DOS SABUESOS DESPISTADOS

DISCLAIMER:Casi todo es de Rowling. Lo de siempre, vamos.

RESUMEN: Después de la guerra, Percy decide que su prioridad es encontrar a Penny. Lo que no sabe es que moverse por el mundo muggles no es nada fácil, ni siquiera si cuenta con la ayuda de la no-muy-bruja Audrey.

CAPÍTULO 1

Un cadáver en la biblioteca

Percy Weasley se detuvo frente a la puerta con aire dubitativo. Le había llevado un buen tiempo decidirse a ir hasta aquella casa y, una vez allí, no sabía si sería bien recibido. Si bien sus intenciones eran buenas, cabía la posibilidad de sufrir alguna clase de rechazo.

Se atusó la corbata, sintiéndose momentáneamente idiota. La parte racional de su mente le repetía sin cesar que no tenía nada que temer. La otra recordaba que Penny siempre fue una chica de carácter y la imaginaba tirándole un jarrón de porcelana china a la cabeza. En cualquier caso, no podía quedarse allí toda la noche, así que comprobó una vez más que había luz en las ventanas y golpeó la puerta con los nudillos.

Habían pasado casi cinco meses desde la última vez que supo de ella. Había sido en San Mungo, después de que Penny fuera trasladada allí. Percy sabía que había pasado casi un año encerrada en Azkaban y, aunque no la había encontrado tan mal como había temido, ella le había pedido tiempo para pensar y reponerse. Percy suponía que tres meses era un plazo de tiempo considerablemente amplio y por eso estaba allí. Necesitaba hablar con ella. Durante su primer y último encuentro en el hospital, Penny apenas lo había mirado y él quería asegurarse de que estaba realmente bien. Imaginaba que estar rodeado de dementores todo el tiempo hacía que la salud de uno se resintiera bastante.

Así pues, Percy decidió ignorar las celebraciones por el día de Halloween y se apareció a las afueras de un pequeño pueblo escocés, a cincuenta kilómetros de Glasgow. Penny siempre había hablado maravillas de aquel lugar y le había descrito tantas veces su casa que Percy la reconoció al instante. Era grande, antigua y de aspecto un tanto tenebroso. Penny también le había hablado alguna vez de sus padres, un terrateniente de cuenta corriente saneada e intereses políticos crecientes. Quizá por eso, Percy se encontraba un poco asustado. No demasiado, sólo lo suficiente para plantearse la posibilidad de marcharse y volver otro día, después de anunciar previamente su visita.

Percy suspiró, cerró los ojos un instante y golpeó la puerta con insistencia. Era un Gryffindor, y los Gryffindor no debían tener miedo. Lo mejor en esos casos era dejar la mente en blanco y afrontar las cosas tal y como venían. Percy sabía que nunca había sido tan impulsivo como sus hermanos o la mitad de sus compañeros de casa en Hogwarts, pero esa noche optó por no pensar y actuar con rapidez. Después de todo, si de verdad quería hablar con Penny debía estar dispuesto a escuchar cosas que, tal vez, no fueran a gustarle demasiado.

La puerta no tardó en abrirse. Percy siempre había pensado que sería Penny la que respondiera a su llamada. La veía en pie frente a él, mirándolo con esa expresión seria y decidida que siempre había tenido, sonriéndole ampliamente y echándole los brazos al cuello para darle un beso. Él se quejaría un poco, por supuesto, y luego la abrazaría a su vez y también la besaría y pasaría un buen rato antes de que ninguno de los dos quisiera alejarse del otro.

Percy nunca pensó encontrar a otra persona tras la puerta. Durante un segundo pensó que podría ser alguna empleada de la familia Clearwater, puesto que los muggles solían contratar humanos para las tareas que normalmente realizaban los elfos domésticos, pero descartó la idea en seguida. Percy dudaba que los sirvientes muggles usaran collares de perlas, vestidos color oro de escotes pronunciados y zapatos de tacón tan altos como taburetes. Así pues, Percy pensó que aquella chica bien podría ser alguna amiga de la familia, porque sabía que Penny no tenía hermanas y dudaba que su madre pareciera tan joven.

