Un listón, una promesa
Todos los días antes de salir de mi casa, abro una de mis cajas donde guardo mis numerosos adornos para el cabello, una caja de generoso tamaño llena de todo lo que una chica puede necesitar: pinzas con brillantes, elásticos para agarrar mi cabello, diademas y más. Sin duda alguna una caja con numerosos compartimientos y objetos en su interior. Sin embargo, a pesar de mis incontables opciones, mi mano se dirige al compartimiento en el cual se encontraban mis preciados lazos. Había lazos de todos los colores, existentes que normalmente uso para variar, pero me detuve en mi lazo favorito un lindo y viejo lazo que uso a diario. No pude evitar sonreír mientras lo tomaba en mis manos, es muy preciado para mí.
Aún recuerdo perfectamente el día en el cual lo obtuve, tenía 7, quizá 8 años pero eso no importa, solo sé que era mi primera vez en Japón, mi mamá quería visitar y presentarme a mis abuelos. Como era de esperarse yo tenía un inglés fluido pero mi japonés era malo, pese a que entendía todo, no podía hablar más de unas palabras. Al igual que todos los días desde que había llegado a Japón, mi mamá me había dejado en una guardería para poder disfrutar sin ningún estorbo.
Unos niños se estaban burlando de mí por mi acento y notoria incompetencia para hablar japonés, y yo simplemente no sabía qué hacer, lo único que hice fue llorar empezaron a jalar mi cabello. Terminaron rompieron mi moño y me tiraron a un charco de lodo, pretendían seguir molestándote hasta que de repente una voz los detuvo.
-"No sigan, por favor ¿Por qué tienen que pelear con ella?" Gritó una pequeña rubia de dos coletas interponiéndose entre esos niños y yo.
-"Pero ella es extraña", Replicaron a la rubia.
-"No me importa. Venus siempre fue muy buena conmigo y es muy linda". Dijo con tanta firmeza que no podía dejar de verla. Era increíble, a mis ojos ella parecía una princesa.
-"Lo dices porque eres igual de extraña que ella. Ni siquiera llamas mamá a tu madre". Murmuró un par de ellos.
-"Si siguen molestando, entonces le diré a la maestra y haré que los regañe." Automáticamente todos se fueron del lugar dejándonos a nosotras dos solas, la niña que me defendió volteó para verme y me ayudó a levantar. "¿Venus, estás bien?" Yo simplemente asentí empezando a llorar. "Venus". No me importó que me llamara por ese nombre desconocido para mí, simplemente la abracé agradeciéndole por su ayuda. Cuando dejé de llorar ella sacó un lazo rojo de su bolsillo y sin decir nada lo usó para recoger mi cabello. "Mucho mejor. Eres tan linda como recordaba." Me dedicó una sonrisa y no pude evitar sonrojarme por su comentario.
-"Serena, tu madre llegó". Dijo la maestra y la ahora conocida como Serena simplemente negó con la cabeza. La pequeña Serena se negó a separarse de mí y yo tampoco quise separarme de ella, la profesora tardó varios minutos en separarnos y nos volvimos a ver al día siguiente.
Pasamos algunas semanas jugando juntas en el parque, hasta que Serena dejó de ir y descubrí por mi maestra que la familia de Serena se había mudado y 6 meses después volví a Inglaterra. Sin importar eso seguí pensando en Serena, conservé mi listón con la esperanza de volverla a encontrar a ella, mi persona amada.
Es tonto, pero esa rubia se convirtió en mi primer amor. Muchas veces soñé que nos encontrábamos y me besaba, algunos aún más locos soñaba que nos casábamos. Jamás le dije nada a mi mamá o nadie, esperé en silencio.
Hubo una época en la que intenté olvidar, cometí el error de enamorarme de Alan, lo cual terminó cuando me di cuenta de que era imposible; fue entonces que la volví a recordar a ella, mi primer amor. Con la excusa de las sailors, vine a Japón antes del traslado oficial de mi padre, me quedé en casa de mis abuelos y la volví a ver gracias a Artemis. La salvé de un monstruo, pero ella no me recordaba. Nuevamente vino el sufrimiento.
La persona con la que siempre soñé, era mi princesa, literalmente. Y debido a que la vida es una perra, ella, Serena Tsukino, estaba perdidamente enamorada del príncipe de la tierra, Darien Chiba. Casi al día siguiente conocerla, en el momento que se reveló que ella era nuestra princesa, también salió a luz el romance que tuvo con Darien en su vida pasada. Lo peor de todo fue que mi idiotez fue tan grande como para tener esperanzas.
La visité en la época de su depresión por el secuestro de Darien, me colé en su casa por la puerta trasera y la encontré ahí, en su escritorio, llorando mientras escuchaba la triste melodía de la caja musical de su amado Darien. En ese momento supe que yo no tenía oportunidad, me decidí a ser su amiga. Di un paso hacia adelante y de alguna forma logré sonreír para ella.
-"Tienes un hermoso cabello". De alguna manera terminé ahí, cepillando su largo y suave cabello dorado. Hablé sobre tonterías antes de arrastrarla a una peluquería que terminó siendo una trampa.
Ese día, entre todo lo que sucedió, ella sonrió como un hermoso ángel y dijo aquellas aparentemente inofensivas palabras que sellaron mi destin0. "Eres la mejor amiga del mundo. Lamento haberte preocupado".
