Disclaimer: Blood+ no me pertenece, son propiedad de Production I.G., Aniplex y Junichi Fujisaku. Blood: The Last Vampire no me pertenece, es propiedad de Production I.G., SPE Visual Works y Hiroyuki Kitakubo.

Advertencias: violencia física y sexual, lenguaje soez, lime y temas adultos.

Nota: este fanfic se desarrolla a finales de los años sesenta, donde tienen lugar los acontecimientos de la película de animación Blood: The Last Vampire, con referencias a la película live action del 2009 con el mismo nombre y la presencia de personajes del anime Blood+, como Hagi. Se recomienda ver la película de animación Blood: The Last Vampire para comprender por completo los acontecimientos desarrollados en este fanfic y, por estas mismas razones, se podrán ver ciertas diferencias en la personalidad de personajes como Saya y Hagi (la primera, mucho más agresiva y dura de lo que se le conoció o se "volvió" en Blood+, y Hagi ligeramente más comunicativo). Cabe destacar que los personajes llamados David y Louis/Lewis que aparecen aquí son los antecesores de los personajes del Escudo Rojo que conocimos en Blood+.


"Debes venir conmigo y amarme hasta la muerte, o debes odiarme pero seguir conmigo y odiarme a través de la muerte y después de ella"

Carmilla —Sheridan Le Fanu


Mi querida Carmilla

5 de noviembre de 1966. Aeropuerto Internacional de Haneda, Ciudad de Ōta, Tokio, Japón.

David arrastró la maleta tras él, dándole un último vistazo al boleto de avión que lo llevaría a Nueva York. Estaba deseoso de abordar y echarse a dormir. Había pasado las últimas noches sin apenas conciliar el sueño, discutió por teléfono con su esposa, esperando por él en Estados Unidos, impaciente, preocupada y deseosa por tener ya un hijo que se llamara igual que él, todo en partes iguales, y encima no habían conseguido encontrar casi nada en aquella misión, sólo lo de costumbre: sujetos de experimento e investigación infectados, y las sospechas de siempre con respecto a las fuerzas militares de los Estados Unidos. Pero de Diva o sus Caballeros, nada.

Sabía que las verdaderas cosas estaban sucediendo en Asia, pero tenía la impresión de que se estaban equivocando de país.

Se dirigió directamente a la zona de vuelos internacionales, buscando con la mirada a su contacto. En las Torres de Babel que eran los aeropuertos como esos siempre había muchísima gente de todo el mundo yendo de aquí para allá, así que no estuvo tan seguro de encontrarlo fácilmente.

Siendo sincero, le parecía una pérdida de tiempo y un capricho medio tonto. ¿Para qué traerlo de Londres a Japón y luego regresar ambos a Occidente?

—David.

La voz tras se le antojó lúgubre y escalofriante, el efecto que le solía causar cuando lo tomaba desprevenido. El desgraciado era como un maldito gato: nunca lo escuchaba llegar hasta que lo tenía a un lado. Para un militar como David, alguien tan silencioso podía ser profundamente peligroso, y ese detalle le ponía siempre los pelos de punta.

Saya una vez le dijo que antes, en el Zoológico, las mucamas más jóvenes solían chismorrear entre ellas sobre los efectos de la voz de Hagi; que la voz del sirviente favorito de la casa Goldschmidt tenía el particular talento de impregnar la atmosfera con una niebla soporífera, tranquila y penetrante. Un hechizo gitano adherido a su voz, es con ella con la cual seduce a la señorita Saya por las noches, les escuchó susurrar una vez.

Cuando se lo contó estaba muy molesta. Sobre todo, por alguna razón, molesta con el mismo Hagi.

—Maldición, Hagi. Eres tú —masculló el militar dándose la vuelta. Tras él se encontraba el Caballero. No llevaba ninguna maleta, solamente el estuche de violonchelo al hombro, y a pesar de ser apenas otoño llevaba encima una larga gabardina negra que chocaba contra sus pantorrillas. El cuello alto de la prenda ocultaba ligeramente su rostro, como si intentase no ser reconocido por nadie—. No me asustes así —añadió de mala gana—. Acabo de leer Drácula y…

—No me dirás que todos los días luchas contra quirópteros y te ha dado miedo una simple historia llena de mitos —lo interrumpió, alzando una ceja.

