Luces Negras

Capitulo I - Ella

Disclaimer: No me pertenecen los personajes solo los uso para escribir mis propias historias.

Hola, ha pasado tiempo desde mi primer fic y bueno me anime a estrenar mi nuevo portátil con una historia nueva. Esta se ubicara en el tiempo universitario de las niñas, tendrán mas o menos 20 años cada una o por ahí. Decidí hacerlas mas maduras porque la verdad no quería otro fic de escuela, deseaba darles un toque mas adulto con chispas de experiencias reales. ¡Buena Lectura!


Era una noche de invierno, las temperaturas habían decaído mucho esas ultimas semanas llegando al pico de la estación en menos tiempo que el año anterior. Las calles estaban recargadas de nieve que la sal no lograba disolver y ningún pasante era tan osado como para desafiar el agreste clima.

La hora punta se fue tan rápido como era de esperarse en la gran ciudad, ya solo quedaban las barredoras y los cartuchos de pólvora quemada que la noche anterior adornaron el cielo helado. Las fiestas para recibir el nuevo año pasaron en un abrir y cerrar de ojos, tan veloz como el tiempo, tan efímero también.

Una joven caminaba a paso veloz por las calles embestidas de nieve, el eco de sus pasos ocultaba el llanto que bañaba su rostro. Se acomodo el cuello del abrigo y dispuso la bufanda para cubrirse la mitad del rostro, ocultándose de unos extraños que cruzaron su camino.

"No es lo que piensas, ¡Espera!" sacudió la cabeza recordando esas palabras, bloqueando las imágenes que amenazaban con volverla loca.

Se limpio mas lagrimas obstinadas que escaparon marcando mas los surcos en su rostro, molesta con ella misma evito hacer una mueca y quebrarse del todo.

"Decide que quieres, a ella o a mí" Aquella voz ajena del mundo que habían creado irrumpió sus pensamientos.

Era aun demasiado fresco, aquella visión aun asaltaba su mente torturándola. Se cubrió la boca para ocultar un quejido que su pecho en llamas expulso, su corazón errático motor que parecía exhausto y mal herido. Con la vista nublada tropezó sin caer, el susto repuso algo de su dignidad controlando de paso sus emociones.

Fue en ese momento que los faroles de un auto alumbraron la desierta calle y ella lo supo. Incluso antes de escucharlo frenar forzando los neumáticos, lo sabia. Unos pasos se escucharon a su espalda, unos pasos que tenían tanto de familiar como de extraño, los escucho acelerar y ella sintió un impulso de imitar sus acciones, si tan solo no estuviera usando tacones, pensó.

Decidió detenerse, escapar no tenia sentido, sobre todo cuando las salidas estaban cercadas por sus propios sentimientos. La persona detrás la alcanzo deteniéndose a solo unos pasos de la joven triste. Los jadeos a su espalda hacían eco con sus latidos y el vapor que salía con cada respiro.

—Puedo explicar...— comenzó a hablar, aquella voz dulce que susurraba su nombre en noches de pasión estaba tratando de explicar, ¿Que?. Apretó los dientes para no gimotear.

—¿Que?, si fue muy claro lo que vi— respondió cuando se aseguro que su voz no temblaría exponiéndola. La joven detrás parecía confundida y también tenia lagrimas que cayeron finalmente al escuchar la fría verdad en sus palabras.

"Escucharlas de tu boca es demasiado pero, ¿Que he hecho?" reflexiono.

—No lo planee, solo...solo paso. Yo te amo a ti, por favor créeme— apelo la muchacha concentrándose en ella nuevamente, el sentimiento de culpa abrumando sus sentidos y nublando la poca coherencia que su cabeza invoco. Ella apretó los puños con aquella declaración, le sonaba tan falaz luego de presenciar exactamente lo contrario.

Avanzo unos pasos, sus piernas temblaban temiendo a flaquear y perdonarla otra vez. ¿Por qué se estaba haciendo daño ella misma?, no lo sabia con claridad, de repente las palabras de una de sus amigas salió a flote dándole la determinación que por tanto tiempo esquivó.

