¡YAHOI! Hola de nuevo. Sí, estoy trabajando en mis continuaciones pendientes, pero también dije que iría subiendo alguna que otra cosita. La razón de que suba una historia en proceso es porque esta en concreto ya la tengo terminada y a buen recaudo, guardadita en un pendrive que tengo siempre en mi mesilla de noche, de donde no lo muevo salvo para engancharlo en el ordenata. Más información en las notas finales.

Disclaimer: Naruto y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto. La idea original de esta historia tampoco es mía, sino que la saqué de un doujinshi que encontré hace un tiempo de casualidad. Aunque, ya aviso, si conocéis dicho doujin mi fanfic no tendrá casi nada que ver con ese doujinshi. Para empezar no habrá lemon. Y salvo dos escenas contadas, creo, el resto es pura imaginación sacada de mi cerebro. De todas maneras, créditos al autor/a por la idea original, que me inspiró para escribir esto.

Dicho esto, espero que os guste.

¡Leed y disfrutad!


Prólogo


Hinata suspiró, escondida entre las ramas de los árboles. Kiba estaba a su lado, temblando por la impaciencia, al igual que Akamaru. Ambos se encontraban en medio de una misión de reconocimiento y anulación, esperando a que los insectos de Shino terminaran de hacer una panorámica del terreno y volvieran a su dueño con la información.

Pero la espera la estaba matando. No podía dejar de pensar en que en la aldea, en una preciosa casa con jardín, había dejado a un angustiado y preocupado rubio aguardando su vuelta, rezando por su seguridad. Sabía que su marido no era conocido precisamente por su paciencia, y menos si se trataba de ella. No era la primera vez que quedaba con las chicas para una salida casual y al volver se lo encontraba subiéndose por las paredes, con los pensamientos más inverosímiles rondando por su cabeza.

Rio al recordarlo. Para él, el que ella aceptara sin más su propuesta de matrimonio le parecía casi irreal, a pesar de que conocía perfectamente sus sentimientos al respecto; desde esa, el chico parecía empeñado en convencerla de que había tomado la decisión correcta. Muchas veces se había encontrado con que sus mejores amigas, Ino y Sakura, le comentaban la envidia que le tenían.

—Eres una suertuda, Hinata. Seguramente en estos momentos eres la mujer más consentida y mimada de toda la aldea—le había dicho la rubia en una ocasión. Ella, por supuesto, se había sonrojado, asegurándoles que no era para tanto.

Un movimiento por parte de Shino la puso de nuevo en alerta. Miró para Kiba y ambos asintieron. La chica activó su Byakugan y les indicó a sus compañeros el número de guardias: dos en la entrada principal, cuatro en una salita jugando despreocupadamente a las cartas, otros dos en la salida trasera y tres en el tejado.

Ninguno era shinobi, a juzgar por la falta de chakra en sus cuerpos, por lo que la misión debería de resultar sencilla: noquear a los vigilantes y hacerse con las drogas que aquellos maleantes pretendían distribuir por todo el país del fuego.

Shino soltó a sus insectos una vez más; los bichos fueron en fila, silenciosos ante la orden de su amo, directos hacia los que hacían de vigías en el techo de aquella guarida. Pronto cayeron dormidos, uno a uno. Los dos de la puerta apenas tuvieron tiempo de reaccionar cuando de un salto ella cayó ante ellos, dejándolos inconscientes al segundo con su jūken. Kiba y Akamaru los arrastraron hasta un lateral de la casa, para que ninguno que se asomara por casualidad viera los cuerpos dormidos de sus compañeros.

El Inuzuka y su compañero canino se encaminaron enseguida a la parte de atrás, para encargarse de los dos guardias que allí estaban apostados, mientras que Shino y Hinata se agazapaban a ambos lados de la entrada principal. La chica activó una vez más su línea de sangre, indicándole al Aburame que los cuatro que estaban dentro no habían notado nada. Así que sigilosos como gatos, se adentraron en el interior de aquel sitio. Shino liberó sus insectos una vez más, consiguiendo que tres de los guardias que quedaban cayeran profundamente en la somnolencia. El cuarto miró confuso como sus compinches caían uno tras otro, sin entender nada.

No hasta que sintió el filo de un arma rozarle el cuello. Al instante las piernas comenzaron a temblarle.

—No te muevas. Solo queremos información, nada más. —El hombre asintió, tragando saliva. Sin dejar de apuntar el kunai a su garganta, se hizo a un lado para que Shino le atara las manos. Solo entonces retiró Hinata el arma y la guardó en su bolsa.

—¿Dónde están las drogas?—preguntó Shino, yendo al grano. El tío hizo un amago de sonrisa, que se quedó en nada al ver como una nube de insectos salían del cuerpo del ninja. El pánico lo asaltó ¿de verdad esa gente eran seres humanos?