—Mira, tengo enfrente al conglomerado, más o menos, de eso que tú llamas mitos, además de haber lidiado con tu querida Carmilla todos estos días.

—David…

—Sí, sí. Como sea —Sabía que las referencias literarias sobre vampiros eran lanzadas a propósito, pero David era la única persona del Escudo Rojo a quien le toleraba esas bromas. Lo vio rebuscar algo en el bolsillo interno de su saco hasta sacar de ella un trozo de papel con una dirección escrita. Se lo entregó—. Ahí encontrarás a Saya. Pero tendrás que viajar a Fussa, al oeste de Tokio. La mayoría habla inglés, así que no tendrás mucho problema con el idioma. Aunque no es como si de todas formas hablaras mucho…

Hagi asintió, ignorando la queja y guardando en su gabardina la nota.

—Deberías quitarte eso. Aquí te vas a asar —sugirió David, haciendo alusión a su atuendo.

—Me molesta cargarlo. Apenas llegué de Londres.

—Sinceramente, me parece una pérdida de tiempo que vinieras hasta acá. Lo más probable es que los envíen a los dos a Nueva York o a Londres otra vez, todavía no está confirmado, pero no se quedarán en Japón mucho más tiempo. A más tardar se van mañana: Saya ya terminó con su trabajo aquí.

—Louis sólo me llamó diciendo que viniera a encontrarme con Saya —aclaró el Caballero.

—Sí, lo sé. La misma Saya fue quien lo exigió.

Hagi alzó ambas cejas; una mueca de sincera sorpresa cambió por unos instantes su típica cara de nada.

—¿Fue Saya quien pidió que yo viniera?

David soltó una risa burlona.

—¿Esa es tu cara de idiota? Mejor que ella no te la vea, créeme que no está para tonterías.

—¿Cómo está ella? —inquirió de pronto, sacándole un suspiro de agotamiento a David, quien se rascó la cabeza unos instantes. ¿Cómo explicar cómo esta alguien como Saya? Sobre todo a su propio Caballero.

—Cansada y fastidiada, creo. Deberías verla por ti mismo. ¿No se ha comunicado contigo? —Hagi negó con la cabeza—. La última semana ha estado investigando en tres escuelas diferentes. No está nada contenta. Pero…

El Caballero alzó una ceja y David se encogió de hombros. Aquello que iba a comentarle no lo había hablado con nadie más del Escudo Rojo, ni siquiera con Louis, y de alguna forma, se sentía como una confesión.

—Se ha comportado extraño, con humanos y con quirópteros —aclaró el rubio—. Sólo encontramos cuatro quirópteros, tres en la preparatoria de la Base Aérea de Yokota. Estuve ahí cuando mató al último. El quiróptero quedó agonizando en la pista de despegue después de atravesarlo con la espada. Nos retrasamos porque, ¿cómo decirlo? Saya se despidió de él, o algo así. Olvidó poner su sangre en la espada, así que se la dio directamente. Ella… estaba sonriendo. Hace mucho que no la veía sonreír. Creo que hasta me dio miedo.

A como se lo describía, Hagi encontró también muy extraño el comportamiento de Saya. Al igual que David, hace mucho que no la veía sonreír, y mucho menos lo hacía mientras mataba a un quiróptero. No, cuando lo hacía sus gestos estaban siempre llenos de ira y determinación... a veces, incluso de gozo, como si con cada muerte se acercase un poco más a Diva, al final de la guerra, y también a su propia muerte.

—Sé que en el Diario de Joel están describiendo que esta Saya es la Saya menos humana con la que han tratado. Creo que han mencionado problemática, rebelde y reacia.

—¿Ahora pretenden analizarla y diagnosticarla? —inquirió el Caballero con cierta molestia—. Está peleando una guerra.

Y tenía sus razones para sospechar de las posibles malas descripciones que estuvieran haciendo de ella. Últimamente estaban teniendo problemas en su relación con el Escudo Rojo; los enviaban a investigar situaciones que estaban fuera de su jurisdicción, los separaban, parecían tratar de ponerlos a prueba con cada nueva misión, como si todo se estuviese transformando en una gran red de juegos mentales. Lo peor de todo es que las órdenes venían de arriba, de gente que estaba cómodamente sentada detrás de un escritorio juzgándolo todo y que no sabía nada de pelear con sus propias manos una guerra. Hasta ahora, este era el peor Joel Goldschmidt con el que habían tratado.