—Regresa, ¿A donde vas?— intentó detenerla estirando su brazo.

—Si eso es verdad entonces...— Ella decidió encarar a la que había sido su otra mitad dándose la vuelta. —Déjame ir—

Se miraron con tristeza compartiendo un silencio que fue súbitamente roto por los gemidos de llanto de una de las dos, su mirada parecía implorar que no la deje, su llanto no le permitió articular palabra y solo pudo notar a su 'novia' observándola con una expresión que parecía gritarle su mismo dolor.

—Te llamare cuando vaya por mis cosas— pudo decir controlándose, dentro suyo sintió como el dolor de su pecho migró a su estomago dejando un fuego interno que amenazo con hacerla vomitar.

—Escúchame...no me dejes— pidió la otra con patético tono de voz.

Ella le sonrió, una sonrisa enmarcada de sus propios surcos de lagrimas saladas, de su propio calvario, le sonrió como el verdugo a su victima. Luego se dio la vuelta para cruzar la calle ignorando sus llamados y sus propias ganas de regresar y consolarla. Cuando se vio al otro lado se saco los zapatos y empezó a correr, sus piernas se movieron por si solas intentando escapar dejando un rastro húmedo, huyendo de una parte de si misma que sabia no volvería mas.

No supo por cuanto tiempo anduvo luego de ese arrebato, se sentía entumecida, algo que considero bueno pues al menos era una sensación nueva y no ese maldito dolor. El teléfono vibró y maldijo por no haberlo apagado, sin embargo cuando lo cogió pudo aliviar sus sospechas.

—¿Dónde estas?— pregunto su mas vieja y querida amiga. Ella observo a su alrededor, estaba aun descalza, cada uno de sus zapatos en un bolsillo diferente del abrigo y los ojos nublados por el recuerdo.

—Cerca a tu casa— dijo reconociendo los edificios del vecindario a medias

—Anda a la calle principal, hay un puesto de 'Ramen', bajo en cinco minutos— La joven miro su teléfono y sonrió por el legendario apetito de su amiga de la infancia.

Con pasos cortos emprendió la marcha, su estomago se quejo haciéndole reír, una risa amarga que luego se dislocó en una sutil sonrisa.

Su amiga atravesó la calle para doblar la esquina cuando la vio esperándola apoyada en un farol de luz. Apenas notó esa dulce mirada plagada de dolor corrió para alcanzarla y darle un fuerte abrazo. La sintió estremecerse en sus brazos ¿De frío?, No, sabia que era algo mas profundo porque se aferro a su cuerpo de la misma forma antes de dejarla ir.

—Terminamos, la encontré en el dormitorio con aquel amigo que la estaba ayudando con un trabajo, Dios, debí hacer mas caso a tus palabras— explico con una expresión neutra, era como si estuviese en estado de negación puro. Su amiga escucho sorprendida y acarició su espalda en apoyo.

—No podías esperar una cosa así, aun si mi sexto sentido ha demostrado una vez mas que tengo el tercer ojo— dijo con animo de hacerla reír, pero ella no lo hizo y en vez bajo la cabeza para limpiarse las lagrimas. —Lo siento no quise—

—No te preocupes, es solo que tal vez yo descuide nuestra relación, si pienso a eso yo...—

—Estas loca si te vas a echar la culpa de lo que paso— interrumpió su amiga con rabia en sus palabras. —Es como si estuvieras coronandote los cuernos tu misma— insistió airada ante la mirada algo sorpresa de la otra.

Su amiga siempre se había preocupado por ella, siempre había estado ahí cuando la necesitaba, su relación se hizo mas fuerte luego de la separación que ambas sufrieron en la preparatoria. Aun si en los primeros meses no cruzaron palabra, cada una teniendo sus motivaciones trataron de sobrellevar aquella carga emocional. Ella sabia que podía contar con su amiga, su mejor amiga...

