Saludos queridos amigos!

Antes de continuar con algo más… Feliz Navidad y Año Nuevo para todos! Quizás sea un poco tarde expresarles lo de feliz navidad ahora, pero bueno, creo que la intención es lo importante, ¿verdad?

Espero que hayan pasado estas fiestas muy bien y en compañía, y si no pues igual se les desea mucho bienestar, no importa cuál sea la situación. Yo aquí les vengo trayendo esta nueva historia que se me ocurrió por algunos animes que he visto hace algún tiempo y también por algún que otro juego que, aunque ahora no pueda jugar, sí me acuerdo mucho de ellos. Espero que les guste, por ahora sólo será el prólogo, y de acuerdo a las reacciones que tenga esta nueva historia veré si subo el segundo capítulo.

Sin más que decir los dejaré con la historia.

Disclaimer: High School DxD es propiedad de Ichiei Ishibumi, menos la nueva trama que he desarrollado para esta historia y el OC que introduje.

Cómo educar a tu dragona

Prólogo

La aparición y el castigo

—Hnnn-nnggg… —.

Cierta jovencita de largo y ondulado cabello rubio pálido, la cual estaba desnuda, se levantaba lentamente de entre los escombros de los edificios destruidos a su alrededor. Tosiendo y gimiendo en silencio por el dolor, sus piernas logran erguirse y, con calma a la vez que se tomaba su brazo izquierdo el cual sangraba por un gran corte, fue caminando, tratando de alejarse de la polvareda que la rodeaba. La chica, a la que se la veía con bastantes moretones en el cuerpo y uno en su mejilla derecha, ocasionados por varios golpes fuertes, pasó un par de minutos caminando y, luego de unos cuantos manotazos leves, ella pudo salir de la nube de polvo. Como era de esperarse, el panorama era terrible: todo estaba devastado hasta donde sus ojos podían ver, los edificios, tanto los altos como las casas pequeñas, tenían sus restos regados por el lugar, las sirenas de las ambulancias y la policía se escuchaban a la par de los gritos de terror de las personas que huían de, sea lo que sea o quien sea, que haya causado todo ese desastre.

Respirando entrecortadamente y mostrando una expresión de indiferencia pero también de dolor, aquella chica rubia sigue caminando en línea recta, sin un rumbo fijo al parecer.

Pero tan solo segundos después, una figura humana cae del cielo, aterrizando con fuerza en el suelo, creando un ligero sismo y provocando que la jovencita se sorprendiera y cayera hacia atrás de la sorpresa. Aquella figura humana pertenecía a un joven muchacho de corto cabello negro, quien permaneció en el suelo, en la misma pose de aterrizaje, por unos segundos, luego se levanta y observa a la chica fríamente. La rubia lo observa también, por unos segundos pasmada, pero luego… enfadada, muy enfadada.

—T-Tú… ¡TÚ! ¡Maldito hijo de perra! ¿¡Cómo… cómo te atreves a lastimarme?! ¿¡A mí, la gran Dragona del Desierto?! ¡La que puede destruir ciudades enteras solo con sus garras! ¡La que quita la vida de miles de humanos con un único rugido! ¡No sabes con quién te has metido, desgraciado! ¡Vas a pagar caro por tu gran insolencia! ¡GGGGRRRRRRAAAAAAAAAAAAAAAA! —.

La rubia, quien se había auto-proclamado como la "Gran Dragona del Desierto", en realidad poseía ciertas características físicas que la hacían merecedora de tal título, como por ejemplo una gran cola de dragón que sobresalía de su espalda, dos cuernos a cada lado de su cabeza, algunas escamas que podían vérsele en ciertas partes de su rostro, piernas y torso, ojos bestiales, y… por último, cuando profirió ese grito, su cuerpo empezó a cambiar: ella se hacía más grande, su cuerpo más robusto, sus extremidades se alargaban y su cara se ensanchaba. Se estaba transformando en un dragón, pese al gran dolor que estaba sintiendo por todas sus heridas. Parecía que la ira era mucho más que dicho dolor.

