Ya saben... Ninguno de los personajes de Inuyasha me pertenece, todos son de Rumiko Takahashi. Las referencias a las Geishas las tomé del libro Memorias de una Geisha. Es el primer fic que publico, espero les guste.


Las batallas por fin habían terminado, lograron ganar la guerra, venciendo a Naraku y purificando la perla de Shikon; todo parecía estar bien, salvo una cosa.

Rin continuaba con Sesshomaru y el daiyokai no sabía qué hacer con ella. Hacía mucho que había dejado de incomodarle la niñita que lo seguía a todas partes, incluso le divertían (aunque no lo dejaba ver) sus juegos con Jaken. Pero de algo estaba seguro, en esos momentos el lugar de ella no era con él.

Llegó la primavera y con ella el renacimiento de las cosas. Habían pasado a descansar en un pequeño lago en medio de un bosquecillo de pinos. Rin iba de acá para allá jugando y recogiendo bayas y flores mientras Jaken la reprendía. Mientras Sesshomaru permanecía con la mirada perdida en las profundidades del lago. La voz de Rin lo sacó a la superficie.

- Señor Sesshomaru, ¿qué clase de flor es esa?

- ¡Mocosa no molestes al amo bonito!

- Pero quiero saber… es muy bella y usted señor Jaken no sabe cual es.

Dirigió la mirada hacia donde la niña le indicaba y la respuesta a sus problemas apareció frente a sus ojos.

- Loto – susurró.


Su kimono ondulaba suavemente con sus pasos, se había vestido con uno azul claro con un hermoso bordado que representaba un bosquecillo de cerezos en primavera (su favorito), que terminaba en un lago con diversas tonalidades de azul que al ondularse con su caminata pareciera agua de verdad.

Mientras se acomodaba el precioso obi color dorado y se acercaba a la casa de té, se preguntaba ¿quién podía haberla contratado? Habían solicitado explícitamente su presencia y por toda la noche. Muy pocos podían darse el lujo de contratarla durante toda una noche. Con esa idea entró a la sala que la dueña le había indicado, hizo una reverencia, cerró la puerta y levantó la mirada para encontrarse con unos inexpresivos ojos ámbar y cabellos plateados.

- Buenas noches – dijo ella una vez que se colocó junto a él.

- Buenas noches Loto, hace mucho que no te veía.

- Si, mucho hace ya, ahora soy una Geisha, soy independiente de mi okiya, tengo un danna y… soy bastante famosa. Pero no creo que hayas venido para saber como encuentro. Tiene que ser algo muy importante para que Sesshomaru-sama me honre con su visita.

- Espero recuerdes el favor que te hice, porque vengo a cobrarlo.

- Siempre tan directo - dijo ella con una sonrisa en los labios – jamás olvidaré lo que hiciste por mí, gracias a mi querido Sesshomaru-sama soy lo que soy ahora. ¿Qué es lo que necesita?

- Quiero que te encargues de una niña.

- ¿Quiere que vea por su educación como geisha?

En ese instante Sesshomaru titubeó, frente a él se hallaba una de las más famosas geishas de Kioto, cada noche tenía su agenda repleta de citas con hombres importantes (al menos eso le dijo la dueña de la casa de té), evidentemente ganaba mucho y ahora incluso tenía un danna. Pero cuando él la conoció la historia era distinta; una aprendiz a la que apenas permitían las celosas de sus hermanas mayores aparecer en público y conocer personas, a punto de ser expulsada de su okiya por no poder pagar sus deudas y sin ninguna otra opción mas que vender lo único que era de su propiedad: su mizuage.

A él le había vendido su virginidad y con lo que le dio ella pudo pagar sus deudas, incluso establecerse. Pero, ¿de verdad quería meter a Rin en ese mundo?

- No quiero que esté en una okiya – respondió finalmente.

- Pero solo una okiya podría pagar sus gastos – dijo ella mirándolo a los ojos.

