Resumen:

Ran está preocupada. Sabe —de algún modo— que ha perdido a Shinichi, que éste gusta de alguien más…

Secuela-songfic de "La noche más larga de mi vida". Basado en una canción del grupo argentino Miranda! – "Tu misterioso alguien"

Heiji Hattori/Shinichi Kudo.

"Tu misterioso alguien"

Por: Pervertida Yaoista.

La jornada escolar acababa de empezar con mal clima. El cielo se mostraba gris, con nubes cargadas de furiosos relámpagos amenazando con caer tempranamente. Corría el viento y las hojas caían, débiles ante la fuerza de la corriente, pero Ran no se inmutó… fijó su mirada en el nublado cielo, ensimismada.

Al llegar a su salón saludó a algunas amigas, luego se sentó en su pupitre y, nuevamente, miró hacia el cielo a través de la ventana. Suspiró, sintiéndose cansada, sobrepasada por la fatiga y falta de sueño. Sabía que estaba mal, que ambas cosas eran indispensables para mantener una buena salud, pero ella no podía hacer más que pensar.

Sonoko Suzuki, la mejor amiga de Ran, se acercó para saludarla, más ésta no respondió; es cuando Sonoko, para llamar la atención de Ran, le susurró al oído:

—¿De nuevo pensando en tu esposo? —Sonoko ya esperaba ansiosa la respuesta ofuscada de la chica, saltando del asiento y negando mil veces el mote conyugal que le ponía.

Pero nada de eso sucedió esta vez. Ran siguió contemplando el clima, con la mirada apagada, más sí afirmando la suposición de su amiga.

—Shinichi ha cambiado —musitó suavemente, bajando la vista y clavándola en la mesa— y no ha sido por mí.

—¿A qué te refieres, Ran? —preguntó la otra, sentándose en el puesto frente al de la susodicha.

—Temo decir… que creo que él tiene a alguien más.

Dicha confesión Sonoko jamás se la imaginó. Conocía demasiado a sus dos amigos como para estar 100% de que se correspondían. ¿Cómo y en qué momento pudo haber cambiado todo? ¿De qué importante detalle se había perdido?

—¿Cómo? Pe-pero… -no pudo continuar, estaba asombrada.

Ran le contó detalladamente lo sucedido en Osaka hacía tres semanas atrás, cuando le había confesado a Shinichi de sus sentimientos, pero que éste no le había respondido como ella hubiese querido… que, de hecho, no le había respondido nada. De ahí que no había tenido la oportunidad de conversar con él del tema por un u otro percance.

—Oh. Ya entiendo —comentó Sonoko—, pero eso no significa que Kudo tenga a alguien más…

—Es que… no es solo eso lo que me hace sospecharlo. Es todo en Shinichi ¿sabes? Su forma de hablar, de actuar, de comportarse… conmigo… —la voz de Ran se apagó en un suspiro.

Ambas chicas se quedaron en silencio: Ran desanimada y Sonoko pensativa, esta última tratando de encontrar las palabras para poder animar a su amiga.

La quietud a su alrededor se perdió una vez que el sonido de la puerta abriéndose les trajo de vuelta a la tierra. Apareció tras ésta el chico del que hablaban, Shinichi Kudo, cargando sobre su hombro su maletín escolar.

Saludó con un gesto de la mano a sus demás compañeros, que poco a poco habían ido llenando la sala sin que Ran se diera cuenta, y luego se dirigió a paso relajado donde ella se encontraba.

—Buenos días Ran, Sonoko —saludó con una formalidad algo impropia de él, sonriéndoles a las dos.

—¿Qué tienen de buenos? —le respondió cortante Sonoko, sintiéndose molesta al constatar que Shinichi no parecía notar el estado de Ran.

—Tus comentarios burdos no me quitarán el buen humor de hoy —contestó él de vuelta, sonriendo—. Nos vemos en un rato —dijo, metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón y guiándose a su pupitre.

Una vez estuvo acomodado en su silla, unos chicos se le acercaron y entablaron conversación alegradamente. Ran suspiró, mirando la escena y Sonoko la observó a ella, notando —efectivamente— que Shinichi se veía algo cambiado.

"Hay alguien en tu vida que esta transformándote.

Hay alguien que ha cambiando en ti la forma en que te ves."

La tarde en el Instituto pasó relativamente rápido para algunas personas, más Ran sentía que cada segundo era una eternidad sólo por estar pendiente del chico que ocupaba su corazón.

Era cierto que aquella noche, mientras consolaba a Kazuha, había pensado seriamente en la posibilidad de que Shinichi tuviera a alguien más. De ser el caso, ella estaba realmente dispuesta a dejarlo libre, pero… aún así, su corazón trataba de luchar, de negar que aquella posibilidad existiera. Una parte de ella quería luchar por ser correspondida… amada por él.