¡AHORA SÍ, PAGARÁS POR LOS GOLPES QUE ME HAS DADO, ESCORIA HUMANA! ¡PRIMERO ME DESHARÉ DE TI Y LUEGO TERMINARÉ DE DESTRUIR ESTA ASQUEROSA CIUDAD Y A TODOS LOS HUMANOS QUE VIVAN AQUÍ! —bramó la dragona mientras se posicionaba para el ataque, con su voz femenina ahora más grave y atronadora, más... monstruosa.

El joven azabache, quien al parecer era el culpable del hecho de que la chica dragona se viera tan enojada, solo la miraba con la misma expresión de frialdad de antes, ni siquiera se inmutó cuando ella se empezó a transformar hasta que terminara, tampoco se le vio atisbo de miedo cuando la dragona rugió con aquellas palabras en sus fauces, mostrándose muy atemorizante. Cuando la chica ya estuvo completamente transformada en aquella bestia alada y de escamas amarillentas y lista para saltar encima del muchacho con sus enormes fauces de afilados colmillos, sucedió algo sorprendente: el pelinegro desapareció repentinamente frente a los ojos de la dragona, dejándola confundida, solo para reaparecer frente a ella y darle un fuerte puñetazo en todo el rostro y así mandándola a volar lejos, logrando que choque contra varios edificios para así detener el viaje que se ganó.

El joven de cabello negro pudo escuchar el estruendo característico que vino de lejos, señal de que el cuerpo de la dragona chocó contra una estructura que la detuvo… a duras penas, pero la detuvo por fin. El muchacho entonces se elevó en el aire para luego volar con una velocidad de vértigo para así poder llegar en menos de medio minuto hasta la locación de su enemiga. Una vez allí espero por un par de minutos, observando sin pestañear la humareda que provocó la destrucción de la zona, hasta que por fin pudo distinguir una silueta que trataba de salir, a paso lento y tambaleante.

Sí, era la dragona, pero ahora de vuelta en su forma humana, ésta vez viéndosele muy malherida, todos los golpes de antes estaban más graves y ahora tenía cortes más profundos en varias partes de su cuerpo. Parece que el golpe que recibió tuvo peores consecuencias de las que se pudo ver en un primer momento…

—B-Basta… Basta… —balbuceaba agotada la joven mientras caminaba, tambaleándose, como si estuviera ebria, pero lo cierto es que tanto el golpe como el choque la dejaron aturdida, hasta que al final terminó cayendo de rodillas al suelo, apenas sosteniéndose con sus manos apoyadas mientras trataba de recuperar algo de aliento.

En eso el pelinegro la mira, siempre con esa estoica expresión, para después acercarse a ella pero quedándose a una distancia prudencial.

Unos cuantos segundos pasaron y la rubia levanta su rostro lentamente, encontrándose de frente con el sujeto que la agravió. Su rostro entonces se mostró agrio, su disgusto e ira podían palparse de lejos aun cuando estuviera débil.

—M-Maldito… Desgraciado… ¿Cómo… pudiste atreverte… a herirme de esta manera? A mí… la gran dragona del desierto… la poderosa, la única… e inigualable… ¿Por qué… por qué mierda lo hiciste, basura? —la chica dragona de cabello rubio escupe esas palabras con cizaña y un odio ciego en su voz, tratando de sostenerle la mirada al pelinegro a pesar de sus heridas y moretones en su rostro.

El joven afila la mirada.

—Apareciste repentinamente en este mundo, empezaste a atacar la ciudad porque sí, destruyendo todo lo que se te interponía y asesinando a miles de personas, causando así grandes daños, intenté detenerte por las buenas pero me atacaste, queriendo asesinarme también… ¿¡Y todavía preguntas porqué mierdas lo hice?! —grita exasperado el azabache como respuesta, haciendo señas con su mano, mostrando todo el desastre a su alrededor.

