Disclaimer: Todo lo relacionado a Harry Potter es propiedad de J.K Rowling.
Prólogo:
Estaba completamente cansado de todo esto. Harto de tener que soportar todo lo que le pasaba. No podía seguir viviendo este tipo de cosas. Simplemente no podía.
Se encontraba en su habitación, sentado en su cama, perdido entre sus pensamientos y soltando algunas lágrimas. Se pasó una mano por su cabello negro azabache, despeinándolo aún más de lo que solía estar. Estaba desesperado, nervioso, y muy triste. Y sus ojos verdes expresaban todas aquellas emociones.
Se oyó un golpe en la ventana, se levantó a abrirla. Era Hedwig, que regresaba después de un largo paseo nocturno. La lechuza se sorprendió al ver a su dueño despierto, había ya pasado la medianoche. Pero aún así, Harry Potter no podía quedarse dormido.
Las memorias del año anterior no dejaban de molestarlo, pero sobre todo, una de ellas era la más recurrente: la muerte de Sirius.
A pesar de no querer derramar más lagrimas, cada vez que recordaba a su padrino, no podía evitarlo. Sirius había sido como un padre para él, y ahora simplemente, ya no estaba. Todo por culpa de él, todo por no haber escuchado a Hermione. Si él no hubiese ido al ministerio, Sirius seguiría vivo.
'Pero no todo es tu culpa' una voz dentro de él dijo. 'Si tú hubieses sabido sobre aquella profecía, nada de esto hubiera pasado, hubieses estado preparado para una trampa como esa.'
Y él no podía evitar estar de acuerdo con aquella voz. Si tan sólo le hubiesen contado. Si hubieran dejado de tratarlo aunque sea por un momento como un niño, él hubiese estado preparado y no hubiera caído en la trampa.
Pero no.
Nadie se atrevió a decirle ni una sola palabra. La orden del Fénix se había guardado el secreto para ellos mismos, cuando la principal víctima era nadie más que él. Él necesitaba saber. Pero nadie le dijo, y todo por órdenes de Dumbledore.
Dumbledore.
Su 'querido' profesor había sido el causante de todo esto. Y si no contarle no era poco, lo había ignorado todo el año anterior, sin darle consejos, mandando a Snape a enseñarle oclumancia en vez de enseñarle él mismo, sabiendo la relación entre el muchacho y el profesor de pociones.
Dumbledore tenía toda la culpa. Y sus errores no terminaban allí. Había uno que Harry jamás le iba a perdonar: haberlo dejado donde los Dursley. Y justo en aquel momento se encontraba ahí.
La ira de Harry Potter crecía cada vez más cuando pensaba en todos los errores del anciano, y cómo habían afectado su vida. Quería venganza. Quería hacerle sentir a Albus Dumbledore todo el sufrimiento por el que él había pasado, y no sólo a él sino a todo quien lo apoyara. Quería hacer sufrir a toda la orden, tal vez con la excepción de algunos.
Pero, no. No podía permitirse tener esa clase de pensamientos. Harry Potter no mataba, no torturaba.
Pero su ira no le permitiría detenerse por mucho tiempo...
Hola! Que tal? Les traigo esta nueva historia sobre un Dark Harry :3 espero les guste.
