Hola (: Bueno, esta es mi primera publicación y además lo primero que escribo sobre la tercera generación de Harry Potter, bueno de hecho, es lo primero que escribo en relación a esto. Todos los personaje les pertenecen a J. K. Rowling, excepto el personaje principal el cual es un O.C que creé para la historia. ¡Oh, cualquier coincidencia de nombre es una casualidad! Realmente no me di cuenta en un momento.

Espero que les guste y se reciben todos los reviews.

La historia se basa entre Albus Potter & Jennifer Gregory (O.C) y otros personajes de la tercera generación los cuales van apareciendo a lo largo de toda la historia y algunos de ellos tienen tanta importancia como Jenn & Albus. A Jennifer la podrán conocer muy bien a lo largo de la historia y en el prólogo se darán un poco cuenta de como es ella.

Si la historia recibe buena aceptación, los capítulos serán más largos.

Prólogo

Se lograba observar la tristeza implantada en el rostro de un par de personas del centenar que estaba presenciando el velorio del viejo Thomas Gregory. La mayoría de ellas solo observaba en silencio los verdes lugares del cementerio, otras la coronas de flores que ofrecía el pésame a la única familiar cercana del anciano. Fingían prestar atención al discurso que daba uno de los amigos de Gregory pero sin duda ella sabía que todos querían irse de allí para estar de una vez en sus oficinas y seguir produciendo.

Jennifer, era la única nieta del anciano Thomas & Andrómeda Gregory; fueron ellos quienes cuidaron de ella cuando era tan solo una niña de dos años y se había quedado ya huérfana por circunstancias que desconocía hasta el presente. Para Jennifer Gregory ellos habían sido sus padres, ellos la habían criado y educado. Su abuela le había enseñado desde pequeña los sitios americanos del mundo mágico y las cosas que necesitaba saber sobre él antes que cumpliera los once años. Aquella dulce mujer le regaló sus primeros libros como Historia de la Magia y Grandes eventos Mágicos del siglo XX, la había llevado más de un par de veces cuando estaba en vida a conocer los callejones mágicos donde vendían todo tiempo de objetos que le servirían cuando entrara a la escuela para brujas.

Jennifer no se había podido quejar a pesar de que su abuelo muggle se molestaba constantemente cuando Andrómeda usaba su varita para enseñársela a su nieta, ellos habían dado mucho por ella. La castaña había recibido hasta ahora perfectamente su educación mágica en el Instituto de las Brujas de Salem y la catalogaban luego de haber rendido los TIMO's como una alumna sobresaliente de el resto de la clase.

A pesar de todo lo que había vivido Jennifer junto a sus abuelos y lo apegada que había resultado ser con ellos, volviendo al presente, se encontraba frente al ataúd cerrado que contenía al viejo Gregory. Se le había mostrado imperturbable durante los días que habían estado velando al anciano y no había mostrado una pizca de debilidad frente a la gente que concurrió a acompañarla. Todos se sorprendían al charlar con ella, calmada y centrada en los pasos a seguir.

Soltó un par de lágrimas al momento en que el cajón comenzó a descender para ser sepultado y dio impulsivamente un paso hacia adelante para dejar caer la rosa roja que había sostenido con firmeza durante los últimos días. La rosa se encontraba en perfectas condiciones.

Fue la única vez que vieron a Jennifer Gregory llorar.

Se sentía completamente cansada luego de estar tres días despidiéndose del hombre que había cuidado de ella desde los dos años. Creyó que debía estar con él hasta el último segundo y así lo hizo, no lo dejó en ningún momento. Su cuerpo estaba agotado y pedía un poco de comida, pero la tristeza lo consumía por dentro y se había olvidado de algo tan importante como alimentarse; pero no había llorado en ningún momento desde que había muerto su abuelo y tenía todos esos sentimientos ocultos a punto de estallar.

Solo esperaba llegar a casa.

Giró la llave en la cerradura de la casa, abrió la puerta y el frío que había dentro de ella era aun peor que el que existía afuera. No pudo ignorar al momento de entrar oler el aroma de su abuelo en cada sector del que había sido su hogar durante tanto tiempo. Recorrió cada rincón del lugar como si no los conociera, fijándose en las cosas que había en cada cuarto e inconscientemente…comenzó a llorar.

