de ese mundo tan extraño, parece llenar ese vacío que tu hermano mayor ha dejado.

Se parecen. Lo sabes. Ambos con esa sonrisa infantil (aunque sabes que ella en el fondo sólo es pura inocencia, lo contrario a Rusia), el gusto por los girasoles y todo lo que suene cálido, y la facultad que ambos tienen para hacerte perder la cabeza. Para derretirte un poco.

Pensando en tu hermano, frunces el ceño. Conoces a Rusia. Sabes que, de poder elegir, la elegiría a ella. Y te pones celosa. Porque no quieres que tu amado te cambie por ella.

¿O acaso no quieres que ella sea quien te cambie por tu hermano?

Esa nueva perspectiva te hace sentir un calor desagradable que te recorre el cuerpo. Se te retuercen las extrañas. Y ella parece notarlo, porque a pesar de que son completamente opuestas, tienen algo que las une. No sabes qué es, pero sabes que está ahí.

—Vayamos a ver ballet~—te pide ella, observándote con sus ojos amatistas. Le brillan. La miras con impasibilidad, pero en el fondo te derrite la forma en la cual las gruesas pestañas negras enmarcan esos orbes hermosos. Estiras tu brazo, y rozas su mejilla. Ves un adorable sonrojo apenas ella siente tu roce, sin perder esa sonrisa suya.

Te encanta. Te parece que su rostro es perfecto, y eso que ni siquiera usa maquillaje. La observas con atención (todavía más), y te parece estúpido, dado que sus facciones son iguales a las tuyas. ¿Acaso será esa sonrisa, o la constante felicidad que irradia, lo que la hace tan fascinante para ti?

Ella sonríe más. No te das cuenta, pero tu rostro también está levemente iluminado, algo demasiado extraño en ti. Claro que, el de ella es todavía más radiante, por lo que eclipsa el tuyo. No te importa.

— ¿Vamos? —insiste ella. Niegas con la cabeza. No quieres. Prefieres quedarte a ver una película sobre cosas paranormales, o ir a visitar a Rusia—Por favor~

Y es ahí cuando no puedes resistirte. Tus ojos azules se cierran un segundo, y luego los abres, mientras asientes con la cabeza. Tu homóloga ahoga un grito de emoción, aferrando tu mano, comenzando una larga perorata sobre lo mucho que adoro ver a los bailarines encimad el escenario.

Introduces tu mano bajo el delantal, allí dónde guardas el cuchillo. No lo vas a usar con ella (No, jamás, no serías capaz), pero lo tienes a mano, por si a cierto lituano se le antoja mirarla más de un milisegundo.

Te sonríe. Y la calidez vuelve a inundar tu frío interior. Pero no es un calor desagradable, como sintió al pensar en la posibilidad de que su hermana lo apartara de su lado. Es agradable. Te lo brinda ese gesto, que parece dirigido exclusivamente para ti.