-¿Señor Weasley?

La chica tenía la voz un tanto aguda, algo bastante lógico teniendo en cuenta que, a pesar de los tacones, era muchísimo más baja que él. A Percy le extrañó un poco que lo hubiera reconocido tan deprisa, aunque le sirvió para confirmar que, efectivamente, ella era una amiga de la familia. Se preguntó, no sin cierto desasosiego, si los Clearwater y sus amigos hablaban muy a menudo de él.

-Sí. Yo soy…

-Perfecto.

La chica no le dejó terminar de presentarse. Después de agitar airadamente su cortísima melena rubia, lo asió de una muñeca y tiró de él hacia el interior de la casa. Estuvo a punto de meterle en el ojo alguna clase de cachivache muggle –su padre posiblemente sabría de qué se trataba- y lo guió con premura hasta el centro del recibidor. Percy apenas tuvo tiempo de mirar a su alrededor cuando la chica empezó a hablar.

-Temíamos que no fuera usted a llegar a tiempo –Le dijo, sacando algo de su bolso de mano y entregándoselo con premura –El señor Lane comenzó a inquietarse hace cosa de una hora. Se quejaba por la falta de emociones y todo lo demás, así que Cillian decidió que no podíamos esperarlo más. Espero que nos disculpe.

Percy no sabía muy bien de qué iba todo aquello, pero no interrumpió a su extraña acompañante.

-En resumen. Ingrid, la doncella, encontró el cadáver de lord Altamount en la biblioteca justo cuando terminamos la cena. Tiene un cuchillo clavado en la espalda. ¿Quiere verlo?

-¿Disculpe?

Percy dio un paso atrás. Definitivamente no entendía ni una sola palabra. ¿Un cadáver en la biblioteca? La situación se estaba poniendo rara por momentos y lo peor era que esa chica ni siquiera parecía inmutarse.

-Venga conmigo –Y la chica echó a andar hacia una puerta lateral –Supongo que seguirá allí. Le dije a Cillian que sería conveniente que usted lo viera con sus propios ojos. ¿No le parece?

-Un momento –Percy, que no había podido mover un músculo, logró que la joven dejara de vivir en su extraño mundo de cadáveres en la biblioteca y lo mirara directamente a él- ¿Me está usted diciendo que hay alguien muerto?

-Pues claro.

Percy parpadeó con perplejidad. Ella había dicho aquello como si fuera lo más obvio del mundo. Por un instante, Percy Weasley se preguntó si no sería cierto aquello de que los muggles eran unas bestias inmundas. Aún así, decidió darle otra oportunidad a la chica. Se la veía tan pequeña e inofensiva que no creyó conveniente sacar su varita aún.

-En ese caso. ¿No debería llamar a los auro…? –Percy se interrumpió, suponiendo acertadamente que ella no tendría ni idea de lo que era un auror. Seguramente su padre también sabría cómo se llamaban los aurores muggles­- Quiero decir, a la autoridad competente.

Esa vez fue la chica quién parpadeó. De hecho, sonrió ampliamente, como si encontrara su actitud muy divertida y muy poco lógica.

-Entiendo que esta sea su primera vez, señor Weasley, pero estoy segura de que entre todos encontraremos al responsable de la muerte de lord Altamount. ¡Quién sabe! Es bastante posible que usted sea el asesino. ¿No le parece?

-¿Qué? ¡No!

La chica rió ante su vehemente negativa y chasqueó la lengua, retomando su camino hacia una de las puertas laterales.

-Le veo muy metido en su papel. ¿Qué le parece si vemos ese cadáver?

