Prologo.
Aquella noche mi madre nos dijo: "en todo amor hay dolor y en todo dolor hay amor", como puede haber tal dependencia, sería algo enfermizo, en aquel momento mis hermanas y yo observamos a nuestra madre atónitas ante sus palabras. No tanto por la frase que había dicho sino la noticia que nos había dado.
Y es que a mis 20 años de vida no podía entender, como había sido tan fácil decirnos a las 6 que nos iríamos a casa de unos parientes mientras ellos se iban de misión a una iglesia en África, misión que era de por vida.
En ese momento, ante aquella noticia Sakura se levantó molesta y con lágrimas en los ojos, mi madre había sido muy fría al decirnos aquello no se sentía un ápice de tristeza en sus palabras al menos eso no parecía, Sakura la miro con odio, como solo los ojos de ella saben expresar lo que siente, porque pesé a que se guarde muchas cosas, sus ojos siempre la delatan. Luego nos miró a nosotras y dijo: Vamos a hacer maletas, aquí no es nuestro lugar y ya lo sabemos.
Se dio media vuelta y sin más se fue a su habitación, Ino sin mucho afán se levantó miro a mi madre con una expresión que no supe descifrar y en ese momento supe que Ino no volvería jamás a nuestra casa. Porque si bien nuestra madre había dicho que se iba de misión, Ino no perdonaría tan fácil el dolor que estaba causando en cada una de nosotras. Así las gemelas se fueron de aquel estudio.
Al pensar en él dolor, gire mi rostro hacía Hinata nuestra hermana menor, su mirada estaba perdida mientras se abrazaba así misma con tal fuerza que sus nudillos se tornaron de un ligero rosa, fue en ese momento donde Karin, la cuarta de mis hermanas después de Sakura, la abrazó y ayudo a salir de aquel cuadro tan doloroso que estábamos viviendo.
Al salir Karin me miró a los ojos -te esperamos para irnos no demores. Fue lo único que soltó mi hermana. Mientras tanto yo solo podía mirar como Tenten se levantaba de donde había estado sentada sin decir una palabra, se levantó con paso firme hacía nuestra madre y plasmo la palma de su delicada mano en la mejilla de esta. No sé si aquello le dolió a esa mujer que decía ser nuestra madre y amarnos hasta el día de hoy, pero sí puedo decir que se sorprendió a tal punto que sus ojos azules dibujaron un perfecto círculo.
Tenten se fue del estudio sin decir nada más, en ese momento me levante perezosamente del mueble en el que estaba acostada, no dedique palabras, bofetadas, sonrisas falsas, solo alce mi mano girándola en señal de adiós tanto para aquella mujer como para nuestro padre que solo fue un espectador de aquel momento, un adiós que sabía sería para siempre. Muy pronto aprenderán lo que es el amor y el dolor, fue lo único que alcance a escuchar de voz de mi padre pero en ese momento ya ni una mirada merecía ser dedicada.