Rompió en un llanto desenfrenado al momento de caminar sobre el piso alfombrado del cuarto del abuelo, un sinfín de lágrimas corría por sus pálidas mejillas y sentía en su pecho comprimirse al darse cuenta de lo vacío que se sentía todo el lugar sin él; le costaba respirar incluso.

Las imágenes de lo vivido junto a él se agolparon en su mente: la primera bicicleta que le regaló para una navidad, cuando la impulsaba en un columpio del árbol de la casa, aquella vez en que la regañó por haber desordenado un juego de naipes; como también todos aquellos regaños al ocupar objetos mágicos en casa, como la escoba pequeña que ocupo hasta los ocho años.

Se recostó sobre la cama con cuidado, temiendo desordenarla y quitarle la esencia de Thomas Gregory; se descargó llorando sin cesar y sintiendo el profundo dolor por primera vez desde su muerte de la última pérdida que tendría.

Se durmió debilitada y sin resistir las horas de sueño, llanto y dolor que su cuerpo acumulaba.

Ahora estaba sola.

El ulular de Alma, la lechuza blanca-marrón de Jennifer la hizo despertar durante la mañana del día siguiente. Su estómago rugía y pedía alimentarse, pero Alma ululaba con una carta en su pico que le hizo nuevamente olvidar. En un rápido movimiento se la pidió y la lechuza se la dejó en la mano.

"Instituto de Brujas de Salem" leía la carta.

"Directora: Agatha Judd McCoy

Querida señorita Gregory:

El Instituto de Brujas de Salem tiene la triste tarea de informarle que ha sido transferida a otro establecimiento de educación mágico en la cual deberá realizar sus últimos dos años escolares a partir de la primera semana de septiembre. EL COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA tiene el agrado de conseguir una vacante dentro de sus alumnos de sexto año la cual podrá ser tomada por la señorita Jennifer Alexandra Gregory Greengrass luego de haber recibido los resultados de los TIMO's que la alumna realizo el año anterior.

Muchas gracias por haber sido participe del proceso educacional mágico del Instituto de Brujas de Salem y se les desea la mejor de las suerte en su nuevo establecimiento

Muy cordialmente.

Selene Witzigreuter

Subdirectora. "

Jennifer se sorprendió al momento de leer el trozo de pergamino prolijamente escrito, no por la noticia que sería trasladada, si no, por lo rápido que habían tramitado la salida del Instituto y el próximo ingreso en aquel nuevo e histórico colegio.

No fueron más de tres minutos los que pasaran para que dos nuevas lechuzas se pararan en la ventana del dormitorio y la miraran, ambas con cartas en sus picos. Se levantó de la cama y caminó hacia ellas para recibirles la encomienda y se fueran inmediatamente volando.

Leyó el titular de cada una de ellas; la primera era del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería; la segunda, del Ministerio de Magia.

Abrió por prioridad la proveniente de las altas autoridades del mundo mágico. El Ministerio expresaba el pésame por la pérdida reciente de Thomas Gregory y se centraba en informar en quien se había convertido en su nuevo tutor legal luego de que ambos habían fallecido. Astoria Greengrass, hermana de su madre, ahora Astoria Malfoy, era el familiar más cercano en la línea de ascendencia a quien se le había asignado la tutela de Jennifer. Actualmente, la familia Malfoy se encontraba informada de los hechos acaecidos en la familia Gregory y se encontraba en plena conciencia e informados que la muchacha quedaría a cargo hasta que cumpliera los 17 años. Le daban una hecha y hora para trasladarse a la mansión de la familia por medio de la red flu donde le esperaría su tía.

Tenía 24 hrs.

La otra carta de su actual nueva escuela, comunicaba complacidos de la existencia de una plaza en el colegio para que ingresara el primero de septiembre a clases, pero que antes, debía presentarse en las dependencias del colegio para que se le fuera asignada una casa a la cual pertenecer. Con ellos comería y viviría dentro del gran castillo, convirtiéndose según redactaba la carta, en su segunda familia.

