HELLO, MY LOVE.
"Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos
mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos
mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple
mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites"
Mario Benedetti, Táctica y estrategia (fragmentos).
Capítulo 1. Father´s eyes but mother´s daughter.
—Yuri, tienes que cuidarla. Tienes que salvarla, Yuri y tienes que perdonarme por haberte metido en esta situación.
El chico de los cabellos oscuros escuchaba su hermana con un dejo de desesperación. Ella era una mujer joven de no más de treinta años quien lo miraba con sus ojos marrones llenos de súplica y algo de vergüenza.
La mujer, cuyo nombre era Mari Katsuki, sostenía a una pequeña niña de un año entre sus brazos y se aferraba a ella con todas las fuerzas de su corazón. Yuri, que era el nombre del joven que estaba de pie frente a la mujer y quien era su hermano menor, sentía que su corazón se aceleraba con fuerza en su pecho. Estaba asustado.
Él estaba seguro de que no volvería a ver a su hermana mayor después de aquel encuentro, él sabía que aquello era una despedida eterna y el joven, quien en ese entonces era apenas un recién graduado de la universidad, tenía ganas de ponerse a gritar. Sus padres le habían advertido que aquel intercambio tenía que ser rápido, pero Yuri se encontraba incapaz de hacer todo lo que esperaban que hiciera con la sangre fría que ameritaba una situación como aquella.
—¿Por qué no puedo llevarte conmigo también?— dijo Yuri con un hilo de voz apenas— ¿Por qué no podemos huir y escondernos los tres?
—Es peligroso, Yuri, es… si voy con ustedes, él nos perseguirá, él no nos dejará en paz. Yuri, tengo que pensar en mi hija ¿entiendes? Sé que estoy pidiéndote más de lo que cualquier hermana debería pero Yuri, te necesito. Por favor Yuri, Yua es todo lo que me importa, Yua tiene que vivir…
Yuri suspiró con cansancio y en ese instante las lágrimas empezaron a brotar de los ojos de su hermana, algo que era totalmente extraño. Porque Yuri jamás había visto a su hermana mayor derrumbándose de aquel modo. Porque Mari no había llorado así desde que los dos eran niños.
Al mirarla así, Yuri quiso llorar también pero en lugar de eso, corrió a abrazarla. Porque aquello era injusto. Porque todo se había salido de control y ya nada podía arreglarlo y lo único que podían hacer era cometer la locura que estaban a punto de llevar a cabo.
—Yuri, tan pronto como todo suceda, tienes que tomar a Yua contigo y llevarla al lugar que mamá y papá han preparado para los dos. Será un lugar agradable, Yuri; Phichit Chulanont irá contigo así que no tendrás ningún problema para establecerte en ese lugar y empezar una nueva vida. Kenjirou Minami ya sabe que debe recibirte como directivo en el hotel de su familia, así que trabajarás ahí. Los papeles de adopción también están en regla, engañar a Sato no fue tan difícil, de modo que legalmente todo está en orden. Tú serás el padre de Yua ante los ojos del mundo entero ¿me entiendes? Y ella te amará como a su único padre. Tú y Yua tienen que ser felices Yuri, no creas que no sé que estoy pidiéndote que renuncies a muchos de tus sueños, sé que cometí errores imperdonables y que debes odiarme ahora…
—No Mari, jamás podría odiarte…
—Deberías, Yuri, deberías porque destruí mi vida y estoy pidiéndote que destruyas la tuya ahora y…
—Basta Mari, ya basta…—dijo el joven con tristeza—. No podemos hacer más, lo sé. Esto es lo único que puede funcionar y si tú quieres que sea así, entonces así será. Protegeré a Yua con mi vida, la llamaré hija mía y crecerá sana y feliz y cuando crezca y pueda entenderlo todo, le hablaré de ti…
—No, no le hables de mí— dijo la mujer con la mirada rota—. No le hables de la mujer que la abandonó, Yuri…
—Le hablaré de la mujer que lo sacrificó todo por ella— respondió Yuri con firmeza—. Ella sabrá de ti cuando pueda entenderlo todo, Mari.