"Pensar que te culpe por mucho tiempo de lo que paso, sera que en verdad me merezco esto" volvió a la realidad cuando sintió unas manos tibias tomando las suyas, los ojos claros frente suyo la observaron con mas calma, con entendimiento y a la vez llena de nostalgia.

—No te hagas esto, al menos no en mi presencia— la muchacha con el corazón roto trato de sonreír y su amiga la copio.

—No tengo remedio ¿O si?— dijo y en respuesta su amiga se colgó de su brazo.

—Creo que es mi influencia así que, te ofrezco un ramen especial, con aleta de tiburón o lo que quieras— halo de ella hacia el quiosco, el cual las recibió lleno de olores muy incitantes.

—¿Lo que sea?— repitió la joven y su amiga afirmo como un niño lo haría, pero antes se aseguro de tener consigo la cartera.

"¡Irashai!" saludo el vendedor, su puesto de ramen era una leyenda del vecindario, lo tenia desde hace mucho y el mismo se enorgullecía contando la historia de como su padre comenzó después de la guerra.

Las dos ordenaron Sake tibio y dos ordenes especiales. Llenar el estomago con algo caliente mientras sus pies ganaban algo de calor fue estupendo, aparte que aquel modesto plato de sopa le supo a gloria. Sorbieron sus fideos en silencio, ambas con mucho que pensar individualmente.

—Señor, otra mas— Alzo la botella vacía para mostrarla al viejo cocinero quien sonrío satisfecho, no era común que chicas tan jóvenes disfrutaran de la bebida nacional en esos tiempos.

—Hai douzo— con una nueva botella las dos brindaron sin proclamar la ocasión, pronto el plato de ramen fue reemplazado por un dulce tradicional a base de Tofú frito. Ambas tenían ya las mejillas coloradas de tanto licor pero ninguna parecía sumergida en su efecto.

Eras las únicas que quedaron en el puesto pero al cocinero no pareció importarle, incluso les ofreció una ronda mientras les contó acerca de su puesto, hablaron del cambiamiento, de la recesión y lo peligroso del internet.

—En la vida lo mas precioso que uno se puede llevar consigo son los recuerdos: El recuerdo de una amistad leal, de un amante entregado, de tu madre— dijo el viejo chef. —Salud por Uds. porque son amigas, ya con eso han ganado en el juego de la vida— alzo la copa sonriendo amigablemente, las chicas lo imitaron contagiadas de la sabiduría que un hombre de su edad cargaba en los hombros.

"No me había dado cuenta, que tonta soy, a veces nos doblamos con tan poco peso" reflexiono sintiéndose un poco mas animada.

—Entonces, ¿Vienes a mi casa o que?— pregunto su amiga de la infancia, la verdad era que no había pensado en ellos hasta que su amiga se lo propuso. Estaba muy enfocada en su vaso de licor, ¿Que haría? de todas maneras tenia que ponerse esa pregunta, por suerte su ex no iba a la misma facultad que ella así que no habría problema de encuentros fatales, Oh si, odiaba esa clase de cosas pues nunca había sido buena para ocultar sus sentimientos.

—No quiero imponer, ¿Estas segura que a Ayano-san no le importara?— pregunto algo titubeante, los ojos claros de su amiga brillaron al compás de una de sus sonrisas genuinas.

—Claro que no, ademas, ¿A donde querías ir en tu estado?—

—¡Mou! que no estoy ebria Kyouko-chan— se defendió la joven, su rubia amiga río viendo como infló las mejillas como cuando eran niñas.

—Por un momento fue como volver al club y verte con tus moños otra vez Akari— Kyouko continuo a molestarla, la pelirroja alzo una ceja pero luego se relajo recordando aquellos días, que juventud despreocupada, que días felices y llenos de ajetreo.

—El club, que pena que no pudimos mantenerlo, aun si Ayano-san trato de mover sus hilos por medio del consejo no se pudo evitar que la ceremonia del té reiniciara— dijo Akari rompiendo el momento alegre, Kyouko sabia a donde la conversación estaba llegando, siempre era igual e inevitable.