La chica solo frunce el ceño.

—¡Eres… un imbécil! ¡Es… la naturaleza… de todos los dragones! ¡No puedes… hacer nada… no pueden hacer nada! ¡Es lo que… los dragones hacemos, debemos hacer! ¡Todo se nos puede permitir, inclusive el destruir, el matar, asesinar a seres inferiores que solo estorbnnnnggg…! —

En ese momento el patético discurso de la chica fue silenciado con un agarre en su garganta. El muchacho se le acercó sorpresivamente, sin que ella pudiera preverlo, y la tomó del cuello con fuerza, impidiéndole así hablar.

—… Debería matarte, asqueroso dragón, debería acabar con tu miserable existencia aquí mismo —susurra el azabache, mirando con una ira más fuerte que la de ella, una ira que tenía razón y eso era lo que pesaba —Mira que ponerse a destruir, a matar, porque es un derecho, porque es ley… pues entonces yo también te mataré a ti porque es mi derecho, porque tu vida no vale nada en comparación con las miles con las decidiste acabar en un maldito abrir y cerrar de ojos. Eres sólo basura, y me encargaré de ti ahora… mismo —.

Isse, espera

Una pequeña pero grave voz a un lado aparece repentinamente, llamando la atención del joven justo a tiempo. En su hombro derecho una nube rojiza se arremolina, tomando una forma draconica que al final se transformó en un pequeño dragón del mismo color de la nube que lo antecedió.

El muchacho de cabello negro cesó un poco en su agarre, dándole una mínima chance de supervivencia a la chica, la cual ya estaba perdiendo la consciencia por la falta de oxígeno.

—¿Qué carajos es lo que quieres ahora, Ddraig? ¿No ves que estoy ocupado? —pregunta enojado el aludido, sin voltearse a mirar al dragón en su hombro.

Sí, sé perfectamente que estás ocupado, Isse… pero te pediré algo que no te gustará… y es que te detengas —responde el dragón.

Issei voltea la mirada hacia él, quedándose en silencio y mostrando una cara escalofriante, algo que hizo tragar con fuerza al pequeño lagarto alado.

—… ¿Qué… dijiste? —pregunta de nuevo el pelinegro, tranquila pero aterradoramente, queriendo que su compañero le repita su respuesta porque creyó haber escuchado mal.

—… Que te detengas —le responde Ddraig, dudando un poco al principio de repetir su respuesta.

—¿Qué me detenga?... ¿¡Que me detenga, dices?! ¿¡Acaso te volviste loco, Ddraig?! ¡¿Qué no basta con que esta desgraciada haya aparecido de la nada y destruido nuestra ciudad?! ¡¿La ciudad en la que vivimos, eh?! ¡¿La ciudad en la que hay muchas personas importantes, el hogar de gente inocente la cual murió a manos de ella?! ¡No me pidas que me detenga o que me calme, Ddraig, porque no lo haré! ¡Esta perra merece morir!... De hecho la muerte sería muy poco para ella… pero es el único precio que tiene para pagar —responde Issei. Su mirada temblaba por la furia, y estaba a nada de apretar el cuello de la chica dragona con todas sus fuerzas para dejarla por fin sin vida.

¡Pues de eso mismo es de lo que te quiero hablar, Isse! ¡Espera! Detente, reconsidéralo… Si la muerte es poco para ella entonces merece un castigo mayor, ¿por qué no la dejas vivir? Déjala con vida y sufriendo, así valdrá más la pena, estoy más que seguro que sacarás buen provecho de esto —comenta el dragón de la dominación, recomendando su idea a la vez que tratando de hacer que su portador entre en razón para que pensara como él.

El pelinegro sólo queda observando a la rubia, la cual intentaba inútilmente de zafarse del agarre, no tenía fuerzas para nada y encima le faltaba el aire, dentro de muy poco tiempo moriría por asfixia, así que técnicamente el muchacho tenía poco tiempo para pensar en las palabras de su compañero dragón… afortunadamente no necesito mucho de dicho tiempo para tomar una decisión.