—Yuri…
—Lamento que todo esto haya tenido que suceder, Mari pero estaré contigo hasta el final. Eso es lo que el nombre de Yua significa ¿no es así? Una conexión de amor. Siempre estarás en mi corazón, Mari, una parte de ti siempre estará viva en Yua y yo cuidaré de las dos con mi vida…
Los dos hermanos siguieron llorando juntos un rato más, hasta que el sonido del reloj de Yuri se dejó escuchar anunciando que el tiempo del último encuentro había llegado. Yuri se separó con desgana de su hermana y sacó de su portafolio un pequeño bolso en forma de caniche de felpa. Yuri puso el bolso en los brazos de su sobrina quien todo ese tiempo había permanecido dormida e intentó sonreírle a Mari por última vez.
—¿Qué es eso?— preguntó Mari mirando al pequeño caniche café al que Yua se aferró en sueños.
—Un regalo, sabes que me gusta darle regalos…
—Serás un padre excelente, Yuri…
—Tengo que serlo, lo seré…—afirmó el muchacho—. Mari, perdóname por no poder haberte ayudado de otro forma, perdóname por no haber visto con claridad todo lo que estaba sucediendo a tu alrededor.
—Nadie podría prever algo así, Yuri y no era tu responsabilidad protegerme de todo. Lo hecho, hecho está hermano menor. Tenemos que mirar al futuro, Yuri, es hacia allá a donde Yua y tú irán así que… no tengas miedo ¿está bien? Estoy segura de que el universo recompensará de algún modo todos estos sacrificios que harás. Sé muy feliz, Yuri. Tú mereces solo felicidad porque tu corazón está lleno de amor y de valentía. No temas, Yuri, no temas…
Yuri intentó sonreír de nuevo y sin agregar nada más, intentando tatuar a fuego en sus pupilas la imagen de su hermana, se quedó quieto mirando a Mari por varios segundos antes de asentir y dar la media vuelta hacia la salida de la enorme mansión donde su hermana vivía desde hacía tres años atrás. Yuri atravesó los enormes portones de madera de la casa de quien era su cuñado sin demostrar su temor.
Él sabía que toda aquella gente que trabajaba para Sato lo observaba fijamente así que el joven se limitó a hacer lo que su padre le había aconsejado hacer: aparentar calma, mantenerse sereno y repetirse una y mil veces que todo aquello era la única forma de salvar a su familia de una tragedia mayor.
Así pues, Yuri salió a las tranquilas calles de Hasetsu, su pueblo natal en Japón sin mayor contratiempo y sin embargo, su corazón no dejó de estar intranquilo ni un solo instante.
Y su corazón no se tranquilizó hasta que, meses después de aquel último encuentro, la voz dolida de su madre le avisó por medio de una llamada telefónica que todo había terminado ya: Mari Katsuki había muerto en un aparatoso accidente de tráfico y su única hija, Yua, había sido declarada como desaparecida.
Y cuando Yurio Plisetsky, el fiel guardaespaldas de la familia apareció en su apartamento de Tokio con una pequeña niña de dos años en brazos, Yuri supo que el momento de desaparecer había llegado también para él.
—Tenemos el avión listo en el hangar, señor Katsuki— proclamó el rubio muchacho de ojos verdes quien era parte de la familia también debido al tiempo que su abuelo, Nikolai Plisetsky, había trabajado para la familia de Yuri como jefe de seguridad de todos los hoteles de los que la familia era dueña—. Su padre me pidió que no lo dejara empacar nada. Iremos a Estados Unidos con lo que tenemos encima y el señor Minami nos proveerá de todo lo necesario una vez estemos allá…
— ¿Nuestras identidades falsas no serán ningún problema?— preguntó Yuri mientras tomaba a su sobrina en sus brazos y elevaba una pequeña oración de agradecimiento a todos los dioses que se habían puesto de su lado para poder haber salvado a la niña antes de la tragedia.
