23/06/2017
Holi! :D jajajaja, no saben la felicidad tan grande que siento de que por fin haya llegado este día :3 Me da mucho gusto volver a las andadas despues de meses de haber terminado de escribir esta tan esperada tercera parte y poder compartir con ustedes, no saben cuanto lo he esperado :3
Antes de dejarlas con el capitulo quisiera darles las gracias por todo ese amor y ese apoyo que me han mostrado mediante reviews y mensajes por Facebook. Muchas gracias y espero con todo mi corazón que les guste el desenlace de esta historia que tanto gusto me dio escribir.
Besitos! Nos leemos cuando nos leamos :v ¿como lógico, verdad? jajajaja :v
Capítulo 1
— Por fin, por fin las he encontrado.
— Señor, —le preguntó un muy concentrado Taiki que dejó de limpiar su arma, pues sus palabras, lo habían inquietado— ¿de qué está hablando?
Darien estaba feliz, feliz porque después de más de un año y medio de buscarlas, de gastar una gran cantidad de dinero en investigadores privados y más, las había hallado. Con una gran sonrisa en ese bello rostro con el que Dios lo había bendecido (o maldecido, muchas veces el pobre y acosado de Darien no sabía qué era) colgó la llamada, se levantó de su silla, y fue hacia donde estaba Taiki para decirle…
— Las encontré, Taiki, a todas ellas.
— Espere, espere un momento. — Dejó el arma sobre la mesa y levantándose igualmente, volvió a preguntarle, pues no podía creer lo que Darien le decía…— ¿No estará hablando de Serena y las demás, verdad? ¿No me diga que por fin…?
— Sí, ¡Sí, Taiki!
Posó ambas manos sobre los preocupados hombros de Taiki.
— ¡Por fin las encontré! Me acaba de llamar Taisho a decirme que…
— ¿Taisho? — Levantó Taiki una ceja con preocupación— ¿Ese no es el japonés con el que usted una vez…?
— El mismo. Taisho me acaba de llamar a decirme que me tiene toda, toda la información que le pedí. Taiki, nos vamos mañana mismo para Japón; no, que mañana, vámonos que sí podemos dejar todo arreglado hoy, nos vamos hoy mismo.
— Señor, espere un momento; es que de verdad no entiendo. ¿Cómo es eso de que usted habló con Taisho, con nada y nada menos que Sesshomaru Taisho, y le pidió información de las muchachas? ¿Usted cuándo hizo eso y mejor, a qué horas que ninguno de nosotros se dio cuenta?
— Ah, sí, verás. Hace como un mes, recordé que…
Darien, con una impecable sonrisa en el rostro, una que no podía borrar porque la alegría que le daba al fin haber encontrado a Serena y más, a su hija y a las demás, no se la había dado nada más hasta ese momento, sonrió ampliamente. Sonriente, sonriente y tan elegantemente vestido (como siempre) volvió a tomar asiento y le explicó a Taiki qué era lo que había hecho y cómo lo había hecho. Sentado, después de cruzar una pierna y despejando su escritorio con todos los documentos que ahí había, le contó que un día y cansado de pagar detectives privados y sin ningún resultado, recordó que uno de sus clientes era japonés y decidió llamarlo. Le dijo, con mucha tranquilidad, que le pidió a Sesshomaru que averiguara por el paradero de su mujer, de su hija y de sus amigas, a cambio de un fuerte cargamento de anfetaminas.
— ¿No me diga que ese fue el cargamento que despachamos hace como dos semanas?
Darien asintió.
— Pero, señor, ¿usted sabe lo que va a decir su hermana cuando se entere de que usted…?
— Es que ese es el asunto, Taiki. — Su semblante cambió de relajado a preocupado en un instante— Eso es precisamente lo que me preocupa, Hotaru. Fue por eso que no les dije nada ni a ti ni a los muchachos. Tenía que guardar discreción porque Hotaru, es decir, Saturn, es más peligrosa de lo que pensaba…. No puedo creer que mi hermana, que mi hermana menor, sea una persona tan…Tan…
— ¿Desgraciada?
— ¡Oye!
— Señor, usted me perdona pero su hermana, con todo el respeto que usted me merece, es una infeliz. ¿Ah, es que usted puede creerlo? Ni Yaten ni yo podemos creer que después de todo el tiempo que ha pasado siga buscando tan incansablemente a Seiya. ¿Por qué? ¿Por qué se ha ensañado de esa manera con mi hermano?
