Disclaimer: Hetalia no me pertenece, le pertenece a mi futuro marido xD

Titulo: Trueque

Autor: Victoria Schinkovinu

Pareja: Prusia x Austria, un poco de Hungría x Austria y Hungría x Prusia. Están advertidos, no se preocupen, terminara Yaoi

Advertencias: Una tortura, solo por que lo escribo yo, así que será, largo, cursi, uso de nombres originales y AU (¿Por qué demonios siempre escribo AU?)

Acotaciones: Primer historia de esta pareja, segundo de Hetalia, ojala les guste.


CAPITULO 1

Inoportuno.


Una hermosa chica lo esperaba como de costumbre. El viento movía sus cabellos, largos y castaños. Cuando lo miro, le dedico una gran sonrisa, llena de calidez y alegría, una sonrisa sincera, llena de afecto, pero nunca tan llena de ese sentimiento que tanto anhelaba. Esa chica se llamaba Elizaveta Hedervary. La chica que le gustaba, su amor imposible, su amiga fiel.

— Buenos días, Rode —dijo ampliando su sonrisa.

— Muy buenos días, Eli —le sonrió también, tan feliz como siempre de verla, pero siempre con una pequeña chispa de agonía en su mirada — ¿Como te va?

— Igual que siempre —se encogió de hombros— No me quejo, aunque insisto que el mundo detrás de la pantalla de la PC es más emocionante —comento con un brillo en los ojos.

— Eli, con todo respeto, si sigues tantas horas detrás de la computadora te dañaras la vista… —dijo severamente para después sonreír — ¿o quieres terminar como yo? —señalo sus lentes.

Ella hizo un mohín.

— No me regañes Rode —entrecerró los ojos divertida— Y apresúrate, jovencito perfección o llegaremos tarde…

Y como si hubiera activado un oculto clic en Roderich, este la tomo del brazo y la jalo a la entrada de la escuela.

Cualquiera que no los hubiera visto antes, podría haber apostado a que eran novios. Iban a todas partes juntos, desde la entrada a la salida. Eran amigos de la infancia por lo que sabían unos cuantos, y salía regularmente los fines de semana, como comentaban otros. Pero la triste realidad para el austriaco era que ni en sus más grandes sueños lo había conseguido… aún.

Pero no hoy, esta vez lo lograría, se tragaría su miedo y le haría frente a Elizaveta para declararle de una vez por todas, todo su amor.

Hoy es el día.

Cuando Roderich se despertó esa mañana, se sintió emocionado, y no sabia por que…

Era un sentimiento agradable, como el de un niño pequeño que sabe que va a recibir un regalo, o la emoción contenía a un previo viaje esperado.

Entonces lo supo.

Al fin lo haría, hoy por fin se le declararía a su Eli.

Se levanto de buen humor, se dio una rápida ducha y se vistió no sin antes dejar impecable su cama. Con las manos se aliso la camisa —a pesar de que esta no tenia ni una arruga— se entretuvo en hacer la corbata, y un poco más en arreglarse el cabello. Miro al espejo y se sintió satisfecho de lo que vio, a él le gustaban esas cosas, el orden, la limpieza, elegancia y perfección. No podía imaginar su vida sin ellas, no a menos que quiera pensar en un completo caos.

Bajo las escaleras y tarareando llego a la cocina, su animo estaba hasta el techo, se sentía realizado. Se entretuvo en el pasillo acomodando por orden de fecha revistas antiguas. Cuando llego a la cocina se preparo un desayuno excelente, termino y lavo los platos. Parecía como si nadie hubiera estado ahí. Y tras mirarse por ultima vez al espejo, tomo sus llaves y salió a prisa por la puerta.

Algo se lo decía. Este día va a ser diferente, este día va a pasar algo grande.

Y no se equivocaba del todo. Aunque no era nada de lo que esperaba.

Hoy la castaña estaba más radiante que una estrella, si no se lo decía hoy, no podría hacerlo nunca. Además, parecía que sus pretendientes al fin se habían dado cuenta de la poderosa y nada cambiante amistad de Roderich e Elizaveta. Si no era él, el que daba el primer paso, esto no se podría lograr nunca. Y si él no lo lograba… otro no dudaría en intentarlo…

Fue por eso, que cuando llegaron al salón y les informaron que tendrían una hora libre de inicio, sintió el momento oportuno para dar su primer golpe.

— E-Eli… —sintió como la sangre le golpeaba las mejillas.

— Dime, Rode —al ver que no respondía, se preocupo— ¿Te sientes mal…? —tuvo el pequeño impulso de levantarse y buscar un profesor.

