Un Águila de Montaña y un Búho de Granero.
Esta es la historia de cómo Alin y Gontran se conocieron en medio de un perverso plan para destruir a los dos reyes más poderosos del Underground, Jareth, el Rey Goblin, y Kaden, el Rey de las Sylphs y los Gnomes. (Secuela de Dulce Como Un Durazno, el tiempo en el que transcurre la historia es antes de esta.)
N/A: ¡Hola, hola, hola! ¿Así que después de Dulce Como Un Durazno se quedaron con ganas de más? Bueno, aquí va algo que intentará complacerlas. Eso sí, han de tenerme paciencia porque ahora tengo menos tiempo de sentarme a escribir y es la primera vez que publico dos historias con continuación al mismo tiempo. Espero no hacer un rollo XD. Que el Jareth de allí quede allí y el de acá, aquí. (¿Rima, no? :D) Un beso a todas.
Prólogo.
Labyrinth. Ahora convertida en el centro de todo un reino de criaturas mágicas y bellas y no tanto; donde rige un joven rey para todos los reinos del Underground; dos familias unidas por el orgullo y el deber de protegerlo y divididas por la ambición del poder de gobernarlo.
El clan de los búhos podía llegar a ser muy cruel sintiéndose casi omnipotente con sus misteriosos poderes obtenidos de la luz; tanto como podía ser el de las águilas con su sobrenatural fuerza física y su destreza para la batalla obtenidas de oscuras facultades. Ambos linajes habían probado el sabor de ser Rey del Underground, pero, hacía miles de años que las banderas y escudos referentes al Alto Rey llevaba la insignia de un búho de granero. Atrás quedaron los tiempos en que el águila flameaba orgullosa y dominante. No más sylphs ni gnomes jactándose de su supremacía sobre el resto. Ahora, más que nunca, era el tiempo de los goblins, unos pequeños, horripilantes seres, aunque simpáticos, más bien amigos de la mugre y del desorden. Seres protegidos y amados por Jareth, el Rey Goblin.
Capítulo 1: Mi Muy Querido Primo.
—¡Mylord! —Entró un delgado goblin de alta estatura en busca de su rey—. ¡Mylord! —Semejaba tener prisa.
—¿Qué sucede, Brisky? Por tu estado, pareciera que otra vez los niños y los más pequeños goblins se hicieron del vestuario.
—No, Su Majestad, es que vengo a advertirle que tiene visita. Y le aconsejaría que se prepare, ya que... —Brisky fue acallado por el estruendo del abrir de las puertas. Un agitado joven, sin protocolo alguno, se quedó allí parado tras su imprevisto ingreso. Unos pasos detrás de él, una muchachita de trece años con sus bellas facciones casi tan ansiosas como las de su hermano y obviamente molesta por los modos de este.
—¡Eres un bruto! —exclamó Alin, ahora toda una jovencita coqueta y femenina y, sin embargo, aún en ella había algo de chiquilla—. ¡Cuando papá llegue…!
—Si le cuentas, la próxima vez te pondré los caracoles en la boca, en vez de en tu cabeza —El muchacho le sonrió con maldad. Sabía que no iría con el chisme con semejante amenaza. Siempre resultaba el truco de los caracoles. Alin lo fulminó. La contienda de gestos contrapuestos entre ambos se dio por terminada ante el carraspeo del mayordomo goblin, por lo que ambos adolescentes observaron hacia el soberano.
—¡Jareth! ¡Primo! —Ambos fueron corriendo hacia él; claro que Conrad llegó antes que su hermana, tal parecía competían por su cariño y, sin preámbulo, alguno el joven se le arrojó encima haciéndolo caer junto con él en el suelo. El rey, lejos de enfadarse, se echó a reír ante el suspiro de resignación de Brisky.
—¡Tonto! ¡Quítate que le haces daño! ¡Él es el rey, no un amigote tuyo! —La muchacha tironeó de su hermano hasta hacerlo liberar a Jareth. Y entonces, ella se arrojó sobre él—. ¡Te amo, Jareth! ¡Te extraño! —confesó abrazándolo cariñosa y posesiva.
—¡Sí, Jareth! ¡Debes venir más seguido o nos veremos obligados a venir a por ti! —Conrad apoyó las palabras de su hermana menor, sus brazos cruzados desde su relajada posición.
—Bueno, primos… —dijo una vez que pudo recuperar el aire. Él ya estaba acostumbrado a que sus impulsivos primos le tirasen al suelo con sus 'demostraciones de afecto'—, ya saben que no es que yo no desee hacerlo. Sólo que hay mucho por hacer.