—No señor, su nombre y el de su sobrina seguirán siendo los mismos para nuestro círculo íntimo. El trabajo que usted hará para el señor Minami no requiere que tengamos que exponerlo a usted con otro nombre así que no debe preocuparse. Además, Estados Unidos es un país muy grande, y la ciudad a la que iremos no es muy llamativa de cualquier modo. Podremos esconderlos a usted y a la pequeña de la mejor forma, además, yo estaré con los dos…
—Yurio, no tengo cómo pagarte por todo esto…— dijo Yuri con tanto agradecimiento en la mirada que el joven de los ojos verdes se sonrojó un poco.
—Es mi trabajo, señor…
—No, es más que eso— dijo Yuri con una sonrisa triste—. Y creo que debes dejar de llamarme señor. En el papel, no soy más un Katsuki así que… ¿puedo ser solo Yuri para ti a partir de hoy? Necesito sentir que viajo a lo desconocido con un amigo, Yurio. Fuimos amigos desde niños ¿no crees? Podemos seguir siéndolo sin que las normas de etiqueta se interpongan más…
—Como usted desee, señ… Yuri— dijo Yurio—. Anda, vamos. No podemos perder tiempo, no si queremos lograr que el vuelo despegue sin que el estúpido que se hace llamar tu cuñado empiece a sospechar que no estabas en el avión que sus hombres secuestraron…
— ¿Es tan poderoso como para hacer todo eso? ¿La existencia de una niña lo ha hecho enloquecer a tal grado?
—Está loco de poder, Yuri. Pero nos olvidaremos de él. Sé que será difícil pero lo olvidaremos todo. Es lo mejor que podemos hacer, Yuri. Es mejor destruir las huellas de este pasado cruel y empezar a construir otro presente…
—Siempre has sido más sabio que yo, Yura…
—Por supuesto que sí…— dijo Yurio con una sonrisa triste— ¿Yua se ha despertado?
—Sí…—dijo Yuri sonriendo al tiempo que sentía que una daga se clavaba en su corazón al ver los ojos de su sobrina que eran iguales a los de Mari, iguales a los suyos propios. Pero no. A partir de ese día, esa niña ya no era solamente su sobrina—. Es mi hija ahora, Yura…
Yurio asintió con solemnidad a las palabras del pelinegro y sintió que todo el peso del destino caía sobre los hombros de aquel chico con el que él había jugado siendo niño, ese chico tranquilo y amable que siempre estaba dispuesto a sacrificar su propia felicidad por la de los demás.
Los dos jóvenes salieron del apartamento de Yuri por la puerta trasera del condominio, nadie los miró salir, nadie dio cuenta de que Yuri hubiera estado ahí aquel día.
A la mañana siguiente, la noticia de la muerte de los herederos de la fortuna Katsuki se regó como pólvora por todo Japón y alrededor del mundo. Hiroko y Toshiya Katsuki, los padres de los dos y los abuelos de Yua recibieron las condolencias con lágrimas de auténtico dolor en sus ojos. Porque los dos sabían que solo Mari se había ido para siempre pero el adiós a Yuri dolía con la misma intensidad.
Sin embargo, Yua y Yuri estaban a salvo, estarían a salvo lejos de todos los problemas y la maldad de Sato. Todo estaría bien, eso era lo que los reconfortaba en aquel instante: que todo aquel embrollo sería un nuevo inicio para su hijo y su pequeña nieta de verdad. O al menos, aquello era lo único que podían esperar con toda el alma…
Yuri se sintió un poco intimidado al cruzar la sencilla reja blanca que daba la bienvenida a la pequeña construcción de la guardería en la que Yuri había decidido inscribir a Yua.
Aquella no había sido una decisión fácil, por supuesto, pero el joven Katsuki había pensado que quizá a su pequeña hija le hacía falta un poco de contacto con otros niños. Aquel verano, Yua había cumplido tres años, hacía ya más de un año también que ella y Yuri habían llegado a Detroit.
Al principio claro, adaptarse a una ciudad como aquella había sido difícil. La vida de Yuri se había convertido en un torbellino de responsabilidades que en lugar de volverlo loco, habían terminado por permitirle superar la tristeza quemante que emanaba de su corazón cuando había demasiado silencio a su alrededor y los recuerdos tristes comenzaban a acuchillar su alma.
