Este fic es realizado sin fines de lucro Y ningunos de los personajes me pertenecen

Solo los ocupos para fines perversos de este drama que por cierto fue sacado de mi imaginación, por lo que es totalmente mío.

Sin mas por favor disfrútenlo...


El Poder del Destino

Muchas veces la vida nos recuerda que nada es por casualidad, cada uno de nosotros está destinado para encontrarse con ese alguien especial y aunque neguemos la existencia de un "destino" no podemos luchar contra el ¿verdad?.. Ichigo.

CAPITULO 1

-.-.-.-. Vida es un asco-.-.-.-.-.-.-.

ICHIGO

Podía escuchar el escandaloso ruido del despertador que se encontraba en la mesita de noche pero por más que me gritara mentalmente que ya era hora mi cuerpo se rehusaba a responderme, no quería despertar ¿Qué caso tenia? mi vida carecía de sentido, tome las pocas fuerzas que aún conservaba queriendo apagar el maldito aparato pero aun así fue en vano, como cada mañanas de los últimos cinco años mis esfuerzos se vieron truncados con una tentadora idea que me rondada la cabeza ¿Qué tal si no despertaba?

- Despierta- escuche la delicada voz de mi prometida mientras sentía como acariciaba mi cabello – llegaras tarde otra vez – susurro en mi oído, le reclame algo adormilado pero finalmente desperté, a seguir con mi infierno personal

Para mi suerte ella se fue a preparar el desayuno otorgándome un poco de privacidad en su alcoba, vivíamos separados pero parte de mis cosas estaban en su apartamento aunque con la que traía me las podía arreglar, camine hacia el baño comprobando que las misma ropas de hace tres días no estaban del todo mal, sin ganas de buscar algo más me las puse, en el gran espejo con iluminación a unos pasos de mi me percate de unos cabellos rebeldes sobre mi cabeza pero no le di importancia, mi reflejo se veía tan mal de cómo me sentía, no sonreía, no estaba triste o enojado ya no podía demostrar emociones

¿En que momento mi vida cambio a color gris?, todos los días eran iguales, me mire una vez más al espejo suspirando, estaba listo para irme sin necesidad de cepillarme.

- ¿Te vas tan pronto? – me detuvo su voz a un paso de la puerta- ¿no desayunaras?- sabía que era muy injusto al tratarse de Inoue, ella era grandiosa y no merecía que la tratara de esa manera pero no soportaba la idea de quedarme un rato mas quería irme y seguir con el martirio hasta que el día terminara, seguir con la monotonía.

- Cuando termine mi guardia, serás la primera que vea- le dije mostrando una pequeña sonrisa fingida pero me pude percatar en su mirada que no me creyó - lo prometo - finalice y ella asintió, suspire y me dispuse a partir.

Como deseaba que las cosas fueran como antes, que yo fuera el mismo de antes, el que alguna vez llego a disfrutar de la vida, pero ese Ichigo había muerto y tal vez eso no estaría tan mal si no afectara a otros pero me odiaba tanto por no poder darle la felicidad que se merecía, quería a Inoue era dulce, comprensiva y cariñosa lo que cualquiera desearía pero por alguna jodida razón eso ya no era suficiente.

- Buenos días Dr Kurosaki- escuche a la enfermera en turno que se encontraba en la recepción del hospital decorado como cualquiera de la ciudad, todos los rincones estaban pintados de blanco lo cual hacía lucir reluciente a la vista de todo aquel que pasara por las puertas eléctricas, los doctores y residentes corriendo apurados por los pasillos, la mesa redonda en el centro habitada generalmente por tres recepcionistas con el mismo peinado alto y cuatro enfermeras malhumoradas que salude sin mucho ánimo, me encamine a los vestidores para cambiarme por el tradicional uniforme azulado y bata blanca, el trabajo tal vez era lo único que me mantenía un poquito vivo, era apenas un residente y no veía la hora de tener mi propio consultorio, una idea a la cual me aferraba para no caer más hondo de donde me encontraba

- Buenos días Kurosaki- saludo Ishida un amigo de la infancia, nuestros padres eran viejos "amigos" aunque el termino rivales les quedaría mejor, se la vivían compitiendo por todo desde la universidad viendo quien era el mejor estudiante después quien era el mejor medico y ahora quien goza del mejor servicio si mi padre con su pequeña clínica o el padre de Ishida con su hospital, para mi gusto se comportaban como unos niños

- Hola Ishida- salude

- Parece que no estás de buen humor Kurosaki- menciono acomodándose los lentes- me pregunto si será por…-