— Por él, Taiki. — Pensó Darien con preocupación— Porque Hotaru está enamorada de ese imbécil de Zafiro, por eso.
— ¿Señor? ¿Está bien?
— No sé, Taiki. — Se levantó de nuevo de la silla y esa vez tomó un portarretrato, un portarretrato en donde estaba la foto de Serena, y dijo sin dejar de mirarla…— No lo sé pero ahora lo más importante es ir con ellas. Tenemos que, espera un momento. ¿Bueno? Ah, hola Taisho, ¿de verdad? ¡¿Es de verdad?! Claro, claro, anote. Es, elcaballero03 ...
Así, y después de darle su muy privada y exclusiva dirección de correo electrónico a Taisho, colgó la llamada y pasados dos minutos de haber colgado, recibió el correo que Taisho le dijo iba a mandarle mientras Yaten iba entrando al lujoso estudio de Darien.
Y al ver las involuntarias lagrimas que Darien derramó, Taiki y Yaten se preocuparon.
— Señor, señor, ¿Qué pasa? ¿Qué tiene?
— Es, es hermosa. — Dijo sin dejar de mirar la pantalla y limpiándose las lágrimas que había acabado de derramar— Mi hija es hermosa. ¿Quieren ver? Vengan, vengan, muchachos, vengan y les muestro las fotos que me acaba de mandar Taisho.
Los llamó hacia donde él estaba para mostrarles. Y cuando empezaron a pasar fotos y se encontraron con una en particular… Quien lloraba ya no era Darien, era Taiki que no podía creer lo que veía.
— ¿Ustedes están viendo lo mismo que yo? ¿Esa, esa es Amy y…?
— Felicitaciones, hermano. — Lo abrazó Yaten muy fraternalmente mientras Darien le pasaba su fino, su costosísimo y exclusivo teléfono para que pudiera ver más de cerca, a Taiki que no paraba de llorar— Tienes una niña muy hermosa, felicidades.
— Pero, ¿cómo, cómo consiguió ese señor estas fotos?
— Te dije que le pedí el favor a Taisho de buscar a Serena y a las demás por todo Japón, no importaba cuanto me costara, y mira, hizo un excelente trabajo. Al parecer les tomaron estas fotos mientras estaban con los niños en el parque. Muchachos, tenemos mucho que hacer. Vámonos que tenemos que irnos para allá lo más pronto que nos sea posible. Yo no quiero ver a la niña tan solo por fotos. ¿O es que tú sí, Taiki?
— ¡Pero claro que no! Perdón, quiero decir, claro que no, señor, por supuesto que quiero ver a, a, por Dios, ¿es de verdad? ¿Yo, yo tengo una hija?
Ambos, tanto Darien como Yaten, sonrieron de verlo tan sorprendido.
— Es que, es que, aun no lo puedo creer.
— Pues créelo. — Dijo Darien mientras él le regresaba el teléfono— Felicidades, Taiki, tienes una niña muy, muy linda, felicitaciones; aunque la mía es más hermosa. No creo que exista en el mundo una niña más bella que la mía.
— Señor, usted me perdona pero mi hija, mi bebé, no se puede comparar con nadie, es única. Es igual, idéntica a Amy, es preciosa.
— Bueno, bueno ya. — Intervino Yaten antes de que ese par se pusieran a pelear— Vamos a dejarlo en empate, ¿de acuerdo? Los felicito por sus hijas, son en verdad hermosas pero, ¿entonces qué? ¿Cuándo nos vamos?
— De ser posible hoy mismo, Yaten.
— ¿Sí? Señor, ¿y qué vamos hacer con la: Black Lady y más, con la desquiciada de su hermana? Recuerde que esa mujer…
— Vamos a decirle que vamos a ir a Japón a ver a Taisho para hacerle una propuesta, eso es lo que le vamos a decir.
— Y como esa desgraciada es como el difunto: "Gran sabio", que en paz descanse, no creo que…
— Muchachos, yo sé que ustedes odian a mi hermana, y con justa razón, pero les pido que no le digan así. Yo estoy por creer que lo que mi hermana tiene son problemas mentales, creo que tiene un grave desorden mental y necesita ayuda.
