Este es mi primer fic después de mucho tiempo y quería comenzar desde cero, así que estaré aquí de ahora en adelante. Pocos me habrán conocido con el nombre de Sigfrid Rob y para la mayoría alguien nuevo aquí en Fanfiction. Espero y les guste.


Disclaimer: Pokémon y sus personajes no son míos, son de sus respectivos dueños.


Estaban parados, sin más que hacer. Cansados por la caminata, cayeron al césped cerca de un árbol, brindándoles una sombra muy refrescante.

Eco, sacaba de su pokeball a Feraligtr y le ordenó que usara 'chorro de agua' sobre él.

Carol, sin dejar pasar la situación, exclamó con un tono autoritario.

— ¿Qué diablos te pasa? Dile a tu fantoche amigo que me regale un poco de su agua.

Se forcejeaba de las esposas. Eco igual jaló de ellas y contestó.

—Espera, en un momento. No te desesperes ¿Sí? —. Dijo tranquilo. Le ordenó lo mismo a Feraligtr, con la diferencia de que fuera dirigido al rostro de Carol.

Y más rápido que nada, una estremecedora sensación de frescor sentía Carol. Se limitaba a relajarse, no le importaba sí se mojaba su uniforme del equipo Rocket o su cabello. En verdad estaban cansados. ¿Cómo es que llegaron hasta ahí?

El sol estaba completamente oculto entre las nubes negruzcas, amenazantes con llover, un desagradable olor a humo rondaba por las calles, hecha por la quema de oficinas, departamentos o edificios, la ciudad Trigal con mitad de la población, encerrados en sus hogares por el terror del equipo Rocket, mientras que unos pocos tenían el valor suficiente para enfrentarlos. Por desgracia, caían uno por uno ante tal muralla, hecha por puros reclutas atacando a cualquiera que se le apareciera en frente.

Una llamada por parte del profesor Elm, había alertado a Eco sobre los estragos que estaban causando en dicha ciudad, y fue inmediatamente con ayuda de su Togetic. Al cursar los cielos, la gran nube de humo se hacía más evidente. Sabía bien a donde dirigirse. Llego con una rapidez que era poco común, bajo inmediatamente de Togetic y llamó a Feraligtr, Eco le ordenó que usara 'Rayo hielo' sobre la barrera de personas del equipo Rocket, ya que impedían el paso a la ciudad.

Entrenadores heridos, al igual que sus Pokémon al lado de ellos, rastros de ataques hechos anteriormente, un lamentable olor fresco a sangre, una incertidumbre se sentía en el ambiente y eso lo sabía Eco.

Una especie de barrera invisible había regresado el ataque, ambos lo habían esquivado de milagro antes de que chocara en un árbol. Eco tragó saliva y sudaba frió. Era 'Manto espejo', pensó el entrenador de gorra hacía atrás, qué un pokémon solo podía hacer ese ataque. Wobbuffet. No era de sorprenderse que tuvieran en su poder cualquier tipo de Pokémon así de fuerte.

La autoridad aún no había llegado, a pesar de los destrozos y la líder de gimnasio, fue derrotada por su principal líder de los Rocket. No era alternativa quedarse a esperar a que cumplieran con su objetivo y esperar la ayuda. Él sería la justicia por un momento, se dijo en sus adentros. Ordenó a Togetic que volará y atacase desde ahí con 'Pájaro osado'. Obedeció y así lo hiso, mientras que Eco ayudaba a algunos entrenadores a levantarse y Feraligatr hacía todo lo posible para entrar, atacando con 'Surf'. Togetic aterrizo y arremetía contra los reclutas.

Ambos ataques combinados fueron lo suficientemente fuertes, arrasando esa barrera casi impenetrable. Eco sacó todo su equipo, Magmar, Nidoking, Espeon, Onix y reuniéndose Feraligtr y Togetic. Eco solo ordenó una cosa. "¡Ataquen a quienes los ataquen!" Ese había sido su grito de guerra, todo su equipo se defendía de los Rocket ganando terreno y experiencia. Eco, comenzó a ayudar a los abatidos y llevarlos al centro Pokémon. Para su des fortuna, estaban trabadas sus puertas por dentro. Entonces decidió ir por los demás y dejarlos cerca de ahí. Esquivaba con destreza aquellos ataques lanzados, tanto por Pokémon aliado y enemigo. Mientras que iba y venía, una chica con el uniforme del equipo Rocket estaba inconsciente, con rastros de golpes en su rostro. «Lo más seguro es que hayan sido por sus compañeros» se decía Eco.

Por más que ella estuviera en el bando equivocado, no la dejaría morir, no se lo merecía nadie. Así que con ambos brazos la recogió y la llevó hasta el mismo lugar donde estaba dejando a los demás. Ya ahí, con la chica en brazos, golpeteó la puerta con su pie.

— ¡Abrán, hay heridos aquí! ¡No somos enemigos!

Unos ruidos comenzaron a escucharse desde adentro, por fin, una enfermera los recibió. Los observó y vio a los entrenadores con sus Pokémon arrinconados en un casa, y observó a Eco, su mirada reflejaba desesperación y angustia. Y sin pensarlo dos veces comenzaron a resguardarlos, ordenando a las Chansey a recogerlos para meterlos y finalmente atender sus heridas. Una camilla le fue ofrecida para la chica de pelo rosado. Al recostarla no se había dado cuenta de lo hermosa que era. Sus heridas no opacaban su fino rostro, la observó por unos momentos hasta que un estruendo lo interrumpió, un ataque había impactado en el centro.

