Fic en Proceso de Edición.


Sabía que su vida había acabado al tomar esa decisión, abandonarlo todo, y en todo, eso incluía a sus amigos, su hermano y alguien que pudo terminar siendo algo más que un simple amigo. Siempre observaba desde ahí arriba a sus seres queridos, a sus padres llorar con una fotografía suya, su hermano siendo frío con todo quién se cruzara a su paso y evitando a quien sea y muchas otras cosas…

- PDV Del Principal -

"¿Señorita?"

Se me acerca una joven de pelo rubio, era alta y se le veía amable. En esos momentos no le hice caso ya que esta sumida en mis pensamientos, ella insistió como un pequeño niño queriendo ir al parque a jugar pelota.

"¿Si?"

Respondí yo con una sonrisa fingida, desde ese momento que paso hace varios meses no he podido volver a sonreír, cosa extraña proviniendo de mí ya que siempre soy muy alegre y entusiasta. Los ojos azules de la joven me miraban profundamente y su vestido blanco se movía con el viento, yo le devolvía la mirada con mis ojos marrones – rojizos ya que no sabía exactamente que color eran, la mayoría de veces eran rojos.

"Por favor, sígame"

Me dijo sin vacilar mientras daba media vuelta y emprendía su paso entre las nubes hacia un muy gran edificio color mármol lleno de vegetación y flores. Alas blancas salieron de su espada lo cual no me sorprendió ya que en este lugar era común. Me quede pasmada mirando sus alas pensando que por esa razón los demás ángeles se burlaban de mi, nunca logré tener unas, además eso era un sueño imposible.

"El día de hoy, estamos reunidos aquí"

Dijo un viejo y sabio ángel el cual todos admiraban por ser como ya mencioné "sabio" ya que para mi solo hablaba puras tonterías mientras yo entraba por la gran puerta marrón. Habían muchos ángeles me quedaban mirando y murmuraban entre si, como si no pensarán que me daría cuenta, que ingenuos son realmente. Cuando llegué al frente de viejo este dijo:

"Para el juicio de esta joven"

Yo detestaba que me hablaran así aquí, no se les ocurría mencionar mi nombre y ese mismo día me moleste mucho y esa fue la gota que colmó el vaso y reaccioné de una manera inesperada.

"¡Dígame Señorita Kamiya o algo así!" dije yo molesta mientras el viejo ángel me miraba sorprendido "O si eso no le parece suficiente llámeme Hikari"

Esa última palabra casi le dio al viejo un infarto.

"¡Ese nombre no lo merece tener Señorita Kamiya! Y cuando los mayores hablan se les debe mostrar el mayor respeto posible así que a callar!" se le notaba enfadado, lo cual no me importó demasiado.

"¿Usted sabe porqué se encuentra en este lugar no es cierto verdad?"

Seguía hablando el viejo arqueando una ceja lo cual me hizo pensar mi respuesta.

"Si, se porqué y debo de admitir lo cual los dejará sorprendidos que no estoy del nada arrepentida por hacerlo, en realidad me siento de maravilla" dije con un genio malhumorado dejando a todo el salón callado observándome, pero realmente no todo eso era verdad.

"Señorita Kamiya, usted, se va ir de aquí por cometer el más grande de los pecados"

Me hizo paralizar.

"¡El suicidio…!"

Al escuchar esas palabras me asusté demasiado y comencé a sentir que la oscuridad me absorbía más y más. Toda se oscureció al final y me desmayé.

xXx

Al despertarme me abrasé a mi misma del susto y pude percibir algo en mi espalda, lo fui tocando poco a poco, era algo puntiagudo y me di cuenta que eran pequeñas alas negras lo cual me asustó mucho e hizo que levantara mis manos e hiciera tocar mis orejas las cuales estaban ligeramente puntiagudas y largas. Sonreí sin saber porqué y sentí con mi labio un colmillo pequeño, muy pequeño y al bajar mi cabeza vi que vestía de negro.

Al pasar los días me enteré que estaba en el mundo de los demonios lo cual me hizo sentir ni feliz ni triste. Se me era indiferente. Cuando el comité de Demonios me llamó para conocerme me dieron una propuesta que ni al mismo cielo se le hubiera ocurrido darme luego de oír mi historia. Me estaban dando una oportunidad de renacer y poder terminar mi vida, bueno no exactamente… me iban a hacer renacer totalmente opuesta a mi verdadero ser y tenía que lograr decirles a mis seres queridos porqué lo hice y así podré descansar en paz. Yo acepté sin vacilar ya que estaba muy decidida.

"Vas a tener la segunda oportunidad que se te negó... pero ten en cuenta lo siguiente. Los milagros no son gratis. Siempre se debe dar algo igual de valioso como un justo intercambio. Es así como el balance del mundo se mantiene"

La mujer que musitó dichas palabras, de cabello largo color fucsia, me rodeó con sus brazos.

En ese momento, una luz negra me envolvió mandándome de regreso a la vida…