Mandaban además otra carta con el listado de libros que debía comprar, junto con el uniforme que dé en adelante ocuparía, los libros y artefactos que necesitaría para las distintas clases.

Todo estaba sucediendo muy rápido.

Dejó guardadas ambas cartas dentro de libro de la historia mágica que siempre solía leer, era lo suficientemente largo como para mantenerla ocupada cuando quisiera obtener un dato curioso.

Se trató de relajar durante el primer y único día que tendría para estar completamente sola en casa, con algo de tranquilidad.

Salió de su habitación rumbo a la cocina y se comenzó a preparar desayuno. Deseaba ocupar la magia en esos momentos porque se sentía débil, pero se vería en aprietos si la usaba fuera de la escuela. Su estomago rugió e improvisó inmediatamente algo con un par de huevos y unas salchichas que fuera contundente para el hambre. Eso calmaría su estómago por unas horas hasta terminar de empacar sus pertenencias.

Encontraba increíble como estaba comunicado el ministerio de magia para seleccionarle de inmediato un tutor para cuidarla en tan solo un tres días de que había quedado sin uno. Le habían buscado un lugar donde llegar, quien la cuidaría y dónde estudiaría en adelante.

—Sorprendente…—murmuró echándose el último bocado de huevos revueltos a la boca. Su voz había sonado ronca y débil, pero no esperaba para más si la situación no la acompañaba para nada.

Subió hasta su habitación luego de haber lavado y dejado ordenado las cosas que había ocupado para el desayuno. Cogió dos maletas enormes que solía utilizar cuando iba de vuelta al Instituto luego de las vacaciones, aun que solo utilizaba una.

Tomó absolutamente toda su ropa que había en su ropero y cajonera y la guardó dentro de la primera maleta, junto con sus zapatos y maquillaje, todo aquello que servía para vestir repletó la primera de las valijas. En la segunda, tomó sus libros de magia—de los cuales había aprendido en el Instituto—como también los que compraba cuando iba a comprar al pasillo mágico, sus cajas de recuerdos y un gran montón de fotos móviles que tenía junto a sus compañeros de clases y sus abuelos; sus plumas y cuadernos utilizados en sus cinco años de enseñanza en Salem como también una colección CD's musicales de las bandas americanas que tanto le gustaba.

Limpió la jaula de Alma como otro de sus deberes, dejó a la lechuza dentro de ella con comida y agua suficiente. No olvidó arreglar la peculiar cinta roja que le ataba con delicadeza alrededor del cuello del ave.

Una vez que ambas valijas estuvieron repletas con sus pertenencias, logró pensar con mayor detenimiento lo que le estaba sucediendo. Todas las noticias juntas habían dejado su mente repleta de tareas que no le habían dado tiempo para fijarse en cómo se encontraba ella. Observó su cuarto, notoriamente más vacio y lo sentía más obscuro…Debía irse. Ya estaba fuera del Instituto que la había recibido a los once años y en donde había hecho grandes compañeras, había vivido mucho tiempo allí. Sus abuelos, ambos, habían dejado el mundo de los mortales y la habían dejado sola, su pecho se comprimía con el solo hecho de recordar lo compartido junto a ellos y todo lo que les debía; Segundo, debería irse a una casa con extraños, aun que eran su familia, los sentía como unos completos desconocidos, si no tenía idea de que ellos existieran antes de que la carta le informara; debería asistir a una escuela alejada a kilómetros de su hogar, que tal vez, enseñaban totalmente distinto a como en el Instituto, de hecho, allí estaban todos divididos por casas.

Se sentía mareada con la ola de sucesos que estaba viviendo, no la dejaban razonar lo suficientemente para protestar u opinar sobre el tema. Solo sabía que debía afrontar con la frente en alto cada uno de los cambios y cuando llegara el momento emitiría juicio sobre aquello. Ya había llorado lo suficiente el día anterior como para hacerlo aquel día; solo le quedaba soportar la tristeza con la mayor calma posible.

El último pensamiento que se le cruzó por la mente antes de seguir dejando todo cubierto en sábanas para dejar su hogar al día siguiente fue.

¿En qué casa sería seleccionada?

¡Espero que les haya gustado!