Personajes Principales: Krey Houssen y Darth Vader, por ahora.

Temática: La vida y crecimiento de Krey Houssen, el aprendiz de Darth Vader.

Advertencias: Ninguna en general.

Nota: Este es mi primer fic, el que prácticamente escribí amenazado de muerte por cierta amiga mía (?)... Cómo sea, espero disfruten y se aceptan todo tipo de críticas. Y gracias adelantadas a todo el que se le ocurra leer y dar alguna recomendación o comentario c:

Disclaimer: Claro está que todo lo relacionado en este fic con Star wars no me pertenece, desgraciadamente, ahora está en manos de Disney. De todos este fic cuenta con personajes propios y a su vez, con un personaje extraído de Jak 2 que son los Lurkers.


Camino a la Libertad

Capítulo 1: El fin de una vida, el comienzo de otra.

¿Cuántos años habían pasado ya desde que Palpatine había ejecutado la Orden 66? Nadie se esperaba esa repentina traición por parte de los clones, y es que nadie tenía consciencia de que secretamente, esta había sido inculcada en ellos. Un error que los Jedi pagaron caro, siendo perseguidos y purgados hasta casi su pronta desaparición de la faz de la Galaxia. Muchos Jedi murieron en el ataque al templo a manos de Anakin… Demasiados. Los pocos que quedaron, los pocos que lograron escapar se refugiaron por todos y cada uno de los planetas, esperando no ser encontrados por lo atentos ojos del Imperio… Pero eso falló.

La gran mayoría eran encontrados por los espías del Emperador, y de su aprendiz Darth Vader.

Lurian Houssen, un maestro Jedi recién reconocido como tal, y su esposa, esperaban un hijo cuando la Orden 66 fue ejecutada. Él permanecía en Coruscant en ese momento, logró escapar a duras penas cuando vio humo en el Templo Jedi…

- ¿Qué sucede Lurian? – preguntó su esposa, preocupada, recostada en la cama al notar el rostro horrorizado de su marido que llevaba largo rato mirando por la ventana.- ¿Sucede algo con el Templo? – no le costó mucho reconocer que la dirección en la que su Lurian mirava, era el templo Jedi.-

- Lo están atacando – respondió, algo frío pese a la situación. Lurian todavía estaba procesando lo que sus ojos veían.- Los clones lo están atacando – reafirmó, no le era difícil ver como las naves de asalto iban llegando a una velocidad alarmante, llenando la zona de cientos de soldados dispuestos a matar.-

- ¿De qué hablas? – preguntó, tan sorprendida como su marido, haciendo un gran esfuerzo para sentarse en la cama, estaba próxima a cumplir los nueve meses de embarazo, y su vientre era muy, muy notorio.- Eso es imposible… - susurró, entendiendo que el recién convertido en Maestro Jedi jamás bromearía con algo así.-

- Debemos irnos inmediatamente de Coruscant – dijo de pronto, acercándose a su esposa al notar que ella se había quejado un poco al moverse.- Debemos tomar solo indispensable y alejarnos cuánto antes, es posible que vengan a buscarnos pronto.

- ¿Por qué crees eso? – preguntó la mujer, asustada por el tono nervioso en la voz de su marido. Estaba pálido y asustado, tanto así que sus manos temblaban de una manera impresionante.-

- Es una purga de Jedis… No estoy del todo seguro, pero si los clones están atacando el Templo no creo que sea para defender un ataque directo de otra facción, nos habríamos dado cuenta y hubiesen pedido refuerzos – analizó, tratando de relajarse, pero era imposible, el solo pensar que su hijo corría peligro al ser un descendiente Jedi le ponía de los nervios.- Dana, debemos irnos cuánto antes. Por favor…

La mujer asintió y se puso de pie ayudada por su marido, ella también estaba nerviosa pero lo disimulaba mucho mejor y es que, Lurian, podría ser un maestro Jedi, pero en asuntos que concerniesen a su esposa e hijo no podía mantener la calma ni aunque lo atasen.

Demoraron pocos minutos en estar preparados, Lurian le había recomendando a la mujer tomar la ropa más abrigada que tuviese, puesto que tenía pensado ir a refugiarse a Kirindae, el planeta gélido más alejado del conflicto. Aunque tenía consciencia de que pisaría terreno muy complicado y desconocido, el Joven Maestro no tenía otra opción.

