—Bla bla —Diálogos
—Bla bla —Pensamientos
Naruto © M. Kishimoto
LAZOS DEL DESTINO
Llanca
-Prólogo-
Las nubes opacas y el paisaje tenue concordaban con lo oscuro que se sentía el corazón de Ino; vacío, sombrío, dolorido… Asimismo el contraste con las flores de todos los colores le recordó el porqué estaba allí, obligándola a aceptar la realidad.
Dolía… mucho. A lo largo de su vida hubo mucho dolor, sin embargo, no había sentido el corazón arder con tanta intensidad. Había perdido mucho, quizás podría –incluso- estar acostumbrada, pero el quedarse sin la persona que prometió amar el resto de su vida, la destrozó.
¿Cómo era posible que la vida se le desmoronara de un segundo a otro? ¿Y por qué a ella? ¿Por qué el dolor lo tenía que sufrir ella justamente cuando comenzaba a ser feliz? ¡Maldita sea!
Envolviendo los brazos sobre su vientre, Ino derramó una lluvia de lágrimas sobre su rostro, comenzando a llorar con hipidos sonoros cuando vio cómo las paladas de tierra iban cubriendo la urna que contenía a su –ahora- ex marido.
—N-No… —murmuró, sintiendo las piernas débiles. Cada granito de tierra caer con lentitud indicaba que jamás podría estar cerca de él. —Por favor, no…
—Ino…
La mano sobre su hombro le dio fuerzas para permanecer de pie, no obstante, al ver que ya nada quedaba a la vista del ataúd, las rodillas cedieron y cayó.
No hubo dolor físico.
—¡Ino!
Escuchó el eco de su nombre innumerables veces, pero no le importó. Cada vez se oía más lejano y débil. ¿Para qué la llamaban? Nada cambiaría de todos modos…
—Ino, mírame.
Negó. No quería ver a nada ni nadie. Esa realidad era demasiado cruda como para admirarla. Simplemente… Ya no quería. De hecho lo único que anhelada era dormir, dormir durante días para que cuando despertase todo ese dolor que le estaba ahogando el alma la dejara en paz.
—¿Por qué me dejó? —susurró cuando sintió unos fuertes brazos sostenerla con calidez. —N-No lo entiendo…
—Ino…
—¿Qué voy a hacer sin él…? —se aferró a la figura masculina y ahogó un grito en la chaqueta de éste. —No puedo… no puedo…
—Tienes que estar tranquila…
—¿C-Cómo? —balbuceó, cerrando con fuerza los ojos. —S-Si ni siquiera p-puedo respirar, Shika…
—Sé que es difícil —hizo una pausa. —, pero debes ser fuerte por él. Te necesitará más que nunca y debes estar bien para recibirlo.
Ino sintió la mano de Shikamaru en su barriga. Y, por primera vez desde que falleció su marido, sintió una fuerza acogedora en su interior rogándole tranquilidad.
—Es difícil —No es que se quisiese excusarse, sino que… dolía tanto.
—Sí… —le acarició el cabello. —Estaremos para ti. Todos estaremos ahí para ti, lo sabes.
Asintió en silencio, abriendo con lentitud los párpados.
—¿Por qué a mí…? —preguntó después de unos minutos de silencio. —¿Por qué a mí, Shika?
—… —no tenía ninguna respuesta convincente para aliviar el malestar.
—P-Por favor dime, ¿por qué a mí?
Quería una respuesta aunque no le gustara, por último una mentira, lo que fuese para apaciguar –si bien fuesen por unos segundos- ese ardor insoportable que le quemaba por dentro. De verdad, Ino sólo quería saber por qué a ella le sucedían esas cosas. Aún no terminaba de recuperarse de la muerte ni de su padre ni la de su madre y fallecía su marido. ¿Por qué cuando comenzaba a levantarse para avanzar caía otra vez con más fuerza…? ¿Y por qué justamente las personas que más amaban se tenían que ir de su lado?
—¡¿Por qué?! —rogó, sintiendo toda esa calidez de hace unos minutos desvanecerse de a poco. —¡Por qué, maldita sea!
