Hola!
Esta es una historia que comencé hace muchos año y hasta ahora me atrevo a subirla. Ojala les guste y dejen caer algún comentario, se les agradece en el alma.
Las estrellas se regocijas con su descarado brillo en lo más alto del cielo, y él ahí, sobre el húmedo césped, mirando sin ver. Perdido entre el mar de recuerdo, aquellos que lo mantenían a flote. Desnudándola, tomándola entre sus brazos, besándola con pasión, perdiéndose en la hermosura de su rostro. Solo recuerdos.
Tratando de olvidas sin lograrlo, tratando de flotar aun cuando bien sabía que su barco hace mucho que se había hundido. Maldiciéndose a sí mismo por haber amado y dejar que todo se perdiera, que las estupideces fueran más fuertes que su amor.
Se reincorporo e inicio el regreso a su casa, con la mirada perdida en el piso, preguntándose por millonésima vez ¿En que había fallado tan estrepitosamente? Analizando cada pasa dado en el pasado.
Que iluso fue cuando creyó que todo pasaría en unos cuantos días, que solo era un capricho más de ella, de su testarudez. Cuan equivocado estuvo, ella seguramente ya lo había olvidado; y él por mucho que lo intentaba no podía.
Ella seguía viviendo en él, en cada poro de su piel, en cada gota de su sangre.
Llego a la puerta de su hogar, aunque hacia mucho había dejado de significar eso, ahora simplemente era un escondite frio, siniestro, con fantasmas colgando de las paredes, con ecos sordos desprendiéndose de los rincones. Las risas y platicas alegres que eran el pan de cada días antes, eran un vago recuerdo de lo que fue, lo que perdió por ciego.
Se sentó en el sofá de su sala, se sacó los lentes y se fregó los ojos. Recostándose en el sofá, cerró los ojos y trato de dormir un poco. Hace mucho que el insomnio no lo dejaba, era su fiel compañero en las miles de noches solitarias. Poco a poco fue cayendo en la inconsciencia.
Un golpeteo constante lo saco de su sueño, adormitado el chico se levantó del sofá, observo su entorno borroso y el golpe en la puerta se repitió. Se colocó los lentes y se dirigió a la puerta.
-Hola- dijo la chica pelirroja, mientras lo abrazaba.
El correspondió al abrazo, deposito su cabeza en el hombro de ella y dio un largo suspiro que le desgarro el alma a la pelirroja. Él la abrazo un poco más fuerte, mientras el calor corporal de ella lo inundaba, dándole un poco de alivio.
-¿Cómo sigues?- pregunto aun abrazándolo
-Cómo puedo- se separaron y la dejo entrar mientras le ofrecía algo de beber, se sentaron en los sofás de la sala.
-No, gracias- dimitió a la oferta- ella no está mejor- le comento, observo el decaído animo de él, mientras miraba detenidamente el apartamento que ahora era tan distinto, más frio y obscuro.
-No te creo- le contradijo el muchacho mientras jugaba con su varita.
-No es bueno lo que se están haciendo.
-Yo no quería esto, ella decidió por los dos.
-No te hagas el inocente Harry, sabes que ella no podía más con esto- trato de tranquilizarse, no quería iniciar una discusión con él, no mientras lo viera tan triste; sabía que él no estaba bien.
-Lo sé- dijo con esfuerzo, el silencio se instaló en medio de ellos.
La pelirroja no sabía que decirle, su semblante era preocupante, las marcas obscuras bajo los hermosos ojos verdes del chico le indicaban que no dormía por las noches. Su amiga castaña estaba en iguales condiciones, por eso no entendía que demonios hacían separados, si los demás lo tenía tan claro como el agua, ellos se pertenecían mutuamente.
-Nunca pensé que me molestara el silencio – dijo Harry – con ella nunca me molesto el silencio. Se sentía bien entendernos si hablar, no era necesario decir nada- suspiro y tomo su cabello entre las manos y le dio leves jalones por la impotencia- ahora las tardes son negras aun en verano- dijo en un susurro.
