TU MIRADA
Yu-Gi-Oh! No me pertenece, así como ninguno de sus personajes o semejantes. Esta es una historia ficticia, sin más fundamento que el mi propia imaginación y los reflejos de inconsciente. La historia original estaba escrita hace aproximadamente un año y recientemente la he modificado. Espero lo disfruten, tanto como yo disfruto entreteniéndome escribiendo.
Capitulo 1: Sueño
La música retumbaba fuertemente, el enorme lugar estaba repleto de gente que bailaba, que tomaba o simplemente platicaba. La iluminación era escaza, solo consistía en los reflejos parciales de las luces giratorias colocadas en lugares estratégicos, pues no había una zona específica a lo que se le pudiese llamar pista de baile.
Las horas habían transcurrido y con ello los tragos habían aumentado, el ambiente había pasado de uno simplemente extrovertido a uno lleno de euforia y falto de cordura, y en algunos casos de equilibrio. A estas alturas de la noche todo se tornaba un poco más sensual.
Una bandeja más de bebidas fue servida, un jugueteo más de miradas indebidas y todos al centro y para adentro. Una sonrisa más, un roce accidental, una mirada más.
Así transcurrió toda la noche, sin intenciones de llegar a más pero sin oposición a la ocasión sí se presentaba. Eso le ocurría todo el tiempo, cada que pensaba que un poquito más no estaría mal, hasta llegar al punto en el que detenerse sería imposible.
Ahora vuelvo.- hablo cerca del oído del otro para poder ser escuchado y se puso de pie directo hacia la barra con el vaso en la mano, mirando discretamente el celular en su otra mano. Un roce distrajo su atención.
Volvió su rostro, encontrándose directamente con ojos verdes.- Por qué te escapas? - Le preguntó casi en un susurro.
Yami soltó unas risitas sin negar el comentario.- Solo voy por un trago.- Respondió en el mismo tono de su acompañante, aparentemente ya flechado por sus encantos, detalle que no pasó desapercibido para este codiciado galán.
Te acompaño.- Ofreció ojos verde y cabello blanco. Ambos desaparecieron en el tumulto de gente, y nadie en la mesa pareció notarlo.
Los que al inicio habían sido un par de desconocidos ahora permanecían hablando, unos sentados otros parados y unos cuantos más bailando, ya que lo que había sido una conversación grupal cuyo tema eran chistes obscenos y puros albures, se había seccionado en diferentes grupitos.
Gracias.- Sacó rápidamente el dinero del bolcillo y lo acento en la barra, luego miró desafiante a ojos verdes quién no tuvo oportunidad de invitarle el trago.- Será mejor que lo guardes.
Me estas cortando o algo por el estilo?.- Respondió el aludido con una sonrisa que delataba mucha confianza. Mientras guardaba el billete en su cartera Yami soltó una carcajada.- Volvamos a la mesa.- Le ofreció todavía entre risitas.
No lo creo.- Ojos verdes tomó a Yami de la mano libre y lo atrajo hacia él, posando sus manos en la cintura de este para guiarlo suavemente - Baila conmigo.- Sus cuerpos estaban muy juntos frente con frente, Yami no se había animado a mirarlo a los ojos, porque sabía lo que pasaría.
Una oleada de emociones lo recorrió. Unas querían evitar la situación y otras que perecían no querer detenerse. Deseo y pasión contra lo moralmente aceptable. Surgió la duda y la culpa.
No sabía qué hacer. Miró por encima del hombro de Ojos verdes, a lo lejos entre todos los cuerpos moviéndose al son de la música se encontraba Bakura, Valon y los demás chicos, todos en su propia fiesta. Su corazón comenzó a palpitar más fuerte, sintió las manos frías, tragó saliva, su respiración se hizo notoria, buscó algo que lo detuviera, miró a Bakura, miró a Ojos Verdes…
Sus miradas se encontraron, y Ojos Verdes no pudo evitar besarlo. Era lo más divino que sobre la tierra había encontrado, le gustó desde que lo vio llegar, entonces no se conocían. Solo con mirarlo supo que no se trataba de cualquier chico y ahora estaba seguro, el sabor de su saliva era toxico, era como si todo el estuviera diseñado para atraer a su presa hacia una mortal trampa, en la que se arriesga todo por un beso suyo. Ojos Verdes intensificó el beso, si no daba resultado por lo menos lo había intentado.
