¡Hola!
Este es el primer fic del evento de San Valentín que se ha llevado a cabo en el grupo de Facebook con algunas escritoras de FF, e incluso de Wattpad, a las cuales se les dieron dos conceptos al azar con los que realizaron la historia.
Summary: Sakuno no pudo creer cuando Ryoma le pidió que fuera su novia. Los meses pasaron, y finalmente San Valentín llegó, el primero para ambos. Y ella quería sorprenderlo, mostrarle que podía ser más mujer, pero jamás pensó que la sorprendida iba a ser ella. Ryoma le había preparado algo que la dejó boquiabierta.
Nick en FF: Katte Turner
Primer concepto: Pintalabios.
Segundo concepto: Globos.
Disclaimer: Prince of tennis pertenece a Konomi Takeshi, la historia es de autoría de Katte Turner.
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Un cambio favorecedor
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Cuando Sakuno tomó entre sus manos el pintalabios rojo, en su cabeza surgió la incesante duda de si aquello era una buena idea. Quería hacer algo especial para San Valentín, su primero de toda la vida, pero no estaba segura de si lucir llamativa para Ryoma era la mejor opción.
Suspiró con pesar y lo dejó en la mesita, dubitativa.
Después de muchos años enamorada perdidamente del muchacho, ese año, el último de preparatoria, por fin algo cambió entre ellos. Ryoma comenzó a celarla y a fulminar con la mirada a todo aquel que se le acercara, y cuando ella había decidido que era hora de declarársele, Ryoma la había sorprendido con un beso fugaz. Aquella acción la dejó desconcertada, pero no dudó en corresponderle. No entendía muy bien por qué Ryoma, después de tantos años de considerarla como una compañera más, había decidido dar ese paso. Pero no le importó. Lo que sí entendía era que él era demasiado orgulloso como para ponerse a parlotear sobre lo mucho que le gustaba o lo mucho que le molestaba que los chicos del último curso le hicieran cumplidos.
Había escuchado muchas veces a Ann decir que el maquillaje estilizaba a la mujer y la hacía más deseable a los ojos de un hombre. Tomoka había estado de acuerdo con esa declaración, lo que se tradujo finalmente en que Sakuno se quedó pensando sobre hacer realidad esa posibilidad. ¿Qué podía perder? Se mordió el labio inferior y suspiró.
Volvió a agarrar el pintalabios, lo destapó y se miró en el espejo frente a ella. «Solo un poquito», pensó cuando comenzó a esparcir parte del contenido en sus labios. El color era rojo, aunque no demasiado fuerte. Había sido un regalo Ann; se lo dio con el fin de que se animara algún día a probarlo.
Al terminar se miró en el espejo. El color hacía resaltar las facciones de su rostro y sus ojos grandes y brillantes. Sonrió, y al hacerlo confirmó que el labial le quedaba bien. La sonrisa se le veía más luminosa y estilizada. El labial la hacía ver más madura.
Cuando se levantó de la silla y agarró su mochila, tuvo total certeza de que Ryoma estaría anonadado y encantado. O una de las dos. Pero decepcionado, jamás. Y aunque ese sentimiento la hizo sentir culpable, pues ella no era arrogante en absoluto, se permitió ser así simplemente porque ese día era uno especial.
-o-o-o-
Ryoma bostezó sin ningún deje de vergüenza. Ni siquiera se recompuso al sentir que una lagrimilla se le escapaba de la comisura de sus ojos. Siempre lo hacía, incluso si había gente a su alrededor mirándolo. Le hacía sentía bien expulsar esa sensación de sueño que lo embargaba y que, poco a poco, le quitaba las ganas de hacer cosas.
