Saludos~

Premio tardío, como siempre. Esta vez, como dos premios eran con MarrisonShipping, decidí hacerlo los dos en un fic de dos caps. Este fic es para Miu0 y DespairPrincess, segundo lugar en Février, le mois d'amour ytercer lugar en We are a Family, respectivamente.

El fic va dedicado al señor B. por hostigarme emocionalmente para que termine de escribir. Ugh.

Disclaimer: Los personajes son propiedad de Satoshi Tajiri. Si fueran míos, sería un todos con todos.

Notas: Toda la historia se desarrolla en un Soulmate!au, en este en específico las personas solo pueden ver colores en sus vidas cuando conocer y forman un lazo con su alma gemela, de lo contrario, todo está en blanco y negro. Igual, se explica también en la historia.

Disfruten.


Es curioso cómo de un día para el otro, una persona encuentra a su alma gemela. Puede ser drástico como gradual. Como una rosa en tu camino.

Cuando nacemos, todo es blanco y negro. No lo entendemos, pero tampoco nos preocupamos, ¿Quién puede extrañar algo que no conoce? Pero crecemos, y descubrimos de qué hablan. Una mañana, es una flor, de colores brillantes. Algunas personas la ven y se dan cuenta de qué sucede, pero los más despistados ni siquiera reparan en ella. La mayoría de las personas descubren de lo que se han perdido cuando ven sus ojos. Ojos marrones, negros, azules, grises, verdes, celestes… Da igual el color, lo que importa, lo que tanto les hace llorar de la emoción, es el color de sus almas gemelas, porque las han encontrado.

Queda una última etapa en la vida de muchas personas, pero no todas. Cuando todo se vuelve negro otra vez; cuando tu alma gemela muere. Es algo común en parejas ancianas, aunque no por mucho.

Una vez que conocen a su alma gemela, la mayoría teme por volver a ese mundo blanco y negro.

Nuestra protagonista –por ahora–, es una niña; ella tiene cinco años. Verdaderamente, en la escuela, aún no les dicen nada sobre cómo es el mundo, de los maravillosos colores que existen. Todos los niños creen que el mundo es blanco y negro de forma natural. Son pequeños, no necesitan saber sobre las almas gemelas aún.

―Qué lindos ojos tienes ―dice ella ―, tan… tan…

― ¿Celestes? ―Concluye él, sorprendido de las palabras de la niña.

― ¿Así se llama ese color?

Él no llega a contestar, su madre lo llama y él corre a ella. Este es solo un pequeño y casi insignificante encuentro en el supermercado. Algo que olvidarán en poco tiempo.

Ahora, nuestro protagonista es un muchachito, de diecisiete años. Él es de las pocas personas que logran experimentar tanto en poco tiempo: un mundo lleno de colores, llevado de vuelta a las tinieblas.

Él está en un funeral, aunque es el único que sabe cuánto dolor cala en su corazón. A nadie le ha dicho que esa chica era su alma gemela, quien había llenado de color su mundo. Todos creen que llora por su amiga. Y así será, porque no le dirá a nadie. No quiere la estúpida compasión de los adultos.

Solo la quiere a ella.

La pequeña niña ahora es una señorita, de diecisiete años. Hace doce años que no ve esos ojos celestes, pero no ha sido de su preocupación. Al ser tan pequeña, no está segura de si fue un recuerdo o un sueño. Este mundo no funciona de tal forma que si ves a tu alma gemela una vez, todo se llena de color, no, no. Tienes que enamorarte de ella, conocerla. Los colores son como un indicio, tú tienes que hacer el resto.

Esta señorita comienza hoy su primer día de su último año de escuela. Todo es blanco y negro para ella, y sus amigas están impresionadas por ello. La mayoría de sus compañeros pueden ver colores, y a veces se burlan de las combinaciones que hace en sus ropas. No es como si eso lograra afligirla.

Este día llega un poco tarde, cuando todos ya se han acomodado, dejándola sin elección de asiento. Termina al lado de la ventana, casi junto al escritorio del profesor. Suspira y se sienta. No duermas tarde, dijeron sus amigas, tendrás el peor lugar, dijeron. Cuánta razón tuvieron.

El timbre suena y todos se levantan con lentitud de sus lugares. El profesor hace su entrada. Un hombre –muchacho–, de unos veinte años, con una remera gris, sudadera, jean y calzado negros. Bueno, eso es lo que ve la chica, aunque ella piensa que hay más color en su vestimenta.

― ¿Viste? ―Escucha a sus espaldas ―, no tiene nada de color en su ropa.

Se encoge de hombros, no todos están obligados a vestir de cierta forma.

Estando adelante de todo, la mayoría de susurros de sus compañeros llegan a sus oídos. Sin embargo, no es una persona chismosa; no le interesa escucharlos. Se concentra en sacar sus libros, mientras el profesor pasa lista.

―Muy bien, ¿Nombré a todos? ―Pregunta él.

―A mí no ―contesta la chica.

―Nombre.

―Manon, Mairin ―ahora sí, nuestra niña tiene nombre.

El profesor la mira por largos minutos, sorprendido. Sacude apenas su cabeza y dice, ―tú nombre no está en la lista; ven a la secretaría en el descanso para arreglar tus papeles.

Mairin asiente. El profesor se retira, dando lugar a la primera clase del día y sin presentarse.

Mientras el profesor de Lenguaje hace una presentación de su materia y de sí mismo, Mairin escucha a sus compañeras cuchichear entre ellas.

"¡Es muy guapo!"

"Parece como de veinte."

"Es imposible que tenga esa edad siendo profesor… Seguro tiene más."

Mairin no puede evitarlo, pero concuerda con ellas.

―Con permiso ―dice suavemente, buscando con la mirada a su profesor. Al encontrarlo, se dirige a él.

―Mairin, ¿Verdad? ―Ella asiente ―, iré a buscar tus papeles de inscripción.

Él se levanta de su lugar y regresa, luego, con una carpeta. Mairin tiene su mirada en sus manos, evitando al mayor. No es que fuera tímida, es que él es un poco intimidatorio. No está segura de porqué, pero su presencia la pone nerviosa.

―Todo parece en orden… ―dice mientras ojea las inscripciones ―, habrá sido un error de quien hizo… ¿Me estás escuchando?

Ella levanta la cabeza rápidamente, y lo mira a los ojos, unos ojos tan celestes. Él también la mira, y nota muchas cosas hacía tiempo no, como que una persona puede encontrar otra alma gemela, a pesar de haber perdido a la primera.

―Profesor ―dice Mairin.

― ¿S-Sí? ―Pregunta él, desviando la mirada con rapidez.

― ¿Cuál es su nombre? No se había presentado antes…

―Alain.

―Usted tiene ojos muy lindos, muy… muy…

―Celestes ―concluye, al mismo tiempo que la recuerda.


¡Gracias por leer!