No sabía porqué pero parecía que la cabeza le daba vueltas, quizá era el alcohol o necesitaba respirar con urgencia, pero la sensación era tan placentera que no quería detenerse. El beso parecía intensificarse como la música en su cabeza… o quizá lo que oía en realidad eran los latidos de su corazón.
Fuertemente sujetado por la cintura sintió como era empujado hacia atrás, no sabía a dónde y a esas alturas tampoco le importaba, había perdido el control de sus actos. Dejándose llevar por la excitación del momento soltó su bebida. El vaso calló lentamente hasta estrellarse contra el suelo y reventar en mil pedazos, entonces la locura se desató.
Enredó los dedos entre los cabellos de su acompañante, hasta que contra la pared sintió como ambas muñecas eran aprisionadas, jadeó en cuanto su boca fue liberada, estaba desorientado a causa de múltiples sensaciones simultáneas pero volvió a la vida cuando su cuerpo se estremeció al sentir un cosquilleo en el cuello.
Todo parecía estar bien, estaba disfrutando de la compañía de sus nuevas "amigas" (prospectos) cuando algo captó su atención. Bakura entre cerró los ojos para poder enfocar bien, el calor y el alcohol estaban haciendo estragos en él. Observó los jugueteos de Yami con el sujeto que conocieron esa noche, no supo si dejarlo o ir a buscarlo, después de todo no sabía si Yami tenía controlada la situación pues no con todos se iba al baile.
Según Yami no planeaba que sucedieran las cosas, pero cuando escogía con quien irse y con quien no, daba otra impresión. Yami era un coqueto sin remedio victima de su propio talento, y lo peor es que siempre negaba que fuera su culpa. Si tu no los sedujeras no te pasaría esto. Le había dicho a Yami una y otra vez. Suspiró.
Sus manos se movían con desesperación por los cabellos de Ojos verdes, bajaban por el cuello y volvían a subir, mientras que las manos de Ojos verdes hacían lo mismo con su cuerpo. Subían por su espalda y bajaban hasta su cintura, cabe mencionar que aún se encontraba contra la pared, arrinconado por sus propios deseos carnales.
No abrió los ojos hasta que sintió como unas manos se colaban por debajo de su camisa.- No!¿Qué haces?.- Por primera vez soltó el cuello de Ojos verdes y lo tomó por los brazos haciendo un breve distanciamiento. No estaba molesto, solo sorprendido pues hasta ese momento reconoció lo lejos que la situación había llegando, y el sabor que estaba tomando.
Perdón, alguien puede estar mirándonos…- Ojos Verdes no parecía sentirse realmente culpable, su intención era la de una invitación indirecta a cambiar el escenario, pues no tenía intención detenerse a esas alturas, había llegado demasiado lejos para dejarlo escapar.
Como si no lo hubieran hecho ya.- Yami no pareció entender el verdadero significado de sus palabras ya que de haberlo hecho sabría que de verdad estaba siendo observado. Para él era un juego de seducción en el que solo le seguía la corriente con quien quiera que estuviera, dando rienda suelta a las fantasías de otros, y él mismo era consciente de que podría ser arrastrado por estas si así lo deseaba.
Ven conmigo…- Propuso Ojos Verdes en un Susurro. Yami lo miró, la duda no se hizo esperar, sus ojos temblaron ante lo que estaba a punto de hacer.
Solo tuvo unos segundos para pensarlo, pues sintió como era fuertemente arrastrado hacia la boca del otro.- Espera…- Su voz era apenas audible, soltó unas risitas cuando sintió que era alzado brevemente, dio unos cuantos pasos en puntitas y otro beso.
Volvió a mirar, pera esta vez no los encontró, Bakura había perdido a Yami de vista, sabía que andaba por ahí así que olvidó el asunto y siguió charlando con la gente que acababa de conocer.
….
Suspiró, se sentía agotado y con mucho sueño. Caminó lentamente hacía un asiento libre, había bastante gente en el aeropuerto para ser tan tarde o temprano en la madrugada, pero no tanta como en un día normal.
Acababa de comprar un café Express, su mano libre estaba escondida dentro del bolcillo de su abrigo. Para mal de males, estaba congelando. Se sentó lentamente contemplando sus propios pensamientos.
Miró su costoso reloj. Cuarto para las 3, busco el celular dentro de su bolcillo. Suspiró.
….
Alguien ha visto a Yami?.- Preguntó a los de la mesa con quienes había estado, mientras sostenía a Valon en mal estado.- Raphael sostén a este tipo, tengo que buscar a Yami.