Y ese día con mayor razón debía estar despierto al cien por cien. Era su primer San Valentín, después de todo. La idea, a diferencia de otros años, lo animaba un poquito más, y por el simple hecho de tener a alguien con quien celebrarlo. Ya no tendría que recibir más chocolates de chicas esperanzadas por llegar a su corazón, ni tendría que agradecerles con un gesto negativo con la cabeza, como diciéndoles que apreciaba el gesto pero que no podía corresponderles. Porque esta vez era distinto. Esta vez él había dado el primer paso; él había sido el artífice de la relación de meses que llevaba con Ryuzaki. Y había organizado algo discreto pero bonito que sabía que mataría de emoción a la muchacha. Así que, con ese pensamiento en mente, guardó el obsequio en su gran bolso deportivo y se dirigió al colegio.
Cuando llegó, después de veinticinco minutos, un barullo poco usual se instaló sobre el complejo educacional. ¿La razón? Chicos de todos los cursos murmuraban emocionados sobre una hermosa chica que los había deslumbrado. Pero al verlo a él, de inmediato los cuchicheos cesaron. Ryoma frunció el ceño con extrañeza.
—Es solo un mocoso —dijo uno con desdén.
—Ni siquiera tiene buen porte —comentó otro con rabia.
—Es un arrogante —cuchicheó un tercero.
Ryoma los ignoró con una facilidad admirable, pero al entrar a su salón de clases comprendió por qué todos lo miraban a él: Sakuno estaba radiante. Se había soltado el pelo, liberándolo así de sus largas trenzas, y tenía los labios pintados de un bonito color. En su boca se formó una O que intentó disimular a los pocos segundos.
—R-ryoma-kun… —dijo ella a modo de saludo, totalmente avergonzada al notar la forma en que su novio la recorría con la mirada.
—¿Qué…? —Pero el muchacho no pudo terminar de hablar, pues su profesor calló a todos.
—¡Silencio, silencio! Señorita Ryuzaki —le espetó el académico con ímpetu—, no puedo permitirle usar eso en mi clase. Por favor vaya a quitárselo.
Ella se levantó de su silla, con la cara más roja que un tomate, y asintió con un leve «Sí, profesor» al tiempo que caminaba a trompicones hacia el baño. Ryoma no le quitó los ojos de encima, y desvió la vista de la entrada solo cuando ella volvió, siete minutos después, sin ese bonito color en sus labios.
Los murmullos, ahora casi susurros, se tomaban el ambiente cada vez que el profesor le daba la espalda al alumnado. Ryoma pulverizó con la mirada a todo aquel que osara mirar a su chica de la forma en que antes lo habían hecho. Algunos dejaron de hacerlo de inmediato, otros dejaron escapar una risa nerviosa, y otros, un tanto más rebeldes, le devolvieron la mirada hostil.
Fue una mañana muy agitada para el muchacho. Había esperado tanto el receso pero este parecía serle esquivo. Cuando al fin llegó, giró su cuerpo por completo y le habló a su novia.
—Ryuzaki… quiero darte algo.
Ella se azoró de inmediato. Sus ojos rojizos, nerviosos, miraron en todas direcciones.
—Pero no puede ser aquí —dijo ni bien notó que ella iba a comenzar a decir algo—. Acompáñame.
Ryoma tomó su bolso de tenis y se lo colgó en su hombro, mientras que Sakuno sacó una cajita de su mochila. A continuación, ambos salieron de la sala de clases bajo la mirada de sus curiosos compañeros. Ryoma miró a su novia y se mostró divertido al verla morderse el labio inferior constantemente.
Al llegar a la azotea, el muchacho cerró la puerta y miró a Sakuno con intensidad mientras se ubicaba a solo un palmo de distancia. La vio sonrojarse y la comisura de sus labios se alzó de forma traviesa. Él quiso hablar de inmediato para entregarle su obsequio, pero ella se le adelantó.
—¡F-feliz San Valentín, Ryoma-kun! —chilló, casi sobresaltada. Estiró sus temblorosos brazos, le entregó la caja que con esmero había hecho y él, al tomarla entre sus manos, sonrió.
—¿Los hiciste tú?
—¡Claro que sí! Es la tradición.
Ryoma sacó un pedacito de chocolate y lo probó. Sakuno, expectante, lo miró mientras jugueteaba con sus dedos. Ella esperó que él le dijera algo, pero no lo hizo. Por el contrario, se acercó a ella y depositó un tierno beso en su mejilla.