- Mejor cállate- me acomode el guarda polvos azul, sabía lo que diría ese imbécil - y metete en tus propios asuntos- mi mal humor solo crecía es por eso que no me sorprendió que la puerta de mi casillero sonara más fuerte de lo esperado al cerrarla

- Deberías de terminar con eso, no es justo para ella- por kami lo sabia no necesitaba que un tonto cuatro ojos me lo echara en cara

- Eso no pasara - le dije cansado, era demasiado egoísta para dejarla y ella no quería irse, esa relación comenzaba a ser enfermiza- iras - me salí por la tangente no quería que me recordara mi patética existencia, suspiro cansado sabía lo que él sentía y claro no quería que Inoue sufriera por mi culpa.

Me miro y asistió después de un rato con un movimiento de cabeza

- Vámonos, tenemos guardia - salió acomodando su estetoscopio y lo seguí

Por fin había terminado dos días lleno de presiones, solo quería ir a casa y dormir, detuve por cuarta vez el auto por la luz del semáforo en rojo con la mirada figa en el parabrisas esperando con ansias el cambio de color cuando mis pensamientos se detuvieron al momento de ver una menuda figura borrosa de cabellos cortos dos cuadras más adelante.

Pise el acelerador olvidándome de las reglas de transito, quería alcanzar a esa figura como diera lugar mi estático corazón de pronto comenzo a latir a mil por hora tenia el estomago revuelto y comenzaba a sudar con una sola idea en mis pensamientos Rukia.

La sombra se deslizaba rápido por las calles y tuve que acelerar para alcanzarla, giro a la derecha y las llantas rechinaron cuando imite tal acción mire por los alrededores me encontrada en una calle por lo que anduve más despacio, la calle estaba desierta algo lógico pues eran casi las doce de la noche conduje un par de minutos pero no había rastros de la figura ¿me estaría volviendo loco? Frene y estuve un par de minutos sin mover siquiera un musculo, seguramente mi mente lo había imaginado un síntoma del estrés o peor aun de paranoia.

Pero ¿por qué imaginarme a ella? no la veía desde hace más de diez años, confundido mire una vez más los alrededores en busca de lo que sea para confirmar que aun había algo de lucidez en mi mente pero nada así que deduje que irme sería lo mejor.

Arranque con más de un recuerdo, pise el acelerador queriendo sentir el motor vibrar y comprobar la velocidad que podía alcanzar me encontraba excitado, emocionado tal vez un poco mas esperanzado y mas… se podría decir ¿vivo? No lo sabía del todo, la imagen de ella rondaba por mi mente una y otra vez como una película sin fin, no tenia rumbo y aun así me sorprendí el camino que estaba tomando.

Las calles más costosas de Japón rodaban las ruedas de mi auto la dirección de la mansión Kuchiki era la que estaba tomando, no estaba pensando me movía por inercia quise parar pero no pude quería ir sin saber el porqué solo sabía que lo necesitaba, pero antes de que pudiera avanzar un centímetro más la vibración de mi bolsillo derecho me detuvo, la imagen de la pelirroja se cruzo por mi mente como un rayo debía ser ella ¿Quién más?

Mire una vez más al frente y di la vuelta alejándome lo mas que pude del lugar borrando en mi toda emoción pasajera reanudando el viejo vacio quería irme a mi departamento y olvidarme del mundo, otro zumbido en el bolsillo y un suspiro cansado me hicieron tomar mi decisión podría ser un canalla pero nunca faltaba a mi palabra y porque negarlo necesitaba desestresarme pise le acelerador esperando que esto algún día terminara.

Entre suspiros y movimientos rápidos se perdía mi conciencia, Inoue era todo lo que un hombre podía desear y me preguntaba si algo estaba mal conmigo porque ya no me causaba ni un triste suspiro.

Hasta el sexo se había convertido en una tarea cansada y monótona, ICHIGO grito cuando llego al orgasmo agotada, Salí de ella y la deje a un lado de mi disponiéndome a descansar- te amo- dijo en un susurro, no quería mentirle pero los viejos hábitos son difíciles de componerse – te amo- repetí mecánicamente y me quede dormido para volver a empezar la rutina.

RUKIA

Me desperté al escuchar el ruido de mi despertador no quería despertar lo ignore para luego acurrucarme del lado contrario ¿Por qué despertar?, no tenía nada por que hacerlo pero se me hizo imposible ignorar el pitido reclamándome que aun no lo había apagado, derrotada estire la mano y alcance el aparato que marcaban las 6:00 de la mañana un suspiro doloroso salió de mis labios al poner un pie fuera de mi gigantesca cama y me arregle de mala gana por que ni siquiera había salido el sol y era ¡SABADO! Que loco se despierta a esta hora el día de hoy, Pero en mi casa la impuntualidad era casi un delito es por ello que agradecí estar de visita solo por un par de semanas pero aun así el tiempo corría muy lento pues lo que se me había hecho casi un mes fue tan solo un día de estadía en mi antiguo hogar.