Al salir del salón, como siempre tenía la costumbre de hacer luego de que Shinichi volviera, se lo quedó esperando para irse juntos a casa. Shinichi salió pronto y, en silencio, caminaron el uno junto al otro.

El chico, con su buen humor, se pasó el camino conversando del caso que resolvió en el tren hacía tres semanas, cuando volvían de Osaka a Tokio; el último caso que había presenciado durante el tiempo transcurrido.

—Shinichi, ¿podrías parar? —susurró bajito—. Estuve ahí contigo, y sé cómo resolviste ese asesinato —Ran se estremeció ligeramente.

—Jaja, lo sé, lo siento, ya sabes cuánto me apasionan estas cosas —se rascó la nuca.

—Jeje sí, lo sé —le sonrió amistosa, pero poco a poco borró su sonrisa y bajó la mirada al suelo—. Shinichi…

—¿Si?

—¿Hay… hay alguien que… te… guste? —preguntó con la voz apretada.

Shinichi dejó de caminar por un momento, algo impactado por la pregunta supuso Ran, pero luego se repuso y continuó caminando al compás de ella.

—¿Por qué lo preguntas? —contestó. Ran notó en su tono de voz ligero nerviosismo.

—Porque… no fuiste capaz de responderme luego de que me confesara.

Shinichi paró de caminar de nuevo y contestó como pudo:

—Esa vez Kazuha te llamó ¿recuerdas? —dijo, tratando de desviar el tema.

—Sí, lo recuerdo, pero… en el tren… —la chica hizo una pausa, escondiendo su mirada bajo su flequillo— volví a preguntarte y…

Shinichi agregó rápido— Y ocurrió el asesinato en el vagón continuo al nuestro. Por poco se escapa el culpable; trató de usar a una niña de rehén y…

—¡Sí, Sí! —le cortó Ran— Sólo dime, ¿hay alguien más que… que… te guste? —una vez más se vio con dificultad para hacer la pregunta.

—Ran, yo…

—Sólo dime. Dilo ya —pidió, aguantando las ganas de echarse a llorar por cualquier cosa.

"Hay alguien nuevo que se apareció y que tu corazón robó.

Ya lo sé, sólo dime quién es"

—Yo… —murmuró Shinichi.

Iba a contestarle la verdad, o eso pensaba Ran, cuando sonó estruendosamente el celular del detective. Él lo cogió de inmediato y susurró en respuesta "Hattori, ¿Qué tal?". Por un instante Ran juró ver una sonrisa llena de ¿afecto, felicidad? Sacudió la cabeza. Seguro se estaba imaginando cosas.

Como notó que la conversación con el detective del Oeste iba para rato, reemprendió la marcha con Shinichi tras ella, sin dejar de reír y comentar —una vez más— aquel caso que resolvió dentro del tren.

"¿Quién es tu nuevo amor, tu nueva ocupación, tu misterioso alguien?

¿A quién has ocultado de mi todo el tiempo para no matarme?"

Las interrogantes llenaron su cabeza una vez más. Y es que, por más que lo intentara, el tema volvía a relucir en su mente de forma automática. El poco hambre que estaba sintiendo ya se había ido.

Subió lentamente al segundo piso y abrió la puerta de la agencia de detectives. Dentro, Kogoro Mouri se hallaba sentado tras el escritorio, con las piernas sobre éste, con una lata de cerveza en la mano y con un cigarro en la boca. Alrededor de él había un montón de latas vacías y el cenicero sobre la mesa estaba a rebozar de colillas.

—Pero papá, ¡mira este desastre! —gruñó a modo de saludo, tomando de inmediato una bolsa de basura y recogiendo latas del suelo.

—Hola hija, ¿Cómo te fue? —respondió sin hacerle el menor caso; es más, se terminó la lata que tenía en la mano y la tiró al piso.

—¡Uyyy! ¡Eres imposible! —le gritó Ran, ya bastante sensible debido a sus dudas sentimentales como para, también, tener que soportar a su padre.

Salió rauda de la agencia y corrió escaleras arriba hacia la casa. Llegando a su habitación, cerró fuerte la puerta y se tumbó sobre la cama boca abajo, sollozando, dejando que la almohada atrapara sus lágrimas.

¿Cómo se le había cruzado por la mente que ella era fuerte? Físicamente lo era, pero su corazón no. Le dolía mucho el que Shinichi evitara hablar de sus sentimientos. Le dolía aun más imaginarlo a él con otra persona.