Kenjirou Minami lo había recibido en su hotel con cariño y el trabajo que Yuri realizaba era cómodo y conocido, era un trabajo que no llamaba la atención por lo que nadie se había sentido especialmente atraído por su existencia en aquel lugar.
Yuri había pensado que el temor de ser perseguido se manifestaría en mil formas distintas pero no había sido así. Al parecer, él y Yua habían logrado desaparecer como era el deseo de Mari y Yuri agradecía todos los días que al menos aquel plan de su hermana hubiera salido bien.
El conocido aguijonazo de dolor atravesó el pecho de Yuri cuando el nombre de su hermana se formó dentro de su mente y el chico exhaló un suspiro algo dramático que llamó la atención de los dos jóvenes que iban a su lado: se trataba del formal Yurio Plisetsky, quien siempre estaba al lado suyo, y del alegre chico tailandés cuyo nombre era Phichit Chulanont y quien era el niñero de Yua desde que la pequeña había nacido.
Los tres caminaban el uno muy cerca del otro, era más que evidente que Phichit y Yurio estaban intentando proteger a Yuri quien no podía dejar de sentir un poco de miedo de su propia decisión porque no era fácil confiar en que gente extraña pudiera cuidar adecuadamente de su hija quien, en los brazos de Yuri, se aferraba con fuerza a su bolso en forma de caniche del que parecía no ser capaz de separarse.
Yuri suspiró cuando sus ojos chocaron con la imagen de un enorme letrero de colores con la fotografía de un caniche gigante que daba la bienvenida a la recepción del lugar. "Bienvenidos al patio de juegos de Maccachin", rezaba la leyenda del cartel y Yuri notó que los ojos color chocolate de Yua se abrían de par en par al mirar la imagen del perro.
—¿Te gusta?— le preguntó Yuri a su pequeña con voz dulce.
Yua asintió y Yuri sintió una vez más el mismo dolor de siempre al darse cuenta de que a pesar de tener tres años, Yua aún no era capaz de pronunciar una sola palabra en voz alta. Yuri la llevaba religiosamente a cuanto especialista le recomendaba pero al parecer, lo que le pasaba a la pequeña era más obra de su mente que de sus capacidades físicas. Todos los médicos le habían dicho que la pequeña hablaría, que había que ser pacientes y a Yuri al menos le reconfortaba el hecho de saber que Yua entendía todas las palabras que él y los demás dirigían hacía ella en japonés y también en inglés.
—El tío Kenji dice que el director de este lugar tiene un perro así de verdad— dijo Yuri con lentitud— ¿Quieres verlo? Quizá esté aquí hoy, Yua.
La pequeña sonrió y asintió con más fuerza haciendo que el corazón de Yuri se tranquilizara un poco. Siempre era hermoso ver sonreír así a su pequeña hija, siempre era lindo saber que a pesar de todo, nadie volvería a borrar de sus labios aquella sonrisa.
—El director Nikiforov te recibirá en su despacho— dijo Yurio acercándose a Yuri con lentitud—. Le hemos dicho que debe evitar hacer más preguntas de las necesarias, pero quizá convendría que le digas un par de detalles insustanciales para ganarnos su confianza. Creo que definitivamente este lugar es seguro para Yua, pero el hombre debe entender por qué nos tomaremos algunas molestias adicionales para reforzar la seguridad de este centro de cuidado…
—Pero habíamos acordado que no haríamos un circo de esto, Yura. Quiero que mi hija sea una niña normal, que esté rodeada de un ambiente normal…
—Lo sé, Yuri, pero tus padres también creen que debemos extremar precauciones. El que no hayamos tenido noticias de Sato en un año no nos da derecho a pecar de exceso de confianza. Lo hacemos por el bien de la niña nada más…
— ¿Mamá y papá vendrán alguna vez?— preguntó Yuri con anhelo, y se sintió un poco avergonzado de sentir tanta tristeza al pensar en sus padres a los que no había visto por tanto tiempo ya.
