Capítulo 1: LA DESESPERACIÓN DE RON
-¿Podrías dejar de dar vueltas como poseso en la habitación?- preguntó el moreno sin despegar los ojos de la revista que estaba leyendo, tendido en la cama plegable en la que solía dormir en la recámara de su mejor amigo.
-¡¿Qué?- preguntó indignado el aludido mientras se detenía en seco mirando al moreno cuyos ojos verdes se escondían tras las gruesas gafas- ¿Poseso? ¿Yo?
Harry se limitó a suspirar y armarse de valor y paciencia, pensando, convenciéndose a sí mismo que estaba feliz… bueno, tenia razones para estarlo, después de todo seguía vivo, eso era de agradecerse, ¿no?
Se estaba quedando en casa de los Weasleys, de nuevo y a pesar de ser mayor de edad, porque el señor Weasley casi se lo había rogado, después de todo lo que había pasado, él y su mujer estaban muy tristes y necesitaban a Harry ahí, porque él ya era como un hijo para ellos, y para él, ellos eran lo más parecido que había conocido a unos padres, mientras Ron y los otros hijos de la casa eran como sus hermanos… todos excepto Ginny, claro.
Así que, como agradecimiento y en honor al cariño que le tenía por ser su mejor amigo, su hermano, debía sentirse feliz y ser muy paciente con Ron.
Piensa en cosas felices, se decía armándose de paciencia antes de contestarle al pelirrojo.
-Sí, tú- respondió con simplicidad mientras daba vuelta a la página casi inconciente de lo enfurecido que estaba su amigo, más bien, si estaba conciente pero no le interesaba en lo más mínimo, así que se limitaba a ignorarlo con la calma más placentera de la que ahora era capaz de disfrutar. Y vaya que era demasiada, por lo menos para el pelirrojo que le miraba indignado en un ángulo en que el color de su cabello y su piel casi se perdían en los destellos de las paredes de su habitación.
-¡Poseso! ¡Ahora soy poseso!- ironizó soltando veneno en cada una de las palabras, y continuó con el sarcasmo mientras seguía caminando como antes, de un lado al otro de la habitación- ¡A la que le deberías decir eso es a Hermione! ¡Y mira que ella sí que está poseída! ¿Qué otra explicación le das a que se haya ido ella SOLA hasta Atlanta?
-Fue a buscar a sus padres, y fue a AUSTRALIA-susurró el moreno ignorando el "¡cómo sea!" y las demás quejas y juramentos de su energúmeno amigo.
-¡Pero se fue SOLA! ¿Lo captas? ¡SOLA!- gruñó en voz alta y pudieron escuchar el revoloteo que empezaba a armar el fantasma del ático.
-Supongo que era de esperarse, después de todo ella necesita recordarles a sus padres que es su hija, y después de un año de no verlos, pues creo que es claro que necesita de un poco de tiempo- razonó Harry con una infinita paciencia, de la que hasta él se sorprendía.
-¡Pero SOLA!- siguió Ron con pesadumbre inundándole las emociones- ¿Qué no ves que le puede pasar algo malo? ¡Y si la atacan!
-Te recuerdo, Ron, que Hermione es una de las brujas más capaces que ha conocido nuestro mundo, sin duda ella SABE cómo defenderse- susurró tranquilo mientras hojeaba la revista sin preocupación-. Además, ¿quién la va a atacar? Acuérdate que- sonrió ampliamente inundándose de orgullo por sí mismo y por todos sus conocidos, lo que dio paso a un gran sentimiento de triunfo- la guerra ya acabó; Voldemort ya está muerto- terminó con autosuficiencia, enseñándole a su amigo el título de uno de los artículos que había leído hojas atrás en la revista, escrito por Xenophilius Lovegood.