Conductorr... Deshignado eehhh…- Escuchó la incoherente voz de Valon a sus espaldas, sintió que la sangre le hervía, pero esta vez había sido su turno de regresar a todos a casa. Valon, Rafael, Marik, tenía que encontrar a Yami…y todavía él tenía que regresar a casa.
Demonios Yami, contesta el maldito celular…- Porfirio Bakura entre dientes, harto de realizar llamadas sin obtener respuesta.
El celular comenzó a vibrar al tiempo que su cuerpo era recorrido por una última oleada eléctrica que lo hizo estremecer, dejando caer su cuerpo sobre las sábanas manteniendo los ojos cerrados intentando recuperar el aliento.
Tenía la frente perlada de sudor y de su boca solo salía aire caliente, tenía mucho calor y el oxígeno no era suficiente. En un intento de mejorar la situación se dio vuelta, pues su propio peso le dificultaba tomar suficiente aire.
Sin mirar tomó el celular de la mesa junto a la cama, sin intenciones de hacerlo esperar más.- Bueno…- Difícilmente contestó ente jadeos.
- ¿Yami? ¿Dónde estás? –Quiso saber, aunque la respuesta le pareciera obvia.
Kaiba!.- De un solo brinco se sentó sobre la cama y sus ojos brillaron con entusiasmó al reconocer la voz.- Hola Kaiba, eso te debería preguntar yo a ti!
Su rostro se suavizo, encantado por la voz al otro lado de la línea.- Estoy en una fiesta, nunca antes me había reído así!- Contestó Yami al otro lado de la línea.
Mientras hablaba con Kaiba se puso de pié para juntar su ropa y comenzar a vestirse.
-Se razonable Yami, estás bajo los efectos del alcohol.- El humor reflejado en la voz del empresario, lo hizo sonreír .
No te preocupes, estoy bien.- Dijo con una sonrisa al mirarse al espejo y comprobar que los pantalones y el cinturón estaban bien puestos, como si nada hubiera pasado.- Pero no dudaré en estarlo cuando festejemos tu regreso.
Yami estaba sentado en la cama poniéndose los calcetines, cuando notó el prolongado silencio al otro lado de la línea. Su expresión cambió a una seria.- Qué pasa?
-Lo siento Yami…no podré llegar.- El silencio inundó sus pensamientos. Los ojos carmesí se oscurecieron, guardando las esperanzas que tenia de ver al ceo dentro de uno días. Estaba molesto y decepcionado, pero no podía hacer nada para traer al ceo de regreso a él.- Yami…
-Está bien Kaiba.- Contestó cortante el ojizubí. La preocupación invadió al ceo al otro lado de la línea, en segundos se sintió desesperado e impotente de no poder complacer a su exigente compañero.
-Yami, prometo volver lo antes posible…espérame por favor.
-Nos vemos cuando estés de regreso.- Sentencio el ojirubí, haciendo que el corazón del ceo se detuviera en sus manos. No podía hacer nada, no era razonable abandonar el trabajo y tampoco lo eran las exigencias de Yami, pero eso no le importaba, si así podía tener a Yami junto a él, haría hasta lo que el dinero no puede comprar.- Adiós Kaiba.
El ceo se pasó la mano por la sien. No podía asegurar que Yami le diera la patada en cuanto volviera, a menos que lo recompensara con creces. La situación cada vez se ponía peor. Yami era como un perro suelto que se arrejuntaba con la primera persona que pasaba a su lado, y todos quedaban encantados con él y era irreal pensar que alguno de ellos no representara una competencia para el ceo. Hay quienes pensarían que no hay quien como el ceo, pero hasta el momento, hiciera lo que hiciera, Yami no le daba el sí. Su argumento era que no se sentía listo para tener un compromiso con nadie, y no es que el ceo estuviera siendo exigente, sino que el ceo sólo pedía exclusividad en una relación de pareja.
Cuando se lo pidió al carmesí por primera vez, pareciera que le hubiese pedido que se tirara de un barranco. La reacción de Yami fue se terror, más que de alegría y eso no hiso más que potencializar la inseguridad del ceo y de sus virtudes o es que Yami confiaba tanto en las propias, que estaba seguro que ni así, el ceo se atreviera a dejarlo.
La madrugada enfrió todavía más. Su mente voló, intentando imaginar que era lo que estaría haciendo su –no- novio. El ceo arrugo la sien, era mejor no pensar en eso, mejor era pensar en la forma en la que Yami no tuviera más opción que aceptarlo o dejarlo ir.