—Tan pronto como encuentren la forma, vendrán. Te juro que también es duro para ellos no estar cerca de ti y de la niña.
—Lo sé… Phichit ¿quieres llevar a Yua a ver el patio de juegos? Ve con Yura, tengo que hablar con el director Nikiforov de forma rápida. Tengo una reunión con los socios de Kenji en una hora y no puedo llegar tarde, tengo que entregarles el nuevo plan de negocios para el nuevo hotel de Miami y…
—Tomate tu tiempo, jefe…— dijo Phichit tomando en sus brazos a la pequeña quien lucía un bonito vestido azul y un moño del mismo tono en su cabello lacio y oscuro—. La princesa y yo iremos a buscar algo divertido que hacer ¿verdad, Yua?
La niña asintió aunque un dejo de tristeza pasó por su mirada marrón cuando Phichit la alejó de los brazos de quien ella pensaba era su padre de verdad.
—Anda bonita, iré contigo en un rato ¿está bien? Papá debe conocer a tus nuevos amigos primero, te prometo que después de que hable con él, el director Nikiforov nos dejará ver a su perrito ¿quieres eso, Yua?
La niña asintió y depositó un suave beso húmedo en la mejilla de su padre quien sonrió sintiendo un amor desmedido en su pecho al ver de nuevo la sonrisa en los labios de su hija.
—Cuídenla bien, iré con ustedes en un instante…
Los dos hombres asintieron al mismo tiempo y Yuri se encaminó a la oficina del director siguiendo las instrucciones que una amable recepcionista le había indicado por teléfono días atrás.
Yuri tocó la puerta de madera blanca del lugar al que tenía que ir y le sorprendió un poco escuchar la resonancia de una voz dulce y jovial que provenía de dentro de la habitación invitándolo a pasar de forma inmediata.
El muchacho de los cabellos oscuros, tomó el pomo de la puerta entre sus dedos y sin pensarlo más, entró a la iluminada oficina donde solamente se encontraba un sencillo escritorio de cristal, dos sillas de piel y detrás de la mesa un hombre de intensos ojos azules y cabello plateado que recibió a Yuri con una sonrisa brillante que parecía totalmente sincera y capaz de abrir densos nubarrones en el cielo con la potencia de su luz.
— ¡Señor Kennedy!— dijo el hombre levantándose de su silla para recibirlo y estrechar su mano—. Un gusto conocerlo, siéntese, soy Victor Nikiforov, es un placer tener aquí a alguien como usted ¿tuvo algún problema en llegar? ¿Dónde está su hija? ¿Su esposa no vino con usted?
— ¿Señor Kennedy?— dijo Yuri un poco aturdido por la calidez del hombre quien se había presentado como Victor Nikiforov.
—Bueno, su solicitud de inscripción solo decía que hablaría con el señor Yuri K., así que pensé que… bueno, debe disculparme, fui un imbécil por suponer cosas así como así…
—Mi apellido es K, solamente K…— dijo Yuri un tanto incomodo por tener que mentir de ese modo—. Si gusta puedo enseñarle mi identificación, es un nombre tan válido como cualquier otro…
—No es necesario, señor K, discúlpeme por favor— dijo Victor sin hacer más preguntas cosa que Yuri agradeció en silencio—. Pero dígame, ¿qué lo trae por aquí? Mila, nuestra recepcionista y profesora de arte me dijo que usted necesitaba asegurarse de ciertas cosas antes de poder inscribir aquí a su pequeña Yua K.
—Señor Nikiforov…
—Victor, llámeme Victor, es mejor de ese modo. Me gusta que nuestros padres se sientan cómodos desde el primer día, después de todo sé que están poniendo a nuestro cuidado a personas amadas y quiero que ellos sepan que aquí, en el patio de juegos de Maccachin, nosotros cuidaremos de sus hijos con responsabilidad y también con cariño.