La pelirroja lo entendía, no era a la única que le molestaba la extraña forma de comunicación de sus amigos. Por lo mismo, aunque le dijera a Harry que entendía porque se separaron, a ella no le terminaba de cuadrar la situación, aunque Hermione se lo explicara una y mil veces más.
Ninguno hablo nuevamente. Se observaban tratando de entender los cambios inesperados de la vida.
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-Te hare un té- le dijo Harry mientras se dirigía a la cocina.
La noche se dejaba caer ya. Ginny se había marchado hace mucho, ¿O hace unos minutos? La verdad que ya no tenía sentido el tiempo para él.
Se sentó en su cama y del buro saco una fotografía.
Se veía tan feliz, su sonrisa era de idiota, sus ojos brillaban de una manera única.
Y ella, ella se veía hermosas, sus risos se veían desordenados por lo brisa marina, sus rostro alegre, feliz, enamorado. Como estabas en ese momento.
Se acordaba perfectamente de ese día. Su viaje al mar. Suspiro y cerró los ojos. Dejándose llevar por los recuerdos.
La sintió abrazada a su cintura, mientras los dedos de sus pies tocaban las finas arenas, el calor del sol era menguado por la brisa tibia que los envolvía. En silencio caminaban por la orilla del intenso mar azul, mientras las pequeñas olas golpeaban sus pies.
Él giro su rostro para observar a su amiga, cómplice, compañera, amante, novia. Se veía tan feliz. Los días en la playa los había relajado, sus amigos no estaban en ese momento y aprovecharon para salir a dar un paseo.
-Te ves hermosa- le susurro el chico mientras se inclinaba cerca del cuello de ella.
-Y tú eres mío.
-Siempre, no lo dudes- la giro quedando frente a frente y la alzo del suelo dirigiéndose hacia el mar.
-No Harry, no. No me quiero mojar ¡NO! – Grito cuando sintió la frías agua golpeado ya en su cintura – Me las pagaras Potter- le dijo mientras trataba de hundirlo.
-Inténtalo Granger – Le dijo mientras corría a la orilla.
Harry se había burlado unos días después por eso, le había dicho que se habían comportado como en la típica película muggle romántica, ambos rieron por eso.
Luego de su lucha habían quedado empapados y cansados. Harry la envolvió en sus brazos y la observo tan bella. Su ropa blanca mojada, pegándose y trasparentando su hermosa piel. Abordo su labio con deseo, pasión y amor. Dejándose llevar cayeron sobre la arena, disfrutándose mutuamente.
-¡Eh! este es un lugar público, si quieren tener sexo loco vayan a su habitación. ¡Depravados!- grito una voz detrás de ellos. Ninguno de los dos se levantó, se dieron un último beso antes de alzar sus rostros.
-Eres insoportable Ronald- Le dijo Hermione mientras se levantaba con ayuda de Harry.
La realidad lo golpeo y sus recuerdos se esfumaron como lo hace la pólvora cuando tiene contacto con el fuego.
Esas fueron, sin temor a equivocarse, las mejores vacaciones de su vida. Disfruto con sus amigos, del mar, de su Hermione. Las tardes eran de diversión, con las mil y una actividades muggle que realizaron.
Y las noches eran lo mejor, era cuando su alma se desprendía de su cuerpo y bailaba al compás de las olas, junta al alma de ella. Hacían el amor como locos, como enamorados, como dementes. Se besaban hasta acabar si aliento, se buscaban entre las sabanas, encontrándose diferentes en cada ocasión pero conociéndose a perfección.
Con los dulces recuerdos del pasado se quedó dormido. Por primera vez en más de dos meses durmió sin interrupción. Los sueños eran una mezcla entre azul, arena, sal y castaño.