¿Por qué? ¿Por qué el destino le pagaba de esa manera tan injusta? Primero, que Shinichi se desapareció por un largo tiempo, dejándola sola y esperándole, pues él había prometido volver para confesarle algo importante. Luego, habiendo compartido muchas cosas con Conan, éste también se iba cuando había sido un pilar elemental en su vida. Más tarde Shinichi volvía y no pasaba de un mes cuando su comportamiento había cambiado. Y ahora esto: las terribles sospechas.

"¿Quién es tu seductor, tu rey y tu peón?

¿Quién ocupó el lugar que siempre ocupé yo?"

Cierto. Cuando Shinichi se fue, siempre le habló de aquella confesión importante que debía hacerle, y que, de ser como él deducía, era lo mismo que Ran quería confesarle. O sea, que también le amaba. Pero… ¿cómo, cuándo, y quién había sido la persona que… le había arrebatado su amor?

"Tu misterioso alguien me robó"

Unas horas más tarde golpearon a la puerta de su habitación. Ran no se había percatado de que se quedó dormida, llorando. Con sus manos se restregó la cara para eliminar restos de lágrimas secas y permitió la entrada:

—Ran ¿estas bien, hija? ¿Podrías hacer la cena, por favor? —le pidió Kogoro, algo avergonzado. Podía ser mal detective (sí, volvió a serlo después de que Conan se fue, aunque aún no podía dar con la relación), pero era detective al fin y al cabo y supo en el instante de verla salir de la agencia la razón por la que Ran estaba tan susceptible.

—Bien papá —respondió con simpleza, mostrando en su gentil rostro una suave sonrisa.

Hizo la cena, acomodó la mesa y sirvió en los tazones una generosa cantidad de arroz. Kogoro comió —devoró mas bien— su comida y pidió doble ración. Y Ran sólo comió lo suficiente como para no desmayarse, pues no sentía la más mínima hambre.

El desayuno del día siguiente fue igual. Le sirvió a su padre y a si misma, pero apenas fue capaz de tragar migajas de un pobre sándwich y de tomar té.

"Ahora te despiertas y preparas un café.

Desde que me he enterado yo no puedo ni comer."

Y claro, se imaginaba a Shinichi preparándose el desayuno y comiendo de lo más normal, siendo ella solamente la que se sentía fatigada todo el día. Sólo por pensar en ese estúpido detective y en ese alguien que ella suponía que existía, pero que no se atrevía a averiguar en verdad.

Pero se repitió una vez más —por enésima vez— que tenía que ser fuerte y determinada. Que debía serlo. Pero entre más lo pensaba, más se daba cuenta de que le era demasiado difícil siquiera intentarlo. Que le dolía. Que le carcomía las entrañas pensar en una vida sin Shinichi como su pareja.

¿Para qué, entonces, había esperado por él durante tanto tiempo?

Según sus suposiciones, ¿quién demonios podía ser la persona que le cambió en tan poco tiempo; a diferencia de ella misma, que había pasado casi su vida entera tratándolo?

Ran se devanaba los sesos especulando. Buscando de entre sus conocidos a aquellos que hubiesen tenido un trato cercano a Shinichi desde el momento en que volvió a Beika.

Alguien. Alguien que fuese de confianza para él. Alguien cercano. Alguien que tuviese la capacidad de conquistar a un hombre como Shinichi…

Alguien… que no era ella, claramente. Porque de ser de esa manera, no estaría preocupada, desconsolada, con el corazón adolorido por su culpa… con ganas de matar a ese alguien a golpes de karate, aunque talvez no se atreviera porque su gentil, ablandado y entristecido corazón no se lo permitiría.

"Cariño no soporto estar sin ti, pero parece que tu sí.

¿Quién es él?

Dime y lo mataré"

Y apareció. En su mente un nombre llegó como rayo, más lo descartó. O no del todo, por lo menos.

Le parecía una locura que esa persona fuera aquel "alguien" que cambió a Shinichi. Pero luego lo imaginó. Y le mortificó hacerlo.

Trató de mil y un maneras de olvidar dicho pensamiento en lo que duraba la caminata de su casa al Instituto.

Casi llegando, Shinichi la alcanzó por la espalda. Al verla distraída, se aprovechó de la situación y le colocó una mano sobre el hombro, como hacían en las películas de terror… pero su reacción fue totalmente distinta a la que hubiese esperado: Ran tensó su cuerpo y de inmediato lanzó una de sus poderosas patadas hacia quien se atrevió a asustarla.

Su sorpresa fue grande cuando vio por el rabillo del ojo la reacción rápida y eficaz de un moreno que acompañaba a Shinichi, que detuvo la patada anteponiendo su brazo delante de Shinichi.

—¡Wow! ¿Así reciben a las visitas en Tokio? —cuestionó sonriente el moreno, quien no era otro que Heiji Hattori.

