Disclaimer: Naruto solo pertenece a Kishimoto. La historia es mía ambientada en el universo ninja.

El nacimiento del guerrero fénix

Capítulo 1: El niño maldito

Un niño pequeño de no más de 8 años de edad, cabello rubio, ojos azules, playera blanca de mangas cortas hecha de tela con el símbolo de la grande y poderosa aldea oculta entre las hojas tejido de color rojo en el frente de la playera, con un pantalón corto azul marino y unas sandalias caminaba por la aldea donde vivía.

Se encontraba en un área poco visitada del parque, con la cabeza cabizbaja, la mirada perdida y a punto de soltar a llorar. Había dos razones principales por las cuales estaba así de triste:

Número uno; todos parecían odiarlo, sus compañeros, los aldeanos en general, los shinobi en general, ¡hasta sus maestros parecían odiarlo! Nadie le hacía caso en sus dudas, compañeros y maestros, por igual, lo ignoraban. Los aldeanos lo miraban con frialdad, los comerciantes lo corrían de sus puestos, le gritaban y hablaban con rudeza e indiferencia, le vendían cosas de mala calidad y comida echada a perder, eso sí le vendían, y para rematar a precios exorbitantes. De no ser porque había encontrado un puesto de ramen hace 2 años donde no lo trataban mal estaría sumamente desnutrido y se enfermaría constantemente.

En los hospitales de la aldea nunca lo aceptaban, a menos de que el tercer Hokage diera la orden de que tenían que internarlo, además estaba seguro que tanto enfermeras como doctores habían intentado matarlo en más de una ocasión. Era prácticamente un milagro que siguiera con una relativa buena salud, y de no ser por el Hokage, sería un milagro que siguiera con vida.

Desde hace 2 años que lo echaron, literalmente a patadas, del orfanato, nadie se hacía responsable por él, nadie había querido adoptarlo o por lo menos ser su tutor. Por razones que el desconocía, el tercero no pudo adoptarlo, aunque realmente quería hacerlo. Al paso del tiempo se había acostumbrado un poco al trato que se le daba, pero nunca se acostumbraría completamente. Esa situación lo frustraba, nunca había hecho nada tan malo como para que lo trataran así.

Número dos; se acercaba su cumpleaños. Para cualquier otro niño el día del cumpleaños significa fiesta, diversión, ser apapachado por tus seres queridos. Pero para Naruto Uzumaki significaba tener que esconderse la semana previa a su cumpleaños y la semana que le sigue, la gente se ponía especialmente agresiva durante estas fechas y en una ocasión previa casi lo matan a golpes, no entendía por qué no había muerto. El Hokage se puso furioso, pero eso no aseguraba que no lo volvieran a intentar, o que no le dieran otra buena paliza. A él le gustaría no tener que esconderse en su cumpleaños, también le encantaría asistir al homenaje que se realiza en honor al cuarto Hokage, que se sacrificó hace ya casi 9 años para salvar Konoha del ataque del zorro demonio de 9 colas.

Naruto Uzumaki iba a cumplir 9 años de edad en tan solo 3 semanas, le tenía miedo a su cumpleaños, no había fiesta, no había regalos, no había felicitaciones, solo dolor, de hecho, era peor que el resto del año. Y odiaba no saber por qué lo trataban de esa manera, nadie nunca le había dicho nada acerca de por qué lo odiaban, solo le decían que lo odiaban.

—Bueno —dijo suspirando y resignándose a lo que le esperaba —será mejor reunir suficiente agua y comida… y buscar un nuevo lugar para esconderme…y sacar las cosas que considero importantes de mi departamento —y es que el año antepasado se le acabo la comida y acabo recogiendo alimento de la basura por las noches en los lugares menos concurridos, habían saqueado, destruido y/o quemado las cosas de su departamento, y el año pasado unos Chūnin encontraron el lugar en donde se escondía, por lo que estaba seguro que ese lugar lo mantendrían vigilado. El tercero condenaba estos actos y castigaba a una buena parte de los infractores, pero eran demasiados, no podía castigar a media aldea, bueno quizá estaba exagerando, no era media aldea, pero si mucha gente, además a la gente parecía importarle poco que los castigaran, no eran castigos muy severos, a fin de cuentas.