—Mmm, fue en el primer año de preparatoria, tu aun estabas en segundo año de liceo— dijo la rubia jugando con el pequeño vaso que estaba pasando de mano a mano. Akari sabia que remover huellas del pasado no era el mejor plan para olvidarse de la noche anterior, estaba cansada del viaje desde casa, con los pies helados y zapatos de tres mil yenes en los bolsillos por Dios.

—Kyouko-chan, hay algo que debo decirte— Akari comenzó de nuevo, decidió cerrar la discusión viendo que eran mas de las dos de la mañana y el abuelo del ramen estaba juntando los cacharros para cerrar. La rubia encontró su mirada extrañamente parecida a los ojos de su novia, seguramente estaba ebria, solo eso podía explicar el deseo de verla.

—En la fiesta de la facultad...— El teléfono de Kyouko interrumpió las palabras de Akari, quien pensó que tal vez debería posponer su platica para cuando su cabeza estuviera con menos revoluciones por minuto.

"Aya-chan, Akari pasara la noche en casa, no, no ha pasado nada malo y no estoy ebria." Escuchar a Kyouko hablar con su novia hizo que su pecho abrigue una sensación de añoranza. Se dio cuenta que aquello no pasaría de la noche a la mañana, su relación fue larga, con mas bajos que altos pero aun así pensaba que esos altos compensaban en mucho lo demás. Estaba enamorada y aquello consumaba cada centímetro de fortaleza en su cuerpo.

"Llegamos en cinco minutos a lo mucho ¿si?, un beso" Cerro la llamada y encontró a su amiga de la infancia esperando por ella de pie, Kyouko suspiro conteniendo sus emociones, el alcohol era un mal consejero, aquella frase IN VINO VERITAS no especificaba las instrucciones de uso.


—Akari y Chinatsu ¿Terminaron?— Ayano pregunto, ella y su novia estaban tomando desayuno sobre la isla que separaba el kitchenet y el salón. Su apartamento era pequeño pero con suficiente espacio para ellas y un huésped. Kyouko paso la tostada que estaba comiendo, su mirada azul en algún punto entre el azucarero y el bote de mermelada.

—Recuerdas cuando te dije que uno de la clase de Chinatsu estaba yendo mucho a su dormitorio, pero Akari obviamente dijo que no había problema porque ella había cambiado y confiaba plenamente, etc— pregunto la rubia mientras esparcía una gran cantidad de mermelada en otra tostada.

Ayano tomo nota que era la cuarta, así que decidió meter dos mas al tostador para ella misma. Asintió a la pregunta de su novia para que continúe, dándole tiempo de ponerse de pie para meter el pan y de paso servirse una buena taza de café fresco.

—Bueno, yo le dije que las miradas hablan y en ese momento te juro que entre esos dos había algo mas que teoría y practica— hizo una pausa algo molesta por ese día, molestia que trato de pasar bebiendo un trago de jugo.

Ayano volvió a su sitio con la taza entre sus manos y sonrió viendo la expresión en su novia.

—Oh, era una muerte anunciada— comento la ex presidente del consejo y estudiante de leyes Sugiura. Kyouko asintió y justo cuando iba a robarle un poco de café a Ayano, ésta se puso de pie al escuchar el tostador.

—Pero, ¿Crees que la perdonara como aquella vez?— propuso Ayano e intuyendo el deseo de su novia le sirvió una taza del humeante café colombiano que ambas adoraban, Kyouko le agradeció con una sonrisa silenciosa y espero que ella volviera.

—No pasara si puedo evitarlo, ademas no creo que Akari pase por alto esta vez, aun si...— se detuvo para mirar al techo con la expresión mas infantil -que Ayano encontró muy habitual en ella- ciertas cosas eran mejor si no cambiaban y las maneras de Kyouko eran una de ellas.

En su ensoñación, la Sugiura noto que su adorable novia estaba estirando la mano para robarle implacablemente una de las recién hechas tostadas que había traído, Ah Kyouko nunca cambiara, pensó la chica violeta.

