Escritas precisamente 3000 palabras... *Cae rendida al suelo* ... Bueno, solo consta de tres capítulos _(_._)_ ... Espero les guste XD


Corría a toda prisa, buscando un lugar para ocultarse. Pues si no lo hacía tan prontamente como su cuerpo le permitía, perdería la cabeza definitivamente.

Se ocultó detrás de un poste de luz, que parpadeaba su luz en un constante sinfín, sin cesar su tintineante luz, que se encendía y apagaba.

Él tomó aire, e intentó tranquilizar su respiración. Respiraba y exhalaba dificultosamente, hasta que por fin se calmó. Al oír el tan desconocido sonido de la nada misma, ese silencio tan angustiante, a la vez que relajante. Instintivamente sacó su cabeza de detrás del poste, y observó a sus espaldas, comprobando que no hubiera nada, ni nadie. Y efectivamente así era, nada de nada. Eso lo calmó.

Caminó unos pasos hacía un banco que se encontraba cerca del poste y se sentó un momento. Con ambos codos apoyados a sus rodillas, tomó su rostro con ambas manos y observó el suelo.

Comenzaba a arrepentirse de haber robado aquello. Por intentar superarse así mismo, intentó tomar permanentemente un objeto que le costaría la vida. Una doncella.

Mihael creyó en primer lugar que sería sencillo conseguir sus objetivos, ya que esa dama, en primer lugar, le había observado con deseo en aquella fiesta que organizó el padre de la misma. Él fue con su traje y su formal antifaz negro, y habló con ella. La mujer le había propuesto pasar la noche en el castillo, y claro está, que si él hubiera conseguido eso, sería incluso envidiado por sus compañeros de la mafia.

Sin dudarlo un instante, aceptó. Ella sonrió gustosa.

Pero no se esperaba que la chica tuviera un padre tan controlador y agresivo, que por ser un sencillo plebeyo, o siervo, como le llamaba él, le hubiera echado de la fiesta – A la cuál por cierto, fue de colado, evadiendo a los guardias– Cansado, salió de allí.

Aunque dos días después decidió volver, encapuchado con un buzo de color oscuro que llevaba sobre su chaleco, para no ser reconocido. Aunque fuera tan rápido reconocer a un rubio como él. Y la buscó rápidamente, la chica no lo recordó tan fácil. Pero poco le importaba. Le tomó rápidamente el brazo y se la llevó de allí. Secuestrándola.

Pero su tirano padre descubrió al chico, y precipitadamente envió a todos sus guardias tras ellos. Consiguieron a la chica, pero no al joven rubio.

Mihael rió mientras pensaba en lo sucedido. De acuerdo, fue todo un problema salir del lugar a salvo, y luego un vejete loco que era tan solo un pichón de dictador le perseguía con sus guardias como si fuera el rey del mundo entero. Que absolutista.

De pronto escuchó disparos a tan solo dos cuadras de donde él. Se levantó y sin pensarlo dos veces, partió de su lugar, a toda velocidad. Corrió aproximadamente casi siete manzanas enteras, sin detenerse un momento, pero continuaba con completo cansancio, el joven no se quería dar por vencido aún, porque sabía que si era encontrado, allá él y todo su orgullo.

Corrió dentro de un oscuro bosque.

Cuando creía que ya estaba prácticamente muerto, divisó un gran lugar, que fue fácil encontrar, debido a la oscuridad en la que se encontraba todo el lugar, resultaba más sencillo ver el castillo, que en su puerta custodiaban dos pequeños faroles colgados a la pared, y que su luz amarillenta pasaba de ser tenue, a ser de un color chillante que resaltaba por todo el baldío territorio.

Comenzó a ir en dirección a aquél tono de luz chillón.

No se había percatado hasta ese momento, que en el terreno reinaba por completo el silencio, y peor aún, la soledad de objetos, y aparición de esqueletos. ¿Qué clase de recinto era al cual iba?

Elipsis… Era fatalmente aterrador, no sabía en donde estaba, pero al menos la ausencia de guardias era algo realmente despreocupante, y lo relajaba.