—Sí, sí, sí —Conrad se sentó moviendo la mano en el aire con desdén hacia las palabras—; toda la cosa de que eres un rey y demás. ¡Mejor ven a jugar bromas conmigo! ¡Te pasas mucho tiempo aquí en tu castillo! —reclamaba, en tanto, Alin seguía prendida de su primo que ahora tenía sólo para ella.
—Ya eres bastante mayor como para comprender, Conrad. Ya tienes dieciséis años, eso sería unos…
—Cuatrocientos once años mortales… —El chico terminó la frase con fastidio—. Ya bastante tengo con ese antiguo tutor tuyo regañándome como para que ahora tú también lo hagas. ¿Por qué todo el mundo se vuelve tan aburrido cuando llega a los cuatrocientos sesenta y dos?
—Pues, por que a esa edad ya eres adulto. A ti también te llegara el momento de madurar —El Rey Goblin observó a su prima aferrada aún a él. Era una criatura maravillosa y extraña; de repente, podía ser una niña pequeña, como ahora, o una firme y gran madraza que se ocupaba de uno cuando caía enfermo.
—¡Nunca! —juró fehacientemente el muchacho.
—Claro que no, por que eres tonto —murmuró Alin y le mostró la lengua. Conrad entrecerró sus grises ojos; ya se vengaría más tarde.
—¿Su Majestad? ¿Otra vez fue atacado por estos dos vándalos? —inquirió un hombre desde la entrada.
—Así parece, tío —rió por lo bajo y besó la cabeza de su prima e hizo señal para que se incorporasen. Mas, la chica parecía no estar dispuesta a desprenderse de él.
—Alin —la reprendió su padre—, ya no eres una chiquilla, hija. Comprometes a tu primo atacándolo de esa manera.
—¡Es que hace mucho que no nos visita! —continuó ella obstinada—. ¡Yo sólo quiero que sepa lo mucho que le quiero y le extraño! —Jareth no pudo sino reír. ¡Vaya que era toda una consentida! Y él era tan culpable como su tío.
—Alin, tú ya sabes qué cosas son correctas; él es un Rey y un hombre y no está bien visto que te le arrojes encima.
—¿Por qué no? No tiene gracia sino —opinó Conrad elevando las palmas de sus manos hacia arriba a la altura de sus hombros.
—¡Pues, Conrad le tiró al suelo y yo lo rescaté!
—¡Ay, sí, la heroína! —el aludido habló despectivo y sacó su lengua junto a un resoplido.
—¡Papá, mira lo que ha hecho! —Lo acusó con el dedo— ¡Siempre está molestándome, el muy…! —Se detuvo al ver más morisquetas de su hermano—. ¡Grr…! ¡Tonto!
—¡Conrad! ¡Ya mismo ponte de pie! —La voz del padre fue severa y Alin vio con triunfo al reprendido que obedecía—. ¡Y tú, Alin, ya sal de encima de tu pobre primo! ¿No crees que ya tenga suficiente peso que tolerar con su puesto como gobernante para también tener que lidiar con el tuyo? —Conrad le sonrió con befa.
—Lo que siempre dije, estás gorda —murmuró el chico por lo bajo y la muchacha dejó libre a su primo para ir a pegarle. El soberano se puso de pie.
—¡Alin! —la amonestó Erwin.
—Alin… —Jareth, riendo suavemente, la sujetó de la cintura para evitar que se trenzara con Conrad—. Tú tienes trece años, ya eres una damita y debes comportarte como tal. ¿Cómo conseguirás un pretendiente si ellos ven que aporreas a tu hermano mayor?
—¡Yo no quiero pretendientes! ¡Y él comenzó y se lo merece!
—Yo ya no sé qué hacer con este par, sobrino —suspiró Sir Erwin—. Él no hace más que meterse en problemas y ella reacciona ante la más leve provocación.
—Bueno, quizás debiéramos separarlos para siempre y de esa manera no tendrán que tolerarse ni se pelearán más —el Rey Goblin sugirió a su tío con una endiablada mirada que transmitía su interna sonrisa.
—Pues, sí —convino el príncipe con un rendido soplo—, pues, no me dejan otra alternativa. —Tanto Alin como Conrad miraron al par de hombres con espanto. ¿Lejos? ¿Uno del otro? Automáticamente se abrazaron con temor.
—¡NO! ¡Me portaré como una princesa, lo prometo!