—Gracias, Victor…— respondió Yuri preguntándose cómo era posible que un hombre como aquel que era demasiado guapo y además, lleno de luz, hubiera decidido dedicarse a un trabajo como aquel cuando bien era cierto que podría haber decidido convertirse en un galán de cine.
Yuri se sonrojó un poco con aquel pensamiento y algo nervioso, acomodó sus lentes de montura azul sobre sus ojos intentando no sentirse cohibido por la seguridad y la calidez del hombre frente a él quien seguía mirándolo con intensidad y con otro tipo de emoción que Yuri no fue capaz de entender del todo.
—Pero bueno, señor K., de verdad sienta la confianza de expresarme todas las necesidades que usted y Yua requieran de nuestro centro de cuidado. Ya hemos enviado la mayor parte de nuestra información por correo pero no sienta temor de decirme qué es eso que su pequeña necesita de nosotros…
—Yua es una niña especial, Victor— dijo Yuri sin que le importara demasiado el ver que no era nada difícil llamar al director de la estancia por su nombre de pila—. Sé que eso no debe ser relevante para usted, pero Yua y yo no somos parte de una familia convencional. Debo pedirle ciertas cosas difíciles debido a eso, señor Nikiforov, y debo pedirle además que las acepte sin hacer demasiadas preguntas…
— ¿Ah sí?— preguntó Victor con suavidad, sintiendo que su corazón latía un poco rápidamente sin saber muy bien si era por las cosas que el señor Yuri K. estaba diciendo o por lo tremendamente guapo que el hombre frente a él era.
—Sí, verá… hace algunos meses Yua perdió a su madre…
— ¿Su esposa falleció?— preguntó Victor sintiéndose triste sin saber por qué.
—Mi hermana…— dijo Yuri con calma a pesar de que el dolor estaba ahí de nuevo—. A pesar de que Yua es mi hija legalmente, biológicamente es mi sobrina. Sin embargo, eso es algo que debo pedirle quede en el más estricto de los secretos, se lo confío por qué sé que usted debe saber esto si quiero atreverme a pedirle que me deje llevar a cabo ciertas intromisiones en su centro…
— ¿Intromisiones?— preguntó Victor sintiéndose cada vez más intrigado por el hombre frente a él.
—Necesito que mi hija esté vigilada constantemente por dos hombres de mi confianza— dijo Yuri al fin—. Necesito que Yuri Plisetsky quien ha sido nuestro guardaespaldas personal desde siempre, y Phichit Chulanont quien es el niñero de Yua estén aquí mientras mi hija también lo esté. Esos dos hombres son mis amigos desde siempre y debe creerme cuando le digo que mi Yua necesita protección. Hay ciertas cosas en nuestro pasado que no nos permiten ser como los demás, hay cosas que no podemos evitar. Evidentemente, Yura y Phichit se podrán a su servicio y harán los trabajos que usted considere necesarios, Victor. Phichit es un experto en el cuidado de los niños pequeños y Yura es perfectamente capaz de cuidar a un grupo numeroso de personas así que… ¿cree que sea posible? Evidentemente, sus servicios serán remunerados al triple de lo que usted me indicó en su correo, sé la clase de molestias que estoy ocasionándole pero… es la seguridad de mi hija, Victor. Haría todo por mi hija y porque ella no tenga que perder nada más en la vida ¿me entiende?
Victor asintió con calma a la disertación de Yuri. El discurso del hombre había dejado en él más preguntas que respuestas pero aquellas peticiones no eran nada del otro mundo para él: antes habían llegado al centro de cuidado hijos de millonarios o miembros de la farándula que habían establecido condiciones como aquella. Y a Victor no le parecía extraño que un hombre como Yuri, quien a todas luces vestía con ropas de diseñador y hablaba como si tal cosa de guardaespaldas y niñeros privados y pagos al triple, estaba en la misma categoría que los clientes adinerados.
—Lo entiendo señor K, pero…
—Llámeme Yuri, por favor…— dijo el pelinegro sintiendo que tenía que dar ese paso para evitar que el "pero" de Victor Nikiforov se convirtiera en una rotunda negativa a sus peticiones. No podía perder aquello porque por algún extraño motivo, Victor Nikiforov le parecía una persona confiable, Victor Nikiforov era exactamente el tipo de persona que él había estado buscando para confiarle el cuidado de Yua.