— No, no… No es eso… Estoy bien, no te preocupes… —se apresuro a aclarar cada vez más nervioso— Es… solo… que yo… Bueno… quería… No… quiero decirte algo…

Si Roderich se hubiera dado cuenta de que varios pares de ojos ahora los estaban observando, se hubiera detenido enseguida.

No era un rumor decir, que los grandes amigos tenían gran influencia entre sus compañeros. Ni tampoco el hecho, de que a muchas chicas la relación de ambos les parecía tonta y tierna. Y era que ambos tenían lo suyo, por una parte Elizaveta era hermosa y de un carácter tan fuerte que de princesa podía pasar a dragón y viceversa en cuestión de segundos. Por otra, Roderich no se quedaba atrás, además de atractivo, era culto, responsable y algo popular, se llevaba de maravilla con todos los profesores, y siempre se mostraba muy abierto a las peticiones de sus compañeros con los eventos escolares. Ninguna chica conseguía todavía que el pelinegro les diera el si, pero bastaba ver como miraba a su amiga para saberlo. Y es que caballeros, tan maravillosos y elegantes así… ya no los hacían. Era el sueño de cualquier chica que deseara una vida modesta o aquella que aun soñaba con el príncipe del cuento de hadas.

— ¿Y qué es, Rode? —lo miro con seriedad— Sabes que puedes decirme cualquier cosa… ¿Es que otro chico te acoso…? —abrió los ojos— ¡Debe ser eso! ¡Dime quien es para que vaya a darle una paliza!

— ¿Eh? ¡No, no! —agacho la cabeza— Eso solo me paso una vez, y lo sabes… —le resto importancia, comenzando a serenarse— Lo que yo quiero decirte es más importante… así que, por favor, préstame atención y escucha con claridad… —la observo con decisión.

Muchas chicas ahogaron un suspiro para no interrumpir el ambiente… Un chico susurro, ¡Vamos, mon ami, no tenemos todo el día! Con el mismo entusiasmo, de que fuera él a quien se le estuviesen declarando, eso solo encendió el ambiente. Estaba a punto de suceder lo imposible, Roderich Edelstein al fin se le iba a declarar a Elizaveta Hedervary, o lo iba a hacer antes de…

¡BOM!

Todos. Incluidos los jóvenes amigos. Miraron a la puerta.

Un joven alto y sumamente atractivo, los miraba desde ella con una sonrisa burlona en la cara, que se amplio más al ver a sus nuevos compañeros con cara de asombro y admiración. A excepción de un pelinegro, que lo miraba con estupefacción. Camino, y detrás de él termino de entrar el mismísimo director. Lo que provoco que todos se alborotaran como hormigas bajo la lluvia y buscara con desesperación y nada de sutileza sus respectivos lugares.

— ¡Silencio! —ordeno el viejo hombre con autoridad— Siéntense y guarden orden.

Al desconocido joven parecía causarle gracia y diversión las reacciones de sus nuevos compañeros, al parecer, le gustaba ser el centro de atención.

Solo había algo extraño, un sujeto de lentes en la segunda fila que lo miraba como si quisiera matarlo.

Roderich no lo podía creer… Siempre justo cuando estaba a punto de dar el gran paso… siempre que se atormentaba al pensarlo y se llenaba de coraje y de valor para decírselo a Eli, sucedía algo como esto… Pero aquel intruso se arrepentiría de haberle arruinado el mejor momento de su vida, o si, se arrepentiría de haberle arruinado el momento perfecto; aquel… ese…

— Su nombre es Gilbert Beilschmidt.

Gilbert Beilschmidt.

— Nos visita de Prusia… —anuncio el anciano.

Muchas exclamaciones de wow, se escucharon en el aula. Y él aludido levanto una mano en señal de saludo.

— Trátenlo como si estuviera en su casa. Y usted —se giro hacia Gilbert— No de más problemas —dijo en tono de advertencia.

El prusiano le sonrió con malicia e hizo un saludo militar para despedirlo. Antes de irse el hombre agrego.

— Por cierto, el jefe de grupo de este salón se llama Roderich Edelstein, el te dará accesoria en los horarios. Es todo, que tengan buen día. —abandono el salón.

¿Qué? Oh, no, eso definitivamente ¡No!

Si aquel decrepito anciano pensaba que él se iba aprestar de servicio a ese sujeto inoportuno y arrogante, estaba complete equivocado.

Además, ¿Qué accesoria iba a darle…? Si ahora estaba bien cómodo rodeado de todos sus compañeros que lo miraban como si fuese una especie de superhéroe o algún famoso. Era el colmo.

Oh, no…

Se giro sobre su lugar para cerciorarse de algo, y si bien al principio sintió alivio, comprobó su más actual miedo.

Eli seguía sentada, había desistido de rodear a alabar al nuevo como todos sus compañeros, eso lo alivio, pero no supo decidir si eso era peor a ver sus delatadores ojos.