Percy se sentía demasiado moralmente indignado para protestar. Boqueó un poco, asemejándose bastante a un pez, y terminó arrastrando los pies hacia donde esa chica lo guiaba.

Efectivamente, tirado en mitad del suelo enmoquetado y rodeado de sangre, yacía el cadáver de un hombre de pelo grisáceo y nariz prominente. Percy supo que debía estar muerto no sólo por lo que la chica había dicho, sino por el considerable tamaño del cuchillo que tenía clavado en la espalda.

-Los demás ya han estado toqueteándolo todo, pero es posible que hayan dejado algo para usted.

La chica pasó sobre el cuerpo, pisoteando la sangre en el proceso, y fue hasta uno de los elegantes sofás. Se dejó caer allí y lo observó con curiosidad, como si esperara que hiciera algo. Pero. ¿Qué demonios podía hacer Percy dadas las circunstancias? Estaba allí para reencontrase con su querida Penny, no para ver cadáveres de muggles asesinados en bibliotecas.

-Insisto en lo de llamar a alguien.

La joven alzó las cejas y chupó del largo palo con el que casi le entuerta. Percy no podía dejar de mirar el cuerpo tirado a sus pies. Todo aquello era sumamente surrealista y él no se sentía de humor para ver más cadáveres. ¿Por qué demonios no podía comportarse nadie de forma racional?

-¿Dónde está Penny?

Necesitaba explicaciones lógicas y que él pudiera procesar debidamente. Se alejó un poco del cadáver y clavó sus ojos en la chica. Ciertamente no parecía muy peligrosa, pero aún así optó por tener la varita a mano. Sólo por si acaso. Ella se disponía a responder cuando alguien entró en la estancia.

-Adam acaba de llamar –Dijo ese alguien sin más, mirando a la chica directamente- Se ha quedado atrapado en un atasco y no sé que rollos y no podrá venir, así que nos hemos quedado sin señor Weasley.

Percy entornó los ojos, pensando en que hubiera sido muchísimo mejor marcharse a casa. Vio como la chica se levantaba y miraba al recién llegado con aspecto de estar tan confundida como él.

-Pero si él es el señor Weasley.

Y señaló a Percy. El hombre lo miró a su vez. También era un tipo joven, tenía el pelo y los ojos oscuros y tenía la piel muy bronceada, como si hubiera pasado todo el verano tomando el sol en algún lugar del Mediterráneo.

-Este no es el señor Weasley –Dijo desdeñoso, sin darle más importancia a la presencia de Percy que un leve movimiento despectivo –Se supone que el señor Weasley es el mejor amigo de lord Altamount. ¿Te parece a ti que este tipo tiene edad para serlo?

La chica se encogió de hombros. Percy pensó que diría algo y, entonces, se quedó sin respiración. El cadáver del suelo acababa de levantarse de un salto y encaraba al recién llegado. No tenía cara de muchos amigos, sobretodo teniendo en cuenta que estaba muerto.

-No soy tan viejo, muchacho.

-¿Dónde vas, Stan?

-A comer algo, guapa. Si no hay señor Weasley, mi cadáver ya no pinta nada en esta historia.

Y el cadáver de la biblioteca se marchó de la biblioteca tan campante. Percy abrió la boca y tampoco en esa ocasión pudo decir nada. Definitivamente aquella gente no eran familiares o amigos de Penny. No podían serlo porque ella siempre había sido alguien muy normal. O quizá todos los muggles estuvieran locos y aquello formara parte de su extraña normalidad.

-Entonces, si nuestro señor Weasley no va a venir. ¿Quién es usted?

-Soy Percy Weasley.

Le había costado un poco responder, pero su voz había sonado definitivamente firme. Incluso le pareció gracioso que sus dos acompañantes parecieran aún más confusos que él.

