Desde pequeña la vista de este completo de departamentos me encanta. Había esperado ser mayor de edad para poder vivir en un lugar así. Y hoy, finalmente estaba cumpliendo el primero de muchos objetivos.
Me volteo y suspiro. La piel se me eriza, otra vez, al imaginar todos mis muebles en un lugar específico de la sala. Si cierro los ojos puedo hasta verme recostada en mi sillón rojo de cuero, con mi notebook, en el verano y en esta misma sala.
-¿Desea dar que le haga otro recorrido por la casa, señorita?-suspiro otra vez, y al mismo tiempo reaparece el propietario de este complejo de departamentos por la puerta principal-Le aseguro que no encontrara otro mejor que este-acaricia las paredes turquesas y sonríe-fingir no sirve de nada, se que ha quedado prendada por la vista- ríe y parece un señor agradable. Se que es señor agradable.
Me apoyo en la ventana y me cruzo de brazos, fingiendo considerar mi decisión. De reojo lo observo y agradezco a los lentes oscuros para el sol que traigo puesto, porque así es más fácil verlo sin que piense que me le estoy insinuando.
Casi no me sorprende lo mucho que ha cambiado con estos años, poco a poco se esta volviendo una copia de su padre. Una sonrisa quiere formarse en mis labios al recordar las peleas de él con su padre, o como todos le llamábamos, Viejo. Tiene varios pelos blancos en su cabellera negra y todavía conserva esa barba castaña casi rojiza con algunas canas igualmente.
-Deberá decidirse en este instante, vera…tengo varias ofertas-se cruzo de brazos y levanto los hombros, mirando hacia fuera del departamento. Hjm, solo quería parecer importante. No me miraba a los ojos porque era mentira.
-Oh… ¿En serio?-quería reírme de el. Si había implementado la técnica del tira y afloje, es porque en realidad necesitaba que le alquilen este depa.
-Si. Así que, ¿Qué me dice? ¿Lo quiere o no?
-Si. Lo quiero-asintió y se fue buscar los papeles y la llave del departamento. Estábamos en el tercer piso, por lo que por el poder del eco pude escuchar su grito y baile de victoria.
Bien. Ya estaba lista para la cereza de este pastel.
Dejando mi maleta para indicarle a White que aun seguía aquí, atravesé diagonalmente la sala y me adentre en el pasillo donde estaban las dos habitaciones y el baño.
Me detuve en la primera puerta. Una de las habitaciones. Este seria mi dormitorio y no podía ser otro. En realidad había tenido mucha suerte en que precisamente este departamento estuviera desocupado y no otro. Si hubiera sido otro me habria deprimido y ofendido con mi suerte. Quizás hasta me hubiera ido a otro lugar.
Puse mi mano en el picaporte y abrí la puerta. Al instante, recuerdos de mis amigos y yo, jugando en esta habitación, siendo sorprendidos por Viejo muy enojado en silla de ruedas, escribiendo nuestros nombres detrás de un armario, dejando nuestras huellas con lodo en la ventana. Me provoco mucha nostalgia y alegría. Extrañe mucho aquellos días con ellos.
El armario ya no estaba y pude ver los nombres de mis amigos y el mío en un rincón. Me acerque mas y descifré que habían intentado que no se notara tanto pintando la habitación de lila, el mismo color con el que los nombres se escribieron.
Escuche pasos pesados y apurados venir hacia aquí para luego detenerse de pronto y luego venir hacia mí. White asomo su cabeza por la puerta y ajito varias hojas en su mano-traje los pape…-abrió los ojos y se acerco a mi-veo que lo noto. Esperaba que la pintura lo haría algo así como, no lo se, ¿invisibles?-rasco su cabeza y de pronto su mirada adquirió preocupación-¿no es inconveniente verdad? Los inquilinos que estuvieron aquí antes dijeron que no tenían problema mientras solo fuera eso…
-Tranquilo-me sorprendí diciéndole con demasiada confianza. El me miro sorprendido y sonrío con incomodidad. Aclare mi garganta y volví a hablar-Descuide, no es un problema.
Saco un boligrafo de su bolsillo trasero, me tendio los papeles y se volteo agachandose unos centímetros, quedando maso menos a mi altura. ¿Qué esta..?
-Puede usar mi espalda-dijo simplemente.
Ya con todos los papeles del alquiler firmados por ambas partes-propietario y inquilina-, procedio a acompañarme a la salida del departamento. Ambos estuvimos de acuerdo en que mañana traeria mi equipaje restante y los unicos muebles que tenia por el momento como la cama que habia comprado antes de venir hacia aquí, e iniciaríamos con la mudanza. Y todavía necesitaba sabanas, almohadas y muchas cosas mas. Me habia venido a este pais unicamente con mis maletas llenas de ropa y mis ahorros.
-Y usted ¿de donde es?-pregunto mientras cerraba con llave el departamento y me la entregaba.
-Estados Unidos.
-Ha venido de muy lejos… ¿y que la trae por aquí?
-Sueños, por así decirlo.
-¿Es una chica de pocas palabras, eh?
Solté una ligera risa pero tuve que detener mi paso, al ver que él hacia lo mismo.
Estaba viendo la página donde estaban mis datos personales, mi firma y mi aclaración. Frunció el ceño y cuando volvió a releer, se froto el rostro y luego los ojos.
-Disculpe, pero...-susurro, ya sin esa alegría que había tenido al principio, ahora sonaba mas bien confundido-¿acaso usted esta relacionada con Spirit Albarn?
-Estamos relacionados, si. ¿Lo conoce?
