Las cosas no van muy bien para Shinichi, Ran a conocido a otro chico y se ha enamorado de él. Cada día que pasa el joven detective ve a Ran más feliz y enamorada de ese chico, incapaz de soportar la situación, se va a EEUU con sus padres, Haibara le acompaña. Una vez allí, las conversaciones telefónicas entre Ran y Shinichi se van espaciando más y más, hasta que dejan de llamarse. Tres años después, ya con sus verdaderos cuerpos y el tema de la Organización resuelto, Shiho y Shinichi vuelven a Japón. Él sólo quiere recuperar su vida, no pretende buscar a Ran, pues sabe que es feliz con otro, pero ¿qué pasaría si el destino quisiera otra cosa? ¿Y si Shinichi se enterara de que Ran es madre de una niña de 2 años? ¿Y si Ran pensara que Shiho es ahora la novia de Shinichi?
Capítulo uno: El paso del tiempo.
Las cosas no van muy bien para Shinichi, Ran a conocido a otro chico y se ha enamorado de él. Cada día que pasa el joven detective ve a Ran más feliz y enamorada de ese chico, incapaz de soportar la situación, se va a EEUU con sus padres, Haibara le acompaña. Una vez allí, las conversaciones telefónicas entre Ran y Shinichi se van espaciando más y más, hasta que dejan de llamarse.
Tres años después.
El famoso detective Shinichi Kudo vuelve a Japón después de tres años en EEUU, lo acompaña una mujer de su misma edad, de cabello castaño rojizo y ojos verdes. Ambos vuelven con una sonrisa en sus rostros, pues todos los problemas se habían acabado por fin.
La Organización ya no existía. Colaborando con el FBI en Los Ángeles, habían logrado desenmascararlos y encerrarlos en prisión, y para mayor alegría, en uno de los laboratorios que la policía había cerrado, habían encontrado el APTX - 4869, y Haibara había fabricado un antídoto con el que habían recuperado sus cuerpos.
Ya sin la amenaza de la organización, cuando Shinichi dijo que volvería a Japón, Shiho quiso ir con él. Después de todo, Japón era su país natal, y ya no tenía nada que temer.
Cogieron un taxi para llegar a la mansión Kudo, donde ambos vivirían a partir de ahora. Al entrar en la casa la notaron llena de polvo y telarañas.
-Vaya - dijo ella -, se nota que hace tiempo que nadie pisa por aquí.
-¿Qué esperabas? - dijo él riendo - Hace más de tres años que nadie limpia.
-Y supongo que nos va a tocar a nosotros ¿no?
-"Elemental querido Watson", y más vale que toda la casa esté limpia antes de que traigan mañana el resto de las cosas de la mudanza.
Shiho suspiró.
-Bueno, al menos no hay muebles que limpiar. Pongámonos manos a la obra o no nos dará tiempo.
Shinichi asintió y comenzaron a limpiar. Afortunadamente, como había dicho Shiho, no había muebles que limpiar en la casa, la familia de Shinichi los había mandado trasladar a Los Ángeles poco después de la llegada de su hijo, así que sólo debían barrer y fregar el suelo y quitarle el polvo a las paredes.
Se habían traído en las maletas unos cuantos utensilios para limpiar, pero no previeron que la casa estaría tan sucia.
-Oye, Kudo.
-Shinichi - dijo él sin mirarla mientras seguía fregando el suelo.
-Bueno, Shinichi. Se nos ha acabado el limpia cristales, y queda poca lejía.
-Uf, y aún nos queda el piso de arriba, porque, el desván no hace falta que lo limpiemos ¿no?
Ella se rió.
-Me temo que sí.
-Vaya - se quejó él, desplomándose sobre la fregona.
-Tranquilo que no es tanto. Iré a comprar más productos de limpieza, además, hay que volver a familiarizarse con el barrio ¿verdad?
-Verdad. Ah, ahora que lo pienso, ¿qué te parece si cuando terminemos de limpiar (si es que terminamos algún día) le hacemos una visita a Agase?
-Me encantaría, no lo vemos desde su última visita, y de eso hace ya más de dos meses.
-Seguro que se alegra de vernos.
-Seguro, bueno, voy a por la lejía y lo demás. No hagas el vago mientras no estoy.
-Que no.
Shiho salió de la casa en busca de un supermercado.
Mientras, en casa de los Mouri, una joven de 20 años buscaba a su hija por toda la casa.
-¡Natsuki! ¿Dónde te has metido?
Se oyó una pequeña risa dentro del armario y Ran sonrió.
-Vaya, me pregunto donde estará - dijo mientras se acercaba al armario y abría la puerta de golpe.
En el armario se escondía una pequeña de algo más de dos años, de ojos azules y pelo castaño claro.
-Mami.
-Así que estabas aquí, pequeño diablillo.
La pequeña soltó una risita y Ran le sonrió con dulzura.
-Tengo que vestirte, hoy vamos a ver a los abuelos ¿recuerdas?
-Sí.
Los padres de Ran habían vuelto juntos cuando se enteraron del estado de su hija, Eri se había mudado a casa para ayudarla y con el tiempo ella y Kogoro se reconciliaron, ahora los dos vivían en el apartamento de Eri y Ran se había quedado en la antigua oficina de su padre.
Ran llevó a la pequeña al cuarto para vestirla, lo cual era una tarea titánica, pues la niña no paraba quieta ni un instante. Tras media hora de forcejeos, la joven Mouri consiguió vestir a su hija.
-Bueno - suspiró agotada -, ya está. Ahora te peino y nos vamos.
Peinar a Natsuki resultó más fácil que vestirla, pues a la pequeña le encantaba que le mesaran el pelo. Una vez preparadas las dos, salieron rumbo a la casa de los padres de Ran.
Por pura costumbre, Ran tomó el camino que pasaba frente a la casa de Shinichi. Le pareció que una mujer de cabello rojizo salía de allí, pero eso era imposible, esa casa llevaba años deshabitada. ¡Si incluso se habían llevado los muebles!
Al pasar por delante no pudo evitar girar la cabeza hacia la casa, pero no vio nada extraño.
"Son imaginaciones mías" pensó.
No le dio más vueltas y reemprendió el camino a casa de sus padres.