- Buenos días - salude a oniisan que estaba en la pequeña mesita color negra desayunando y me recordó la época donde era un par de años más joven y aun asistía a la preparatoria, cuando lo único que deseaba era ir a la universidad para escapar de esa mansión que a pesar de tener habitaciones suficientes para habitar a cien personas solo estábamos mi hermano y yo.

Nuestro padre murió cuando oniisan tenía 18 años y yo era tan solo una pequeña niña según había escuchado mi madre murió al darme a luz y al parecer esa fue la causa por la que papá se dejo morir pero no se mas al respecto son cosas que se tienen bien guardadas

- Buenos Días Rukia – saludo en cuanto fui a sentarme y una mucama puso frente a mí un plato lleno de comida deliciosa que extrañaba muchísimo yo no era tan buena cocinera, desayunamos en silencio como la mayoría de las veces

- Rukia necesito hablar contigo- dijo tomando un sordo de té, lo mire sorprendía pues mi hermano jamás fue de muchas palabras y solo hablaba cuando era extrita mente necesario o la ocasión lo ameritaba.

- ¿Pasa algo?- pregunte levantando la ceja mire su inquebrantable semblante, el jamás mostraba sus emociones y tan solo lo había visto sonreír un par de veces en mi vida, cada una cuando ella estaba viva pero tenía cinco años así que no lo recordaba del todo, algunas veces lo veía tan irreal que me parecía un sueño bastante loco.

- No - menciono tranquilo dejando su tasa suavemente sobre la mesa- tan solo pensaba que ya es hora que te cases- fue como si me hubieran dado un golpe directo en el estomago sacándome todo el aire cuando lo menciono sin rodeos regularmente él solía ser así pero me había tomado desprevenida ¡que! ¿Tenía casarme? ¿Yo?

-¿Que quieres decir...- pase saliva antes de poder pronunciar esa palabra, se me había revuelto el estomago y me esforcé por no vomitar el desayuno - ...con matrimonio? Oniisan - Sabia lo que significaba esa palabra en el diccionario de la familia Kuchiki "casarse con un viejo desconocido y sumamente rico que traiga beneficios a todos menos a la prometida" me aterre ya que había pasado todo ese tiempo evitando esa vida y ahora…

- Te casaras con un socio que beneficiara los negocios familiares en menos de un mes- me miro y noto el horror en mi rostro solo un mes pensé aterrada acaso estábamos en el siglo XIX- trate de postergarlo lo más que pude Rukia… pero sabes cómo es esto – si lo sabía perfectamente, mi abuelo tenia reglas extritas sobre la familia, mi hermano fue desterrado cuando decidió casarse con alguien que no era según ellos "de nuestra clase", alguien muy linda que lo hizo feliz y por la cual peleo durante casi un año para que la aceptaran, era pequeña y no lo recuerdo pero las imágenes de una mujer de oscuros cabellos a lado de mi sonriendo dulcemente y mi hermano riendo en un campo lleno de flores estaban presentes en mis más dulces sueños.

- Lo sé – susurre mientras que esa imágenes fueron sustituidas con una de mi abuelo cuando discutía con mi hermano sin saber que yo escuchada "es muy joven para casarse" le gritaba mientras mi abuelo se encontraba serio en un rincón del estudio "está bien cuando salga de la universidad, después yo arreglare el matrimonio" y eso fue lo último que se discutió, esa noche había ganado temporalmente.

- iremos con Kuchiki sama mañana en la noche y tu prometido estará ahí - me dijo poniéndose de pie, lo vi retirarse lentamente suspire derrotada sin esperar más apoyo pues lo único que le importaba era las costumbres y no desobedecer las reglas impuestas por la familia, me quede helada mientras asimilaba las palabras casada ¿yo? salí de la habitación quería estar sola para pensarlo mejor en fin ese sería mi destino por más que peleara.