El título rezaba "El triunfo de Harry Potter sobre las garras del que no debe ser nombrado", y conforme las palabras se extendían en los largos párrafos que rodeaban fotografías en las que alumnos y profesores de Hogwarts, miembros de la orden, y aliados, sonreían y saludaban ignorando sus heridas y ropas hechas jirones. Algunos nombres estaban resaltados, Luna, Neville, Hermione, Ron, Ginny, Harry, y otros de sus grandes amigos, vivos y fallecidos.
-Voldemort ha caído, sus seguidores están aterrados, y la mayoría ya está en Azcaban, ¿quién podría atacarla?-preguntó con tono de quien pone en evidencia algo tan obvio que llega al grado de ser absurdo.
-Pero los que están libres querrán vengarse, ¿no te das cuenta? ¡Hermione está en peligro y nosotros aquí sentados como si nada pasara!- atajó con dolor, tenía tanto terror de perder a Hermione… tanta necesidad de tenerla ahí y no sentir esa ansiedad, y le daba tanto miedo admitir lo que estaba pensando, porque eso lo haría más factible, más inevitable… es que aún podía sentir el peligro que se cernía por todas partes, sentía que habían dejado algo inconcluso, que aún quedaban cosas por resolver… era esa tremenda ansiedad que lo abordaba cada vez que pensaba en Hermione, algo que no comprendía, que lo sobrepasaba, que lo hacía sufrir… pero aunque lo dijera y lo repitiera en voz alta, Harry no parecía entender.
-Entiendo más de lo que crees-aseguró Harry mientras daba vueltas a la revista, con tranquilidad y es que Ginny ya le había hecho el favor de explicarle los endemoniados sentimientos de su hermano… sí, aquello había sido de gran ayuda, porque, en cierta manera, él también lo estaba sintiendo, pero cuando pensaba en alguien más… borró los pensamientos de su cabeza, todavía no era tiempo para perder la cordura y de pronto recordó el consejo que le había dado la chica Lovegood al entregarle la revista, buscando la página cambió el tema con cierta satisfacción-, ¿recuerdas cómo dijo Luna que bebíamos hacer para entender éste dibujo?- preguntó frunciendo el ceño por primera vez, sin seguir de darle vueltas a la revista, con esperanza de encontrar el secreto del Knarl que se había escondido en esos disparatados trazos, obra de su amiga.
-¡Ni siquiera me escuchas!- gritó Ron con furia.
-Claro que te escucho- aseguró Potter levantando la vista con expresión dolida, ¿pues que había hecho toda esa semana sino escuchar las réplicas de su amigo, con una paciencia que realmente no le hacía justicia a su carácter, mientras se dedicaba a tratar de comprenderlo y consolarlo, pero eso era demasiado… se detuvo a sí mismo, PACIENCIA, que sabía por lo que estaba pasando, él también, y, además, le había prometido a Hermione que se iba a encargar de Ron durante el tiempo que ella no estuviera, y mira que le hubiera costado mantener esa promesa, pero estaba tan feliz que ni siquiera se había quebrantado una sola vez, en todo ese tiempo.
Hacía ya una semana que Hermione se había ido, un mes desde que todo había terminado…
Todo era muy difícil, sobre la casa de los Weasley se expandía esa tristeza sofocante que nace después de una tragedia como la que había vivido la familia: la pérdida de Fred, uno de los hijos… que se acompañaba con la desgracia de otras muertes de seres queridos como Tonks, Lupin…
Después de un mes, las cosas seguían siendo sombrías, Hermione y Harry se habían quedado para ayudar, para estar con la familia, para apoyarlos, para entristecerse ellos también, eso, para desdicha del chico de ojos esmeralda, había sido lo único que habían hecho, de manera que no se había dado tiempo para hablar con Ginny y, para su ahora infortunio, Ron tampoco lo había hecho con Granger.
