Papá.


- ¡A comer! - gritó Milk asomada por la ventana

Ambos hermanos entraron a la casa como un huracán, habían estado entrenando afuera y ahora estaban hambrientos. Se sentaron impacientes a la mesa arrasando con media casa a su paso. Milk los miró con reproche y cansancio.

Sin embargo, ninguno de ellos, poderosos, imparables y jóvenes saiyajin, pese a su apetito, tocaron aún la comida. Miraban ansiosos hacia la puerta por la que acababan de entrar.

Gohan esperaba con una tenue sonrisa. Goten daba pequeños saltitos impaciente en su puesto.

Entonces se sintió ese pequeño estremecimiento que solía anunciar su llegada. Un enorme pie, después el otro. Cruzó el umbral con paso cansado, resoplando llegó a la mesa y ocupó el puesto de mayor honor, incluso más que la cabecera. Con la frase "ya estoy viejo para esas carreras, niños", acompañada de un suspiro se sentó con pesadez entre sus nietos.

Los tres agradecieron por la comida y se dispusieron a comer como si el mundo se fuera a acabar. Milk se había quedado mirando desde la puerta. En un arrebato de cariño, su padre, el poderoso Ox Satán, estiró sus enormes brazos, tomando a cada uno de sus nietos bajo ellos y acercándolos a él en un fuerte abrazo, acompañado de carcajadas cuando Goten escupió su arroz debido a lo fuerte de la caricia.

Milk solo rodó los ojos, entre divertida y cansada y giró sobre sí misma para ir a sentarse a comer. Al hacerlo sus pies tropezaron con una caja que se había caído del enorme montón que atiborraba el pasillo. La recogió enojada, hasta que recordó cómo había cargado su padre con todos esos paquetes al bajar del auto y como casi no entra por la puerta. Todos eran regalos para el joven Gohan, el pequeño Goten y ella misma.

Criar a esos hijos rebeldes y descomunalmente fuertes sola, sin Gokú a su lado, había sido difícil, sin duda. Pero nunca estuvo realmente sola. Volvió a mirar atrás y vio más allá de su padre sentado en la mesa contando alguna historia con su voz profunda.

Vio mucho más atrás.

Ox Satán la cargaba sobre los hombros de vuelta a casa después de entrenar, mientras cantaba una canción sobre un conejo. Ox Satán midiendo la fiebre de su frente con gesto preocupado. Ox Satán dándole una armadura rosa, pues no quería otro color, y luego regalándole su vestido de novia. Ox Satán caminado junto a ella en su matrimonio. Acompañándola el día del nacimiento de Gohan, y luego de Goten. Consolándola cuando Gokú había muerto. Sentado a su lado con una taza de té. No dejándola sola. Jamás.

Volvió al presente y sonrió con nostalgia. Antes de sentarse pasó por su lado y le dejó un suave beso en la frente.

- Gracias por todo, papá.- le dijo en tono muy bajito y conmovido.

Su padre sólo la miró y le sonrió con esos dulces ojos que los años habían poblado de arruguitas.

No era necesario decir más.


Saludos!