No era momento de perder el tiempo, y se dirigió afuera. Al salir, observo su panorama. Como el comienzo, solo que con el equipo Rocket. No tenía manera de mirarlos, se dirigió al centro de nuevo con la enfermera Joy.

—Enfermera Joy —recorrió todo el centro hasta llegar al mostrador—. ¿Podría hacerse cargo del equipo Rocket y sus pokémon?

Ella se encontraba como siempre, en su mismo lugar de siempre; Limpiando las heridas de un entrenador. Enseguida alzo su mirada, analizó lo que había dicho. Mostró una mirada indecisa. Tal vez eran malas personas, pero era su deber y no se encogería de hombros sin hacer nada mientras ellos sufrían. Al final afirmó con su cabeza. Eco sonrió.

Volvió a la salida y todo su equipo se encontraba ahí, agotados, lastimados, con una sonrisa de victoria en su rostro. Sin embargo se les apagaría al mostrarle a Espeon derrotado por las batallas, en brazos de Feraligtr. Se acercó a él, comenzó a quejarse con cada paso que daba. «Esta envenenado» pensó Eco. Sin necesidad de revisar su Pokédex sabía lo estados en que se encontraban. Tomó a Espeon de los brazos del Pokémon de agua, acarició la espalda de Feraligtr y le dio una sonrisa. Le decía "Todo estará bien" sin necesidad de decírselo. Al observar de nuevo su espalda, tenía clavado una espina de color purpura, se la intentó retirar, Feraligtr gruñó del dolor y Eco retrocedió unos pasos. Mejor sería tratarlo antes de la batalla con el líder del nuevo equipo Rocket.

Se dirigieron al centro Pokémon y con ayuda de la enfermera Joy curó a todo su equipo, Eco veía todo el lugar aún apurado por la cantidad de personas y Pokémon, quiso preguntar por la chica qué recogió, se encontraba dudoso pues a duras penas la volvería ver después de las fechorías que habra hecho con los Rocket. No le encontró sentido a eso.

—Ella está bien. No tiene alguna herida importante, solo un golpe en su cabeza puede que haya sido el responsable de su estado inconsciente —dijo al ver la mirada de preocupación de Eco. Puede que haya curado a sus Pokémon pero su ansiedad no se iba—. No te preocupes.

Le regaló un sonrisa de complicidad y él se la devolvió, asintió y agarró sus Pokéball de la charola, corrió todo el pasillo hasta la puerta para dirigirse a la raíz del problema. La torre de radio. No había rastros de la autoridad, ni el campeón de la región, ni de la elite 4, tendría que arreglárselas solo. De pronto las Chansey del centro Pokémon, acompañadas de la enfermera Joy, comenzaron a recoger a los heridos por la batalla. Llegaría por enfrente de la Torre radio. Sin antes ver a Blanca. Se dirigió al gimnasio, ya no había ningún guardia, y entró. El gimnasio estaba completamente destrozado, sus estatuas, su laberinto, la iluminación parpadeaba, gajos del laberinto destruido por cualquier lado, las bellas entrenadoras caídas por la batalla junto con sus compañeros. Era una pesadilla para Eco, era increíble que todo eso lo hayan hecho. Era imperdonable aquel acto tan cobarde, Eco apretó sus puños y dio un grito al aire. Se sentía impotente al no haber podido evitar esa destrucción, tan evitable. Recorrió todo el gimnasio en busca de Blanca, la encontró en suelo de espaldas, podían observarse leves rasguños en piernas y brazos, enseguida Eco corrió hasta ella, la volteó, la levantó con un brazo y la sacudió para que pudiera estar consiente. Comenzó a abrir sus ojos y abrió su boca levemente.

— ¿Quién es? Ah, eres tú. Llegaste un poco tarde, he —tosía por alguna razón—. Tú puedes detenerlos antes de que llamen a ese tal tipo. Si pudiste derrotarme, para ti esto, será pan comido.

Y volvió a cerrar sus ojos por el cansancio. Una pokeball estaba a lado de ella, la sostuvo y un metro más adelante estaba Milktank derrotada con varios notables golpes en su cuerpo, y la devolvió. Hizo más pequeña la pokeball y la guardo en su bolsillo. Recogió a Blanca, de nuevo se dirigió al centro Pokémon, para dejarla que le tratasen sus heridas. Volvía a dar órdenes para rescatar a los heridos del gimnasio. Dejó la Pokeball de Milktank con Blanca, que estaba en una camilla cerca de la entrada del centro Pokémon, y se retiró hacía la torre. Las gotas de lluvia comenzaron a caer, todo se limpiaba, solo faltaba una cuenta pendiente. Eco, la joven promesa, se plantaba en frente de la Torre Radio, una mirada seria se asomaba en su rostro. Pagarían por lo hecho a esta ciudad, a lo entrenadores y a los Pokémon.

A lo lejos se observaba una persona en las sombras, apoyándose en las paredes del casino de la ciudad, caminando lentamente, teniendo una figura femenina, con pokeball en mano.

Continuará...