Hagi no podía descartar la idea de que, en cualquier momento, decidieran que Saya era mucho más peligrosa que los seres que combatía. O que decidieran que era mejor tenerla encerrada, a ella, o a ambos, hasta hacerlos morir de hambre y obediencia.

—Eh, no la tomes conmigo, que no es cosa mía. En realidad yo no sé casi nada —se defendió el militar con las mismas palabras que le dijera a Saya en el metro una semana atrás—. Sí parece estable y fuerte, más comprometida que nunca con su deber, pero me di cuenta en estos días… ella está cambiando. Tu rosa se está marchitando, Hagi.

La referencia a las rosas era otra broma personal y sutil que había entre ellos dos cuando hablaban de Saya y de la cual, por supuesto, ella no tenía idea. En ocasiones David también se refería a ella como azucena, pero solamente con él: moriste por una azucena, le decía. Con el resto del Escudo Rojo David la llamaba la última original, o simplemente Saya, aunque la chica siempre argumentaba que, en realidad, no era ni la última ni la original. Diva seguía viva, merodeando y matando por ahí, pero de alguna forma parecía gustarle el apodo de última original. Le recordaba constantemente su deber y que aquel apodo era, precisamente, la meta que debía alcanzar tarde o temprano.

Todos en el Escudo Rojo tenían un nombre clave, sino un apodo, para Saya y él. Algunos se referían a Saya como la Exterminadora, sobre todo las células de Estados Unidos. Las de Europa, con mucho menos tacto, como la Arpía; en Japón era la Samurái y las unidades rusas del Escudo Rojo la llamaban Rusalka. A él mismo le tenían otros apodos, un poco más raros, eso sí: en Europa lo llamaban Roma Boy, como si siempre estuviesen buscando ponerlo en su lugar; en Estados Unidos era el As, el as que Saya guarda bajo la manga, y en las unidades asiáticas se referían a él como la Flor de Estambul, todo gracias a un error de traducción en el Diario de Joel en donde se mencionaban los rumores que aparecieron a su llegada al Zoológico, cuando algunos socios y amigos de Joel comenzaron a suponer que Hagi en realidad era su hijo bastardo, concebido con una prostituta de lujo de Estambul. El error de traducción se corrigió, pero el apodo se le quedó, aunque nunca supo a qué flor se referían exactamente.

No es que disfrutaran, ninguno de los dos, de los apodos, pero no se podía hacer mucho contra una organización tan grande donde la mayoría de sus miembros no conocían los rostros de los que se supone eran sus principales armas. Pero en cuanto a David, Hagi lo toleraba bastante bien. Solía decirle, cuando no se refería a Saya también como su querida Carmilla, que era su rosa. Una rosa roja, llena de espinas, que él se encargaba de regar con su propia sangre y lavarle las heridas con sus lágrimas.

Y David no era un hombre dado a la poesía o las artes; sí le estaba diciendo que su rosa se estaba marchitando, es porque de verdad comenzaba a pensar que Saya se estaba desmoronando. O que al menos se había estado resquebrajando en las últimas semanas.

—Tal vez por eso te llamó —agregó luego David, como si le hubiera leído la mente—. No lo eches a perder.

Hagi gruñó por lo bajo.

—Como sea… guarda bien ese papel. Ahí está la dirección donde Saya se hospeda —repitió, apuntando al bolsillo donde el Caballero guardó la nota. Luego soltó una risa irónica—. Pero conociéndote, no te va a gustar ese lugar.

Estuvo a punto de preguntar por qué, pero antes de poder decir cualquier cosa David se despidió.

Y después decían que era él quien nunca quería hablar.

—Nos veremos, Hagi —El aludido asintió con la cabeza, también en señal de despedida. David se dio la vuelta agitando distraídamente la mano y comenzó a alejarse. Aún alcanzaba a verlo entre los viajeros y turistas cuando el Caballero caminó de regreso a la salida en busca de un taxi, prácticamente huyendo de esa Torre de Babel.

Cuando salió del aeropuerto se tomó unos segundos para buscar un taxi. Había mucho tráfico incluso en el estacionamiento.

—Makiho Caroline Asano —Escuchó decir a una mujer a medio metro de distancia. Por inercia, Hagi la miró. Era de baja estatura, regordeta, y utilizaba gafas. Estaba hablando con un guardia de seguridad y se escuchaba terriblemente cansada, como si necesitara unas largas vacaciones—. Voy a visitar a mi madre en California.

