Hola a todxs. Con otra historia, nuevamente slash. Pero esta vez hay muchos cambios!!

1- No estoy sola. En esta ocasión, me acompaña mi coautora en otros relatos y musa muchas veces, Faby. Ideamos la trama juntas, incluso, cada una tiene planeado su propio final.

2- Es un Draco- Harry desde el principio.

3- No es angst. Dudo que muera mucha gente que digamos, así que no os preocupéis por el gasto en pañuelos. Este es un fic para satisfacción personal de las dos y no esperamos que a todo el mundo le agrade, no es la gran cosa, pero nos divertimos escribiéndola.

+ Este fic es slash, que significa relaciones entre personas del mismo sexo (en este caso hombre- hombre) e incluirá escenas explícitas de sexo. Si no te gusta, eres homofóbico o simplemente no te agrada el tema, no lo leas. +

+ Nada del mundo de Harry Potter es nuestro. Todo es de J.K. Rowling y lo usamos sin ánimos de lucro, sólo para divertirnos. Esperamos no recibir ninguna demanda. +

Memorias Prohibidas

Parte 1

El despertar en un día de sol

Parpadeó suavemente, tratando de adaptar sus ojos a la luz blanca del amanecer. La confusión se apoderó de su mente al tiempo que se esforzaba en tratar de reconocer el lugar en el que se encontraba. Una amplia habitación con olor a antiséptico, de techo, paredes y suelo en blanco. Camas alineadas en una ordenada hilera, en contra de la luz resplandeciente que provenía de las ventanas.

Se sentó en el borde de la cama balanceando los pies, sin decidirse aún. Levantarse o no levantarse.

No había alcanzado a decidirse aún cuando la puerta se abrió de golpe, revelando la figura esbelta y fuerte de un muchacho. Esbozó una sonrisa tímida, preguntándose en silencio si conocía al recién llegado. Escrutó el rostro de líneas marcadas que se iba acercando a grandes zancadas hacia él. Un conjunto atractivo de ojos verdes escudados por anteojos, cabello negro muy desordenado, piel levemente bronceada. No, no le sonaba.

Abrió la boca para saludar, pero un golpe exageradamente certero en el estómago le cortó la respiración y le hizo doblarse por el dolor. Por el rabillo del ojo vio un atisbo de brillo furioso en las pupilas color jade, algo de ira ciega que iba dirigida sólo a él. De algún modo, estuvo seguro de que se lo merecía.

Esta noción desapareció con el restallido violento de una bofetada que el chico acababa de propinarle en pleno rostro. Rozó pensativamente con su dedo índice la zona lastimada y retrocedió asustado. No sabía que motivos llevaban al joven moreno a golpearlo, pero estaba seguro de que no quería averiguarlo.

El puño que alcanzó, en un golpe simétrico y seco, a su pómulo derecho lo devolvió a su posición inicial de espaldas en la cama, inconsciente, piel extremadamente pálida contra sábanas inmaculadas.

- ¡Señor Potter! ¿Qué cree que hace?

El grito estridente le perforó los oídos, atravesando varias capas de su agobiada mente hasta llegar a cierta zona que marcaba el dolor. Si esa mujer no dejaba de gritar se iba a ver en la obligación de asistir a algún tipo de terapia.

- ¿Intentar matarlo?- probó Harry de mal humor.

- ¡Vuelva a su cama de inmediato!

Con deliberada lentitud, soltó el cuello del pijama de Malfoy. Sintió el tacto suave y sedoso de la costosísima tela añil y dejó que sus labios formaran un gesto de asco y repulsión. Se alejó caminando hacia atrás, sin despegar la vista del pálido aunque tranquilo rostro dormido, casi temiendo que de un momento a otro Draco despertara y se le abalanzara a matarlo, tal y como él había intentado.

- Es extraño que aún no despierte. Han pasado varios días desde el accidente y ya debería de estar bien.- dijo la enfermera a media voz, tomándole el pulso con preocupación al chico rubio. Por su lado, Harry se encogió de hombros y regreso a su cama, al lado izquierdo de la del Slytherin.- Puede haberle pasado algo grave... ¿Se da cuenta de las posibles consecuencias de su vergonzosa acción?

- Cuando llegué estaba despierto.- gruñó a modo de excusa, acomodándose en la almohada.

- ¿Y por qué razón está ahora disfrutando de una nueva siesta?- Madame Pomfrey soltó la mano de Draco Malfoy y se giró hacia el otro estudiante.- ¿Y de dónde llegó usted?

Harry hizo rechinar los dientes, molesto consigo mismo. Estaba dando tantas excusas y razones porque quería convencerse de que no era su culpa. Que su venganza no había sido tan despiadada como parecían pensar todos. Necesitaba convencerse aunque fuera a sí mismo. Observó el techo de la enfermería y contó hasta diez para calmar los nervios, un baile espasmódico otorgado gratuitamente por sus entrañas.