Caminaba por los jardines absorta de todo el mundo, me sentía tan asfixiada en esa vida llena de lujos y reglas estúpidas ¿Por qué? Era la pregunta que rodeaba por mi mente, una lágrima salió inadvertida y me sentí estúpida, débil al llorar por algo así, yo era fuerte, limpie mis lagrimas con ese pensamiento sin darme cuenta estaba sentaba en el jardín al que no había ibo desde hace años siempre trataba de evitarlo, mi inconsciente me llevaba aquel lugar donde fui tan feliz alguna vez queriendo revivir tal emoción, baje la miraba sonriendo triste guiando mis manos por los bordes imperfectos causados por una navaja.

Profundas líneas tomaban significado y mis recuerdos eran cada vez mas fuertes más intensos Ichigo susurre el nombre que estaba grabado

- Se puede saber por qué demonios tienes esa arma baka- una pequeña niña de cabellos negros y ropa elegante elevaba la vos mientras veía que su acompañante jugueteaba con un objeto punzo cortante entre sus manos

- Puedes callarte tonta- reclamo el pelo pincho junto a ella aproximadamente de unos seis años de edad el cual recibió un buena patada en su tobillo- MALDITA ENANA ME HA DOLIDO

- Tú tienes la culpa eres un TONTO CARA DE MONO – contraataco sacando la lengua

- Tú eres una enana deforme

-TONTO, TONTO TONTO… te acusare con oniisan y ya verás lo que te hará por traer eso a mi casa

- Cálmate ¿sí? -dijo antes que la condenada niña consentida se fuera- no es un arma es una navaja Suiza, mira- le enseño los otros utensilios que contenía el pequeño objeto color rojo que le había dado su padre por su reciente cumpleaños, la azabache se quedo sorprendida admirándolo- no te haria daño con el enana- frunció el entre cejo por el apodo que ya era una costumbre en él y no lo entendía por qué la llamaba así, ella no era tan pequeña.

- Para que te servirá- pregunto al hijo del médico que venía cada vez que tenia consulta su hermana, lo cual la hacía muy feliz y no porque su querida hermana ósea la esposa de su hermano estuviera enferma para nada al contrario eso la ponía más triste, pero su nuevo amigo pelo pincho siempre el sacaba una sonrisa.

- Pues- se quedo pensando, el tampoco entendía por qué su padre le había dado aquello y porque su madre le había gritado por atreverse a darle tal regalo a un niño, no le veía nada de malo pero tampoco le veía una utilidad, el hubiera preferido el auto de carreras de su tamaño, que vio en el aparador de una tienda- la verdad no se.

La pelinegra siguió observando el pequeño aparato y nada se le ocurría, eran lindas las mini tijeras pero no eran divertidas derrotada vio hacia otro lado pero con esto se le ocurrió una idea

- Ya se- escucho el grito de alegría de la enana y justo cuando le iba a reclamar por asustarlo de tal manera observo como ella le quito su regalo de las manos en un parpadeo, se sorprendió de lo rápido que podía ser para ser tan solo una niña pero luego se enfado al ver que ya estaba un poco más alejada con ese objeto que seguramente podría lastimarla, la llamo pero lo ignoro, sin otra opcion corrió hasta el banquito de madera donde se encontraba Rukia.

-¿Qué haces enana?- pregunto asomándose por su hombro sin lograr ver nada

- ¡Taran...!- cataruleo después de unos minutos mostrándole su creación con una gran sonrisa

-¡QUEE! No puedes hacer eso con esto- le quito la navaja de sus manos enojado como se atrevía a usar su navaja como lápiz se dijo observando su pequeña creación – tus perros son horribles

-NO SON PERROS- la confusión de los garabatos le ocasiono otro golpe al pequeño peli naranja- es champpy- explico

-¿el conejo horrible? De la televisión

-NO ES HORRIBLE BAKA- al ver la ira de la pelinegra, opto por no reclamarle no quería otra patada- además no es lo único que hice – el niño figo sus pequeños ojitos marrones en el garabato, su compañera de juegos tenía razón no solo estaba el conejo horrible también había escrito otra cosa

-i..chi..go- leyó quedando rojito como jitomate

-si eres tu- respondió con una sonrisa de oreja a oreja luego lo empujo echándose a correr- Ichigo tu las traes- grito desde lejos

-¡HEY! eso no es justo enana- grito también tratando de alcanzarla, nunca comprendería a las niñas

El champpy que había grabado seguía tan claro como aquella primera vez, seguí con la mirada figa en este como si viendolo pudiera trasladarme a mi pasado, en ese tiempo era tan extrañamente feliz quería volver a sentir ese sentimiento aunque sea solo un segundo, cerré los ojos y quise recordar el tiempo con él, lagrimas caían sin cesar con una cicatriz que empezaba a abrirse me puse de pie y me fui del lugar como pude