Tan metido estaba en sus pensamientos que no noto que estaba siendo observado, la persona que lo observaba era una niña de 8 años de edad de pelo color azul obscuro, corto, lacio y con dos mechones a los costados de la cara, con ojos blancos, vestida con playera de manga larga y pantalones de algodón, ambos de color azul claro, y con sandalias. Se encontraba escondida detrás de un árbol, asomando solo los ojos, con las mejillas sonrojadas y sosteniendo una bolsa en sus manos. A diferencia de la mayoría de la gente esta niña, de nombre Hinata Hyūga, observaba a Naruto con admiración desde hace año y medio aproximadamente. Hace dos años que había entrado en la academia ninja y en tan solo medio año se ganó su completa admiración.

Ella había estado observando como lo observaban los aldeanos, como lo trataban y como, a pesar de todo seguía adelante, superando los obstáculos, avanzando poco a poco hacia sus metas. Ella tenía en sus manos un regalo en una bolsa, se enteró de que pronto sería su cumpleaños. Con un último suspiro y con paso decidido salió de su escondite en dirección a Naruto, este al notar su presencia se alteró y se puso en alerta, lo que a su vez puso nerviosa a Hinata, quien se detuvo y se encogió a medo camino.

Ambos se quedaron observándose entre ellos, a los ojos, durante unos minutos. Naruto se estaba preguntando que hacia su compañera de clases en ese lugar y si le iba a hacer daño, Hinata por otra parte se estaba muriendo de la vergüenza y sostenía el regalo con fuerza. Finalmente, Naruto fue el primero en hablar y en romper el silencio.

—Hola, ¿cómo te llamabas? —pregunto un sonriente Naruto mientras se rascaba la parte de atrás de la cabeza.

—Etto, soy Hinata dijo bastante desanimada Hinata.

—Vengo a darte esto dijo extendiendo la bolsa de papel color café, realizando una pose de reverencia y cerrando bien fuerte los ojos.

Naruto se encontraba bastante desconcertado, se adelantó unos pasos y, desconfiado, agarro la bolsa de las manos de la chica.

—Gracias… ¿Por qué me das esta bolsa?

—E-es tu r-regalo de cumpleaños dijo Hinata con los nervios a flor de piel.

Naruto se quedó mudo y con una cara de sorpresa nunca antes vista en él, se pellizco para asegurarse que no era un sueño y abrió la bolsa, saco unos googles de tipo aviación de color verde obscuro.

—Son para que entrenes si hay viento o polvo, o algo que te dificulte la visión dijo una Hinata bastante roja, con una sonrisita tímida en los labios y todavía bastante nerviosa.

—A-además se pueden ajustar y son de cuero, s-si los cuidas te pueden d-du…

No termino la oración, pues de un momento a otro se encontró en un muy sentimental y fuerte abrazo de Naruto. Este la abrazaba, tal y como había visto que se abrazaban los amigos y las familias, sus ganas de llorar y su tristeza habían desaparecido momentáneamente, se encontraba muy feliz y con una sonrisa tan grande que no le cabía en la cara.

—Gracias, gracias, gracias Dattebayo. Nunca nadie me había dado un regalo de cumpleaños, te prometo que lo cuidare mucho y… ¿Por qué pones esa cara Hinata-chan? Te puedo decir Hinata-chan, ¿verdad?

—Me puedes decir Hinata-chan si tú me permites llamarte Naruto-kun.

—No entiendo, ¿cómo que tu primer regalo de cumpleaños? ¿Nunca nadie te había regalado nada? dijo una Hinata bastante triste por Naruto, tristeza que se reflejaba en su cara.

