¿Estaba despierto? Tenía los ojos entreabiertos. Sus ojos eran rojos… quizás fuera por un ¿derrame?

Oh por dios, Bella qué harás si nadie sabe quién es, si no recupera la memoria.

-Esto… hola.

-Hola…¿dónde estoy?-contestó, tenía esa cara que tiene Charlie cuando finge entender los chistes de Jake.

-Yo… lo siento tanto, lo que pasa es que… tuvimos un accidente, fue toda mi culpa lo siento tanto – Las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas, estaba tan apenada. ¿Y qué rayos haría si me demandaba? Vivía en la casa de Charlie sola, él se había ido a su luna de miel con Sue, no podía llamarlo solo porque soy tan estúpida y justo hoy se me ocurre pasar los 60km.

-Oh… tranquila, no llores.

El hombre de cabello broncíneo a quien había atropellado tenía razón. En todo caso, él debería estar llorando. Era él quien había perdido la memoria, no yo. Era él a quien un coche arrolló mientras iba en moto.

-Lo siento. Estamos en el hospital de Seattle. Tú andabas en moto, lo recuerdas? Los doctores dijeron que tu pérdida de memoria no era grave. ¿Recuerdas si eres de por aquí? Bueno, de todas formas, tengo tu custodia.

Se rió entre dientes. ¿Se estaba burlando?

-Sabes, no soy un chiquillo.

-¿Cómo lo sabe Señor Perdí La Memoria?

Se miró así mismo.

-Creo que es evidente. Soy un hombre sexi.

Ahora yo me reía. Sería raro convivir con un extraño hombre sexi (porque en verdad lo era) que ni siquiera recordaba su nombre.

-Bueno, y ahora qué? a dónde vamos? –Se levantó de la camilla rápidamente.

-Tranquilo… no te duele nada?

-Nope. Estoy perfecto. –Sonrió, tenía unos dientes perfectos.

-Bueno, tú sígueme, y si estás por desmayarte me avisas.

Se rió, aunque yo lo decía seriamente.

Me molestó la cara desagradable que puso al ver mi coche, pero luego pensé: oh, debe tener un recuerdo o algo del coche que lo aplastó. Pero durante el viaje comenzó a molestar.

-¿Ya llegamos? ¿A dónde vamos? ¿Esta cosa no puede ir más rápido?

-Pareces un niño, Señor sin Rostro. Con que te gusta la velocidad, eh? Por eso tienes accidentes.

-No sabemos nada de mi, Señora sin argumentos. Y ¿qué es eso de Señor sin rostro?

-Es… un apodo que te inventé mientras estaba en la sala de espera. Pues, no había visto tu rostro hasta que despertaste, y todavía no recuerdas tu nombre. Creo que te diré así.

-No me gusta… de qué tengo cara?

-Eh?

-Si, no lo sé. ¿Paresco un Mike, o un Ben?

-¿Mike? Que asco de nombre. No, qué tal Daniel?

-No me llamo Daniel.

-Tú que sabes… por cierto ya llegamos. Ven.

Él salió del coche rápidamente y abrió mi puerta. Qué caballero.

Le enseñé la casa y le dije que podía quedarse en la habitación de Charlie… ojalá recuperase la memoria, Charlie volvía en 2 semanas con Sue.

-Bueno, entonces ¿cómo quieres que te diga?

-Está bien si quieres llamarme Daniel pero estoy seguro de que no me lla… -Se quedó con la mirada fija en la tele.

Había un hombre tocando un piano…

-Em… Daniel?

-Edward. Me llamo Edward.

-¿Has recordado?

-Tuve un pequeño recuerdo... una niña enana me gritaba Edward. ¿Qué dices? Me veo como un Edward?

-Ahora que lo dices, sí, tienes cara de Edward. ¿Quieres comer algo? Muero de hambre.

Quizás tuviese pequeños recuerdos al hacer cosas comunes, como mirarla televisión.

-¿Debo confiar en que la chica que me atropelló no me va a envenenar?

-Yo… Edward, realmente lo siento.

-Está bien, solo bromeaba. Por cierto, cómo te llamas?

-Lo siento había olvidado eso. Soy Isabe… Solo Bella.

Fui a la cocina a buscar algo para comer. Al parecer solo habían galletitas.

-Bueno Edward, nos hemos quedado sin provisiones. ¿Quieres acompañarme al supermercado? Está bien si te quedas, quizás tengas algún otro recuerdo.

-No, quiero ir contigo. ¿Tienes puesto un perfume o algo? En verdad, hueles muy bien.

-Oh, gracias. Pero no tengo puesto ningún perfume, tal vez es el shampoo con olor a fresas que siempre utilizo, debemos comprar eso también. ¿Te apetece comer algo en especial?

-No lo sé, no tengo hambre…

Nos dirigimos al coche, le hice una mirada de advertencia. Nada de criticar mi coche.

En el camino continuamos con la conversación, la tele lo había hecho recordar su nombre. ¿Tocaba algún instrumento? Debía hacer todo lo posible por traer recuerdos a su mente. Solo tenía 2 semanas, muy poco tiempo.

-¿Recuerdas cuántos años tienes?

-¿De cuántos parezco? –Dijo con una media sonrisa.

-Pues, yo te veo como de mi edad. ¿Tal vez 17 o 18?

-Tengo… -Cerró los ojos y se acarició las sienes.

-¿Te duele la cabeza? Estamos cerca del hospital…

-No, intento recordar. Creo que, creo que soy más grande.

-No te he visto en el instituto, puede que tengas razón.

-¿Qué hace una niña viviendo sola y atropellando gente? –Preguntó a modo de burla.

Le saqué la lengua. En verdad se había tomado lo de perder la memoria muy bien.

-Mi padre se ha casado, está en su luna de miel. Me dejó dinero para sobrevivir, de todos modos, cuando no tengo ganas de cocinar voy a la casa de Jake, un amigo.

En el supermercado Edward parecía encantado por los productos y ofertas. Era como un niño en una juguetería, el quería todo.

-¿Qué es esto? ¿Lo llevamos?

-Edward, es una aspiradora. Vinimos por comida, no por productos de limpieza y todas las cosas que pusiste en el carrito. Ve a dejarlas donde las encontraste.

Me hizo un puchero y en verdad me sentí mal.

-Oh está bien, podemos llevar una de las cosas que elegiste. Solo una y procura que sea barata, no tenemos tanto dinero. Esto es como una recompensación por lo del accidente.

-Quiero esto. –Señaló una lámpara con cara de feliz cumpleaños.

No era tan cara, la puse en el carrito y fuimos a pagarla.

Pensé que estar fuera le haría bien, además hoy había sol, un acontecimiento MUY extraño aquí en Forks.

-Edward quieres ir a La Push? Es una reserva queda cerca, hay una playa y está soleado es un día hermoso.