Todos saben sobre los dioses grecorromanos. Aún más sobre los Tres Grandes; Zeus dios de los cielos y rey de los dioses, Poseidón dios de los mare y Hades dios del inframundo.
También sabemos que algunos dioses aveces bajaban a la Tierra y se enamoraban de algún mortal, dando así a la existencia de los semidioses también conocidos como mestizos.
Además también conocemos la historia o mito de que los hijos de los Tres Grandes al ser tan poderosos decidieron jurar sobre el Río Estigio no tener más.
Pero lo que no sabíamos hasta ahora es que antes de eso decidieron tener un último hijo. Un hijo inmortal.
Los dioses restantes no dieron objeción alguna con una condición. Ellos también participarían en la creación de dicho ser.
Hécate titán/diosa de la magia creó con su poder un recipiente, en el cual crearían al ser, capaz de contener el poder de los dioses.
Con el recipiente ya creado las diosas dieron un óvulo suyo (las vírgenes también ya que al darlo voluntariamente no les afectaba). Mientras que los dioses vertían su icor en el recipiente.
Dando así paso a un nuevo ser.
A una nueva vida.
Una beba de piel de porcelana yacía acostada en el recipiente. Con el pelo negro como la noche y con toques plateados y reflejos azules. La niña no aparentaba más de unos días de vida.
Aquella simple imagen de la niña durmiendo, cautivo los corazones inmortales de los dioses allí presentes.
Con cuidado Hera diosa del matrimonio y reina de los dioses cogió a la pequeña, haciendo que esta abriera los ojos mostrando unos orbes entre grises y verdes con unos pequeños toques rojos.
- Salve Alexandreis, princesa de los dioses y heredera de los reinos- dijo Zeus después de contemplarla.
En el Olimpo todo era felicidad y paz, ya casi no habia disputas entre ellos y las que habia eran normalmente por quien cargaba a la pequeña.
Hefesto dios de la herrería, creó una pulsera con el nombre de la niña grabado en la parte trasera de esta. Cuando las diosas se enteraron que también se convertía en un arma poco le faltó al pobre Hefesto para no morir.
Pero esa paz y felicidad no duró mucho.
Una noche la pequeña desapareció da igual cuanto buscasen desesperados los dioses por cualquier lugar nunca la encontraron.
Fue tal la impotencia, tristeza, desesperación y furia que sentían los dioses aquel día que por todo el mundo hubo catástrofes climatológicos.
(13 AÑOS DESPUÉS)
Estamos en el orfanato 'Santa Teresa', donde allí todo era normal… bueno no todo. Allí vivía una niña, pero esa niña no era normal. Su piel era pálida y su pelo oscuro como el carbón y ojos grises azulados. Siempre estaba sola y casi nunca hablaba. Siempre se la veía leyendo libros sobre la mitología grecorromana, sus dioses y los monstruos.
También leía sobre la historia de Grecia o de Roma.
Ella no sabía nada sobre sus padres, los cuidadores del orfanato le contaron que llegó un 18 de agosto por la noche, sin nota ni nada solo la pulsera que llevaba en la muñeca derecha.
Lo raro de la pulsera no era ella en sí, sino que detrás de esta tenía unos grabados (que gracias a un libro descubrió que era griego antiguo) y más raro aun era que podía entender dichos grabados que formaban una palabra: Alexandreis.
