Este fic participa en el minireto de junio para "La Copa de las Casas 2014-15" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.
Los personajes aquí representados pertenecen a J. K. Rowling.
Fuego, humo. El castillo estaba herido de muerte y sus habitantes luchaban contra una invasión que no podían repeler durante más tiempo. Las torres ardían en llamas, hechizos volaban por doquier y mortifagos pululaban como una infección por pasillos y aula.
El dolor y la muerte se extendían por cada grieta y piedra de la construcción.
Pero no todos los habitantes de Hogwarts estaban luchando, huyendo o escondiéndose. Algunos simplemente, hacían lo que creían tener que hacer.
Uno de ellos era Anthony Goldstein que seguía despatarrado en su cama de la sala común de Ravenclaw, roncando a viva voz, con la cabeza sobresaliendo por un lado de la cama y bocabajo. Un hilo de saliva recorría su mejilla hasta gotear al suelo. Por la ventana se veía las deslumbrantes explosiones de cientos de hechizos y maleficios, pero nada parecía perturbar el sueño de Anthony.
Terry Boot entró corriendo cerrando de un portazo la puerta y apoyándose contra ella, como si algo terrible le siguiera. Miró a su alrededor y se encontró con la cabeza de Anthony colgando de la cama, corrió asustado, creyéndole muerto, para descubrir a mitad de camino que su amigo estaba durmiendo. Delatándole un sonoro ronquido.
Terry vio su juicio nublado por un instante, se olvidó del mortifago que le seguía, olvidó la guerra que estaba viviendo y abriendo la mano lo máximo posible le soltó una sonoro guantazo que hizo que Anthony se despertara de un salto cayendo de boca contra el suelo.
—¡Pero qué diablos pasa ahora! —gritó frotándose los ojos.
—¡ESTAMOS EN PLENA BATALLA PEDAZO DE VAGO! —gritó Terry con furia señalándole la ventana. Anthony examinó el patio aguantando un bostezo.
—Pues muy bien, avísame si sigue dentro de ocho horas. Yo me voy a dormir —dijo con la voz ronca, tirándose contra el colchón.
—¡Será…! Perezoso de mierda —mascullaba Terry mordiéndose la mano, incrédulo de lo que estaba viendo.
La puerta tras ellos reventó en una nube de polvo. Un hechizo rojo lanzó la varita de Terry por la ventana y una sombra apareció en el umbral con una risa maquiavélica.
—Avada…
Un torrente de luz plateada golpeó al mortifago en el pecho engulléndole en una nube de cuerdas, haciéndole tropezar y caer rodando escaleras abajo.
Terry vio la varita de Anthony señalar a la puerta y a su amigo con la cabeza en la almohada.
—¿Se me va a permitir seguir durmiendo?