Juntos tomaron la nave que Lurian había comprado para realizar un viaje próximo, jamás pensó que ese viaje sería para escapar y salvar la vida de su familia.

El joven Maestro no pudo respirar tranquilo hasta que la nave alcanzó el hiperespacio.

- ¿Qué haremos ahora? – preguntó Dana, tomando la mano de su marido, acariciando esta lenta y suavemente, dándole a entender con esa sencilla gesta que estaba con él hasta el final.-

- Tenemos toda la Galaxia por delante de nosotros, Dana… Pero sé que cada punto, cada planeta es un peligro para ti y nuestro hijo – el hombre cerró los ojos, y suspiró, soltando todo el aire que había contenido en sus pulmones. Segundos después empezó a meditar y a analizar la situación.- Kirindae es el único mundo donde dudo que nos busquen en mucho tiempo, y si vienen, ya estaremos preparados para volver a huir – planeó el joven, y su mujer aceptó, él supo que ella aceptaba cuando de un momento a otro, sintió los labios de su amada rozar los suyos, dándole un beso que tanto necesitaba.- Gracias.

- Sé que nos protegerás bien, Lurian… Te seguiré a donde vayas – y eso, era un hecho.-

Una hora después de haber despegado desde Coruscant, se encontraban frente a ellos el inmenso planeta gélido, Kirindae. Pocas razas y pocos seres vivos aceptaban un terreno tan inhóspito y duro de sobrellevar, no cualquiera sobrevivía en las duras condiciones del frío planeta. En la práctica, para vivir correctamente en Kirindae debías saber lidiar a la perfección con un frío tan helado que podía calarse hasta en tus huesos sin la mayor dificultad, con un frío que entumecía todos tus miembros si cometías la osadía de ir un poco desabrigado por el hecho de que parecía un día soleado. El sol no calentaba en aquél planeta, y es que estaba demasiado, demasiado alejado para ello. Pero aún así, era habitable. Si conseguías vivir con el frío, y aceptar que salir a la calle era perder por completo el contacto con cada uno de tus dedos, lograrías sobrevivir.

Las gentes de Kirindae lo habían elegido para vivir sus vidas al límite, y aunque no lo pareciese, vivían bastante bien. Había aprendido a construir casas prácticamente inmunes al frío exterior, sobrevivían a base de distintos pescados y también de las importaciones de carne, frutas y verduras que llegaban una vez al mes e inundaban los mercados con algo nuevo jamás visto por algunos. Entonces, Kirindae era un mundo encerrado, pero con un leve contacto con el exterior.

Las gentes se sorprendieron bastante cuando vieron una nave con marcas de Coruscant llegar, ¿qué querría un citadino en aquél lugar? Pero muchos fueron a ayudarles nada más notar que venían cargados con maletas, y a su vez, venía mujer embarazada en aquella pareja. La nave de Lurian aterrizó en el único "aeropuerto" Nemerend, donde varias personas, aún pese a la poca tasa de llegada de extranjeros, aguardaban pacientes a ayudar a los recién llegados… Con Lurian y Dana tuvieron todavía más cuidado.

- ¿Podemos saber cuál es el motivo de su llegada a Kirindae? – preguntó uno de los encargados de recibir a los recién llegados.-

- Escapamos de Coruscant luego de que atacasen el Templo Jedi – le comentó Lurian, con cierto aire de confidencia. Si quería llevarse bien con esa gente, la sinceridad era algo primordial. Las gentes de Kirindae odiaban a los extraños que venían a traer problemas con mentiras y engaños, pero aceptaban a aquellos que traían problemas, y eran sinceros con ello.-

- ¿Un ataque al Templo de Coruscant? Resulta increíble pensar que alguien tuvo el valor de atacar a los Jedi – reconoció el hombre, de unos 35 años, por su voz era fácil imaginar esa edad puesto que iban tan cubiertos con ropa que a duras penas podías ver piel en ellos.-

- Los clones han perdido el control, tengo consciencia de que quizá estaban preparados para traicionarnos en algún momento – y con ello, daba a entender de que él también era un Jedi, solo había sido necesaria la mención del "traicionarnos".-

- Puede contar con nuestra hospitalidad, Lurian… Le conseguiremos una casa cómoda para usted y su esposa, siéntase bienvenido por las gentes de Kirindae. –

Lurian y Dana habían conseguido escapar, ¿pero realmente serían las cosas tan fáciles? ¿Realmente podrían mantenerse ajenos al control que Palpatine y Darth Vader estaban ejerciendo sobre la Galaxia entera?