-Qué desafortunada coincidencia –Dijo la chica al fin, esbozando una sonrisa amable y mucho más natural que aquella que le obsequió cuando le abrió la puerta- Ha debido usted pensar que se acababa de meter en una auténtica casa de locos. ¿Verdad?

-En cierta forma, sí –Dijo, diplomático, procurando mostrarse tranquilo.

-Supongo que debería presentarme debidamente –La chica estiró una mano hacia él y Percy la estrechó –Soy Audrey Ramsey y usted acaba de verse involuntariamente involucrado en nuestra humilde Noche del Misterio.

Saber aquello no hizo que Percy tuviera las cosas mucho más claras, pero al menos podía suponer que no estaba siendo cómplice de ninguna clase de crimen. Seguía sin tener la más mínima idea de dónde estaba Penny, aunque casa vez parecía más lógico pensar que no se encontraba en aquella casa.

-Encárgate del señor Weasley –Dijo el otro hombre, que no parecía muy dispuesto a sonreírle, presentarse o ser amable en modo alguno –Yo intentaré hacer algunos cambios para arreglar todo este desastre.

Se marchó murmurando algo entre dientes. La chica, Audrey, lo miró de una forma que podía considerarse casi tierna y luego fue junto a Percy, pisoteando la sangre otra vez.

-Deberíamos salir del escenario del crimen. Podríamos manipular las pistas y eso no sería conveniente.

-Usted acaba de pisarlo todo. Dos veces –Señaló, sin saber muy bien por qué lo hacía.

-En realidad es algo que debía hacer en algún momento de la noche, así que no importa.

La tal Audrey lo sacó de la biblioteca y cerró la puerta después. Percy odiaba la sensación de no entender nada, aunque era lo suficientemente listo como para suponer que las explicaciones llegarían en algún momento.

-Disculpe a Cillian. Siempre se pone un poco nervioso cuando las cosas no salen como él quiere.

-Claro. Entiendo.

Audrey lo llevó hasta una sala de estar. Su mobiliario parecía mucho más moderno que el del resto de la casa, un poco fuera de lugar. La chica lo invitó a sentarse y fue hasta un minibar. Sin preguntarle nada, le sirvió un poco de whisky con hielo y se sentó frente a él.

-Cillian y yo utilizamos esta habitación como despacho. Necesitamos un lugar para hacer nuestras maquinaciones y todo eso.

Percy sonrió, más por compromiso que otra cosa. Audrey pareció apiadarse de él y le palmeó una rodilla como si pretendiera darle consuelo o algo así. Percy se preguntó si presentaría un aspecto tan patético que ameritara aquella extraña actitud, o si simplemente la chica estaba acostumbrada a esos gestos.

-Antes me ha preguntado por Penny.

-Así es. Tengo entendido que ella vive aquí, así que decidí visitarla.

-Me parece que su viaje ha sido en balde, señor Weasley. Cillian le ha alquilado la casa a un hombre de Yorkshire. Le tocaron no sé cuántos millones de libras en la lotería y le ha dado por comprar compulsivamente toda clase de cosas.

-Tenía entendido que la casa pertenecía a los Clearwater.

-No sé cómo se llamaba el antiguo propietario, pero sí sé que el nuevo está chiflado. De hecho, considero que el alquiler es un poco abusivo, pero merece la pena. Es la casa perfecta para organizar estas veladas.

Percy se quedó callado. Después de haber pasado tanto tiempo dándole a Penny el espacio que ella le había pedido, ahora se encontraba con esa desagradable noticia. Los Clearwater ya no vivían allí. Habían vendido la casa. Penny se había ido sin darle explicaciones, sin despedirse siquiera, y Percy no sabía si sentirse enfadado o excesivamente preocupado por ella.

-Lo lamento.

La voz de Audrey lo sacó de su ensoñación. Percy alzó la cabeza y la miró. Había olvidado que ella estaba allí y se sobresaltó un poco.

-¿Qué?