- Lo siento - dije al sentir como me estrellaba contra algo mientras trataba de controlar mis lagrimas que no paraban de salir

- ¿Rukia? - pregunto una voz que se me hacia vagamente familiar abrí los ojos que al principio no pudieron enfocar bien aquel punto rojo enfrente de mi

- ¡Renji! – lo mire sorprendida al encontrarme a mi amigo por los jardines de la casa - ¿Qué haces aquí?- le pregunte secándome discretamente las lagrimas por lo que él me miro algo preocupado

- ¿Estás bien? - tal vez podría engañar a todo el mundo pues era buena actriz pero no era lo mismo con él, a Renji lo conocí cuando Ichigo se fue, teníamos diecisiete años cuando este me encontró en el jardín llorando me consoló y me llevo a casa cuando yo no pude hacerlo, su abuelo el señor Abarai acababa de entrar a trabajar en los jardines de la mansión.

La verdad no recordaba nada de aquello, me había perdido horas antes en mi propio tormento solo desperté y me encontré con el energético pelirrojo que contaba una y otra vez como y donde me había encontrado me pregunto qué hacia sola nunca le conté la verdad ni sobre Ichigo me lo guarde para mí pero su energía y vivacidad era contagiosas por lo que evito que me derrumbara y era una suerte que ayudara a su abuelo porque así lo veía todo el tiempo, platicábamos de todo, me conocía y yo lo conocía a él.

El siempre ha estado apoyándome en todas mis locas ideas como irme a estudiar a diez mil kilómetros de ahí una carrera sin futuro aparente, me alegrada, me daba fuerzas y siempre lo encontraba en momentos de terrible necesidad como en ese momento.

- Si - mentía

- Me crees idiota o algo así ¿verdad?- dijo con una leve sonrisa, no conteste y baje la mirada

- Me quieren casar - susurre y en parte lloraba por eso no necesitaba saber que el gran vacío de mi corazón era por el reciente recuerdo de Ichigo, sentí el peso de su mano sobre mi hombro

- Lo sé - confeso algo triste - Escuche como tu hermano se peleaba con tu abuelo antes de que regresaras - Renji siempre me llevo ventaja con la estatura alcazaba el 1,85 es por eso que alargue mas el cuello para mirarlo sus tatuajes lo hacían lucir peligroso y tal vez por eso a mi hermano jamás le cayó del todo bien pero vio que el pelirrojo tenia actitud y una buena preparación cuando le pidió trabajo en la compañía después de graduarse, trabajo duro y llego hacer su mano derecha cosa que me agradaba porque él lo deseaba y también debo admitir que Renji era mi espía personal, algunas cosas que no me contaba mi hermano me las decía el

- ¿Por qué no me lo dijiste?- no pude ocultar lo irritada que me encontraba – hable contigo antes de venir Abarai

- Si te lo decía no hubieras venido- me dijo algo apenado y me tranquilice solo un poco no era culpa de el al fin de cuentas

- Si tienes razón- suspire y me pregunte qué hubiera pasado si no hubiera ido ¿mi hermano habría ido por mí?

- Rukia, lo siento mucho, fui un estúpido egoísta- percibí la tristeza en su voz - pero como yo también regresaba a la ciudad quería verte

- Si te perdono - mencione sin darle tanta importancia no quería herir a mi único amigo, el me sonrió - pero tendrás que invitarme algo muy bueno para que te ganes mi perdón

- Por supuesto - dijo con una sonrisa de oreja a oreja - ¿qué te parece si en la noche vamos a una pequeña cena con unos viejos amigos míos? - lo mire sin comprender socializar con amigos de Renji no era exactamente lo mío no era tan sociable como él y no conocía a nadie así que me negué pero después de casi una hora de ruegos acepte no muy segura.


En el próximo capitulo

me presento, sonreí nerviosa por la forma en que me miraba me hacía sentir una muñequita de porcelana encerrada en un escaparate de una lujosa juguetería – Rukia, ella es mi amiga Orihime Inoue -

- Gusto en conocerte Orihime san- salude inclinándome para saludar apropiadamente- felicidades por tu compromiso

...

- ¿Dónde está el baka? - pregunto Renji

-mm… No sé - contesto con un dedo en su mentón - se suponía que debía estar en la habitación pero no lo encuentro- por una extraña razón que desconocí sentí una desagradable sensación cuando dijo habitación ¿acaso vivan juntos?

...

Todo mi cuerpo se detuvo, mi reparación, mi corazón, se habían ido las voces, todo se congelo e incluso el tiempo..

Me perdi en sus ojos marrones que ya conocía...

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