Se acercó lentamente a la casa, y observó con curiosidad. La puerta era alta, y ancha. Bien, se encontraba en un posible castillo, o mansión. No estaba seguro, aunque sí estaba seguro de que ese lugar era realmente un antiguo y posiblemente abandonado lujo que cualquiera pagaría millones por tener. Él pensó que algo como eso no debía estar abandonado, además que si las luces exteriores se encontraban encendidas, por algo sería.

De pronto retrocedió de un salto al notar que en el interior del mismo se encendieron todas las luces al mismo tiempo, con brusquedad. Se habían encendido absolutamente todas de un solo golpe. Algún gran mecanismo de luz debía ocultarse allí, con muchos controles en uno solo.

Abrió sus ojos de par en par, con sorpresa. No había a donde huir, ahora estaba allí, y correr ya no le era una opción válida. Sería encontrado muy fácilmente.

La inmensa puerta de madera y hierro se abrió con pesadez. Él permaneció inmóvil.

Al ver que dentro del lugar no había nadie, se acercó, curioso, intentando averiguar quién habría abierto la puerta. Como lo pensó antes. Nadie.

Oyó un ruido detrás de él, e instintivamente volteó.

Nuevamente, sus ojos se abrieron de par en par. A lo lejos, oía perfectamente a los guardias correr. Estaba perdido.

Quedó completamente pálido y petrificado cuando, sin advertencia alguna, sintió frías manos que tomaron sus brazos y lo jalaron al interior del lugar, que se encontraba nuevamente a oscuras.

Mihael lo sintió como si todo hubiera sucedido en cámara lenta. Sentía frías manos tomarlo, jalarlo de detrás de él hacía ese lugar, como si fuera absorbido de pronto por la oscuridad. Y ver la tenue luz del exterior alejarse, cada vez más. Y de un momento a otro, la puerta cerrándose rápidamente, dejando al rubio en completa pantalla negra, una silenciosa y fría pantalla negra.

Permaneció en silencio, con la respiración agitada. Escuchó romperse un cristal, y acobardado, cerró sus ojos con brusquedad y se cubrió la cabeza con ambas manos. Abrió lentamente los ojos, dándose cuenta de que le era posible distinguir unas siluetas en la oscuridad, que se volvían más sencillas de notar.

Giró la mirada con lentitud, comprobando que comenzaban a encenderse lentamente unas dos, tres, cuatro velas… Y comenzaban a aumentar en número, hasta que toda la habitación se encontraba prácticamente repleta de velas rojas.

– Ah… Bienvenido, pequeño. – Escuchó. Una calmada voz, que sonaba bastante dulce y tranquila.

– ¿Quién está ahí? – Preguntó con inseguridad, mientras se descubría de sus brazos, intentando ver aquella nueva figura.

– ¿Ah?, ¿Qué?, ¿No me ves? – Comenzó a ser cada vez más iluminado por las luces de las velas, dejándose notar. No lo veía muy bien, pero logró distinguir sus ojos, de color verde esmeralda, que parecían brillar en la oscuridad, como si fueran de neón.

– ¡Eh, ya..! – Exclamó – Ya te veo…

– Bien, y a todo esto… ¿Quién eres tú, criatura?

– ¿Criatura?, no soy un crío.. Me llamo Mihael, ¿Tú?

– Ah, un gusto conocerte, Mihael, soy Mail. Puedes llamarme Matt.

– Matt… – Intentó verlo más, casi en vano.

Vio como aquél extraño retrocedía velozmente. Y se iba de allí a la esquina del cuarto.

– Ah, aquí viene…

– ¿Qué cosa, Matt?

– Sencillamente, ellos… – Dijo con una sonrisa.

Y retrocedió aún más, desapareciendo en la nueva oscuridad.

Millones de luces de neón se encendieron abruptamente en ese mismo instante, haciendo saltar aterrorizado al rubio.

Frente a él se encontraba una alta dama que vestía seguramente costosas pieles, y junto a ella un caballero de traje oscuro.

– Oh, un doncel – Dijo tranquilamente el hombre – ¿Quién será?

– Soy… – Fue interrumpido.

– Es un mocito encantador, ¿No crees? – Dijo la mujer rubia.