— Pues, señor, le pido una disculpa si lo he ofendido con lo que he dicho de su hermana pero es que, entiéndame. — Dijo Yaten mirando a Darien fijamente a los ojos— Es por culpa de esa, de ella, que no he podido convencer a Mina de regresar a México. Señor, he estado a esto, —le hizo la seña con los dedos— a esto de convencerla de que regrese con mi hijo al país pero, nada, ella se niega a volver porque le da mucho miedo que algo le pueda pasar a Yaten por su culpa, por culpa de la loca de Saturn.
— Yo sé pero…
— Y, ¿sabe qué es lo peor? Que cada que hablamos, es decir, que nos vemos por Skype, no puedo quitarle la razón. ¿Es en serio? ¿Qué necesidad tenía esa infeliz de mandar a descuartizar esa gente, ah? ¿Y todo porque no le dijeron en dónde estaba mi hermano con esa otra loca de la capitana Tenoh? No, no señor, nadie sabe lo difícil que es para mí ver a mi hijo tan solo por fotos, a través de una pantalla de computador.
— Al menos tú, Yaten, — le dijo Taiki con el rostro agachado y de medio lado, tratando de ocultar su tristeza…— lo has visto. Tú, tú, y ese otro idiota de Nef, han estado cerca de sus hijos pero, ¿el señor y yo qué, ah?
— Taiki, ni Neflyte ni yo tenemos la culpa de que…
— Si ha sido difícil para ti, que has tenido contacto con ellos, así sea tan solo por fotos o mejor, por internet, ¿te puedes hacer una idea de lo difícil que ha sido para Darien o para mí, para nosotros, que hasta ahora los conocemos?
— Pues… No. No me imagino lo difícil que ha sido para ustedes pero, para mí eso no es suficiente. Yo, yo no quiero ver a Yaten y a Mina una vez al año y a escondidas, no, yo no quiero eso para nosotros. Yo quiero que…
— Momento, momento, momento, para tu coche. — Dijo Darien completamente sorprendido ante sus palabras— ¿Qué es lo que acabas de decir? ¿Acaso escuché bien, o tú no solamente te has visto con Mina y con tu hijo por internet? ¿Ustedes se vieron en persona, Yaten?
— Sí. — Sonrió ampliamente involuntariamente— ¿Recuerda cuando me mandaron de viaje que disque a cotizarle la prótesis al señor Diamante?
— Sí, ¿y qué con eso?
— Bueno… Pues no fue que hubo un retraso y me quedé estancado en Panamá, no, yo me quedé en Panamá porque ese era el plan. Mina y yo quedamos de vernos en Panamá para que yo pudiera ver al niño, para poder conocerlo personalmente.
— ¡¿Qué?!
Pobre Darien, no lo podía creer. Estaba tan sorprendido por lo que Yaten le acababa de decir, que no sabía si estrangularlo, o seguirlo escuchando.
— ¡¿Y tú porque chingados no me dijiste nada?! ¡De haberlo sabido, yo habría…!
— Porque esa fue la condición que me puso Mina cuando yo le pedí que nos viéramos en alguna parte para conocer a mi hijo, señor, por eso.
— Pero es que eso no justifica que…
— Ella, me pidió que nos viéramos fuera de México y de Japón para evitar problemas. De verdad que le tiene mucho miedo a su hermana, señor, y aun no entiendo por qué. Por más que le he preguntado por qué es que le tiene tanto miedo, no me ha querido decir. Solo me dice que ya hizo suficiente daño y que no va a permitir que haga más.
— Oye, ¿será que ellas ya saben lo que hizo Hotaru, es decir, lo que nos hizo a Serena y a mí?
— Vaya usted a saber, señor, pero así fue. — Sonrió al recordarlo— Yo me quedé con Mina y con Yaten en un hotel de Panamá una noche y un día y aunque fue poco tiempo, fue increíble…. Es por eso que, con el perdón que usted me merece y todo, señor, pero, detesto a su hermana. Yo, odio, a Saturn y si no fuera porque usted es más que mi patrón, es mi amigo, ya la habría matado. Por su culpa me estoy perdiendo los mejores años de mi hijo y estoy lejos de Mina, de la única mujer a la que he amado en mi vida.
Ante las palabras de Yaten, ante su amenaza de acabar con la vida de la única hermana que le quedaba, Darien no supo qué decir. Solo pudo guardar silencio mientras Yaten volvía a decir…
— Pero, aunque yo la odie, no le haría daño, señor.