—Gracias —le susurró, aún muy cerca de su rostro. Le encantaba todo lo que ella preparaba, pero este dulce en particular era uno de los más ricos que había probado—. Por cierto, ¿qué era… —preguntó mientras se apuntaba a sus labios— eso?
—Oh —dejó escapar Sakuno al tiempo que intentaba recomponerse de la emoción—. Q-quería sorprenderte…
Los ojos de Ryoma brillaron y sus cejas se alzaron. El cometido, sin duda, se había cumplido.
—Y lo hiciste. Pero por favor no vuelvas a usarlo en el colegio. La forma en que te miraban esos buitres era desagradable.
Sakuno rio, divertida, pero al instante se tapó la boca con las manos. Su cabello, ahora suelto, bailó sobre su cabeza.
—¡Ryoma-kun!
—Mi turno.
Tomó su bolso pero no tuvo que buscar demasiado para encontrar su regalo, pues este no era precisamente pequeño. Sakuno abrió sus ojos como platos cuando Ryoma lo tomó entre sus manos.
—Un globo de helio…
Él asintió al tiempo que se rascaba repetidas veces la cabeza. Nunca pensó que esto iba a generarle tanta vergüenza.
—No es un regalo común. Si te fijas bien, hay un papel adentro… —La voz de Ryoma tembló y la muchacha se tensó sobre sus pies. Tenía muchos años de conocer a su novio, pero nunca antes lo había visto tan nervioso—. Aquí hay una copia. —Sacó otro papel del bolsillo de su pantalón y se lo entregó, pero ella no lo leyó de inmediato—. Verás… yo… tuve la idea de poner todas mis expectativas de nuestra relación en ese papel y meterlo a este globo, porque, bueno, el helio hará que flote y se eleve hasta que ya no pueda más. Pienso que así se cumplirán.
Sakuno no pudo despegar sus ojos de él. Todo lo que Ryoma dijo se sentía tan sincero y genuino a sus oídos que no pudo evitar sonreír con emoción. Entonces leyó el papel y sus ojos se empañaron en lágrimas. Se abalanzó sobre cuello y se colgó de él, como si eso fuera lo único a lo que pudiera aferrarse.
—Sakuno… —susurró él, abrazándola por la cintura.
—Es… es… m-mucho mejor que cualq-quier otro regalo.
La curvatura de su cuello estaba empapada, pero eso a Ryoma poco le importó. A Sakuno le había gustado su regalo y eso era todo lo que valía.
—¿Quieres soltarlo? —preguntó cuando ella se separó de su cuerpo. La calidez que ella irradiaba lo abandonó al instante.
—Claro que sí.
Sakuno se enjugó las lágrimas con el dorso de su mano. Lo que Ryoma había hecho por ella y por la relación que ambos compartían era mucho más de lo que podía esperar. Él había dejado de lado su orgullo y su indiferencia para idear un regalo que no podía comprarse en tiendas y que no tenía precio, pues su valor residía en los sentimientos y el esfuerzo que había puesto en ello. Su felicidad en esos momentos era tanta o más que cuando supo que Ryoma también le correspondía.
Tomó el globo entre sus manos mientras sentía la palma firme de su novio en su hombro, y, poniendo toda su fe en que esas palabras se cumplirían a futuro, lo dejó ir. El globo flotó durante largos minutos hasta que el viento lo elevó y lo alejó para siempre.
Sakuno se acercó a Ryoma e, impaciente como pocas veces, con una adrenalina inusual, unió sus labios con los de él. Al instante, Ryoma la rodeó por la cintura. Sus labios eran cálidos y estaban deseosos el uno del otro.
—Gracias —susurró ella cuando se separaron.
Unidad, amor y pertenencia. Esas tres palabras ahora se perdían sobre el inmenso y azulado cielo, flotando en un globo cargado de esperanza.
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¡Espero que lo disfrutéis! Dejadle regalito, siempre es bonito saber qué piensan ~
Cada día se subirá un OS de una autora :)
¡Hasta mañana!