– De hecho yo…

– No lo sé, querida Misa, no lo parece del todo, ¿No crees?

– Ehh… – El joven rubio respiró resignado. Parecía que no le dejarían hablar, además era extraño que aparecieran esas personas de la nada misma hablando en una tonada como si esto fuera un musical.

Volteó al escuchar más voces, encontrándose con una doméstica de cabello azabache que era acompañada por un mayordomo de cabello negro también.

– ¡Oh, un placer conocerle, niño! – Dijo la mujer con una dulce sonrisa. Haciendo una leve reverencia.

– ¡Un placer conocerle, niño! – Dijo el mayordomo también, haciendo igualmente una reverencia y una sonrisa semejante.

– Ehh… – Mihael parecía no comprender tanta… Simpatía, y esa forma de hablar tan… Distinta.

Sintió que pequeñas manos tocaban sus brazos, y volteó aterrado.

Esta vez, eran dos pequeños niños, ambos tenían cabellos perfectamente azabaches, aunque uno tenía ojos ennegrecidos, y el otro, ojos enrojecidos.

– ¡Buenos días, señor! – Dijeron en unísono.

– Supongo que bue…

– Oh, un doncel, ¿Quién será? – Dijo el castaño.

– Es un mocito encantador, ¿No crees? – Dijo la rubia nuevamente.

– No lo sé, querida Misa, no lo parece del todo, ¿No crees? – Dijo otra vez a la mujer.

– ¡Un placer conocerle, niño! – Repitieron una y otra vez la mucama y el mayordomo.

– ¡Buenos días, señor!, ¡Buenos días, señor! – Decían en tonada los pequeños gemelos.

Ahora sí, el rubio se sentía en un manicomio.

– ¿Esto es una broma? – Dijo un poco alterado.

Volteó rápidamente y corrió a la esquina de la ahora iluminada mansión, y vio al pelirrojo, se acercó rápidamente a él.

– ¡Oye, tú!

– Ah, ¿Yo?

– ¡Sí, tú! – Exclamó – Al parecer eres el único normal aquí que… – Lo observó por un momento – ¿Por qué tienes un collar para perros?

– Porque eso soy. – Respondió, aun sonriendo de esa manera cálida. Sin cambiar de gesto ni un solo momento.

– No me digas que tú también estás tan trastornado como toda esa familia – Dijo – Es todo, me voy de aquí.

– ¿Te vas?, ¿Seguro que te irás? – Dijo sonriendo.

– ¡Sí, seguro! – Caminó apresuradamente a la puerta e intentó abrirla cuantas veces pudo, con toda su fuerza, en vano. – ¡Maldita sea! – Cuando se encontró en silencio, volteó a ver a la extraña unidad doméstica nuevamente, que lo miraban atentos.

– ¡Oh, Light!, ¡Este encantador mocito debe estar cansado!, ¿No lo crees?

– Yo no…

– Es cierto, el dorado doncel se ve agotado, Misa – Sonrió de manera extraña – Naomi, Ray, encárguense de otorgarle una lujosa habitación al doncel.

– Pero yo no…

– Shh… – Murmuró Mail – Obedece…

Mihael lo observó extrañado, creyó haber visto que el cándido pelirrojo dejó de sonreír por una milésima de segundos solo para advertir rápidamente aquello y continuar con su absurda sonrisa.

Fue empujado por casi toda la familia, a excepción de los gemelos, que iban montando un extraño trencito que parecía funcionar a cuerda, o una batería muy potente, no estaba seguro. El mismo pasaba por toda una vía que estaba hecha en el mismo suelo de la mansión.

Todo allí era tan extrañamente genial, de algún modo, le llamaba la atención en exceso, y eso le provocaba, además de cierto temor, ganas de ver todo lo que allí habría, de vivir más ese lugar para saber más… Mucho más…

Ingresó por una nueva puerta de tamaño descomunal, su "habitación" era ciertamente increíble, cada objeto dentro, todo era fascinante e interesante, algo realmente nuevo para el rubio.