— Yaten…
— Sé que es su hermana y, al igual que yo, que también tengo un hermano conflictivo, ya ve que todo lo que pasó el año pasado fue en gran parte por culpa del pendejo de Seiya, entiendo que le dolería muchísimo si algo le pasara a esa desquiciada. No se preocupe que, aunque por su culpa este condenado a ser algo que no quería ser para ninguno de mis hijos, un padre ausente que solo puede ver a su hijo una vez al año, y a escondidas en alguna parte del mundo, nunca le haría daño, jamás porque sé lo mucho que eso lo afectaría a usted.
— Yaten, te lo agradezco mucho porque conociéndote como te conozco, sé que si no la has matado es por eso, porque es mi hermana y porque tú y yo somos amigos. Gracias y, bueno, —dijo guardando su teléfono en uno de los bolsillos de su fino blazer azul turquí— vámonos, no tenemos más tiempo que perder.
Darien tomó dirección hacia la puerta del estudio mientras Taiki, miraba recriminatoriamente a Yaten. Yaten, se encogió de hombros, dándole a entender con ese gesto que no le importaba en lo más minino sus reclamos, y se acomodó el arma tras la espalda mientras pensaba. Se acomodó el arma y salía del estudio con ellos mientras recordaba todo lo que con Mina había pasado esa noche en Panamá, en aquella habitación, en la cama, entrelazados y bajo las sabanas…. Mientras recordaba con gusto y mucha satisfacción todo lo que había pasado con Mina, salía con ellos para dejar todo arreglado y poder salir de viaje ese mismo día.
Flashback…
— ¿Estas segura que no despertará? ¿Qué tal y…?
— Yatencito, es como tú, mi amor… — Le respondió una muy sonriente Mina mientras estaba a horcadas sobre él, mientras apoyaba sus arregladas manos sobre su desnudo pecho que la llamaba… Que la necesitaba con urgencia… — Yaten…. Oh, Yaten, me has hecho tanta falta, loco…
— Mina, uy, Mina…
Suspiró con gusto mientras veía su cuerpo tras el traslucido pijama que Mina llevaba puesto. Suspiró, mientras ella acariciaba su pecho y su rostro, y volvió a suspirar mientras ella iba cayendo sobre él, mientras empezaba a sentir el calor de sus suaves pechos sobre el suyo…
— Pero nunca más de lo que tú me has hecho a mí, desobediente. — Exclamó después de |girarse y dejarla a ella sobre la cama. Le dijo, después de haberla girado y haciéndose sobre ella, entre sus piernas, que él la había extrañado más de lo que ella lo había hecho— Mina…
— ¿Sí, Yaten? Dime, ¿Qué quieres? ¿Qué es lo que quieres, mi amor?
— A ti. — Le respondió dejando caer su cuerpo sobre el suyo, le dijo, a escasos centímetros de sus labios, con los ojos cerrados y apoyando su frente con la suya…— Te amo.
— Y yo a ti, mi loco hermoso.
Le dio un tierno beso Mina en los labios al tiempo que halaba con fuerza su corto y platinado cabello.
— Yo también te amo, Yaten.
— Dilo de nuevo. — Le pidió mientras no dejaba de rozarla con él, de llenar sus labios y su rostro de pequeños besos— Dilo de nuevo, di una vez más que me amas, que me amas tanto como yo te amo a ti…
— Te amo, te amo, Yaten, y aunque quisiera, por mucho que lo intentara, jamás podría dejar de hacerlo, jamás podría dejar de amarte como te amo, mi amor. Te amo…
Fin flashback…
— ¿De qué tanto te ríes, tarado?
— De nada, Taiki. — Sonrió Yaten una vez más mientras se ajustaba los lentes de sol y seguía conduciendo— De nada, hermano.
— Ya sabes lo que dicen, Taiki: "El que se ríe solo, de sus picardías se acuerda"
Dijo Darien en la parte trasera de la camioneta mientras sonreía y buscaba un número de teléfono en su lista de contactos.
— Quién sabe qué tanto no hicieron el degenerado de tu hermano y Mina en Panamá, en el hotel en donde se quedaron… ¿Cómo cambian los tiempos, no crees, Yaten? ¿Recuerdas? ¿Recuerdas cuando la conociste y no te lo quería…?