—Oportunista— dijo Ayano palmeando su mano, Kyouko puso cara de cachorro herido pero conociendo a su novia sabia que esas alturas de su relación no funcionaria. Ayano le señalo el pan fresco y la maquina tostadora pan sin remordimientos. Kyouko a regañadientes se puso de pie mientras su novia sonreía a sus espaldas por la pequeña victoria personal.

—No terminaste de hablar Toshinou Kyouko— dijo a manera de mofa, aquello solo lo utilizaba porque sabia que a Kyouko le gustaba mucho, es mas, si mas no recordaba la palabra era 'excitaba'.

Kyouko sonrió por el apelativo pero no dio muestras de flaqueza, tenia que castigar a Ayano por no haberla consentido.

—Ah si, esta vez no sucederá, yo la doctora corazón intervendrá para que no pase— dijo la rubia tan segura de si como siempre, Ayano rodó los ojos sonriendo y observo como su novia se posiciono detrás de ella para abrazarla con un brazo y apoyarse en su hombro derecho.

—Pero si es decisión de Akari, no puedes hacer mucho Kyouko— decidio Sugiura sorbiendo su café y adorando el perfume que el cabello rubio de su novia despedía. Kyouko junto su banco alto al de ella y poso su taza para mirarla fijamente.

—¿Tu que harías en una situación así?— Sus piernas quedaron a cada lado de ella, no era de Kyouko hacer una pregunta tan cargada de inseguridad. Ayano se pregunto si todo el asunto no estaba absorbiendo demasiado de su buena voluntad. Giro su cuerpo para estar justo frente a ella, esos ojos azules, nobles, estaban brillando con curiosidad.

—Lo mismo que tu creo— le respondió acariciando su rostro con dulzura, Kyouko se derritió por un momento pero luego vio la picardia en los profundos mares violetas de Ayano.

—Esa no es una respuesta valida, Sugiura-san— hizo otro gesto adorable, Ayano sonrió y sin previo aviso se puso de pie para atrapar a su novia en un beso que alargo a propósito. Kyouko respondió enredando sus piernas en ella para aprisionarla en su sitio, el beso se volvió profundo y apasionado, apagando cualquier duda que aquel rompimiento ajeno hubiera generado en la rubia artista.

Las dos casi sin aliento se miraron, Ayano aun sujetando amorosamente el rostro de Kyouko, la rubia había acercado imposiblemente sus cuerpos casi al punto de colisión.

"No pienses en eso, yo nunca te haría algo así" parecían murmurar sus miradas, era una promesa silenciosa, una confirmación de sus sentimientos o tal vez, un voto.

Kyouko soltó un suspiro contento originando una breve risa de su otra mitad, Ayano luego beso su frente y dejo su rostro para abrazarla.

—No puedo creer que me gustara por un tiempo, Chinatsu en verdad me ha decepcionado— pronuncio la joven rubia, Ayano asintió entendiendo sus palabras, estaba claro que la joven rosa era una moneda con dos caras, lo había demostrado mas de una vez e incluso con Kyouko no podían ni verse. Su novia le había tomado una aversión increíble cuando entraron a la preparatoria, algo de lo que ella siempre dudo y debatió era por simple enemistad.

—Yo siempre pensé que estabas celosa por Funami-san— puso a la luz aquel pasado pensamiento, Kyouko evito tensarse a la mención de Yui, la verdad era que Kyouko no había sido del todo sincera con respecto a ese asunto, había decidido que lo mejor era dejarlo en blanco, después de todo no formaba mas parte en su vida.

Negó con la cabeza asegurando a su compañera, se despegaron para verse a los ojos una vez mas, confirmando y reviviendo una vida juntas.

—Buenos días— Akari apareció vestida con el pijama de Kyoko (el cual le quedaba grande), y con los ojos semi abiertos.

—Buen día— saludaron en coro y ambas vieron como su invitada se acerco apoyándose en la pared. Ayano evito sonrojarse por la posición en que la pelirroja las encontró, menos mal que logro cubrir su embarazo sirviéndose algo caliente a la recién llegada. Kyouko observo con pericia desde su posición, estaba apoyándose con ambas manos en el borde de su propio banco y con las piernas apoyadas en ambos lados del susodicho.

