Sábado
30, mayo 2009.
1: 42 p.m.
Adiós.
Tan lejos y tan cerca, así me siento cuando estoy contigo… ¿alguna vez te has sentido igual? Aún no entiendo por qué a tu lado mi vida parece carecer de importancia y mis problemas desaparecen. Rápidamente te has convertido en mi sueño, mi centro, mi todo y al mismo tiempo mi nada. Sin que lo notaras te metiste en lo más profundo de mí, mi ser, mi vida. Todo tiene algo que ver contigo. ¿Puedes imaginar un sentimiento tan profundo? Aun no comprendo como sucedió y eso, que tan solo te limitas a darme tu amistad. Lo demás, lo que yo anhelo, deseo, por lo que lucharía, suplicaría y esperaría por siempre, eso, mi amor, no me lo darás jamás. Lo sé muy bien. Te conozco y sé que no me amas, del mismo modo que sé que te amo. Te amo desde el primer día en que te vi.
¿Sabes? Aun recuerdo ese día. Tendría unos 10… ¿11 años? Me sonreíste ampliamente, mientras un millón de mariposas revoloteaban en mi interior. Desde ese día no deje de pensar en ti, en tus ojos, tu nariz, tu cuerpo, tu sonrisa, tu voz… Eres tan perfecto.
Al año siguiente tuve la oportunidad de hablarte. Hablábamos siempre, forjamos una amistad hermosa que fue creciendo más y más, aunque siempre discutíamos. En menos tiempo del que alguna vez pensarías te convertiste en la persona capaz de hacerme más daño, yo solo fingía. No podía demostrarte mis sentimientos. Intente alejarme, no sé si te diste cuenta, pero no pude hacerlo. Con tan solo verte el muro que había levantado para protegerme se derrumbaba y acababa estando a tu merced, y es que eres tan especial… La imaginación y el buen gusto son de los primeros en tu lista, casi interminable, de cualidades. En ocasiones te veías algo rudo e indiferente, pero pronto descubrí que tu interior es dulce como la miel y tierno pero a la vez fuerte. Llegar a tu corazón me fue difícil, pero lo conseguí. Ahora cuánto me arrepiento. Tú valoras tu libertad como el aire que respiras, lo sé. Eso sí, necesitas que yo esté ahí para y por lo que quieras. Sea o no mi deseo en ese momento. Ese es el pequeño toque amargo de ti. Pero el mejor chocolate es amargo, ¿no? Así eres y así te querré siempre.
No creo que haya escrito algo como esto antes y pensé que sería más difícil. Pronto se cumplirán tres años de amarte en silencio y dos años de amistad. Siempre estuve consciente de lo que siento por ti me desarmaría pero no le di importancia al conocerte, viviendo a tu lado malos y buenos momentos… Toque por ti el cielo y el infierno.
Esta carta no tiene mucho sentido pero al acabarse con un punto y final, así será en mi vida. Cerrare este capítulo. Y tan vez, solo tal vez, al concluirla me sienta mejor. Tal vez nunca llegues a leer esta carta, o tal vez nunca te des cuenta de que va dirigida a ti, aunque lo dudo. Suelo ser muy obvia, o eso dicen.
¿Sabes? Se siente bien pensar en mí antes que
en ti. Dar vuelta a la página y dejar atrás las lágrimas, las
heridas, los recuerdos, las batallas perdidas contra el tiempo, esas
interminables madrugadas, tus palabras, los celos, el silencio, y
decir adiós es lo único que queda. Decir adiós y olvidar que
alguna vez existió un nosotros. Comenzaré de nuevo aunque sé, tal
vez demasiado bien, que una parte mía te pertenecerá y, de alguna
manera, una parte tuya me pertenecerá, siempre.
No sé que más
decir que no sea: gracias por la hermosa amistad que compartimos. Te
pediría perdón por haberme enamorado tan tontamente de ti, pero eso
es algo que no pude evitar. Créeme cuando digo que si hubiera podido
lo habría hecho, pero eso ahora ya no importa.
Bueno, supongo que es tiempo de despedirme.
Te quiero, pero espero poder olvidarlo, sobreponerme y así poder desear sólo tu amistad. Amistad que espero no perder.
Por siempre tu amiga,
Isabella Swan.