No lo podía evitar, a Darien y no solo a él, a Taiki también, les daba mucha risa recordar aquella época, aquella época en donde la había conocido había sufrido mucho porque ella, se hacia la difícil con él y no se le quería entregar…
— Bueno, ya. Suficiente ustedes dos y, de una vez les digo, más tarde que me llame Mina, que no debe tardar en llamar, le voy a decir que vamos para allá.
— ¡No!
Dijeron Darien y Taiki al mismo tiempo.
— ¿Cómo qué no? Ah, no, olvídenlo; y me imagino que Neflyte opina lo mismo. Imagino que Nef estará de acuerdo conmigo en que si vamos a ir a Japón, lo más prudente sea decirles a ellas. Mina y yo hemos estado bien, de hecho muy bien, demasiado bien diría yo… Y lo último que quiero es que se enoje conmigo, que por una tontería se enoje y no me deje volver a ver a Yaten. No, no, no, y definitivamente no, yo no voy a correr ese riesgo.
Y mientras Darien y Taiki hacían caras, Mina y Serena estaban…
— ¡Ashu!
— Salud, Mina. — Sonrió Serena mientras le terminaba de dar el masaje con aceite Johnson a su hija, a esa pequeña rubia que había heredado los bellos ojos de su padre. Le respondió muy sonriente a Mina mientras se limpiaba las manos con una toallita húmeda y procedía a ponerle el pañal— ¿Resfriada?
— No, no Serena, que raro.
Le contestó Mina mientras terminaba de vestir a su pequeño, a ese pequeño bebé que había heredado su cabello rubio y los bellos ojos verdes de su padre.
— Debe ser que alguien está hablando de mí.
— Pues sí pero con que no sea Yaten…
— ¿Qué? ¿Y qué problema habría si así fuera? Ay, Serena, Yaten y yo estamos tan bien, tan bien, de hecho demasiado bien diría yo, que…
— ¿Qué, qué, Mina? — La miró Serena con seriedad mientras su hija intentaba tumbar el talco— ¿No me digas que lo estás pensando? ¿De verdad? Mira que…
— Serena, tú, eres mi amiga y creo que eres más que eso, tú eres como mi hermana y a ti no soy capaz de mentirte. Sí, ¿de acuerdo?
— Mina… Tú sabes que…
— No te lo voy a negar, sí me tentó mucho la propuesta que él me hizo pero ante todo están tú, las muchachas y más que eso, la seguridad de nuestros hijos. Fue por eso que nos fuimos de México en primer lugar, ¿no?
Serena asintió mientras seguía vistiendo a su hija.
— No te voy a negar que me encantaría decirle que sí a Yaten. No voy a negar que me encantaría decirle que sí acepto casarme con él y que nos fuéramos a vivir los tres a algún lugar lejano cuando él termine de reunir el dinero que me dice que está ahorrando para salirse del todo de ese negocio pero, esto no es un cuento de hadas.
Su rostro se tornó frio, sombrío de repente, mientras cargaba a su pequeño hijo de seis meses de nacido y se dirigía a la puerta para llevarlo a su habitación.
— Mina… De verdad que lo siento mucho porque yo sé que tú lo…
— Esto es la vida real, Serena, y en la vida real todo es más difícil, nada es como uno quisiera... No te preocupes, no le he dicho nada a Yaten ni de ti, ni de Amy, ni claro, ni mucho menos de los niños.
— Gracias, Mina.
Sonrió Serena mientras hacía lo mismo que ella, sonrió mientras cargaba a su bellísima hija de siete meses y se disponía a llevarla a su cuna, a su habitación para acostarla a dormir.
— Gracias por no decirle nada porque, no sabes, Darien ha hecho hasta lo imposible por encontrarnos.
— ¿Y tú cómo sabes eso, eh?
— Ah, bueno, —le guiñó un ojo y abrió la puerta para salir— sigo siendo detective, no olvides que ese era mi trabajo; que hablando de trabajo… ¿Qué has pensado de la propuesta que nos hizo el jefe de Lita? ¿Crees que deberíamos aceptar?
— Sere, pues no sé tú pero yo, ni siquiera lo he considerado.
Le respondió mientras caminaban por el largo pasillo de la casa.
— Mina… Tal vez tú no tengas necesidad pero a mí sí me da pena seguir…
— Es que creo que en eso el fastidioso de Yaten sí tiene razón. — Reía— No hay nadie mejor que yo para cuidar de mi hijo, nadie mejor que una madre para cuidar de sus hijos, amiga. Yo con lo que él me manda mensualmente vivo muy bien.
