Sentía que necesitaba purificar mi interior, algo andaba mal por dentro, algo me dolía, me mantenía exhausta, cansada, de alguna u otra forma tenía que sacar tanta mugre de mí.

Agarré un bisturí y empecé a abrir mi cuerpo del lado derecho, desde la axila hasta casi llegar a la cadera, primero saqué mis pulmones, pero no les vi nada raro así que aproveché para sacar mi aparato digestivo.

Eran un montón de bolsas, unas de plástico y otras de cartón. Me fijé a ver si los demás estaban ocupados y así era, entonces me dediqué a lavar mi estómago, mis intestinos, y otros órganos hasta que quedaran casi transparentes, dejé algunos residuos… Si, residuos… Ya que creí que podrían cumplir alguna función importante y no quería estropear mi salud.

La cuestión con los órganos era que estaban unidos con algo así como… cauchos. Si, pequeñas cintas elásticas que se amarraban de una forma muy convencional entre bolsa y bolsa. El problema era cuando te enfrentabas a una unión entre una bolsa de plástico y una de cartón.

Por momentos temía que se me rompieran y luego cuando comiera se fuera a producir alguna filtración adentro y me fuera a causar mal.

Pedí ayuda.

Realmente no recuerdo quién me vino a ayudar a poner todo en su lugar. Pero ahí estaba, esa persona me ayudó a acomodar todo por afuera y luego… Tocaría meter todo de nuevo adentro. Digo, no iba a andar por ahí con todo mi aparato digestivo por fuera.

Con mucho miedo y precaución, fui recordando dónde quedaba cada parte y las íbamos acomodando, luego cerramos el costado de mi torso con una cremallera.

Aún a pesar de que sabía que todo había quedado bien, temía por esas partes que quedaron un poco magulladas por tratar de hacer que encajaran. Simplemente pensaba que por ahí se filtraría algo y podía hacerme mal. Tenía miedo entonces de comer, de beber, de saber que algo tan simple como alimentarse pudiera hacerme daño.

Me fui a dormir y le pedí a mi tía que por favor me levantara a la mañana siguiente porque tenía que ir a la escuela y últimamente estaba llegando muy tarde, ella me miró con una cara un poco enojada porque siempre me levanto de mal humor y no le gusta levantarme, sin embargo le aseguré que esta vez no pasaría. Admito que amo dormir.

Y así fue. A la mañana siguiente, mi tía me levantó temprano y cuando estaba a punto de partir, me dice: "No espera, va a llover muy fuerte, llévate el paraguas". No alcancé a tomarlo cuando pareciera que se hubiera caído el océano sobre nosotros, no empezó a llover de a poco, sino que enseguida cayó el agua sin preguntar. Una tormenta como pocas había visto.

Me acerqué a la reja de la puerta del patio y vi venir un rayo que cayó en el arbolito que quedaba al fondo de este. El árbol tambaleo un poco pero no cayó. El rayo nos dejó estupefactos a todos y cerramos la puerta. Sin embargo las ventanas, de vidrio, junto a la puerta que ocupaban gran parte de la pared aunque cerradas permitían la visualización hacia afuera.

Lo vi venir. Un pedazo de vidrio o cristal, salido del árbol, no sé bien de qué se trataba exactamente pero era como una piedra del tamaño de un huevo de avestruz que venía a toda velocidad justo hacia nosotros.

Mi mente en menos de un segundo alcanzó a calcular la trayectoria y corrí a mi tía de donde justo golpeó la gran roca con una fuerza incalculable debido a la velocidad con la que venía.

Nos miramos todos estupefactos.