Todos coreaban y canturreaban afinadamente mientras le mostraban aquél lugar, era odiosamente divertido. Por un momento se sintió igual de loco que ellos, y hasta él mismo no evitó cantar con ellos en varios momentos.

El enérgico sonar de unas fuertes campanillas de reloj anunciaron las 12: 00.

Mihael observó estático a la familia, que al instante quedó quieta con los ojos en blanco. Después de haber dejado de sonar la fuerte campanilla, sonrieron.

– ¡Buenas noches, que descanse bien! – Dijeron todos al mismo tiempo, y salieron del cuarto.

– Buenas noches… – Apenas dijo el rubio. Pero, percatándose de lo anteriormente sucedido, se levantó rápidamente y corrió a la puerta, al intentar abrirla, comprobó lo que había pensado antes, la habían cerrado con candado. – Diablos, no puede ser…

Giró, y se tiró a la cómoda y gigantesca cama. Tomó un pequeño carrusel con caballos tallados en oro, giró su cuerda, y este comenzó a funcionar, con una dulce sinfonía.

Él la contempló maravillado, mientras oía su melodía.

Observó un reloj de oro, que cambió de pronto a las 12: 01 Am. E instantáneamente sintió el sonar de algo liviano caer al suelo, en el área de la puerta.

Se levantó y se acercó a la puerta, viendo que la misma tenía una especie de buzón pequeño, probablemente algo entró por allí. Bajó levemente la mirada, encontrándose con un pequeño paquete en el suelo. Al agacharse, comprobó que se trataba de una tableta de chocolate fino, con una carta encima.

Se echó a la cama y abrió el chocolate, comiéndolo despreocupadamente, disfrutándolo. Desplegó suavemente la carta, y leyó en ella:

"Mihael: Dejaré esto para ti, ya que eres la única visita que casualmente me ha agradado más, ya sabes… "

– Es de él… - Murmuró, mientras observaba el techo.

Ahora no sabía si temer, o sonreír.

Cerró los ojos tranquilamente, hasta quedarse profundamente dormido.

Se sentía cómodo allí, aunque sus sueños no fueran los mejores, se sentía bien.

Ah… Aquí viene… Sencillamente ellos… ¿Mihael?, ¡Mihael!...

Bruscamente despertó. Bueno, aquello no era precisamente una mañana plácida… De hecho… ¿Dónde estaba el sol?, ¿La luz?

Observó con curiosidad todo su cuarto, y oyó la suave melodía del pequeño carrusel de oro. Se levantó rápidamente de su cama, y de un saltó alcanzó la puerta, simplemente para afirmar que hubiera una carta más de ese tal Matt. La cual no había.

Vio la luz del cuarto encenderse abruptamente, y la puerta abrirse de par en par. En ella ingresó la misma familia de la noche anterior.

– ¡Buenos días, niño! – Dijeron todos en unísono.

El mayor castaño se acercó al rubio.

– Oh, un donc…

– ¡No soy un jodido doncel! – Interrumpió violentamente.

Todos quedaron en silencio por un buen momento, volviendo a sonreír casi mecánicamente.

– ¡Es un mocito encantador! – Dijo la rubia.

El rubio los observó completamente arto, con un deje de hastío insuperable. Aunque prefirió callar, y no decir nada. Sabía que aquella familia no tenía nada bien, quizás, el único más decente de allí sería el pelirrojo, que de por sí ya era suficientemente raro. Aunque claro está, que parecía ser el menos perturbado de todos en la unidad doméstica, y esto no pasaba por desapercibido por el de ojos cian.

Intentando ignorar la familia, salió rápidamente de la habitación que era suya, que querían –Al parecer– entregarle a fuerzas, prometiendo lujos tal gobernador actual.

Salió apresuradamente por entre los demás, chocándoles con los hombros, y fue rápidamente al pasillo, corriendo abajo, utilizando las escaleras.

Tal era su paso, que en plena corrida, tropezó con un escalón, cayendo abruptamente por las escaleras de madera.

Observando, como si todo sucediese en cámara lenta –Como la primera vez que llegó allí, la "noche anterior"– vio tan solo el final de las escaleras, acercándose veloz y violentamente a su rostro. Esperando que todo sucediera, tal y como pensó que pasaría.