-Lamento que haya venido hasta aquí para nada. Si quiere, puedo pedirle a Cillian que hable con el tipo de Yorkshire. Con un poco de suerte, podremos contactar con los Clearwater a través de él.

Percy iba a agradecerle el ofrecimiento y, después, rechazarlo amablemente. No podía consentir que una muggle se viera inmersa en la búsqueda de una bruja que, aparentemente, sólo quería poner tierra de por medio, pero no tuvo tiempo de abrir la boca. El cadáver de la biblioteca acababa de entrar, sujetando un enorme bocadillo con ambas manos.

-Cillian dice que te libres de una puta vez del falso Weasley y te prepares para la escena del jardín. Dice también que llevamos treinta puñeteros minutos de retraso y que está pensándose el asesinar al señor Lane con sus propias manos, así que date prisa si no quieres verlo en la cárcel. Otra vez.

El cadáver, que se llamaba Stan y parecía tener una innata capacidad para devorar cosas, desapareció tan silenciosamente como había llegado. Audrey suspiró y se puso en pie, mirando a Percy como si pareciera sinceramente contrariada por la interrupción.

-Lo siento mucho, señor Weasley, pero tiene que marcharse. Cillian se pone histérico y realmente dan ganas de matar al señor Lane.

-Claro. No importa. Perdone la interrupción. No pretendía molestar.

Ella le sonrió, lo acompañó hasta la puerta y repitió su ofrecimiento de prestarle ayuda. Percy le sonrió a su vez y no se molestó en rechazar dicha ayuda. No pensaba volver a ver a aquella muggles nunca más. ¿Qué sentido tendría hacerlo?

OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO

Hola a todos y a todas.

Si habéis llegado hasta aquí es porque no habéis sucumbido ante lo absurdo de esta especie de prólogo que os he presentado. Si lo habéis conseguido, dejadme que os de la enhorabuena. Espero que os haya gustado, aunque sea un poco, y que haya servido para animaros a seguir leyendo. Sé que puede ser un inicio un poco raro, pero no tenéis ni idea de lo mucho que me he divertido escribiéndolo y de lo que me ha costado escribir un primer capítulo que me dejara medianamente satisfecha.

Una vez dicho esto, anunciar que esta historia será un Percy/Audrey. Me resulta un poco raro escribirlo, sobretodo porque a mí me encanta el Percy/Penny, pero con el paso del tiempo esta nueva pareja me ha ido encandilando poco a poco. Y aquí estoy.

Ya intenté un poco de Percy/Audrey en otro fic y me dejó con ganas de más, aunque es evidente que le he dado un giro bastante importante a la historia. En esta ocasión, el fantasma de Penny también rondará a los protagonistas durante todo el fic, aunque no está muerta. Será mi perfecta excusa para introducir a Percy en el mundo muggle porque, sí, me gusta la Audrey muggle que muchos antes que yo han imaginado. En realidad, las relaciones entre muggle/brujo siempre me han atraído bastante, así que no he podido resistirme.

No adelantaré nada sobre el futuro de la historia, aunque no pasará nada porque diga que será un fic de romance. Por el título, también habrá investigaciones y, quizá, algún misterio. Procuraré que no haya drama, aunque algunas tramas lo parezcan y, en definitiva, no haré nada demasiado denso. Estamos en verano, hace calor y no me apetece :).

He decidido que los capítulos tendrán nombres de novelas de Agatha Christie. Mi absoluta incapacidad para titular cosas es famosa en el mundo entero –Já- así que me resulta más fácil robarle a los demás. Ya veréis que divertido va a ser cuando me reclamen los derechos de autor.

En fin. No me enrollo más, que todos sabemos lo coñazo que son las notas de autor. Sólo espero que esta chorradita os haya gustado, aunque sea un poco. Si es así, ya sabéis donde está el botoncito de los reviews. ¿Verdad? Yo procuraré responder si el tiempo me lo permite.

Besos

Cris Snape