—¡E-en el sótano, tras una trampilla secreta! ¡Pusimos medidas anti-chakra… —Hinata asintió, por eso no había podido descubrirlas con sus ojos.

—Yo me quedaré con él, Kiba vigilará, su olfato nos dirá enseguida si se acercan enemigos. Ve y asegura esos paquetes. —Hinata obedeció, sabiendo que aquella era la mejor opción.

Se dirigió a las escaleras, comenzando a bajarlas con cautela, por si acaso se les había pasado algún miembro de aquella banda de contrabandistas. Activó su Byakugan por tercera vez a medio camino, inspeccionando los alrededores cuidadosamente. En su escrutinio descubrió debajo de unas piedras una trampilla de madera oculta. Bajó de un salto el tramo que le faltaba, justo en el punto exacto. Cogió aire, acumuló chakra en la palma de su mano y golpeó el suelo, haciendo añicos tanto la piedra como la madera que había debajo. Se dejó caer en el agujero, sin desactivar en ningún momento el Byakugan. Algo que le valió para esquivar un ataque desde su espalda.

Se agachó en el momento justo y se giró rápidamente, golpeando al tipo en el pecho. Su atacante se quedó sin respiración y empezó a toser sangre. Hinata sintió un escalofrió al ser consciente de que le había dañado seriamente el corazón, pero pronto pasó la incomodidad. Había aprendido con el tiempo a lidiar con ello. Era una shinobi de la Hoja, una Kunoichi, la mujer que el héroe de las naciones ninja había escogido como esposa.

No deshizo su posición de defensa ni siquiera al ver como el pobre diablo caía al suelo entre jadeos.

—No deberíais haber venido. No nos gustan los traficantes en nuestro territorio—sentenció firme. El hombre hizo un sonido que a la chica le pareció una risa.

—Sa-sabía que era un e-error, esos gilipollas n-no quisieron e-es-cu… —Un nuevo acceso de tos lo hizo desistir de decir algo más. Hinata suspiró y se volvió, inspeccionando el contenido de las cajas que allí se amontonaban. Sintió repugnancia al ver la cantidad de sustancias peligrosas que aquellos hombres pretendían introducir en su país, en sus villas.

—¿Estas son todas?—preguntó. El hombre asintió con dificultad. Se acercó a las cajas. Calculaba que allí debía de haber unas 50. Suspiró, tardarían una eternidad en moverlas todas. Tal vez lo mejor sería solicitar la ayuda de algunos genin o chūnin para su traslado a Konoha y que así Sakura y los Nara pudieran identificar aquellas drogas.

Se dirigía a la salida cuando sintió un agarre en su tobillo. Miró al hombre y suspiró, cansada. Ya se estaba preparando para dejarlo inconsciente cuando una sonrisa burlona de su parte la puso en alerta. Activó su Byakugan justo para ver a aquel tío lanzar contra el suelo unas pequeñas bolas repletas de pólvora.

Consiguió desasirse del agarre y tuvo tiempo de gritar para avisar a sus compañeros, pero pronto las paredes estallaron y comenzaron a derrumbarse, destrozando las cajas con las drogas en el proceso y derramando y esparciendo su contenido por todo el húmedo sótano.

—¡HINATA!—El grito de Shino y Kiba fue lo último que escuchó antes de caer en la inconsciencia.

Y su último pensamiento antes de cerrar los ojos fue para su amado rubio de ojos azules.

Naruto-kun.

Fin prólogo


Buenos, vosotros diréis. Esto es solo el prólogo, así que es corto y no muy esclarecedor, pero aun así espero que os haya dejado con la suficiente curiosidad o intriga como para que queráis seguir leyendo xDD.

Pasando a otros temas: como ya dije arriba, este fanfic ya lo tengo terminado. Consta de nueve capítulos más este prólogo. No tiene epílogo y, repito, ya lo tengo finalizado, al 100%. Así que no voy a tardar milenios en actualizar. Eso sí, aún no sé muy bien el ritmo de subida de los capítulos. No quiero apresurarme mucho pero tampoco dejar pasar demasiado tiempo. Quiero daros el tiempo de leer cada capítulo y que podáis dejar comentario y/o críticas (constructivas, por favor). Porque, ya sabéis...

Un review equivale a una sonrisa.

Lanzaré la pregunta, entonces: ¿qué preferís? ¿Actualizaciones semanales? ¿Cada pocos días? Por favor, hacédmelo saber. Quiero que esta historia os guste tanto como a mí me gustó escribirla.

*A favor de la campaña con voz y voto. Porque dar a follow y favoritos y no dejar review es como manosearme una teta y salir corriendo.

Lectores sí. Acosadores no.

Gracias.

¡Nos leemos!

Ja ne.

bruxi.