Pareja: Mimi/Taichi
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Lore-chan
-Everywhere we can-
Sintió el pie de ella recorrerle la pierna… comenzó en su tobillo, luego subió despacio, casi como una tortura por su rodilla, para después avanzar lentamente hasta su entrepierna.
Tragó su cena con dificultad. Estaba tenso pero por dentro disfrutaba sus descarados roces.
Allí estaba ella frente a él, en esa pequeña e improvisada comida nocturna para cuatro, conversaba con su esposa como si nada, como si no estuviera acariciando su sexo por debajo de la mesa por los dedos de sus pies.
Ella como siempre insistía en colocar un mantel, decía que su esposa tenia manteles tan hermosos que era una estupidez no ocuparlos. Pero en realidad, sus manteles le daban lo mismo, los encontraba horribles… la única función que cumplían era tapar el desfachatez.
Cerró sus ojos dejándose llevar por esa caricia, ella sabía cómo hacerlo. Ya quería que todos terminaran de comer para ofrecerse a dejar los platos al fregadero, ella también lo haría y podrían aprovechar de tocarse mejor.
Muchas veces la pilló desprevenida colocando la loza en el lavavajillas y, siempre percatándose que no hubiera nadie cerca, agarraba su trasero con ambas manos bien abiertas para poder abarcar toda su extensión. Ella sonreía coqueta, mordiéndose el labio y si podía le respondía de la misma forma pero apretando su bulto.
Daba lo mismo donde estuvieran, quizás viendo una película los cuatro como dos normales, jóvenes y enamorados matrimonios que la vida afortunada o desafortunadamente colocó en departamentos contiguos, quizás en una salida a beber algo a un bar para distraerse o simplemente una improvisada cena de día viernes.
Su atracción fue instantánea, como la de dos imanes de polo negativo y positivo.
—¿Por qué sonríes? – preguntó su esposa intrigada.
—Recordé algo muy divertido que pasó hoy en la oficina – contestó sintiendo su mirada inquisidora sobre él. Los dedos de sus pies seguían jugando y trataba de aparentar normalidad, pero la sensación era tan exquisita que la sonrisa de satisfacción apareció sin que se diera cuenta.
—Debe ser algo muy entretenido para que sonrías así – dijo ella torciendo su boca. Era perversa.
—Lo fue… siempre lo es en realidad – y cuando ni el marido de ella ni su esposa los miraban le alzó una de sus cejas con segundas intenciones.
Era una señal muy simple.
—¡¿Quién quiere postre?! – preguntó ella levantándose de la mesa de pronto –Traje tu favorito – y lo miró como si fuera a comérselo con los ojos.
Él la siguió con la mirada, después de tanto tiempo era como si esa casa también fuera de ella.
Se había puesto ese vestido a propósito. Él mismo se lo regaló y ella tuvo que decirle a su marido que fue un autoregalo al verlo en descuento en una tienda.
—Taichi, deberías ayudar – comentó su esposa – después de todo devoras los postres que hace Mimi.
Y no solo los postres Taichi se devoraba en esa casa (y en la otra).
—No, Tai, por favor – el marido de Mimi lo detuvo cuando estaba levantándose – no es necesario… yo iré a ayudar…
—Amor – interrumpió Mimi - ¿Por qué no le muestras a la esposa de Taichi tu nuevo descubrimiento mientras voy por todo y así servir el postre?
Ella sabía que su marido no podría contener las ganas de fanfarronearse y mostrarle al mundo lo capaz que era.
Invitó a la mujer animado y con una gran sonrisa al salón en donde había dejado su maletín, indicando que volverían de inmediato.
—Inmediato significan menos de cinco minutos – susurró Taichi a su oído.
—Pues aprovechémoslos…
Cerraron la puerta de la cocina, olvidándose por cinco minutos del postre. En ese momento, esa era su oportunidad. Mañana sería en la casa de él o ella pasaría a su oficina o simplemente esperarían a estar uno de los dos solos en sus departamentos.
Todo lugar servía.
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Nos leemos
:)