— Pues sí, eso es cierto pero…
— ¿Vas a empezar con lo de siempre? No, ya les hemos dicho, no sé cuántas veces ya, que nosotras no tenemos ningún problema con eso, con pagar las cosas de la casa.
— Pues sí pero no es justo que tú y Lita…
— Lita, mantiene más que agradecida contigo. Ella, te agradece mucho el que tú cuides tan bien de Yuki mientras ella trabaja, Serena. Además, con lo que Nef le manda y con lo que Yaten me manda mensualmente, nos alcanza y hasta nos sobra para cubrir con todos los gastos. Ya no te preocupes más por eso y a ver, mejor ve y haces dormir a Usagi que mira la hora que es, es tardísimo y ella ya debería es estar durmiendo. ¿Verdad que sí, ahijada?
Serena sonrió al ver como Mina, como una de sus mejores amigas, consentía a su pequeña hija de tan solo siete meses de edad. Sonriendo y despidiéndose de ella mientras entraba a la decorada habitación de su hija, no dejaba de darle vueltas a una misma idea, tenía que empezar a trabajar. Serena, desde que había cumplido la mayoría de edad trabajaba, estaba acostumbrada a ganarse la vida honradamente trabajando y le daba mucha pena con sus amigas el que ellas se estuvieran encargando de todo lo relacionado con el mantenimiento (económico) de la casa. Al principio no había pasado problemas de dinero. Con lo que su madre le había consignado por la venta de la casa en México, la que había sido su herencia, había vivido muy bien los primeros meses pero, como un niño pequeño, más específicamente un bebé, tiene tantos gastos… Pues ya no tenía nada y estaba preocupada. Estaba preocupada por sus amigas, muy apenada con ellas pero más que eso, preocupada por su hija, por la seguridad de esa pequeña rubia de ojos azul zafiro que tanto amaba...
Pero mientras Serena dejaba una pequeña luz prendida, una muy tenue, y se aseguraba que el parlante que comunicaba con el de su habitación estuviera encendido, Lita iba llegando a la casa y recibía una llamada, una llamada que no esperaba…
— ¿Nef?
— Hola, encanto. — Le dijo Neflyte muy sonriente y cómodamente sentado en uno de los asientos del avión (que Darien había comprado) mientras despegaba— ¿Ya saliste del trabajo, verdad?
— Sí, ya, ya salí y justo estoy por llegar a la casa. Oye pero, espera un momento, ¿Qué hora es en México? ¿Tú a esta hora no estas es…?
— Sí pero…
Neflyte, la había llamado completamente convencido de decirle la verdad, de decirle que para allá iba en compañía de Darien y de los demás pero al ver las caras de su jefe y de Taiki, que gracias a todo lo que había pasado con ellas y con sus hijos en todo ese año se habían acercado más, no pudo. No tuvo corazón para hacerles eso, a pesar que sabía en el problema tan grande en el que se iba a meter con Lita por eso, decidió encubrirlos.
— ¿Nef? ¿Neflyte, qué te pasa?
— Eh, ¿Qué era lo que te decía, preciosa?
— Ay, Nef, —reía Lita mientras caminaba hacia la casa— pero que despistado eres.
— Sí, bueno, es solo que aproveché que estoy en mi hora de almuerzo para llamarte. Quería escucharte, quería saber de ti, de cómo te había ido en el trabajo hoy y claro, también quería que me dijeras cómo sigue Yuki.
— Yuki está bien, de maravilla, la persona que lo cuida lo cuida muy bien. Solo fue un pequeño resfriado, no te preocupes por eso, no tienes que llamar todos los días a preguntar por el niño, Nef. Imagino que te debe salir muy…
— Es que, yo no solo te he estado llamando todos estos días a preguntarte por el niño, porque me quedé muy preocupado por él desde que me dijiste que había pescado un resfriado.
— ¿Ah, no? ¿Entonces por qué, digo, si se puede saber?
Reía de nuevo, es que esa costumbre de tomarse unos tragos cada vez que salía de trabajar, aun no la dominaba tan bien como sí lo hacían los japoneses, el licor siempre la alteraba un poco.
— Por esto, porque cada que te llamo a esta hora te escucho alegre, contenta… Lita, te llamo porque me gusta escucharte, porque, por más que lo he intentado, no he podido olvidarme de ti.