De un momento a otro Issei suelta a la chica la cual cae estrepitosamente al suelo, desparramándose como si fuera una muñeca de trapo, además tosiendo mientras trataba desesperadamente de tomar un poco de aire.

Tan solo segundos después, tanto la rubia como el azabache, oyeron pisadas en la lejanía, signo de que varias personas se acercaban corriendo a su posición.

—¡Isseeee! ¡Isseeeee! —sonaban a lo lejos dos voces femeninas distintas, clamando por la atención del muchacho de cabello negro, quien se da vuelta para poder descubrir a dos chicas que venían corriendo, una poseía un largo y lacio cabello rojizo suelto y la otra un largo y lacio cabello negro atado en una coleta. La chica dragona, la cual seguía en el suelo tosiendo, las observa por unos segundos con los ojos entrecerrados para después seguir tratando de recuperarse.

—¡Isseee! ¿¡Estás bien?! —la joven de cabello negro logró llegar a él y se acercó un poco más, viéndosele preocupada por el bienestar del muchacho.

—Sí, Akeno, ya te dije con anterioridad que estaría bien… y mírame, aquí estoy, perfectamente, tal y como se los prometí a ti, a Rias y a los demás. Ya les manifesté que no tienen por qué preocuparse por mí —responde el aludido tranquilamente y con una pequeña sonrisa que hizo sonrojar a la chica, la cual parece fruncir ligeramente el ceño a la vez que le tomaba ambas manos al joven.

—N-No me pidas que no me preocupe por ti, p-porque siempre lo haré, no me importa cuánto poder poseas y puedas así defenderte por tu cuenta, e-eres… eres alguien muy especial para mí, Isse, ya lo sabes, así que… me preocuparé por ti ahora y siempre —expresó Akeno mientras miraba fijamente a Issei, sonrojada y algo nerviosa mientras tenía en alto el agarre de sus manos con las del muchacho.

Issei entonces sonríe ampliamente mientras observaba de una manera calmada a su compañera, la cual, aparte de sorprenderse, se pone más nerviosa y sonrojada con esa reacción del muchacho.

—Gracias, Akeno, lo aprecio mucho —dijo Issei, mostrándose feliz por aquellas palabras que le había dedicado su amiga, contrastando enormemente con la personalidad que había mostrado en batalla hace unos cuantos minutos.

Akeno entonces empieza a temblar y murmurar por lo bajo sin dejar de observar como hipnotizada los ojos del pelinegro, el cual lucía algo confundido con el comportamiento de la chica que parecía ahora un tomate.

De repente Rias aparece en escena, cortando el rollo ya que empujó con sus caderas a Akeno, sacándola de su lugar para que ella pudiera ahora tomar las manos del muchacho.

—¿¡Y-Y qué hay de mí, eh?! ¡Y-Yo también estuve muy preocupada por ti, Isse! ¡N-No te olvides de mí, por favooor! —exclamó Rias, con los ojos llorosos y sonrojada también mientras sostenía con firmeza las manos de su compañero, el cual la observaba con una sonrisa algo nerviosa por ese comportamiento que claramente demostraba falta de atención… y amor.

—A ti también te agradezco mucho el que te preocupes por mí, Rias, pero… no debiste haberle hecho eso a Akeno. Si querías preguntarme sobre mi estado pudiste haberlo hecho de buena manera —agradeció el muchacho con una sonrisa, pero luego frunciendo el ceño y reprendiendo a la pelirroja por ese acto, la cual se asusta al principio pero luego baja la mirada, avergonzada y sintiendo culpa.

—L-Lo… lo siento, Isse, y… lo siento, Akeno, de verdad —la aludida se disculpa con ambos jóvenes por su erróneo accionar. Akeno primeramente luce ligeramente enojada, pero luego sonríe y acepta dichas disculpas al igual que Issei.

