Momentos 2

.

.

.

Momentos, instantes perdidos en la vida del oso y la barbie. Momentos importantes en su relación, momentos que les sirvieron para conocerse y aprender. Momentos.

.

.

Culpa

- Su nombre es Emmett.

Esas fueron las palabras de Edward. Con eso quedó presentado el hombre que ahora estaba en la cama del cuarto de invitados. Emmett, ese era su nombre. El nombre del hombre que se retorcía sobre sí mismo, que gritaba y agonizaba de dolor por la ponzoña. Edward se fue. Pero yo me quedé ahí.

- Puedes irte, Rose, puedes…

- No, Carlise. Me quedo.

Carlise y Esme se fueron. Yo me quedé.

Yo me quedé allí contemplando a Emmett. Mirando su rostro contraído por el dolor. Oyendo sus gritos.

Me acerqué a él y le acaricié la mejilla. Un pequeño gemido de alivio salió de sus labios, pero sabía que eso no sería suficiente. En la transformación, el dolor, el calor… eran tan intensos que no podían pensar en nada más. El frío de mis dedos era sólo un alivio momentáneo.

Acaricié nuevamente su mejilla. Con mucho esfuerzo, él abrió sus ojos. Y me sonrió. Sus hoyuelos aparecieron.

- Henry - susurré.

Él no me escuchó, no supo porque decía Henry. Él cerró sus ojos. Henry, el niño más lindo que había visto. Henry, el hijo de Vera. ¿Cómo estaría Vera? ¿Cómo se sentiría? ¿Me habría extrañado?

Salí de mis pensamientos con un nuevo gemido de dolor. Miré a Emmett. Tenía tanto dolor. Estaba luchando contra ese dolor. Volvió a abrir los ojos. ¿Por qué luchaba por mantener los ojos? ¿Por qué?

- Mi ángel - susurró de forma inaudible.

¿Su ángel? ¿Estaría pensando en su hijo? ¿Tendría hijos? ¿Hermanos? ¿Padre? ¿Madre? ¿Novia? ¿Emmett estaba solo en el mundo? Yo no lo sabía. No lo conocía, y no me importaba. Era egoísta, lo sabía. Y traté de buscar culpa, remordimiento, algo, pero nada. No sentía culpa por haber apartado a Emmett de su familia, de su novia, de sus amigos. Un hombre como él… ¿Tendría todo eso, verdad? Una familia que lo quisiera y que no lo usara como la mía, unos amigos que lo apreciaban por lo que era y no por lo que representaba, una novia que lo amara por él y no por verlo como un trofeo.

Cerré mis ojos. ¿Tendría Emmett todo eso? ¿Me odiaría cuando se despertara? Suspiré con aflicción. Me levanté de la cama y me acerqué a la ventana. Claro que lo haría. ¿Qué hombre no lo haría? Le había quitado su vida. Lo había condenado a esta existencia, a ser como nosotros, a alimentarse de sangre, a nunca quedarse en un lugar. Claro que me odiaría. Yo me odiaba. ¿Por qué no fui inteligente y escuché a Edward? ¿Por qué no le hice caso? ¿Por qué le insistí a Carlise que transformara a Emmett para mí? ¡Ni siquiera sabía su nombre antes! ¡Por qué? Porque era egoísta. Siempre lo he sido.

Egoísta. Edward me lo decía. Esme y Carlise lo pensaban. Era una egoísta. Perfectamente egoísta.

Otro nuevo quejido. Me separé de la ventana y fui hacia Emmett. Puse mis manos sobre sus mejillas. Él se relajó. Cerré los ojos y suspiré.

- Perdóname… Perdóname por lo que hice… Perdóname por condenarte.

Sabía que él no me escuchaba y que mi disculpa no tenía sentido. Lo sabía, pero aún así tenía que decirlo. Boba egoísta, ¿por qué no pensaba antes de actuar? ¿Por qué?

- Deja de machacarte la cabeza con tantos pensamientos optimistas - me dijo "amablemente" Edward. Estaba a mi lado y me miraba con frustración - Me tienes cansado, así que ya basta.

No le hice caso. No me importaba su enojo, su frustración, su molestia.

- Me odiará - susurré.

Él se encogió de hombros.

- Sí.

- No quiero soportarlo. No quiero…

- Te lo buscaste, ¿no? ¿Qué creías? ¿Qué te va a recibir con los brazos abiertos? ¿Qué se va a despertar y dará gracias a Dios por que lo hayas transformado?

Bajé la cabeza.

Era incapaz de seguir manteniendo la mirada dorada de Edward. Cada una de sus palabras se clavaba con fuerza en mi corazón. Como un puñal de veneno que corroía mis entrañas muertas. No podía ni siquiera responderle, replicarle o insultarle.

Era incapaz de enfrentarme a su enojo. Siempre lo hacía, ¿por qué hoy era diferente?

- Siempre te alejas de los humanos, ¿por qué hoy es diferente?

- No lo sé… No lo sé.

Edward suspiró. Sentí sus brazos rodeando mis hombros y me abandoné a ese abrazo.

Dos días después Emmett abría sus ojos color borgoña. Sonreía. Era el comienzo.


Abro esta nueva serie de viñetas con Rose y Emmett, espero que lo disfruten. ¿Reviews?