Palpatine ya se había proclamado como Emperador y había encomendado a Vader y sus espías asesinar a todos y cada uno de los Jedi que hubiesen escapado de la Gran Purga. En pocas semanas de 500 Jedi supervivientes, fueron quedando 400… De 400, a 300… De 300 a 200… De 200… A 100… Y de 100 a con suerte 50… Los espías del Sith Darth Vader eran efectivos, y encontraban Jedi aunque estos se escondieran en los rincones más remotos de la Galaxia.

Eran efectivos, asesinos leales e infalibles. Ni un Jedi escapaba a sus radares, de sus redes de espionaje. En pocos días, llegó a sus oídos la existencia de uno en Kirindae, y él personalmente se puso en marcha, acompañado por cientos, miles de clones.

Un error por parte de Lurian al mostrar su sable protegiendo la ciudad de un ataque del único peligro en Kirindae, Lurkers.

Esas criaturas estaban completamente adaptadas al frío, y en apariencia, podrían parecerse a unos gigantescos simios de pelaje rojizo con una cara que perfectamente recordaba a un pescado. Criaturas sanguinarias, su fealdad era suficiente para saberlo. Tanto así como los grandes colmillos y poderosos brazos que usaban para triturar y aplastar a sus víctimas, Lurian no había tenido más remedio que usar sus poderes como maestro Jedi y su sable láser para proteger a su familia y a la ciudad que le había acogido tan hospitalariamente.

Y eso, había sido suficiente para que uno de los espías de Vader, disfrazado de pueblerino hubiese descubierto la localización del Jedi y de su familia… Y Lurian, no sabía el peligro que se cernía sobre ellos.

Su mujer prontamente había cumplido los 9 meses de embarazo, ante ellos aguardaba la idea de residir para siempre en Kirindae, entrenar a su hijo como un Jedi y mantener viva la Orden, para prontamente, estar listos en un resurgir de los Jedi, arrebatando así al Imperio el control que ejercían sobre todos y cada uno de los planetas… Cruel y sanguinario control. Lurian ansiaba grandes cosas y una magnífica vida de glorias para su hijo o hija, como cualquier padre… Pero sabía, que quizá, era mejor mantener los pies en la Tierra.

De pronto, a altas horas de la noche, el fuerte golpeteo de la puerta principal de la casa llamó su atención. Se desperezó despacio, sintiendo su corazón acelerado de pronto… Nadie venía a las 4 de la madrugada golpeando de esa forma la puerta con buenas noticias, nadie. Por inercia, se vistió rápido y tomó su sable, guardándolo en un costado de su cinturón… Algo le decía, que esa noche no terminaría nada bien.

Cuando abrió la puerta, pudo ver a un hombre que ingresó de un empujón con él, y cerró la puerta tras de sí, en lo que descubría su rostro de los kilos de ropa que portaba como abrigos. Su respiración entrecortada indicaba que había venido corriendo desde lejos… De pronto, reconoció su uniforme… Era uno de los encargados del "aeropuerto".

- Lurian – empezó, siendo esas las únicas palabras que pudo articular por lo cansado que venían.- L-los … Imperiales… Han… Llegado – soltó, para horror del Maestro, que escuchó con atención las palabras del hombre.-

- ¿Estás seguro de ello? – preguntó, queriendo cerciorarse… Ahora ya no podría tomar su nave y viajar, si los imperiales habían llegado estaba claro que venían por él, y era seguro de que destruirían cada nave que tratase de escapar. Al ver que el joven asentía con la cabeza, Lurian entró de nuevo a ese estado de desesperación.-

- Darth… Darth Vader… En persona vino… - logró decir, ahora más completo, lentamente el joven estaba recuperando el aliento.-