Estaba serena, pero bastaba con decir que no se había percatado que Roderich la miraba —y estaba en el asiento continuo—, por que sus ojos estaban ocupados mirando a Gilbert con un sentimiento extraño; admiración, reconocimiento y aprobación… incluso se aventuraba a decir que había cariño en ellos.

En un instante estaba a punto de tenerlo todo, y en el siguiente… se derrumbaba su mundo, como si lo primero nunca hubiese existido…

Regreso a su primera posición, derrotado y sin valor de decirle nada a nadie, los sonidos solo eran ruido a su alrededor. Se sentía cansado y toda esa energía de la mañana había desaparecido. No veía el momento en que tocaran la campana para regresar de una buena vez a su casa, pero claro, el destino también estaba en su contra, por que apenas era la primera hora del día y no iban ni a la mitad.

Se inclino en su silla, apoyo un codo en la mesa y en la palma su mentón. Miro a su alrededor, a excepción de él y Elizaveta, todo el salón esta de pie.

Sin pensarlo, miro por ultima vez donde estaba parado el nuevo y se quedo helado.

Dos ojos de imposible color rubí lo observaban fijamente sin pestañar.

Ahora que lo observaba mejor, no era feo… y parecía algo ajeno a las demás que lo invadían de preguntas que el contestaba de inmediato, hubo muchas carcajadas, pero el pelinegro no sintió curiosidad alguna de saber de que se reían, todo lo que tuviera que ver con ese sujeto le fastidiaba. Al ver que no dejaba de mirarlo y que él mismo, por su parte, tampoco. Le dirigió una mirada recelosa y malhumorada, para dejar bastante claro lo que sentía por aquel sujeto y que no pensara por nada del mundo hablarle o acercársele. No si quería un mal trato de su parte.

Gilbert, por su parte, solo abrió un poco más lo ojos en sorpresa y compresión, y a continuación hizo algo que no se esperaba el austriaco.

Le sonrió, burlonamente claro, pero ero eso era una gran sonrisa, diferente a la que uso para sus presentaciones. Y más… No. Meneo la cabeza para apartar esos absurdos pensamientos y agudizo su mirada por si el sujeto no había entendido bien que intentaba decirle, no le salió tan bien como la primera vez, por que quisiera o no, la duda ya había hecho efecto en su persona.

El prusiano hizo la segunda acción más sorprendente del día y por si eso fuera poco… la más extraordinaria.

Le giño.

Y después se rio de la cara de perplejidad de Roderich.

Bien. Ok, ok, ok… ¿Qué…?

¿Ese descarado se estaba riendo en su cara? Y una cuestión más importante… ¿Qué fue lo que hizo antes…?

No, no, no… no, no. Se estaba precipitando, y malentendiendo las cosas, el fracaso de sus grandes logros por la intromisión del nuevo estudiante le había atrofiado el cerebro…

Si, seguramente era eso…

O también, estaba la posibilidad de que eso fuera dirigido a otra persona.

Si, también era seguro que fuese eso…

Se giro más tranquilo esperando encontrar a la desafortunada persona a la que eran dirigidas tan descaras insinuaciones.

Así fue…

Y por segunda vez en el día, sintió instintos homicidas, empujados por la más grande desolación de sus sentimientos.

Ese alguien… era Elizaveta Hedervary

¡SU ELI!

¡Que por si fuera poco miraba a aquel, a ese, ese… con una gran sonrisa en la cara! Entre divertida y encantada. Oh, por favor, ¡Esto no podía ser cierto!

¡La más grande de sus pesadillas personificada en carne y hueso! Su nombre, Gilbert Beilschmidt.

Sin pensarlo, se levanto, para terminar de ver como el nuevo le preguntaba algo ni más ni menos que al que le estaba dando aires en su declaración, Francis. Quien le sonrió y miro en su dirección.

Traidor…

Pero antes de que pudiera abalanzársele a cualquier persona, la puerta fue abierta por segunda vez.

— Sentados todos… —dijo un hombre sin expresión alguna.

Todos obedecieron a excepción de Roderich y Gilbert que seguían mirándose fijamente con expresiones contradictorias. Cuando el pelinegro sintió la mirada de Eli, se sentó de inmediato, ganándose otra sonrisa del nuevo que lo hizo gruñir.

El profesor, un hombre alto de cabello rubio y largo, miro a Gilbert y tras un par de segundo analizándolo le dijo:

— ¿Quién eres tú? —lo miro de arriba a abajo— ¿Y por qué no portas el uniforme como todos?

Era cierto ahora que lo notaba, el prusiano no tenía más que una chamarra gris oscuro arriba de una camisa negra y pantalones de mezclilla, para una persona tan apegada a las reglas como Roderich, aquello era un insulto a la escuela, si le hubiera preguntado a alguien se abría percatado que era el único que pensaba de esa manera.