¿Por qué tenía que ser ella?, no ha habido día en el que no me haga esa pregunta. El mío era un amor imposible, completamente unilateral, por el contrario lo que tenían Serena y Darien era un amor predestinado y correspondido. Y como si fuera poco, Rini llegó del futuro, y su sola existencia básicamente restriega mi rostro que el amor de ese par era una realidad, ellos crearían una hermosa utopía y tendrían una hermosa hija.
Yo simplemente permanecí en silencio a su lado, viéndola sufrir por su amor por ese hombre.
¿Por qué tenía que ser él? Frío e inexpresivo, incapaz de hacer cumplidos o corresponder al amor de un ángel como ella. Un bastardo capaz de hacerla llorar por un simple capricho o sueños estúpidos. Él no es más que un tonto y débil príncipe que siempre terminaría siendo víctima de un enemigo y obligándola a arriesgar su vida por él. No puedo evitar sentir ira al pensar en ese estúpido pelinegro, quien parece disfrutar hacerla sentir inferior. He sido testigo de todas las veces que a mi dulce princesa trabaja día y noche, únicamente para que ese bastardo menosprecie su trabajo.
La vez que mi amada princesa enfermó, él ni siquiera la cuidó, fui yo quien lo hizo. Fui yo quien preparó su desayuno cuando su maldita familia la olvidó por haberse desmayado al lado de su cama, y le ayudó con todo, la llevé a su habitación cuando desmayó y me encargué de bajarle la fiebre. Finalmente después de la pelea de ese día, la llevé en mi espalda cuando desmayó después de eliminar al enemigo; la dejé en su cama y la cuidé toda la noche. Tenía miedo, quería ayudarle y él en ningún momento se preocupó por ella.
Debería alejarme de ella, olvidar lo que siento por ella, reemplazarla. Hay veces que en medio de mi dolor deseo hacerlo, pero es imposible no sentir lo que siento. Enamorarme de ella fue tan fácil. Ella es hermosa como ninguna otra, hay momentos en los cuales la veo y en lugar de ver una chica torpe, me encuentro con una figura etérea, tan bella que me es imposible creer que sea humana. Sus ojos son azules como un par de zafiros, centelleantes de vida y su sonrisa es pura e inocente como la de un ángel. Amos su naturaleza tierna, bondadosa y compasiva, capaz de hablar con cualquier desconocido y ayudarlo, sin esperar nada a cambio. Adoro que siempre sea entusiasta cuando necesitamos apoyo y cariñosa con todos los que la rodean. No importa cuántas vidas pasen, seguramente me volvería a enamorar de ella.
La amo más que él, sin embargo por un capricho del destino debe estar a su lado. Decidí simplemente permanecer a su lado, cuidándola en silencio y ayudarle con lo que pueda.
De las chicas soy la única que no se sacrifica por deber, sin dudar sacrifico mi vida por mi amor por mi princesa, pero nadie lo sabe porque a sus ojos yo siempre estoy buscando chicos.
La amo tanto que me es imposible encontrar consuelo. Siento mi corazón temblar dolorosamente tras cada dulce sonrisa, palabra o su simple cercanía. Estamos cerca y al mismo tiempo existe una gran distancia entre nosotras. Me duele, cada vez que lo pienso no puedo dejar de llorar.
Este listón rojo en mis manos, representa mi silenciosa promesa de amor. El lazo que me ata a ella, mi primer y único amor.
-"Mina, son las 7:45". Dijo Artemis y cuidadosamente coloqué el listón en mi cabello y empecé a correr tan rápido como pude para poder llegar hasta ella.
-"Mina, llegaremos tarde". Gritó Serena tan pronto me vio y yo no pude evitar sonreír mientras corría a su ritmo, moviéndola disimuladamente para evitar que tropezara con algunos obstáculos.
Lo sé, es torpe, tonta y descuidada, pero yo a diferencia de muchos no la cambiaría por nada del mundo. No la critico como las chicas o Darien porque yo, a diferencia de ellos, quiero ayudarle cuando lo necesite, ser su soporte.
-"Te amo", Murmuré al llegar al salón mientras nos detenemos frente a la puerta.
-"¿Dijiste algo?" Preguntó mientras se recostaba contra la pared para recuperar el aliento y yo simplemente sonreí y organicé su cabello desordenado, disfrutando del tacto de aquellos hilos de oro en mis dedos.
Su ignorancia, nuestra lejanía, mi sufrimiento. ¿Por qué tiene que ser así?
-"Ya estás mejor". Dije besando su frente, un pequeño ritual de mañana aprobado por mi inocente princesa.
¿Por qué no puedo ser correspondida?
La amo tanto que me duele, no puedo contenerlo, no quiero hacerlo, pero aun así es mi deber. La princesa de la Luna está destinada a estar al lado del príncipe de la tierra, así debe ser. No importa cuánto tengo que llorar, jamás podré cambiarlo.
-"Gracias, Mina". Dijo dedicándome una gran sonrisa para ajustar mi moño con cuidado y luego abrir la puerta.
Tanto ansío que algún día mis labios toquen los suyos y sea capaz de devolver el amor, sin embargo debo conformarme con estar a su lado y usar ese listón rojo que me dio cuando nos encontramos por primera vez.
No pasa día sin que lamente no ser la persona que ama, noche tras noche el dolor desgarra mi pecho, me cuestiono el haber tenido que enamorarme y no poder olvidarte, culpo al destino por ponerlo a él en mi camino y a mi deber como sailor por no permitirme luchar contra el destino.
