Tú debes salvarte

Ese momento, tan fuerte en el que estábamos en el mar. Flotando en el medio del océano atlántico. Ese momento en el que tú me sostuviste la mano con toda la fuerza que te quedaba. Congelándonos y temblando en el medio del profundo frio. Quien pensaría que en el día de inauguración del barco más seguro y grande que ha existido, ese mismo día todas las expectativas se quebraron como un florero. Todo ocurrió rápido y fue totalmente tormentoso.

Pero no pensé que todo acabaría tan pronto. Recordé todo lo que había hecho para subirme al majestuoso trasatlántico. Recordé la vez que vi la hermosa cara de una niña rica a punto de saltar del del gigantesco barco y te salve de ese estúpido suicidio.

Pero ahora mi vida estaba pasando frente a mis ojos esa madrugada del 15 de abril de 1912. Le dije a rose que me prometiera que no moriría aquí, que seguiría viviendo, que tendría hijos y ella me respondió que lo haría con el poco aliento que le quedaba.

Yo estaba seguro de que si subía con ella en esa tabla flotante, nos hundiríamos los dos por falta de equilibrio. Yo estaba sin salvavidas pues ella tenía que sobrevivir y yo no podía darle el riesgo de perder su vida por lo cual me quedé con ella.

Había pasado mucho tiempo y me di cuenta que todavía estaba con ella y fui sintiendo que un frio muy fuerte, algo que nunca había sentido, subía lentamente por mis pies hasta que llegó a todo mi cuerpo. La impotencia y las convulsiones producidas por el frio era lo último que me preocupaba aunque este me estuviera atormentando. Solo hay alguien por quien estoy preocupado, esa eres tú. El frio y la tortura de ver a mi amada temblando de impotencia me estaban destruyendo por dentro. Por eso, en ese instante en el que un barco salvavidas fue en búsqueda de sobrevivientes, pude descansar tranquilo al saber que estarías a salvo. Todas estas cosas pasan por mi mente mientras llego bajando a lo más hondo del inmenso océano, nunca me olvides, y nunca olvides el amor que te tengo a ti, mi amada.