— Ay, Nef, no. Ya habíamos hablado de esto la última vez que nos vimos por video—llamada y…
— Pero tú ese día me dijiste que me perdonabas, ¿no?
— Sí, claro que lo dije pero eso no quiere decir que…
— ¿Tienes a alguien? ¿Hay alguien que te guste o…?
— No. —Reía de nuevo mientras estaba más cerca de llegar a la casa— La persona que me gusta, la que quiero, está lejos, a muchos kilómetros de distancia… Está lejos, muy lejos de mí…
— ¿A quién te refieres? ¿Estás hablando del detective o de mí?
— Te lo dejo de tarea, mi amor. — Reía de nuevo mientras luchaba con su bolsa, no encontraba las llaves. Esa noche como que había tomado más que otras veces— Hasta mañana, Nef, que tengas dulces sueños…
El pobre y confundido corazón de Neflyte, se emocionó, se emocionó ante sus palabras porque seguía enamorado de ella. Él, había intentado olvidarse de Lita estando con otras mujeres pero ninguna, por mucho que buscaba mujeres parecidas a ella, se le parecía. Ninguna era como ella, ninguna le daba lo que sí le había dado Lita mientras estuvieron juntos, ninguna conseguía hacerlo sentir único, amado, especial…
Sin más remedio que despedirse de ella, le dijo, mientras los muchachos le hacían señas para que apagara ese celular, para que acabara la llamada…
— Hasta mañana, encanto… Un beso para ti y uno para Yuki ahora que lo veas, que descanses.
— Adiós, apenas lo vea le doy el beso que le mandaste. ¡Hola mi bebé hermoso! — Dijo Lita con emoción mientras abría la puerta de la casa y veía a Yuki gateando, a ese bebé le encantaba arrastrarse por toda la casa— Hola mi amor y…
— ¿Qué pasó? ¿No que le ibas a decir sí o sí?
— No molestes Yaten, —le respondió mientras le pasaba el teléfono a Darien y este lo apagaba— no me digas nada.
— No sabes cómo te agradezco el que no le hayas dicho nada, Nef, y no te preocupes, te prometo que no vas a tener ningún problema con Lita por esto que estamos haciendo, te lo prometo.
— Señor, ay, señor…
— ¿Qué, qué es lo que pasa?
— Yo sé que Lita se va a enojar mucho conmigo cuando me vea allá, y no solo por eso, me imagino que va a querer matarme cuando se enteré de que por mi culpa, por la información que yo le di a usted, su contacto en Japón pudo encontrarlas a todas ellas más fácil.
— Pues sí pero, entiéndenos, Nef. Taiki y yo no podíamos seguir…
— Pero, aunque se enoje conmigo cuando me vea allá, le agradezco el que esté haciendo esto. Yo, yo a esa mujer la amo y me muero por ver a mi hijo en persona, señor. Quiero poder tenerlo en brazos y a ella, quiero decirle que…
— Ya somos dos.
— Somos tres. — Dijo Yaten frente a ellos mientras Taiki subía después de haber ayudado a guardar las maletas y tomaba asiento con ellos.
— Creo que para ninguno de ustedes es un secreto que yo amo a mi esposa.
Dijo Taiki mientras la aeromoza llegaba con una bandeja de bebidas y él (al igual que los demás) tomaba una.
— Nadie, tal vez solo Dios sabe, la falta tan grande que me ha hecho esa mujer y claro, lo mucho que he sufrido por no saber nada de ella ni de mi bebé en todo este tiempo.
— Créeme Taiki que si alguien te entiende, ese soy yo.
— Señor, ¿usted cree que su hermana le creyó? ¿Estará bien que se ausente de México por tantos días? Recuerde que ese rancho sin usted, es un completo…
— En este momento para mí lo de menos es la: Black Lady, o mi hermana, ninguna de las dos me importa en lo absoluto, Taiki.
— Pues sí pero…
— Además, no te preocupes. — Sonrió mientras ponía la copa sobre una pequeña mesa que tenía frente a él— Todo está bajo control. Llamé a Diamante y le pedí que estuviera pendiente de todo en mí ausencia.
— ¿El señor Diamante? Señor, ¿y usted si cree que….?
— Él ha estado muy alejado de todo lo que tiene que ver con el negocio y, no, que sirva para algo. — Río y con él los demás— Creo que ya tuvo suficientes vacaciones… ¡Salud!
