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La Niña Riddle

Lo único que se oía en el despacho del anciano director de Hogwarts era el sonido de los pasos nerviosos y continuos de Severus Snape.

Albus Dumbledore lo observaba con diversión mientras sostenía un pequeño bulto de sábanas en sus brazos.

-Yo no puedo cuidarla- dijo Snape.

-Claro que puedes- dijo Dumbledore -Tienes lo necesario. Es más que suficiente. Además, él te nombro su guardián.

-Pero, ¿no sería mejor llevarla con su tía?

-Si estoy en lo correcto, sólo estará segura contigo.- Dumbledore tenía una cara de preocupación con la que Snape no quería discutir.

-¿Y si su madre sale libre?

-Existen pruebas suficientes en su contra como para que, si fuéramos muggles, la sentenciáramos a pena de muerte. Pero aún sobornando a todo el Wizengamot sólo conseguirán reducir la sentencia a una cadena perpetua en Azkaban.

Severus aún no estaba convencido.

-Sólo tu puedes cuidarla, Severus. Y llegado el momento, le explicáremos todo.

-Pero, yo...

-Necesitas entender la importancia del asunto. Ella no puede ser criada en la ignorancia de quienes son sus padres, pero si le decimos desde muy chica, pueden suceder muchas cosas malas. No podemos criarla a favor de su padre, como lo haría su tía más joven, ni en contra, como haría su otra tía, o yo mismo, por si llega a regresar. Necesita una educación neutral, que sólo tu puedes darle.

-Pero, mi casa no está en condiciones para criar a un bebé.

-No te preocupes por eso, Severus. Eso yo ya lo he resuelto.

-¿Y que seré yo para ella?

-Su tío Severus. Ella convivirá con su madrina y con el resto de aquel círculo, pero debes evitar que se contaminé y debes alentarla a creer en lo que ella quiera. Al resto de la gente, sólo le diremos que es la hija de una de tus fallecidas primas. Diremos que su madre se casó con un arqueólogo muggle, lo cual explicara el nombre. Su apellido será Green.

-¿Cuándo le contaremos la verdad?

-Dejaremos que pase un infancia tranquila- Albus se levantó de su silla y camino hacia Severus Snape -Lo sabremos cuando el momento llegue. Ahora, -dijo pasándole el bulto al hombre de cabello negro- toma. Debes protegerla a como de lugar. Es lo mejor.

Cuando Snape la tuvo en brazos dio media vuelta, dispuesto a buscar un medio para ir a casa.

-Y, Severus- lo detuvo Dumbledore -Críala con sabiduría, ella bien podría ser nuestra salvación, o nuestra mayor destrucción. Ella es la hija del lado oscuro.


Con un ligero ¡crac! Snape apareció en un extremo de "la calle de la Hilandera", como decía el rótulo junto a él. Miró a la bebé en sus brazos. Para ser su primera aparición ella estába muy tranquila. Se hechó a andar con paso apresurado hasta la última casa. Sacó su varita de la túnica y con un movimiento y un ruido sordo la puerta se abrió.

Entró al salón oscuro y con las paredes llenas de libros, no parecía haber algún cambio. Subió el segundo piso de la casona. Exploró las habitaciones hasta encontrar una diferente. Las paredes pintadas de un agradable color lila decorado con lindas haditas de bosque (como las de las historias muggle) encantadas, como las pinturas, incluso se podían oir sus risas, sus alas aletear y sus susurros centellantes. Una delicada cuna de madera con dosel blanco y móvil de hadas iguales a las de las paredes, un mueble para bebés lleno de cosas para su cuidado, una cajonera y una tina completaban la decoración. Snape dejó a la bebé en la cuna y le hechó un vistazo antes de salir y cerrar la puerta.

Esa noche lo único que hizo Severus Snape fue leer libros sobre el cuidado de bebés. Títulos como; "Guía de supervivencia mágica para padres primerizos" y "Técnicas Avanzadas de Cuidado de Magos Bebés" figurarían para siempre en su basta biblioteca. No es que no supiera nada sobre como cuidar a un bebé –le habían encargado a el pequeño Malfoy muchas veces- pero era muy diferente cuidar a uno un par de horas que cuidarlo 24/7. Era un reto nuevo para él. Pero, ¿qué tan difícil podía ser?