-Algo así-retomo el paso y nos metimos en el ascensor. Presiono el primer botón y este vibro. Me puso nerviosa estar en un lugar pequeño con el. Tenía muchas ganas de abrazarlo y gritar '¡Soy yo! ¿Cómo no te diste cuenta, anciano?'-Cruzando la calle, hay un orfanato. Yo trabajaba ahí hace años.
-¿Sigue en vigencia?-cuestione. Aunque ya sabía la respuesta.
-Por su puesto. Siempre habrán niños que necesiten de un hogar. Siempre habrá padres que, por una u otra razón, no puedan cuidar a sus hijos-me explico con tono triste- Ese lugar es bastante actual, quizás tenga unos treinta o cuarenta años activo. Spirit Albarn y su esposa adoptaron a una niña allí-suspiro- La única niña. Se llevaron a mi Tommy. Tenia ocho años cuando se la llevaron, ahora tiene veintiuno y hace cinco que no la veo-mira fijamente las puertas por varios segundos, sacude su cabeza, negando algún pensamiento y frota sus ojos. Vuelve a presionar el botón con el numero uno frenéticamente, como si eso hiciera que bajara mas rapido-esta carcacha que no se apura.
-¿Cuál era su nombre?-las puertas del ascensor de abrieron y el suspiro tranquilo. Cambie de mano mi maleta y el, al ver esto, me la arrebato de mis manos sin decir nada mientras nos dirigíamos a la calle-Gracias-guarde silencio un segundo-Puede ser que la conozca.
-Tommy-repitió. Mi viejo nombre dicho por él, se sentía muy raro ya que nadie me llamaba así ahora, pero aun así extrañaba escucharlo.
-¿Quiere que le pida un taxi?-con mi maleta en una mano, uso su mano libre para sacar su teléfono móvil del bolsillo de su pantalón. Con mucha impresión, observe como movía ágilmente su pulgar por la pantalla. El se dio cuenta de mi mirada y muy orgulloso por impresionarme, inflo su pecho y dijo: tengo muchos hijos, mando mensajes de texto diferentes a todos ellos. Es la práctica.
Me reí y pregunte: ¿Cuántos hijos tiene?
-Seis.
-Esos si que son muchos mensajes-sonreí.
-De hecho…-guardo su móvil en sus pantalones otra vez y todo en el se torno serio-tengo ocho hijos.
-¿Cómo así?
-Tommy, podrá no estar conmigo, pero…-miro el cielo y sus ojos parecieron brillar. No se si por que estaba recordando algo feliz o quizá porque quería llorar. Pero por inercia yo también mire el cielo. El sol estaba escondiéndose, pero lo mas hermoso eran los colores que anunciaban la llegada del atardecer. Comenzaba con un puro amarillo que luego subía y se convertía en un anaranjado tapado por las nubes, subía mas y un rosa se entremezclaba entre los colores calidos y lo celeste del cielo, las nubes se veían tan esponjosas-esa niñita tan irritante-no nos miramos, seguimos contemplando el cielo-siempre tendrá un lugar en mi casa y en mi corazón… ¿Estas escuchándome, niñita tonta?
Fruncí el ceño y el cielo me pareció pura mierda de repente. Me confundía con su actitud. Gire mi cabeza hacia el, dispuesta a preguntarle '¿Qué demonios, anciano?', pero no me esperaba la sonrisa burlona en su rostro
-¿Planeabas irte, así, como si nada?-volteo su cuerpo hacia mi y no me había dado cuenta hasta ahora de las dos cabezas que me sacaba-estas muy diferente, dejaste crecer tu cabello.
-Planeaba decírtelo a último momento. Mi malévolo plan era subirme al taxi y gritártelo mientras me retiraba lentamente. Algo muy dramático.
-¡Mocosa!-grito si poder contener su cariño mas, dejo caer mi maleta al suelo y me tomo en sus brazos, estrujándome y elevándome mientras ambos nos reíamos.
-¡Anciano!-me sujete de sus hombros y lo estruje también, a mi muy debilucha manera.
-¡Vamos! ¡Los chicos deben saber que volviste! ¡Santo dios, se van a poner como locos!-levanto mi maleta del suelo y me jalo sobre su hombro, llevándome en contra de mi voluntad a donde sea que estaban los chicos.
-¡Los vecinos podrían vernos! Tus vecinos, mis nuevos vecinos. Ya bájame, anciano-aunque intentaba sonar irritada, la verdad era que no podía agrandar mas mi sonrisa. Realmente me dolían las mejillas y mi cara se estaba calentando de la vergüenza.
Cuando note habíamos pasado los departamentos, e intente voltearme para echarle un vistazo a la casa de White, pero me fue negado ese privilegio debido a que mi raptor me dio una sacudida-¡Soy joven en el interior!
Me reía estruendosamente, si había alguien en la casa de White no sabia como es que no nos había notado por mi risa.
-Si no hubiera leído tu apellido no te habría reconocido-aclaro feliz. Mi pecho comenzó a contraerse al recordar como era yo hace cinco años-Jamas había visto tu cabello natural, siempre...-dudó de continuar y yo cerré mis ojos. Si los cerraba quisa no seria tan doloroso-usabas esas pelucas y los lentes de contacto.
-Lo sé-respondí y me sujete mas fuerte de la espalda de White, la amenaza de lagrimas en mis ojos me desertaron. No dejaría que su recuerdo me desestabilice. Me concentre en estar feliz y en la energía positiva, después de todo vería a mis amigos y con ellos no podría deprimirme-oh dios, ¡veré a mi pandilla!
Estoy tan nerviosa. No he visto a los chicos en cinco años. Es posible que estén enojados conmigo y es entendible, jamás volví.
Pero no dejaría que me inunden pensamientos negativos. No, nada de eso. El pasado es mas.
