PROLOGO:
En una habitación pequeña, un hombre de apróximadamente 30 años de edad que vestía una bata de científico y tenía guantes blancos en sus manos, estaba ante su invento más reciente o mejor dicho lo tenía entre sus manos y la expresión de su rostro demostraba lo satisfecho que había quedado tras haberlo completado...
—Por fin lo he logrado, tras años y años de desarrollo y fracasos...— hablaba el hombre para si mísmo. —Por fin he logrado lo que para muchos les resultaba y les era imposible de crear... finalmente la primera y única máquina que permite viajar por el tiempo libremente y personal.— La máquina de la cual hablaba era una especie de brazalete con una pequeña pantalla tactil.
Al parecer, el científico no estaba solo en la habitación, pues una figura más pequeña le estaba escuchando desde unos metros atrás de él.
—Es grandioso escuchar eso padre.— habló la otra persona.
—Gracias, hija.— le contestó mientras lentamente la volteaba a ver —A partir de este momento nuestro destino cambiará… nuestro pasado volverá a reescribirse. Nada de lo que sabemos volvera a ser realidad, hija, no podemos dejar que los Pokemon dejen de existir, no volvere a permitir que eso suceda.— Eran ciertas aquellas palabras del cientifico, jamas en la vida habia hablado tan serio como esta ocasion. Las criaturas llamadas pokémon habían desaparecido de la superficie del mundo desde hacia unos años atrás y todo debido a una enfermedad que en su momento de epidemia la cura era un completo misterio. —Pero... Lamentablemente no podré ser yo el que viaje al pasado para evitar que ocurra nuevamente toda esta catástrofe...—
—¿A que te refieres? ¿No es para eso que creaste la máquina del tiempo?— pregunto curiosamente la niña.
—No puedo hacerlo debido a que yo existo en ese tiempo, mi estadía en el pasado afectaría la línea temporal de una manera tremendamente terrible…— le explico a su hija —Sí tan solo hubiera otra forma o yo no existiera en ese tiempo podria...—
—¡Yo iré!— dijo decidila la niña, interrumpiendo lo que su padre estaba hablando.
El hombre miró a su hija de manera preocupada. No quería creer lo que había escuchado, simplemente no podia aceptar esa propuesta...
—No, no puedo permitir que eso suceda.—
—Pero...— trató de hablar aunque rápidamente fue interrumpida por su padre.
—Sin peros, no te perderé así como paso con tu madre...— el hombre al recordar lo que había sucedido en aquella ocasión, no logro evitar soltar una lagrima de sus ojos color chocolate, una lagrima de dolor era la que resbalaba por su mejilla.
—¡Padre! sabes que es la única manera de salvar a los pokémon ¡Por eso, te pido que me dejes ir!— le suplico a su padre.
Ella tenía razón…
—Me niego a dejarte ir, solo tienes 10 años...— Aun no quería aceptarlo.
—Tu iniciaste tu viaje a los 10 años y no te ocurrió nada que no supieras arreglar.— insistió la chica. Su padre se había quedado en silencio, pues sabía que era cierto lo que le decía su hija. —Además, yo aun no existía en ese entonces. No debe de suponer un problema el que yo viaje a esa epoca.—
—Lamento decirlo, pero siempre habrá algún cambio espacio-temporal al interferir en el asunto del tiempo… sin embargo, el que tu vayas significaría mínimos cambios que pueden ser favorables o desfavorables para nosotros u otras personas. Pero como dices: tu estadía no afectaría en mucho la línea temporal de aquel tiempo.—
El hombre se mantuvo callado por unos instantes mientras pensaba detenidamente el asunto.
—Por favor, padre.—
—De acuerdo. Tu ganas. Pero prométeme que tendrás cuidado.—
—Sí, lo prometo en el nombre de los Ketchum.—
—Y espero que asi sea... Pero antes de que te vayas...— saca algo de su bolsillo —Toma—
—Es una… pokebola...— se quedo sorprendida la pequeña.
—Esa pokebola es especial. Tiene al último pokémon que existe en este mundo. Y te lo confío a ti, hija.—
—Papá...— una lagrima de felicidad brotó de cada uno de sus pequeños ojos debido a lo feliz que estaba. —Te prometo que lo cuidaré muy bien.— dijo mientras la tomaba con firmeza de las manos de su padre.
La chica tomó ahora el brazalete y se lo colocó para que luego su padre colocara las coordenadas del espacio-tiempo al que viajaría e iniciaría su viaje.
Tras unos segundos el brazalete empezó a brillar y tras la ultima despedida de ambos en un fuerte abrazo en el cual la niña desaparecio de entre los brazos de su padre... el hombre finalmente se quedo solo en aquella oscura y fría habitación.
—Adiós, Ashley— dijo el científico mientras trataba de hallar comfort en aquella inmensa soledad en la que habia quedado.
ESTA HISTORIA CONTINUARÁ...