—¿Ha-Hattori? ¡Dios! Que susto me dieron —sonrió Ran observando a ambos chicos, pero en seguida su cara expresó confusión—. ¿Qué haces aquí? ¿Cuándo llegaste? —preguntó, pensado al instante en su amiga Kazuha.

Iba a preguntar por ella cuando recordó que desde lo sucedido en el parque no le dirigía más la palabra a Hattori… o eso decía Kazu cuando charlaban por celular, pero Ran lo ponía en duda cada vez.

—Lle-llegué hoy en la mañana —titubeó Heiji un tanto nervioso, recordando haber llegado la noche anterior, ir a la casa de Shinichi, tocar a su puerta y devorarle la boca a besos una vez que éste le abrió; se esforzó en ocultar la sonrisa satisfecha de su rostro al recordar también lo que sucedió después—. Vine a raptar a Kudo —respondió sin vergüenza, agregando de inmediato para no levantar sospechas:— para resolver un caso. Seguro que el hombre aquí —comentó, palmeando duramente la espalda del castaño— está fuera de forma sin haber trabajado tanto tiempo.

—Jeje… sí —confirmó Shinichi, también algo nervioso— Ran ¿me prestarías luego tus apuntes de las clases? ¡Por favor! —pidió, juntando ambas manos y poniendo su mejor cara de cachorro.

—¿No… no entrarás a clases? —exclamó impresionada Ran, recién dándose cuenta de que Shinichi no portaba el uniforme.

—Jeje… —rió nervioso una vez más, rascándose la nuca con culpabilidad—, ya sabes Ran, es importante para mí.

Ran no supo identificar a qué se refirió con esa frase… si a este nuevo caso policial que se le presentaba o al hecho de que Hattori estaba allí.

Shinichi miró a Heiji y viceversa por un breve segundo. Ran notó la miradita… y sus sospechas volvieron a saltar, tocando una alarma de "DANGER" dentro de su cerebro.

—Eh… si-sí Shinichi… —respondió algo aturdida.

Parpadeó repetidas veces y sacudió la cabeza un poco, creyendo que la fatiga le estaba jugando malas bromas.

—¡Gracias Ran! —saltó Shinichi, con la alegría dibujada en la sonrisa y la luminiscencia de ésta alcanzando sus ojos azules.

—Sí, ¡gracias Mouri! —saltó Hattori después, apresurándose a ver su reloj de pulsera y constatar la hora— ¡Mierda! Se hace tarde. ¡Vámonos Kudo!

Los dos muchachos se despidieron de Ran escuetamente y corrieron en la dirección por la que habían llegado, dejando a la chica con las dudas revoloteando en su cabeza y comprimiendo su pecho de dolor.

"Creo saber quién es

Y no me animo a preguntarte por él porque sería peor."

Se mordió los labios fuertemente y apretó los ojos de igual manera, tratando de aguantar las lágrimas que se agolparon de pronto tras sus párpados.

Giró sobre su eje y continuó caminando hasta la entrada del Instituto, y de allí a su salón de clases. Se sentó tras su pupitre y miró a través de la ventana. El clima de nuevo era tormentoso… tal y como ella se sentía. Porque creía saber…, porque temía confirmar sus sospechas…, porque no se atrevía a… a plantarse de frente a Shinichi y preguntarle una vez más respecto de sus sentimientos…

"A veces es mejor dejarlo todo correr.

¿Quién es tu nuevo amor?"

El timbre que indicaba el inicio de clases la sacó de golpe de su línea de pensamiento. Levantó la vista hacia la puerta, por donde se asomaba la cabeza de Sonoko —que llegaba tarde—. La saludó con la mano desde la distancia, ofreciéndole una sonrisa fingida, que Sonoko reconoció como genuina.

En medio de la conversación que entablaron, Ran decidió dejar de pensar en esa idea loca de que ellos pudiesen estar juntos… como algo más que amigos…; no le hacía bien pensarlo.

Lo dejaría pasar, como otras muchas cosas que había dejado resbalar en los tiempos pasados.

"A quién has ocultado"

Sí. Creía saber quien era ese alguien que Shinichi trataba de ocultar. Que había estado encubriendo quizás por cuánto tiempo… para no maltratar su corazón más de lo que él era consciente de haberlo hecho cuando se fue sin decir a dónde ni por cuánto.

"¿Quién es tu seductor, tu rey y tu peón?

¿Quién ocupo el lugar que siempre ocupe yo?"

Porque como ya lo había pensado anteriormente: no era "más" correspondida como quizás lo "fue" hacía meses atrás.

"…Tu misterioso alguien me robó… me robó…"

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