-Es que aún no habían hablado cuando Hermione se fue- le había consolado Ginny cuando, harto del comportamiento de Ron, les había confesado en secreto a ella, Luna y Neville, la gran frustración en la que el pelirrojo lo había inundado al día siguiente de que su amiga se fuera en busca de sus padres-. Es obvio que sienta que hay algo inconcluso, sobre todo si está pensando en ella: es que con todo esto, pues nadie ha tenido tiempo de resolver situaciones sentimentales como esas- había susurrado, como excusándolos a ellos dos también, mientras Neville y Luna compartían una mirada de complicidad.
-Se hace tarde, Luna- había sugerido Longbottom mientras miraba el claro cielo que evidenciaba su pobre excusa.
-Sí- había coincidido Luna como si no fuese absurdo, dado que era temprano y ambos podían llegar a su casa en menos de quince segundos apareciéndose a la hora que se les pegara la gana, pero Harry les miró inquisitivamente, es que Ron no estaba y el se quedaría solo con Ginny, algo que de entrada le gustaba, pero no estaba seguro de qué pasaría y eso le daba un poco de temor…
Sí, aunque ni él mismo se lo creía, era temor lo que le nacía cuando pensaba en hablar de nuevo con Ginny, a solas, temor de arruinarlo todo.
-Lo que pasa es que he invitado a Neville a una cacería de knarls junto con mi papá y Dean- había asegurado la chica con su soñadora voz mientras rebuscaba en su gran bolso morado en el que sobresalían un trío de alas torpemente adheridas por ningún lado-. Aquí está- había sonreído mientras sacaba un número atrasado de "El quisquilloso"-, es el que se publicó cuando mi papá salió de Azcaban, de hace tres semanas, me pidió que te lo diera, pero, bueno, no han habido los mejores momentos, pero ahora ya estamos todos más tranquilos, ¿no? Hay muchos artículos interesantes, yo he escrito un par de ellos… busca el tesoro del knarl, seguro que ese será el que te dé más ayuda en estos momentos- había dicho mientras le mostraba cómo doblar el papel y apuntarlo en la dirección correcta para develar una frase, luego había tomado la varita de detrás de su oreja y con un leve susurro, los dobleces desaparecieron- Lo tienes que hacer tú, si no, no te ayudará de verdad, porque cada quien tiene su propio tesoro- había dicho antes de desaparecerse junto con Neville, dejándolos solos a él y a Ginny.
Pero antes de que se pudiera decidir a decir cualquier cosa, Ron había entrado fastidiado junto a su madre por la cerca del frente. Llevaba un montón de bolsas que Harry había hecho levitar para ayudarle a llevarlas adentro.
-¿De verdad crees que ella está bien?- preguntó Ron trayéndolo de vuelta al presente y continuó al ver que Harry no le había entendido en lo más mínimo- ¡Hermione! ¿Estará bien?
Harry dio un largo suspiro mientras se erguía y repetía como quien le está enseñando la tabla de multiplicar del número uno a alguien por septuagésima ocasión consecutiva, utilizando manzanitas y todo su arme de paciencia.
-Definitivamente, ella está bien, además- sonrió más para sí mismo, pues la idea le daba esperanzas de que pronto se acabaría su martirio- ella regresa mañana.
El rostro de Ron se relajó y una sonrisa afloró en sus labios mientras entrecerraba sus azules ojos.
-Tienes razón- se convenció-, ahora sólo queda comer, por algún extraño motivo tengo mucha hambre…
"Quizás sea por el esfuerzo que has hecho al gritarme éstas tres horas" pensó Harry, pero no lo dijo en voz alta, no pretendía darle más motivos a Ron para que se pusiese a gritarle como energúmeno de nuevo, ahora que su paciencia ya se había agotado y también le había entrado hambre.
Harry tomó la revista casi sin darse cuenta y siguió a su amigo mientras bajaban las escaleras hasta el comedor, de dónde ya se olían las habituales fragancias que despedían las deliciosas cenas preparadas por Molly Weasley.
Pero al entrar en la cocina, para sorpresa de Harry, no era la mamá de Ron quien cocinaba.