- Podría decirse que lo convencí de los beneficios de un buen sueño. En cuanto a la otra pregunta, fui a las cocinas. Tenía hambre. Aún tengo hambre.- mintió con voz segura.

Por supuesto que no era verdad, no había ido a darles una visita de cortesía a los elfos domésticos. Había despertado al alba, bajo luces rosas y malvas, sin ninguna idea en concreto y muchas dudas. Que partían desde porqué estaba en enfermería hasta porque eran dos bludgers y no cinco. Pasando por temas como Ginny, Malfoy, caída de una escoba y mucho dolor. Así que había dirigido sus pasos a la Torre de Astronomía en un gesto de masoquismo compulsivo.

Admirar la belleza única y efímera del amanecer calmó en algo sus ánimos. Claro, hasta que volvió y se encontró frente a Draco Malfoy.

- Y por eso me desobedeció abandonando la cama. Sus heridas podrían haberse abierto.- lo regañaba la enfermera.- Sólo espero que sus técnicas para hacer dormir al señor Malfoy no hayan sido demasiado... drásticas. ¿Quiere comer?

- Sí, gracias.- la verdad era que tenía el estómago hecho un lío y estaba en la encrucijada, pues sentía una necesidad golosa de comer y al mismo tiempo creía que si su garganta se animaba a cooperar terminaría devolviendo todos los alimentos. Obviamente ganó la gula.

Y así, entre una disciplente enfermera con paciencia de oro, un elfo doméstico llamado Dobby, bandejas repletas de caramelos y pasteles y unas cuentas devoluciones de proteínas y minerales, Harry logró olvidar al chico rubio que dormía plácidamente en la primera cama. Pero claro, las cosas buenas no duran demasiado tiempo.

Harry se apoyaba desganadamente en su brazo derecho, hojeando con pereza el libro que tenía entre sus manos. Un libro antiguo aunque bien cuidado, empastado en piel color carmín sobre la cual se podía leer fácilmente: Enfermería Mágica a través de los tiempos, la diferencia de ser muggle a ser brujo. Una reliquia de la señora Pomfrey, que llevaba atesorando desde sus lejanos días de estudio médico en su juventud.

Llevaba cinco horas despierto, luego de tres días de dormir ininterrumpidamente y ya estaba muy aburrido. No había podido recibir visitas ya que era día de clases y tampoco quería recibirlas, sabía que todos debían de estar histéricos. Casi veía la portada del Profeta "El Niño que Vivió está loco. Se sospecha de la intervención síquica del Que No Debe Ser Nombrado. Debemos sacrificar a Harry Potter" o cosas igual de acertadas que esas. Que faltara Rita Skeeter en sus filas no quería decir que otros no ocuparan su lugar.

Así que había optado por pedir permiso a Madame Pomfrey para que lo dejara salir. La respuesta fue un rotundo NO, un par de recriminaciones por sus acciones y la recomendación de que echara un vistazo a su biblioteca personal.

Y de ese modo había terminado leyendo sobre como tratar cuando a una persona le crece una segunda nariz por accidente. Era bastante instructivo, pero algo que lo mantenía más al pendiente era su compañero de cuarto. Draco Malfoy seguía dormido.

Ya había asumido que era desleal golpearlo mientras estuviera inconsciente, por lo que se hallaba a la espera de que despertase para molerlo a fuerza de puñetazos. Con una dignidad desorbitante, la enfermera parecía haber leído su mente y se había instalado entre las dos camas a tejer algo en color amarillo pálido.

- "... en caso de hemorragia simultánea, es necesario tener presente que sólo uno de los apéndices nasales es propio del organismo..."- Harry leyó en voz alta, tratando de disipar el ambiente lánguido de la sala.

La voz monótona y cansada se interrumpió bruscamente en el momento que unos gemidos quedos se dejaban oír. En un revoloteo de tela blanca y cabellos canosos, Madame Pomfrey abandonó su actividad para acercarse a paso raudo a Draco, quien despertaba haciendo débiles ruiditos a causa del malestar en su cabeza. Como si fuera a estallarle.

- ¿Señor Malfoy? ¡Al fin despierta! ¿Le duele algo?

El chico no respondió, se sujetaba la cabeza con ambas manos, escondiendo el rostro entre ellas. Por supuesto que le dolía algo, más bien dicho todo el cuerpo. Por entre los dedos vio en una cama cercana al chico que antes lo había golpeado. Ahora se veía más amenazante, aunque tranquilo, depositando todo su peso sobre su lado derecho.