—Gracias Ayano-san— dijo la joven sosteniendo la taza de café en ambas manos, el calor que irradiaba mitigó el calosfrío que recorrió todo su cuerpo.

—De nada Akari, ¿Como te sientes?, no te ves muy bien— Ayano comentó observando con mas cura a su invitada, Kyouko asintió dándole razón a su compañera.

—Estoy mejor, solo me duele un poco la cabeza— intento la pelirroja, pero las ojeras, combinadas con lo irritado de sus orbes y el brillante color rosa de sus mejillas decían lo contrario.

La mangaka y estudiante de arte contemporáneo se levanto de improviso para tocar su frente, Akari no protestó.

—Estas bien un cuerno, pareces una estufa ambulante— dijo Kyouko preocupada, Akari la miro con algo de pena, algo que hirió a su amiga de la infancia. No era solo el que ocultara su malestar físico sino la poca confianza que demostraba hacia ella lo que tocaba sus nervios.

—Kyouko no la regañes, llevala a la cama, mídele la temperatura mientras que yo preparo algo de comer para que pueda tomar alguna medicina— Decidió Ayano, la rubia quería llorar de rabia por ver a su amiga tan miserable pero los ojos de su novia, -ancla de su vida-, la confortaron.

"Tranquila amor, sé que te duele verla así pero ella te necesita, se fuerte por favor" fue un soplo que se repitió varios segundos cuando sus miradas se engancharon.

—Vamos Akari— atenuó su voz, Akari inspiro y se puso de pie con ayuda de Kyouko.

La pelirroja se recostó en el esponjoso futón relajándose al instante al contacto con el edredón sobre ella. En un rincón de su mente se maldijo por tener la brillante idea de caminar descalza a menos cinco grados. Kyouko le puso un paño húmedo en la frente y le paso el termómetro.

—Gracias Kyouko-chan— casi fue un murmullo, en una voz que apenas reconoció como suya. La rubia negó con la cabeza arrepintiéndose un poco de haberla regañado antes, era normal para Akari no querer importunar a nadie, mucho menos a sus seres queridos.

La artista aprovecho el tiempo del termómetro para ir por un poco de hielo, echo un vistazo al reloj de la cocina y de paso ajusto la calefacción.

Eran casi las nueve de la mañana del primer día del nuevo año, la ciudad de Tokyo se alzaba a duras penas después de las celebraciones. La ciudad que compartían fue testigo de la evolución de ambas, cada una se decidió a dejar su ciudad para abrir sus propias alas. Kyouko y Ayano se graduaron antes, la joven Sugiura con apenas dieciocho años decidió que lo mejor era seguir su carrera en Tokyo; en donde la mejor universidad de leyes estaba y en donde había sido aceptada con muchos votos positivos. Kyouko sorprendió a su novia diciéndole que iría con ella pues una escuela de arte acepto su solicitud, la manera espontanea como le informo la noticia estaría por siempre grabada en la mente de Ayano, para ella fue una de las pruebas mas grandes del afecto de Kyouko hacia ella.

Akari había decidido asistir a un instituto cerca a su ciudad, en donde la carrera que escogió era muy privilegiada, por no decir que era la misma en donde estudió su hermana Akane. En esa época Chinatsu se traslado a la gran ciudad por cuestiones familiares dejando a la joven pelirroja con una encrucijada pero al final ambas decidieron seguir con una relación a distancia.

La señal del termómetro indico el tiempo y Akari le paso el objeto a su amiga quien lo miro con el ceño fruncido.

—¿Esta muy alta?— pregunto antes de que sus pesados ojos se cerraran.

—Digamos que podría freír un huevo en tu frente— su comentario le robo una sonrisa que compartió con la eterna otaku.

—Creo que me lo merezco, solo a mi se me ocurre caminar sin zapatos, es que me apretaban— quiso defenderse.

