Disclaimer: Naruto no me pertenece. Es de Masashi Kishimoto.

Aviso: Este fic participa en el reto: Palabra al azar del foro La Aldea Oculta entre las Hojas.

Quinientas palabras.

Palabra sorteada: Reencarnar.


A Chouji nunca le gustó su cuerpo. Más que nada, por los insultos que los otros niños le gritaban al pasar. «¡Eres demasiado gordo para jugar a los ninjas!», le decían, con los ojos llenos de burla y los brazos maliciosos cruzados sobre el pecho. Chouji estaba casi seguro de que todas las cosas malas que le pasaban eran a causa de su cuerpo. Se suponía que la grasa corporal en los Akimichi era símbolo de su poder. Pero a Chouji no le gustaba verse poderoso cuando se sentaba y los rollitos de grasa resaltaban debajo de su camiseta. No le gustaba sentirse incómodo en su propia piel; como cuando pasaba vergüenza por ocupar demasiado espacio en los pupitres compartidos, o incluso cuando caminaban en excursiones y se sentía cansado antes de tiempo. Se suponía que los ninjas debían ser ágiles y delgados. Chouji nunca entendió cómo es que podría llegar a ser aceptado o admirado si estaba gordo.

Por esa razón, Chouji estaba muy feliz cuando descubrió la forma de cambiar su cuerpo para siempre. Aquel día llegó a la academia con un especial brillo en el aura. La sonrisa deslumbraba en su rostro, aunque la primera clase era la menos preferida del chico. Cuando alguien le preguntó por su cambio de actitud, él contestó de manera simple:

—Hoy voy a reencarnar.

Subieron hasta la punta del Monumento Hokage. Shikamaru se había ido temprano de la academia, gracias a que un balón le lastimó el tobillo. Por primera vez en mucho tiempo, Nara no había exagerado al decirle a la enfermera que se sentía mal y que quería ir a casa. A Chouji le entristeció que no lo pudiera ver reencarnando, pero al mismo tiempo sintió alivio; sabía que tal vez a Shikamaru no le gustaría el método arriesgado que usaría para transformarse.

Las voces de los niños lo incitaban.

—Aparte de gordo, eres estúpido. ¿Cómo crees que le harás para dejar de ser tan feo? ¡Qué tonto! ¡No podrás hacerlo!

La media luna que se le formaba al sonreír no titubeó ni un segundo. Chouji caminó decidido, sudando por la caminata y algo agotado. Miró hacia abajo. Era una larga distancia. ¡Estaba muy alto!

Uno de los niños arrugó el entrecejo.

—¿Qué vas a hacer, Chouji?

—Voy a saltar.

—¡Vas a morir si brincas! —advirtió asustado.

Chouji negó. ¡Eran muy ingenuos! Chouji sabía exactamente lo que pasaría. Y después de que saliera de la crisálida, los niños iban a querer jugar con él. Shikamaru se sentiría feliz si viera su transformación. Probablemente ya no podría ser ninja —no existen los insectos-ninja—, pero valdría la pena, ya no volvería a sentirse como un feo gordo al que nunca nadie iba a querer.

Antes de que los niños le detuvieran —ya asustados, pidiéndole que fuese razonable—, Chouji se lanzó al vacío. Mientras caía, sentía cómo poco a poco evolucionaba. Alzó los brazos, llorando de felicidad.

Chouji lo sentía, antes de tocar el piso, se convertiría en mariposa.


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