Naruto también se puso triste, por unos minutos no dijo nada, respiro hondo y prosiguió a contestar la duda de Hinata.

—Bueno, la verdad es que no dijo Naruto con un inusual tono entre seriedad y tristeza.

—Nunca nadie me había dado nada agradable en mi cumpleaños, de hecho, me escondo para que no me lastimen dijo manteniendo el mismo tono.

—Lo peor de todo es que no sé por qué todos me odian tanto dijo derramando unas lágrimas y queriendo llorar.

—Yo no te odio Naruto-kun dijo Hinata con la intención de que el rubio recuperara su ánimo.

—Así que, ¿no te dan regalo porque crees que te odian? pregunto Hinata curiosa.

—Me odian, lo sé. No todos, pero el tercero está muy ocupado para encargarse de detalles como estos, y como me escondo en mis cumpleaños no logra localizarme, no con Chūnin al menos. Pero nunca me ha dado un regalo, creo que es la única persona que me aprecia lo suficiente como para celebrar mi cumpleaños, si no estuviera tan ocupado, solo él…y tú. Gracias Dattebayo concluyo un Naruto con un tono bastante sereno.

Hinata no sabía cómo reaccionar, Naruto pasó de un estado de ánimo de triste a feliz, y de feliz a serio. Eso sin contar que su vida era más difícil de lo que creyó en un principio, no solo era huérfano, si no que tenía que cargar con el odio de todos en la aldea. Nunca había conocido a nadie como él, se preguntó si el resto de sus compañeros sabría, aunque sea algo acerca de la vida de Naruto, lo dudaba mucho. En los últimos 15 minutos había aprendido más de él que en año y medio de observación sigilosa a distancia, no era precisamente buena espía.

—Bueno Naruto-kun, me tengo que ir, debo seguir entrenando, que bueno que te gusto mi regalo dijo Hinata alegremente.

—Si, nos vemos Hinata… ¿Cómo te apellidas? pregunto Naruto con cara pensativa.

—Hyūga, y tú te apellidas Uzumaki respondió una Hinata con una sonrisa tímida.

—Sí, sí, así es Dattebayo respondió Naruto rascándose detrás de la cabeza y con una amplia sonrisa.

Naruto vio como la tímida niña comenzaba a alejarse, antes de que se perdiera de vista le alcanzo a preguntar:

—¿Te gustaría ser mi amiga?

—Si, c-claro Naruto-kun dijo una Hinata deteniéndose, volteándose y respondiendo tímidamente la pregunta, después siguió su camino.

Naruto continúo viendo a Hinata, alejándose del lugar, hasta que la perdió de vista. Se sentía inmensamente feliz, le habían dado su primer regalo de cumpleaños, había hecho su primera amiga, solo esperaba que no fuera, ni el ultimo regalo que le daban, ni la última amiga que hacía. ¿La maltratarían si los ven juntos? ¿La intentarían alejar de él?, nunca había tenido amigos y nunca se había preguntado eso, esperaba que no, tendría que platicar al respecto con ella de esos importantes detalles. No le gustaría que maltratasen a su nueva amiga únicamente por estar con él.

Con renovadas energías se puso en marcha a su departamento, había encontrado un lugar en donde podría esconderse de los aldeanos y de los ninja, solo tenía que moverse, mover sus cosas importantes y desaparecer por un tiempo, asistiría esta última semana a la academia, pero nada más esta y, tal vez, la que le seguía, y no saldría hasta una semana después de su cumpleaños, cuando se calmaran las cosas.

Ese mismo día se colocó su regalo, y entonces se hizo la pregunta: ¿Por qué me dio un regalo ahora y no en mi cumpleaños? Dedujo que no sabía que se escondía, aunque tampoco podía asegurar nada. Se encogió de hombros y le restó importancia, ya le preguntaría el día siguiente en la academia.