—Bueno, si los hubieras seguido usando tal vez habrías caído y roto algo, así que es mejor una fiebre ¿Nee?— Kyouko dijo reforzando su comentario con un ademán de su dedo indice.

—Y al menos no los arruine con la nieve, ¿Nee?— copio su gesto débilmente. Luego de ello Akari suspiro en alivio y ambas compartieron un silencio agradable, hasta que la pelirroja recordó algo.

—Ah, es verdad Kyouko-chan, ayer no te dije algo, quizá porque no tenia cabeza o no sé— comenzó la joven Akaza, futura arqueóloga. Su amiga presto atención con toda la curiosidad del mundo. —Ayer, en la fiesta de mi facultad estaba Yui, al principio pensé que no era ella porque lleva el cabello largo— hizo una pausa, Kyouko había olvidado de respirar cuando Akari encontró sus ojos —Uds. aun no se hablan, ¿verdad?— pregunto, en ese momento una madeja de recuerdos se desenredo haciéndole un nudo en la garganta.

"Kyouko, espero que seas muy feliz con ella pero yo, yo no puedo quedarme y simplemente observar, soy una egoísta y por eso lo siento" Yui le dijo con lagrimas condensadas en sus ojos, Kyouko no entendía a que se refería, es que acaso Yui...

"¿De que hablas?" logro preguntar en el tumulto de ideas que se le juntaron al mismo tiempo.

"Me dieron la beca que mi padre solicito, en pocas palabras me voy a Londres a estudiar" dijo de nuevo, Kyouko sintió que unas lagrimas se le escaparon, estaba bromeando, tiene que ser una broma pensó.

"Jamas dijiste nada, ¿Porque Yui?" Kyouko pregunto entre llanto, su amiga apretó los puños tratando de no perder la cordura, había decidido decírselo después de tanto y no quería retroceder.

"¿Porque?, porque te quiero Kyouko, estoy enamorada de ti pero no puedo hacer que tu sientas lo mismo" dijo sintiéndose frustrada, enojada con ella misma porque sabia que su confesión le estaba hiriendo.

Aquel recuerdo, aquella confesión que no supo corresponder aun le dolía, Yui había sido su mejor amiga desde que tenia apenas cinco años, quizá menos. En ese preciso instante la adolescente no dijo nada, demasiado sorprendida como para articular palabra, demasiado asustada para intentar detenerla y ahora que era mayor se preguntaba, ¿Que le podría haber dicho?. La rubia artista recordó pensar que aquello pasaría, que ambas podían dejarlo atrás y reescribir su amistad pero...

"Las cosas nunca suceden del modo que uno quiere, te fuiste a Londres y no supe mas de ti, fuiste muy cruel Yui, no solo conmigo sino con todas, y ahora has vuelto como un fantasma del pasado para desempolvar este arcón con nuestra infancia, ¿Porque?"

Akari se arrepintió un poco de decírselo pero al menos la había puesto en guardia si acaso se cruzaba con ella en algún momento. Kyouko no le contó lo que ella confeso aquel día, pensó que era una cosa demasiado personal para compartir con las demás.

—¿Hablaste tu con ella?— preguntó la rubia estudiante limpiándose los ojos rápidamente.

—No, solo la vi, estaba haciendo las fotos para la facultad, ha cambiado mucho Yui-chan— comentó sintiendo mucha nostalgia. Kyouko sintió mucha curiosidad de repente, un sentimiento nuevo se apodero de ella y con ella una pregunta que no evito formular.

—¿Sera que vino para quedarse?— aquella pregunta floto en el aire dejando a una Ayano Sugiura clavada bajo el dintel de la puerta del cuarto de huéspedes. Su boca se abrió ante la sorpresa, no había sido su intención escuchar pero simplemente paso, una coincidencia que le supo amarga.


Hasta aquí el primer capitulo, ¿que les pareció?, acepto criticas de todo tipo, me dan mucho animo. Este es mi primer fic triangulo amoroso, espero les haya gustado, obviamente no diré quien se queda con quien porque arruinaría todo...Nos leemos, ciao.