Pero antes de llegar al suelo, alguien saltó por enfrente, atrapándolo en aquél último segundo que creyó antes perdido. En cuanto cayó, debido al impulso, tras chocar a quien le intentó atrapar, ambos habían caído al suelo, aunque éste le abrazó fuertemente para impedir que por el impacto contra el suelo se dañara. Chocó su hombro y mejilla contra el suelo, aun abrazando al rubio.

– Joder… – Se levantó del suelo con cuidado, observándolo paulatinamente. – ¿Estás bien, Matt?

– Ah… Sí, estoy bien… – Se paró de su lugar, tocándose el hombro derecho. Su mejilla sangraba débilmente, como consecuencia de un raspón que se originó al caer al suelo.

– Matt… – Se acercó lentamente a él, contemplando su herida – ¿Estás bien? – Dijo con suavidad, tocando levemente la mejilla del otro.

– Sí, no hace falta, descuida… – Respondió con una sonrisa, apartándose de lo que ahora podría llamar un "amigo". – ¿Por qué lo hiciste?, pudiste haberte matado, Mihael…

– No interesa eso, Matt… Debemos encontrar una manera de salir de este lugar, vamos, sé perfectamente que tú eres un rehén de estos trastornados, ven.

– Yo no… – Susurró tímidamente.

– Ya está hecho, vámonos de esta desquiciada mansión. – Le ofreció su mano.

El otro le rechazó, observando hacía su costado.

– ¿No confías en mí?, vamos, tú ni siquiera perteneces a este lugar, ¿Quién diablos determinó que tú eras la maldita mascota familiar, Matt?

– Pues.. Mi padre… – Contestó con murmullo.

– ¿Tu padre?... ¿Y dónde está él?

– Ah… Él… Bueno, él está…-

Fueron interrumpidos por los rítmicos tacones de la rubia, que hacían obvia presencia en el pasillo del primer piso. Seguido por los demás integrantes de la "familia".

El rubio tomó rápidamente la mano de Matt y corrió con él, tomando otro pasillo que se encontraba a una izquierda del lugar, tomando más pasillos al azar. Era un lugar realmente gigante. Se apoyaron contra la pared, esperando que la familia pasara de largo, hacía quién sabe dónde.

– …Matt… – Susurró – …Tomemos ese pasillo… – Dijo señalando un pasillo que parecía ir en bajada, en el cual, al final se encontraba una puerta de color café sumamente oscuro.

– No, no es buena idea, deberíamos irnos con ellos otra vez…

– Vamos, deja de intentar hacerme caer nuevamente en sus dichosos "encantos", Matt… Y procura mantener la boca cerrada, ¿Entendido?

– Lo sé, lo sé, no quieres que nos encuentren, o por lo menos no quieres que te encuentren a ti, ¿No es cierto, Mihael?, es por eso que puedes irte si quieres, pero déjame aquí a mí. Será lo mejor. – Admitió el pelirrojo con su voz bastante quebrada, y sin mostrar su particular sonrisa que parecía decir a cada momento que todo estaba bien.

– Ni hablar, no te dejaré aquí… Por cierto… – Sonrió ligeramente – Tú.. Mejor llámame Mello, ¿Entendido?

– No quisiera faltarte el respeto ahora, "Mello", pero quiero que te marches, yo prefiero quedarme.

– ¡No, tú no prefieres nada! – Dijo con enfado, sorprendiendo al otro. – Tú solo estás siendo obligado por esos malditos maniáticos, admítelo de una maldita vez, Matt…

Quedaron en silencio por un momento, al oír pasos no tan remotos. Mihael tomó la mano de Mail y corrió a la puerta del fondo, completamente deteriorada. La abrió e ingresó rápidamente.

– Luego me dirás ya que pasó con tu padre que ni eso te dignas a…-

Ambos quedaron en silencio, petrificados ante lo que veían.


Gracias por leer_(_._)_ ... ¡Actualizaré el próximo Viernes por cuestiones escolares y flojera! XD

¿Reviews?, ... ¡Chocolate y galletas también! owó

Ciao Sayonara (owo)/