- Yo los cubriré, Jaken vendrá mensualmente a dejarte dinero, el suficiente para todo lo que necesite e incluso algo para ti, a condición de que seas tú su hermana mayor y que viva aquí contigo.

- No quieres que ella viva lo que yo viví.

- No.

- Vamos a ver a esa niña tuya.


Se dirigieron a la salida de la casa de té, donde ella lo ayudó a calzarse y luego lo siguió hacia las afueras de Kyoto. Ahí cerca de un templo, Rin y Jaken dormitaban frente a un fuego.

Antes de que Sesshomaru la despertara, Loto se acercó a observar a Rin. Realmente era una niña preciosa y muy tierna, Loto sonrió, miró al Yokai y asintió.

- Rin – dijo Sesshomaru con voz clara. Al escucharlo, la niña y Jaken abrieron los ojos.

- ¡Señor Sesshomaru! – dijo la Rin con alegría. Jaken por su parte se incorporó de prisa.

- ¡Amo bonito! ¡Jaken no estaba dormido! Solo…

- Solo descansabas los párpados – dijo Loto divertida.

- Rin, desde ahora vivirás con ella – dijo Sesshomaru con la mirada seria – deberás obedecerla como si fuera yo. - La niña miró a la mujer y luego a su señor con ojos tristes.

- Pero yo no me quiero separar de usted.

- Es peligroso que te quedes conmigo, además quiero que aprendas cosas. No discutas, lo hago por tu bien. – La niña asintió con los ojos llorosos y se acercó a Loto, ella la tomó de la mano.

- Vamos a mi casa – dijo ella, luego miró a Sesshomaru – por favor acompáñenos a la entrada, además Jaken debe conocer dónde vivo.

Por mayor respuesta, el yokai comenzó a caminar de vuelta y los demás lo siguieron. Rin iba triste y sollozaba muy bajo.


La casita de la Geisha era un lugar muy bonito, con cuatro habitaciones y un jardín con un arrollo en el centro, Rin se quedó mirando encantada pero cuando volteó a decir algo a su señor, Sesshomaru ya no estaba.

Loto la abrazó y la condujo dentro, la llevó a uno de los cuartitos donde extendió un futón, le quitó la ropa que llevaba y le puso una pijama, luego la recostó sobre sus rodillas, Rin no había dejado de llorar desde que su amo se había ido y así permaneció hasta la madrugada que cayó dormida.


La despertó la claridad del día siguiente y se levantó, a su lado había un bonito kimono de algodón de color azul obscuro y unos calcetines con los que se vistió y salió del cuarto. Una jovencita se hallaba atareada limpiando el piso y le dijo:

- La señora la espera en esa habitación señorita Rin.

Sorprendida, caminó hacia donde le indicaban y entró, la misma mujer joven del día anterior estaba esperándola con un desayuno frente a ella, ya no llevaba maquillaje, ni el hermosísimo kimono, sólo llevaba el precioso peinado. Era una mujer muy bella que le sonrió y dijo.

- Ayer por la noche ya no pude decirte mi nombre, me llamo Loto. Sírvete lo que gustes.

No era que Sesshomaru la matara de hambre, pero el ver tanta comida y tan variada le hizo tomar algo de todo y comenzar a comer. Luego de que la había comido como la mitad de lo que se había servido se dio cuenta que Loto comía y bebía despacio, utilizaba los palillos, que ella también tenía y no había usado y que no derramaba nada sobre sus hermosas ropas, además no estaba sentada como ella creía sino sobre sus rodillas.

- ¿Quieres saber por qué estás aquí? – dijo Loto interrumpiendo sus pensamientos.

- Si – respondió tímida.

- Sesshomaru quiere que estudies y te conviertas en una geisha y a mi me pidió que te ayudara con ello.

- ¿Qué es una gei… sha? – dijo ella tratando de decir correctamente la palabra.

- Una artista, una dama, una bailarina; yo soy una geisha y se que tú también lo serás un día.

- ¿Y así el señor Sesshomaru estará orgulloso de mi?

- Por supuesto.