NOTA DEL AUTOR DEL FIC: Bueno como siempre, los personajes no me pertenecen. Otra cosa, perdonen si hay un poco de OCC... out of character, no se como se abrevia, pero bueno, perdonen si hay un poco de eso, pero también les pido que tomen en cuenta lo poco de la relación que se sabe de Sharrkan y su hermano el rey de Heliopat, además se supone que es una situación bastante extrema que podría cambiar a quien sea.
Otro punto importante, en una parte de la historia "explico" la razón de que Sharrkan este en Sindria, como esto no se ha revelado en el manga, ni en el anime, utilice la teoria de juego de tronos, y de hecho de la época medieval en si, de que para formar alianzas, los reyes dejaban a sus hijos (en este caso, el hermano menor) como discípulos de los reyes aliados.
Sin más por aclarar, de antemano disculpen la nota tan larga.
Capitulo 1
El día había comenzado como cualquier otro, un sol radiante, la dulce brisa marina, y el cantar de las aves, Sharrkan había comenzado a entrenar desde temprano, e incluso hizo su guardia de medio día como le habían asignado, pero en algún punto de ese increíblemente monótono día, algo ocurrió, algo que cambio su vida de un solo golpe.
La razón por la que se encontraba en ese barco rumbo a su patria, vistiendo las joyas que su hermano Armakan debería vestir, esperando sentarse en el trono, que su hermano debería ocupar, la razón de todo eso, era que su hermano ya no estaba.
Las olas mecían el imponente barco de las tropas de Heliopat de un lado a otro, las pesadas joyas con forma de colmillos de serpiente que los reyes y príncipes de Heliopat llevaban detrás de las orejas comenzaban a molestarle, hacía demasiado tiempo que no las usaba, y siendo sinceros, no pensó en usarlas nunca más.
La noticia le llegó ese mismo día mientras estaba debatiendo con Yamuraiha sobre quien de sus discípulos había progresado más, y sobre que arte era más efectivo, la magia o la esgrima, lo usual. Cuando en medio de aquella disputa, Jaffar, Masrur y Spartos aparecieron en el jardín, los tres tenían caras serias que presagiaban las malas noticias, pero Sharrkan no lo vio en ese momento, el solo vivía su vida de siempre.
—Sharrkan —Lo había llamado Jaffar sin emoción alguna— El embajador de Heliopat, Narmes, pregunta por ti.
Aquello le había extrañado, pero no asustado o preocupado, el esperaba que Armakan le hubiera mandado algo, o algún mensaje, quizás solicitaba su presencia en el reino para alguna ceremonia, o algo así, no esperaba la noticia que recibió.
En el salón de audiencias estaba el rey Simbad con cara seria, esa cara que pone cuando algo malo ocurre, y frente a él, estaba Narmes, el embajador de Heliopat, con el rostro agachado y apretando los puños, detrás de él, estaban varios hombres de Heliopat, todos con caras sombrías.
—Sharrkan —Lo llamó Sinbad, y su voz sonó como la de un demonio, o quizás era la mente de Sharrkan la que distorsionaba el recuerdo, no lo sabía, y ahora no importaba. —Sharrkan, los hombres que vez aquí, han venido por ti, Heliopat te necesita, tu hermano…
—Su majestad ha desaparecido —Soltó Narmes y en ese momento el mundo de Sharrkan se colapsó.
Preguntó si aquello era una broma, luego se enfadó, y tomo a Narmes por la ropa, luego reclamo a los hombres de Narmes por la desaparición de su hermano, quería detalles, saber si había algún cuerpo, si todo aquello era solo un sueño, o una mentira. Pero no, todo era real.
—El rey desapareció, no hemos encontrado el cuerpo pero… el reino está en problemas, le necesitan, señor
Al principio él pensó en negarse, salir corriendo y esconderse en su habitación, o huir de Sindria, tenía miedo, no podía creer que su hermano estuviera muerto, no lo creería hasta ver el cuerpo, y tampoco volvería a Heliopat para gobernar en su lugar hasta que eso pasara, o eso creía, porque otra parte de sí estaba decidido a una cosa, si ellos no encontraban a Armakan, él lo haría, pero entonces tenía que dejar Sindria, y volver a Heliopat.
Busco respuestas en Sinbad, el solo asintió y le dijo en un momento sin palabras "ve". O al menos así lo sintió él, en ese momento.
Y allí estaba, ahora, en un barco de la flota de Heliopat, vistiendo las joyas que creyó nunca más portaría, rumbo a la tierra que no esperaba volver a ver, al menos no en mucho tiempo, y esperando por un trono vacío, donde nunca, ni en sus sueños más locos, esperaría sentarse.
Armakan, hermano, yo no puedo creer que estés muerto
Las lágrimas querían salir de sus ojos, pero no lo hicieron, quería gritar, pero su boca fue una tumba desde que había salido de Sindria, había dejado de ser uno de los ocho generales, había dejado de ser el pequeño y tonto hermano del rey, para convertirse en el rey suplente, y no le fallaría ni a Sinbad, ni a la alianza ni a su hermano. Y mucho menos, a él mismo.
Te voy a encontrar.