— ¡Soy ni más ni menos que el grandioso Yo! —contesto— ¡Gilbert Beilschmidt! ¡Que ha venido a maravillarlo con su presencia! Y no puedo portar algo que aun no tengo… —dijo a toda respuesta.

Lo que a Roderich le pareció insolente y altanero, a los demás les pareció grandioso y genial, incluso la castaña disimulo sus risas.

— Silenció… —ordeno el hombre aun con la misma cara— Creo que te mencionaron en el aula de profesores… Apellido difícil… —murmuro.

— Alguien tan awesome como yo siempre es digno de menciones.

Más risas.

Tú y el profesor de educación física —musito para si mismo— Siéntate —pidió, pero Gilbert no se movió— ¿Y bien? —dijo con un poco de impaciencia.

— El maravilloso Yo no sabe donde sentarse, señor.

En seguida se escucharon muchos murmullos.

— ¿Todavía? ¡Silencio! —callo los murmullos— Roderich —llamo.

Todos miraron al pelinegro, pero él solo podía ver a una persona.

— ¿Señor?

— ¿No te corresponde como jefe de grupo, asignar a los nuevos compañeros sus respectivos lugares? —más que una pregunta era una afirmación.

No sabia que odiaba más, si la humillación publica o la sonrisa altanera del prusiano.

— Si señor, pero el nuevo no considero preguntarlo antes… —se defendió.

— Tú fuiste el único que no se acerco a saludarme —se encogió de hombros.

¿Saludarlo? ¡Saludarlo!

— A mi no me interesa que paso antes o mañana, desígnale un lugar y déjenme comenzar con mi clase… —ordeno impaciente mientras se levantaba.

—Si profesor —arrugo el ceño cuando Gilbert camino hasta él.

Pero cuando llego a su altura, lo paso de largo y miro a las espaldas del austriaco.

— ¿Eli, verdad?

Hijo de su…

— Si, y tu eres Gilbert, ¿cierto? —pregunto con una sonrisa.

— El mismísimo y más grandioso —se giro hacia Roderich quien lo miraba con el odio más grande que le pudo dirigir alguien. Sonrió — Cielos, no creí que alguien tan tedioso como tu, no supiera que primero se saluda a la señorita y después a los demás… —rió— Es broma, ¿Cómo estas?

Vete a la... —se contuvo— Vete, vete a tú lugar…

— Rode —reprocho la castaña— ¿Qué tienes…? ¿Por qué le hablas así?

— Déjalo —dijo Gilbert restado importancia y se giro hacia él— No ha tenido un buen día… —eso solo avivo el humor del austriaco.

— Eres un… Eres… ¡arggg…!

— ¿Maravilloso? ¿Fantástico? ¿Lo más grande y asombroso que has visto? ¡Oh, ya se! ¿El más guapo verdad? —comenzó a señalarse a si mismo mientras lo picaba.

Dado que iba a explotar, dedujo hacerlo con educación.

— ¡KONO OBAKA-SAN!

— ¡RODERICH EDELSTEIN Y GILBERT COMO SEA QUE TE LLAMES, A LA DIRECCIÓN, REPORTE POR ALBOROTO EN CLASE!

Mierda.

El día no podía ponerse peor, ¿Cierto?

¿Cierto…?

TBC


El ultimo dialogo termino así por que, uno, no se escribir todavía el apellido de Gilbo… y dos, ¿Alguien podría recordarlo a la primera…? xD

Me encanta esta pareja, no es mi favorita pero tampoco se queda atrás, si tengo que escoger me voy por el Yaoi, además ahí demasiada insinuación en el manga como para pasarlo por alto.

También e leído muchos Fics de los hetalianos en la escuela, y son bastante divertidos pero no terminan de gustarme… así que yo decidí hacer uno con la única excepción de que solo me centro en Prusia x Austria y a los demás los menciono, si no lo hiciera de esta manera terminaría revolviéndome, disculpen… Pero si quieren alguna petición de algo, cualquier cosa, con gusto are un esfuerzo.

Si, ya lo se, soy muy dramática, lo noto y no necesitan decírmelo, esta en las advertencias, pero siempre voy a tener algún mártir en mis historias xD

Se que en este capitulo hubo nulo Yaoi, pero en el siguiente lo habrá más, de todas formas el Fic habla sobre un trato que se propondrán estos dos.

Se que esta muy cursi el Fic xD Algún día les hare uno lleno de sangre, viseras y tragedias, pero hoy no…

¿Comentarios? Se que da flojera, aunque sea déjenme una carita sonriente y entenderé xD

Saludos.