—Mire Yuri, no tengo ninguna clase de problema con sus peticiones. Dios sabe que un niñero profesional nos vendría de maravilla en este lugar y que un vigilante de más tampoco sería un estorbo pero no tiene por qué pagar el triple, eso no es necesario. Incluso me encargaré del salario del señor Chulanont, creo que a Otabek Altin, nuestro profesor de educación física le vendría bien un asistente y bueno, la maestra de danza, Minako Okukawa, también estará feliz de tener una mano extra…
—¿De verdad?
—De verdad…— dijo Victor con una sonrisa brillante que hizo que el estómago de Yuri diera un vuelco completo—. Si usted se siente más cómodo de ese modo, entonces así será.
—Se lo agradezco tanto, Victor…— dijo Yuri realmente aliviado—. Mi Yua necesita estar con más niños ¿sabe? Todos los especialistas de lenguaje me recomendaron algo así. Como ya debe saber por el expediente médico que le enviamos, Yua no puede hablar aun del todo pero…
—Nos encargaremos de eso, programaré horas de trabajo con la profesora de educación especial para que Yua tenga ese tipo de atención también. Como usted sabe, este centro de cuidado está conformado por un personal más bien internacional y Yuko Nishigori, nuestra profesora, es perfectamente competente así que podrá comunicarse con Yua en su idioma natal también…
—Entonces… ¿Yua puede quedarse?
—Puede…— dijo Victor con una sonrisa radiante y tuvo que morderse la lengua para no decir una tontería como: y tú también puedes quedarte, Yuri, podría pasarme la vida entera hablando contigo mientras intento descubrir qué es todo lo que se esconde en ti.
— ¡Es un alivio!— dijo Yuri con alegría—. Mi trabajo es pesado, no puedo estar con Yua todo el día así que al menos ahora no estará sola. Le agradezco, Victor y no debe preocuparse por Phichit, él es mi responsabilidad. Así que… ¿quiere acompañarme ahora? Quiero que conozca a Yura y a Phichit, y creo que debo explicarle a Yua que usted cuidará de ella ahora…
Victor asintió con una sonrisa feliz y le indicó a Yuri la puerta para que éste saliera por ella primero, pidiéndole que se adelantara mientras él llamaba a Mila a su oficina para avisarle que estaría fuera de su despacho unos minutos más.
— ¿Vas a lanzarte por nuestro guapo padre soltero desde ahora?— preguntó Mila por el intercomunicador y Victor agradeció que el guapo padre soltero en cuestión hubiera salido ya rumbo al patio de juegos.
—No empieces, Mila. Somos profesionales, recuerda. Aunque no niego que nuestro guapo padre soltero es más que solo guapo…
— ¡Lo sabía, es tu tipo!— dijo Mila riendo divertida—. En fin, director Nikiforov. Nada de asustar al señor K., porque ¿sabes algo? Siento que el hombre ha tenido demasiado dolor en su vida ¿tú no?
—Sí…— dijo Victor recordando como los ojos marrones de Yuri se habían llenado de tristeza al hablar de su hermana muerta—. Pero bueno, dejemos los chismes ¿quieres? Debo conocer a la pequeña hija del señor Yuri y por cierto, prepara el registro de dos nuevos empleados, te explicaré luego…
Mila respondió de forma afirmativa al pedido de su jefe y Victor salió con rumbo al patio de juegos pensando que su vida aquella mañana parecía a punto de ser invadida por un montón de sorpresas debido a la presencia de Yuri K., y su hija en aquella estancia infantil en la que él había invertido todo su esfuerzo durante los últimos años de su vida. Y al recordar la sonrisa feliz de Yuri, al recordar cómo sus ojos marrones destilaban luz cuando su dueño dejaba de sentir dolor, Victor se sintió animado al pensar en todos aquellos eventos inesperados que en su vida, estaban por comenzar apenas…