Después de eso el joven se da la vuelta para observar a la rubia que trataba de levantarse, parecía que ya había recuperado algo del aliento perdido pero aun así las heridas en su cuerpo no le permitían hacer mucho esfuerzo. En eso él se agacha y ella puede mirarlo a la cara por breves momentos… ninguno de los dos cruzaron palabras, pero Issei pudo ver con claridad el odio que le transmitió la chica tan solo con la vista, aunque él le respondió con la misma cara de inexpresión de antes. Después de eso el muchacho alargó el brazo hasta que su mano pudo tocar la nuca de la chica dragona.

—¿Qué…? g-ggggh… —.

Los ojos de la rubia se dieron vuelta hacia arriba mientras balbuceaba incoherencias, perdiendo la poca fuerza que tenía en su cuerpo, desestabilizándose y terminando por desmayarse. Luego Issei se levanta, pero sin dejar de mirarla, ahora con seriedad en sus ojos.

—Isse, eeehmmm… Yuuto, Koneko y Asia están junto con Sona y sus siervos tratando de ayudar a las personas en la ciudad, realmente todo esto… fue un duro e inesperado golpe, ella ha causado muchos destrozos, muchas vidas se perdieron —expresó Rias, cortando el silencio mientras daba un paso hacia delante. La tristeza podía notarse claramente en su rostro mientras hablaba y observaba al pelinegro, Akeno también estaba en las mismas condiciones.

Issei inspira y expira lentamente y de manera que ambas chicas detrás de él lo escucharan al momento que cerraba los ojos, como si estuviera pensando lo siguiente que debería hacer.

—¿Qué… es lo que pasará con ella, Isse? —pregunta Akeno, mirándolo con una mano en su corazón, intrigada por ver el siguiente movimiento de su compañero.

Esa… era una muy buena pregunta.

Pareció que, como parte de la respuesta, el muchacho de cabello negro se agachó nuevamente, esta vez para cargar el cuerpo de la chica dragona entre sus brazos, y así finalmente levantarla.

—Seré franco con ustedes… Quería asesinarla en un primer momento, pero Ddraig me propuso escoger otro castigo más… adecuado para ella —responde el joven cuando se dio la vuelta para hablar cara a cara con sus amigas, quienes lucían pasmadas —La dejaré vivir para que sea mi sirvienta. Es muy seguro que eso no le gustará para nada y, puesto que es un dragón, será un eterno sufrimiento por su inflado ego. Vivirá sirviéndome hasta el fin de los días —termina la respuesta, dejando boquiabiertas a Rias y a Akeno por esa drástica decisión. En sus rostros se vio la inminente queja por su rechazo, pero Issei las calló de antemano —Gastarán saliva en vano si piensan quejarse y hacerme tratar de entrar en razón para escoger otro castigo, ya es lo que he decidido y así se quedará. Punto —dice él de manera tajante y seria, logrando que las dos chicas mantengan sellados sus labios —Ah, y Rias, por favor dile a tu hermano que solicito una reunión urgente, cuanto antes pueda presentarse en el viejo edificio de la academia será mejor, hay que tratar todo este asunto lo antes posible. Además quiero que le digas a Sona que llame a su hermana porque también quiero hablar con ella —pidió luego.

—S-Sí, claro Isse, lo haré de inmediato —responde la pelirroja, algo nerviosa y accediendo a cumplir la petición que le fue hecha.

—Te lo agradezco —responde el pelinegro con una sonrisa pequeña, para después observar la destrucción a su alrededor, luego a la rubia inconsciente entre sus brazos y finalmente suspirar —Justo cuando yo pensaba que los problemas se habían acabado… —murmuró él, con cierto fastidio en su tono de voz.

Continuará…

Y aquí acabó… por el momento. Si les gustó les agradecería que me lo comentaran, si ha faltado algo o creen que debería agregar algo a futuro también me encantaría que lo expongan, me ayudarían mucho si lo hacen.

Yo ya me despido, no sin antes desearles mucha suerte a todos.

Hasta luego!