—¿Busca un taxi?

Un hombre de mediana edad se acercó al Caballero, hablando en inglés. Su voz provocó que la mujer llamada Makiho mirara hacia donde estaban.

—Me dirijo a Fussa —respondió Hagi.

—Sí, puedo llevarlo.

La mujer soltó un jadeo ahogado y se quedó observando fijamente a Hagi. Él le devolvió la mirada cuando la escuchó jadear, y se preguntó por qué lo veía tan llena de miedo, la mano sobre el corazón y los ojos abiertos, como si estuviera aterrada, reviviendo una pesadilla despierta.

—Señora, ¿se encuentra bien? —le preguntó el guardia, pero ella no lo escuchó. Sólo miraba a Hagi.

Como si supiera lo que era.

Hagi se apresuró a seguir al taxista y abordó el auto luego de meter el estuche en la cajuela. Cuando miró por la ventana la mujer seguía observándolo, la mano todavía sobre el pecho, paralizada y atónita: muerta de miedo.


"Después de todo, nunca entenderé qué fue lo que vi. Esa chica Saya y las criaturas que mató, todo siguió siendo un misterio. ¿Podría estar ella en algún lugar cerca de la base? ¿Estará aún luchando contra esas criaturas? Igual que los humanos seguimos matándonos los unos a los otros. Ese hermoso y peligroso ser…"

Makiho Caroline Asano —Blood: The Last Vampire


¡Hola de nuevo! Otra vez por aquí con un nuevo fanfic, uno que por cierto disfruté muchísimo escribir.

Aclarando algunas cosas: como mencioné arriba, este fic se sitúa poquito después de los eventos ocurridos en la película Blood: The Last Vampire, con la Saya "original". Fue de esa película de donde salieron los siguientes Blood, como Blood+ y Blood-C, el cual desde un inicio se creó para ser un multiuniverso.

Según lo que he leído, Blood+ es una adaptación de la película, y no están propiamente conectadas (la secuela oficial de The Last Vampire son las obras de Blood-C), aunque al ver la película y el anime de Plus es imposible no buscar conexiones y referencias que me hagan imaginar la posibilidad de conectar ambas obras, es por eso que decidí escribir este fanfic. Además, tenía muchas ganas de probar suerte con la Saya original, que es mucho más dura y áspera que la Saya de Plus, pero al mismo tiempo mezclar el asunto con personajes como Hagi porque sorry not sorry.

En cuanto al personaje de David, este también aparece en la película, y por las fechas podríamos decir que es el padre del David que conocimos en Plus. En cuanto a la mujer que aparece, Makiho Caroline Asano, es un personaje de la película que queda involucrada en la pelea de Saya dentro de la escuela de Yokota y a la cual la chica se ve obligada a proteger, por eso cuando ve a Hagi y lo escucha hablando de Fussa, la ciudad donde se encuentra la Base Área donde sucedió todo, entra como en shock pues, por "alguna razón", él le recuerda a Saya, la cual quedó como un misterio para ella.

Otra cosa importante que aclarar es que este fanfic también nació gracias a otro que leí, llamado Unvollendete, de Lullabyes. Es un fanfic en inglés y me atrevo a decir que es de los mejores del fandom, sino es que el mejor, y también se sitúa a finales de los años sesenta después de los acontecimientos de la película. De verdad, es un fanfic con el que sufrí, salté, ¡me desgarró el corazón!, y me tomé la libertad de hacer varias referencias de ese fic a lo largo de esta historia. ¡Ojo!, no como plagio ni mucho menos con ganas de apropiarme de nada ni decir que absolutamente todo se me ocurrió a mí, sino como una fuente de inspiración de la cual tomé influencias para escribir esta historia, nada más.

Bueno, por ahora eso sería todo. El siguiente capítulo lo estaré publicando muy pronto, todos están prácticamente listos. ¡Muchas gracias a quienes se tomaron el tiempo de leer! Y sobre todo, a los lectores fieles que me han dejado reviews en estos nuevos fics de Blood+, en serio me ha dado mucho gusto leer sus comentarios y me han metido muchas ganas de seguir escribiendo. ¡Gracias!

[A favor de la Campaña "Con voz y voto", porque agregar a favoritos y no dejar un comentario, es como manosearme la teta y salir corriendo]

Me despido,

Agatha Romaniev.