N/A Descargo de responsabilidad: Nada de esto me pertenece solo mi Oc


Convertida

Capítulo 1

Mystic Falls no era un lugar donde los ladrones te solieran asaltar a mano armada o eso pensaba Lynda antes de que le sucediese. Tiene que admitirlo se equivocó y no solo en eso había tantas cosas en este pequeño pueblo que hasta entonces ignoraba.

Su día había sido aparentemente cotidiano, para empezar Damon Salvatore había ido a tomarse una copa al Mystic Grill donde ella era camarera.

-¿No es un poco temprano para beber?- le solía preguntar.

-Nunca es demasiado pronto para beber Lyn- le respondía el mayor de los hermanos Salvatore.

Damon Salvatore era uno de los hombres más atractivos del lugar donde la joven vivía desde que tenía uso de consciencia, tenía el pelo negro y un halo de misterio que hacía que la mayoría de las mujeres cayesen a sus pies pero lo que más le gustaba a Lynda eran sus ojos claros. No es que él le interesase de manera romántica, habían hablado lo suficiente como para saber que eso nunca ocurriría, Damon no era su tipo.

A la hora del almuerzo intercambió turnos con Matt, su alegre compañero rubio, él era muy dulce y amable con todo el mundo.

-Hasta la tarde compañero-se despidió.

Mientras caminaba por las calles del pueblo no podía evitar pensar que esto no era lo que había planeado para su futuro, lo que la entristecía más de lo que quería admitir.

Esa misma tarde, ya de vuelta a su trabajo, se encontraba aburrida cuando entró mi amiga Jenna acompañada por un hombre al que no había visto antes.

-¡Hola Lyn! Quería presentarte al Elijah Smith, está haciendo una investigación se encuentra haciendo una investigación sobre nuestro pueblo.

-Lynda- se presentó.

Después de su visita, la tarde fue larga y Matt me preguntó si no le importaba cerrar para poderse ir antes.

-Claro que no, diviértete.

La verdad es que eso no era del todo cierto a pesar de que sabía (o más bien pensaba) que nadie le atacaría estar sola de noche le inquietaba.

Un escalofrío recorrió su columna, las calles estaban frías y oscuras.

-¡Hey tú!- en ese momento un hombre salió de la nada, llevaba una pistola.

-Sí, preciosa danos tu bolso- dijo otra voz masculina procedente de mi espalda.

Estaba atrapada, sus piernas se volvieron de goma y temblaba pero esta vez no de frío.

Les dio el bolso.

-No tengo joyas, lo juro.

-Gracias.

Parecía que se iban a ir cuando un dolor me atravesó la es espalda, me desplomé en el suelo. Mientras iba perdiendo la consciencia podía oírlos discutir.

-¿Qué haces? Nos había dado el bolso.

-¿Qué más da?

-Oye ¿Has oído eso?

Luego solo hubo oscuridad.