—¡Yo quiero a esta cabeza hueca, no quiero que se la lleven! —Alin elevó su rostro para verle.
—¿A QUIÉN LE DICES CABEZA HUECA?
—Allí empiezan de nuevo… —se quejó Erwin, en tanto, el Rey no podía evitar reír.
—Bueno, hermanita, no me vas a decir que tienes algo allí dentro, ¿o sí? ¡AUCH…! —gritó ante el pisotón saltando ahora en un pie y sujetando el magullado con sus manos. Alin fue a refugiarse detrás de su primo.
—¡Ya está bien, jovencitos! ¡Si no se comportan la visita a su primo se terminará aquí mismo! —El padre se impuso.
—¡NO! ¡NO! ¡NO! —Ambos buscaron amparo en los brazos del monarca.
—Pues ya saben —les dio el ultimátum—. Y empezaremos con los buenos modos; Conrad, no te arrojarás sobre él como si fuera un colchón para aliviar tu caída y, Alin, te comportarás tal como te ha enseñado tu tutora.
—De acuerdo —los dos adolescentes respondieron cabizbajos.
—Y ahora, dejen de aferrarlo como si fuera de su propiedad y permítanme saludarle —Sonrió al soberano con orgullo. Sus hijos obedecieron.
—Es muy bueno verte, tío —Jareth dio unos pasos hacia este que venía rumbo a él y se abrazaron palmeando sus espaldas.
—Estoy feliz de verte tan bien, mi muchacho. Pensé que con tantas correrías te iba a hallar piel y huesos.
—¡Tío! —rió acalorado—. Sólo son aventuras pasajeras, nada serio.
—Pasajeras… A veces lo pasajero puede ser un eterno dolor de cabeza —pronosticó.
—Exageras.
—Eso espero. Pero, lo cierto es que, me alegro mucho de ver que en el resto de las cosas te has manejado con propiedad.
—Tío, me ofendes. Incluso en lo que consideras incorrecto me he manejado con propiedad. Todo lo que me has enseñado no tiene desperdicio, vaya a donde vaya y haga lo que haga. Haz hecho de mí un fino caballero y no un mocoso pretensioso como el que era.
—De eso estoy seguro —Le miró con presunción.
—Y yo estoy seguro de que te has cerciorado bien de ello —Rió una vez más—. Vayamos todos a tomar algo de aire al jardín y beber algo fresco. ¿Brisky, podrías hacer que nos sirvan la merienda en el cenador del parque?
—Por supuesto, Su Majestad. Twig y yo nos encargaremos personalmente —Hizo una reverencia y se retiró.
—Bueno, ya que mi pequeña prima ha prometido comportarse como una dama… —Le ofreció el brazo al que ella se prendió con una amplia sonrisa y encabezaron la marcha hacia el cenador del exterior, curiosamente formado por la naturaleza.
Alin se sentía como una reina de la mano de su amado primo. Para ella no había hombre tan apuesto, divertido ni perfecto. Su primo Jareth era el mejor; después de su padre, por supuesto, e infantilmente todavía le tenía como el príncipe azul de un cuento. No era porque él fuera el Rey del Underground, eso no le importaba. Jareth tenía encanto y magnetismo y era de lo más dulce. Él muchas veces le había defendido de las maldades de su hermano y le había ayudado a ocultar dos o tres pequeños desastres que ella había cometido sin querer, como quemar la camisa favorita de su padre en un intento de querer sorprenderlo el día de su cumpleaños o cuando conjuró un hechizo de calvicie en Conrad, en venganza por haber sido misteriosamente sitiada por caracoles y babosas en su alcoba. ¿Cuántos primos repararían lo que podría llegar a ser un buen reto más adelante? ¿Y cuántos se echarían la culpa a sí mismos de haberse comido el postre reservado a su hermano fingiendo no haber sabido que tenía dueño? Sí; SU primo; porque era SUYO, como lo era SU padre y hasta el bobalicón de SU hermano; era todo un héroe. Y ella anhelaba el día de mañana encontrar alguien así para sí.
N/A: Espero que les haya gustado esta pequeña presentación de los personajes tres años más jóvenes. ¿Qué cómo va a seguir? Sinceramente, no tengo la menor idea. Bueno, sí en términos generales, que es tanto como ustedes saben de la información que Alin y Gontran han dado con respecto a sus vidas, el resto, sólo mi musa dirá.
Besos para todas. ¡Nos leemos!
AmaterazuHime.