- Entonces, es momento de terminar de una vez con ese maldito traidor… - Lurian estaba decidido, muchos habían creído que Anakin sería aquél que traería paz y orden… El equilibrio a la fuerza, pero se había equivocado, y ya era hora de terminar con eso. Él, estaba decidido a matar a Darth Vader, a Anakin Skywalker y a Darth Sidious.- Cuida de mi esposa, por favor… Volveré cuando todo esto termine… - aunque en el fondo, muy en el fondo temía que jamás volvería.-

- Que la fuerza te acompañe, Lurian… - dijo el joven, yendo en dirección a la habitación donde Dana esperaba. Lurian no iba a despedirse de ella… La chica aún dormía pese a los desesperados golpes del joven que había ido a avisarles.

El joven no se despidió, si no que salió de la casa, cabizbajo… No había necesidad de abrigarse en ese momento, la fuerza fluía a tal nivel por sus venas que no era capaz de sentir frío… Sus poderes como auténtico Jedi estaban despertando bien después de tantos días sin manipularlos.

Los clones se movían rápido, entraban a todas y cada una de las casas de la ciudad, disparando, asesinando, destruyendo sin preguntar. Era un ejército eterno, infinito… Parecía no tener fin. Pero Lurian estaba dispuesto a pelear hasta su último aliento. El joven se colocó la capucha mientras tomaba su sable, en medio de una multitud de clones que le apuntó nada más notar su presencia… Cuando el joven se dispuso a desplegar su sable, dejando a relucir la verde hoja de su sable láser, fue todavía peor.-

- ¡A todas las unidades, encontramos al Jedi! – gritó uno, comunicándose vía radial con el resto de las tropas… Prontamente, tendría una multitud de clones sedienta de su sangre rodeándole, Lurian aún así sonreía. Detrás de esa capucha esperaba un alborotado cabello rubio de punta y unos fieros ojos café, que prometían muerte a cada uno de los clones que llegaba a rodearle, creando un perfecto círculo a su alrededor.-

- La Orden, prevalecerá… - susurró, y entonces la nieve del suelo empezó a elevarse lentamente a su alrededor, dibujando un círculo perfecto de nieve tras los asustados clones que empezaban a retroceder, mas de uno arrastrado por la fuerza invisible que también le obligaba a dar vueltas y vueltas sin control.- Y los Jedi pronto volverán a caminar con la frente en alto, y no ocultos… - profetizó, a medida que su poder estaba listo para el poderoso ataque que planeaba.-

Algunos clones asustados empezaron a disparar, hiriendo a sus compañeros que daban vueltas alrededor de Lurian, incapaces de herir siquiera al joven, en el centro de aquél círculo de fuerza. Cuando el maestro sintió que todo el poder que necesitaba reunir estaba listo, dejó que toda la fuerza que había acumulado estallase, creando así una onda expansiva que no solo arrojó lejos a clones, si no que también creó y levantó una inmensa capa de nieve que aplastó a varios de los soldados que venían en camino.

El maestro Jedi se encontró entonces ante una capa de nieve en la que sobresalían diversos miembros que daban a tender que había cuerpos enterrados en esta. Sin más Lurian empezó a avanzar, esperando encontrar a Vader, mas no tuvo que dar más de diez pasos antes de recibir un empujón invisible que le arrojó varios metros atrás. A duras penas recuperó el equilibrio, tuvo que apoyar una rodilla en el suelo y clavar sus dedos en la nieve, tratando de frenar su cuerpo a duras penas. Ante sus ojos, pudo ver a Darth Vader, cruzado de brazos, examinándole con un aire de superioridad y fastidio. No esperaba a un Jedi capaz de eso, estaba muy seguro de que sería otro debilucho fácil de matar… Pero Lurian, Lurian no solo era un maestro Jedi. Había obtenido su puesto luego de demostrar que su control en la fuerza escapaba de la comprensión de los más grandes maestros… Él, era algo más que un guerrero común.

Ambos desplegaron sus sables láser cuando Lurian recuperó el equilibrio, mirándose fijamente el uno al otro.