- ¿Señor Malfoy?- llamó la mujer, preocupada por la expresión desorientada en los ojos grises.

Una vez más, no respondió al llamado. Observó a la mujer regordeta con el entrecejo fruncido, para luego observar de nuevo al otro chico. Este ya había dejado de mirarlo y leía de nuevo, aunque con menos interés que antes.

- ¿Se siente bien, señor Malfoy?

- ¿Te importaría responder de una maldita vez, hurón?- los ojos verdes seguían moviéndose por las palabras del libro. "... sin embargo, aplicar un hechizo de amputación puede traer la grave consecuencia de quedar sin nariz o también..."

- ¿Cómo me llamaste?- preguntó más confundido que nunca.

- ¡Dejen de discutir!- exclamó la enfermera disgustada.- Señor Potter, regrese a su lectura.

Harry gruñó algo entre dientes y se dio la media vuelta. No estaba de ánimos para discusiones, el mal humor había vuelto y con ello todos los malos recuerdos. Esa serpiente, como siempre, era la causante de todo.

- Maldito hurón.

Mientras él se disponía a matar el tiempo durmiendo, Madame Pomfrey comenzaba exasperarse. Su paciente rubio la comenzaba a desesperar y preocupar cada vez más, no lograba captar la atención del muchacho y este se comportaba a cada segundo más extraño. Había algo de irreal en la mirada curiosa que Draco Malfoy le entregaba a la espalda enfadada de Harry Potter.

- Señor Malfoy ¿Me está escuchando?- cogió tentativamente una mano fría, tratando de hacerlo entrar en razón. Por primera vez logró su cometido.

- ¿Por qué estoy aquí?- preguntó con voz trémula.- ¿Y quién demonios es usted?

- Señor Malfoy... no bromee. Usted cayó de su escoba en mitad de un partido de quidditch y ha estado durmiendo las últimas 72 horas.

El alma se le vino al suelo al ver la mirada de genuina incomprensión en el rostro del chico rubio. No estaba mintiendo ni tomándole el pelo, los ojos acerados brillaban con infantil sinceridad y las manos del muchacho se estrujaban nerviosamente.

- ¿Draco?

Cinco segundos después Madame Pomfrey giró en sus talones para enfrentarse al Héroe Mágico. Por su lado, Draco Malfoy observaba maravillado los estantes repletos de pociones brillantes.

- Señor Potter, debemos hablar.

- Estamos haciendo eso ¿No?- bromeó el chico sentándose con dificultad en la cama. Congeló su sonrisa al ver la mirada peligrosa en el rostro de la mujer.

- Vamos afuera, necesito que sea privado.- ambos pares de ojos rodaron hasta el chico rubio.- Es sobre el señor Malfoy.

- No es de mi interés nada de ese estúpido hurón.

- ¡Afuera! ¡Ahora!- rugió, ganándose las miradas sorprendidas de los dos muchachos.

A regañadientes se levantó, sintiendo aún el escozor en su pierna por la caída durante el partido. Movimientos muy bruscos y los puntos se perderían. Le dirigió una mirada de indignación a su rival y musitó algo. Todo siempre giraba en torno a ese idiota, todos sus problemas tenían como causa al Príncipe de las Serpientes. Salió al pasillo cojeando ligeramente y se enfrentó frente a una Madame Pomfrey furiosa. Las mejillas rojas de ira, los labios temblando por el esfuerzo de no gritar, los ojos celestes brillando acuosos en un rapto de molestia. Llegaba a dar miedo.

- Espero que estés orgulloso.

- Humm, sí, creo que sí. Digo he vencido en los últimos quince años numerosas veces a Lord Voldemort y ¡Mire! Incluso me atrevo a decir su nombre.- Harry pateó el suelo, recordando que no se la podía con sus líos amorosos y observó desafiante a la enfermera.- ¿A qué se refiere exactamente?

- Al señor Malfoy y no comience con más estupideces. Esto es grave.

- Desde luego que es grave. Aún está vivo.

- Comprendo su dolor y espero que comprenda esto. Draco Malfoy no recuerda nada.

- Le conviene no hacerlo.- chilló Harry perdiendo la paciencia.

- No me refiero a ese incidente. Hablo de amnesia.

Continuará

Como siempre, este primer capi fue el que más nos costó, porque tenía que decir lo justo y necesario. ¿Por qué Harry quiere matar a Draco? Además, el slash, no llegará de inmediato... pero llegará.

Los próximos capis serán más largos (se supone) y se entenderá mejor la idea. Todo se aclarará pronto.

¿Serían tan amables de dejarnos un review? Estaríamos muy agradecidas y seríamos muchos más felices. Comentarios, quejas, amenazas, sugerencias, etc.

Besos a todos

Kmy Kusanagi y Faby