- ¡Te haré pagar por todo lo que has hecho a la Orden, a la Galaxia Anakin! – gritó Lurian, quitándose la túnica, quedando únicamente en sus ropas de combate comunes. Se había vestido con ellas nada más levantarse. Algo le había dicho que así debía ser.-

- Anakin Skywalker murió hace mucho tiempo, Jedi… Mi nombre es Darth Vader, y he venido aquí a erradicar a los traidores como tú – le señaló con el dedo índice, lanzando con eso otra ráfaga de fuerza, pero Lurian la esquivó saltando, empezando a correr rápidamente en dirección a Vader quién frenó la estocada de Lurian enseguida.- ¿Y tú te haces llamar un Maestro Jedi? – preguntó, Darth Vader, tras esa horrenda respiración que bien recordaría a un asmático, mientras con solo ejercer algo más de fuerza en sus brazos destrozó la ofensiva del Jedi, abriendo una completa brecha en sus defensas.-

A punto estuvo Lurian de morir, pues Vader no esperó un segundo y quiso clavarle su sable ante ese tremendo error que el Jedi había cometido, pero este fue más hábil y ahora utilizó otra repulsión, el mismo proceso que había llevado a cabo para acabar con los clones, pero esta vez, con menos intensidad pues no tenía tiempo de reunir tanto poder. Vader salió despedido a varios metros de distancia, mas se repuso enseguida, volviendo a caminar en pocos segundos en dirección a Lurian. Sus sables volvieron a chocar cuando ambos estuvieron frente a frente, y chocaban sin cesar, cada ataque buscaba matar, cada defensa salvar la vida, cada movimiento tener superioridad ante el enemigo.

Lurian no daba chance a Vader, y el otro tampoco daba oportunidades ante un Jedi… Aunque extrañamente, solo se había visto en una batalla tan larga cuando peleo con su antiguo mentor, Obi-Wan.

De pronto, Lurian aprovechó un momento para lanzarse a un ataque precipitado. Dio un paso usando la fuerza para moverse rápido y llegar frente a él, en un rápido bloqueo abrió las defensas de Vader, pues este había atacado nada más ver eso, y luego, sin piedad, buscó aprovechar la brecha que él había abierto para terminar con la batalla sin ninguna dificultad. Pero Vader ya conocía ese movimiento desesperado, él mismo lo había usado una vez. Antes de que el joven pudiese proseguir con el ataque y matarle, hizo lo mismo que Lurian, usó la repulsión cargando una cantidad base de su poder y alejó a Lurian unos metros, aunque el joven cayó muchísimo peor que el Sith…

De espaldas terminó en el suelo, quejándose al toparse con hielo y no con suave nieve. A duras penas podía sentir su cuerpo, y ahora, a causa del dolor, por fin estaba empezando a sentir el frío. Su cuerpo estaba entumecido de pronto, incapaz de notar ningún miembro de su ser… Trató de buscar el protector tacto de la empuñadura de su sable, pero notó que este estaba demasiado alejado de él y cuando quiso acercarse a tomarlo, una poderosa patada fue clavada en la boca de su estómago, haciéndole girar a sí mismo por la fuerza ejercida en el ataque y por el dolor.

- Has demostrado ser digno Maestro Jedi… Pero jamás podrás igualarte a alguien conocedor de las artes del Lado Oscuro. Solo eres un patético Jedi más, y es momento de que mueras – con solo un brusco movimiento de su mano, Lurian empezó a elevarse por los aires, sintiendo como una gran e increíble fuerza presionaba, apretaba su cuello, impidiendo que el aire lograse llegar hasta sus pulmones. Darth Vader le estaba estrangulando, y aunque el cuerpo del joven se moviese, se quejase, tratase de luchar contra ese poder, estaba demasiado débil después de esos golpes como para contrarrestar… Vader le había ganado, y él había fallado. Pero de pronto, el Lord Sith notó una fuerza que antes no había sentido, al igual que Lurian. El joven, en sus últimos momentos entendió de quién se trataba… Su hijo había nacido en el lapso de tiempo en el que él había salido a pelear. Su hijo, moriría en manos de Darth Vader. Pero otra idea cruzó la mente del Sith… Pues ese poder era exactamente igual al de Lurian, por lo que el Sith consideró que quizá, ese joven había escapado junto con otro Jedi. Terminó de torturar a Lurian, rompiéndole por completo el cuello y acabando con su vida, luego de que Vader sencillamente apretase su puño.-

Se escuchó el "crack", el sonido de una vida segada en segundos, en instantes. El cadáver cayó sobre la nieve, y el Lord Sith se encargó de que el sable láser del joven estuviese a buen recaudo, en sus propias manos.

Entonces empezó a avanzar en dirección a donde este nuevo poder se sentía, con tanta intensidad y fiereza que Vader se preparó para una futura batalla contra otro Maestro tan capaz como el que acababa de matar. Aunque supuso, que sería tan temerario como el anterior por lo que no se preocupó. No podía demostrar que se había visto muy sorprendido ante la existencia de un Jedi capaz de terminar con 500 clones él solo y de un único movimiento, eso era algo destacable, muy destacable. Y por un momento, por unos instantes, había temido ser derrotado. Pero el miedo le dio fuerza, le dio más poder y más control todavía en el lado oscuro… Lo cual le fue suficiente para derrotar a Lurian.

Prontamente, se encontró frente a la casa que pertenecía a Lurian y a Dana, con solo un empujón de la fuerza la tiró abajo, e ingresó a la estancia, viendo al fondo una luz tras una puerta entreabierta. No necesito de acercarse, solo empujó un poco con su poder y tras de esta, pudo ver a una mujer, con los ojos cerrados y empapada en sudor, cargando a un bebé recién nacido en brazos, recostada en la cama.

Volteó segundos antes de que el joven al cual Lurian le había pedido que cuidase de su mujer le pegase con un sartén en el casco, pensando que quizá eso sería útil. En instantes, el sable láser le había atravesado el corazón, arrebatándole la vida en cuestión de segundos. El ruido del cadáver cayendo, alertó a la mujer… Ya sabía todo lo que pasaría luego.

Por la puerta, vio ingresar a aquél extraño ser de negro, con el sable de su marido en las manos.

- Entonces, ese niño es el que desprende tanto poder… - susurró, cruzándose de brazos, admirando la escena. En su mente, figuraron cientos de traiciones, cientos formas de usar ese poder para él ser quién dirigiría la Galaxia… Y no su maestro. Si él tuviese ese poder, sería sin duda imparable, aunque, luego lo pensó mejor… ¿Era necesario tener ese poder?... ¿O era mejor, que ese niño lo tuviese y domesticarlo? Ahora era un bebé, fácil de moldear… Si lo entrenaba y hacía que esos poderes creciesen, prontamente tendría al asesino Sith perfecto… Al ser adecuado a su costado para destruir a su maestro, Darth Sidious. Pero eso debía mantenerlo en secreto, no podía permitir que su maestro se enterase, de ser así, todo su plan correría riesgo, tanto como él mismo. Entonces, ocultaría al niño y lo entrenaría… Lo volvería el guerrero capaz de derrotar al Emperador y lo mataría luego, para que no se repitiese la historia. Los Sith se preciaban por ser traidores, ¿por qué él no?.-

Si no hubiese tenido esa máscara negra rodeando su cara su sonrisa hubiese sido la más oscura, terrorífica y perversa que ningún ser humano hubiese visto jamás, y es que de por sí, el rostro desfigurado de Vader ya era aterrador.

Le arrebató de sus manos al niño a la madre, y luego, usando su sable amenazó a la mujer.

- Dale un nombre a este niño – ordenó, teniendo el sable láser muy cerca del cuello de la mujer.- rápido.

- K-krey… Krey Houssen… - dijo Dana, sintiendo que con eso, había sentenciado no solamente su vida, si no que la de su hijo.-

- Muy bien, bienvenido al Lado Oscuro, Krey Houssen… - dijo, antes de atravesar el cuello de la mujer, segando una vez más otra vida sin siquiera sentir remordimiento alguno. Vader ya estaba acostumbrado.

El Lord Sith notó como el niño se ponía a llorar una vez había terminado con la vida de la mujer, y sin más, lo cubrió con uno de los abrigos que encontró entre los armarios, no podía permitir que su joven sicario muriese antes de cumplir su destino… Un destino oscuro, y lleno de sangre…

Han pasado 26 años desde ese oscuro suceso…