—Shh… —la apretó fuerte. —Tranquila…
—¡Dime por qué!
—Ino…
—Por favor…
—Quizás porque… —tragó duro. —Porque eres la mujer más fuerte que conozco…
Y como si fuera una llama, se avivó su fortaleza en su interior, coreando unas palabras que la hicieron sentirse un poco mejor.
—Nadie carga una cruz que no puede soportar... Tú puedes.
.
.
Sakura Haruno cerró los ojos y aparentó dormir. Detestaba, no, realmente odiaba tener que fingir interés por Sasuke, es por eso que prefería actuar para no tener que interactuar con él.
Se preguntó miles de veces por qué no podía ser feliz. ¿Era acaso una egoísta y malagradecida? Si reflexionaba sobre su vida, tenía todo lo que había soñado cuando era niña. Había logrado todos sus sueños. Tenía a Sasuke Uchiha a su lado, ella era su mujer, era la sucesora oficial de Tsunade, la mejor ninja médico del País del Fuego, entonces… ¿Por qué demonios no podía conformarse con lo que tenía? ¡Esperaba un hijo de Sasuke, por Kami!
Se regañó a sí misma por ser tan poco humilde.
Si bien sabía la razón de su ingratitud por sus logros, intentaba pensar lo menos posible en eso, pues cada vez que lo hacía apenas podía reprimir las lágrimas.
—Naruto… —y cada vez era un intento que conducía directo al fracaso.
¿Por qué siempre anhelar lo que no poseía? ¿Por qué fue tan ciega? ¿Por qué no correspondió a los sentimientos del rubio Uzumaki cuando tuvo la oportunidad? ¿Cómo fue posible que perdiera todo por sus caprichos…?
—Sakura.
Al escuchar su nombre, se limpió con rapidez las lágrimas y carraspeó la voz.
—¿Sí?
—¿Sucede algo?
—No, nada—mintió, como siempre.
Lo sintió acomodarse a su espalda.
—¿Segura?
—Por supuesto —cerró los ojos, pretendiendo permanecer tranquilar. No quería demostrar que deseaba escapar de sus brazos.
—Sigue durmiendo.
—Sí, lo haré —cuando la mano de él le acarició la barriga, se sintió aún peor. Casi asqueada.
—Buenas noches.
—Buenas noches, Sasuke…
En realidad nunca fueran buenas noches, al menos, no desde que se dio cuenta de que no sentía absolutamente nada por Sasuke Uchiha.
.
.
La fuerte contracción muscular en la parte baja del vientre la despertó alarmada. Su instinto y conocimiento médico le comunicaron que eso, definitivamente, no era normal. Tenía apenas 31 semanas de embarazo, no podía tener contracciones, no era normal. Si el bebé nacía iba a ser prematuro.
Angustiada, se levantó de la cama a duras penas. Haciendo un esfuerzo sobrehumano pudo avanzar hacia la puerta y salir de la habitación. No tenía idea de cómo había llegado ahí (a su cuarto) en primera instancia, pero eso poco importaba.
—S-Shika… —intentó llamar a su mejor amigo, mas su voz sonó débil.
Casi arrastrando los pies, se apoyó en una pared y marchó con lentitud.
—¡Ahhh! —gimió, mordiéndose el labio inferior para evitar gritar. Aún así, paso a paso recorrió el pasillo, hasta llegar al final de éste. Justo cuando iba a virar para llamar a su amigo, una vez más, otra contracción, cien veces más fuerte que la anterior la obligó a caer de rodillas al piso. —¡AHHH! —y su grito se escuchó en toda la casa.
Fue una cuestión de minutos para que una figura masculina apareciera a su auxilio.
—¡Ino!
—A-Ayúdame… —todo perdió nitidez. Lo único que recuerda antes de caer en un abismo oscuro, fue la grave voz del mejor amigo de su difunto marido.
—¡INO!
.
.
Cuando Ino abrió los párpados, todo el dolor que había sentido durante el parto se había ido. Ni siquiera sentía molestia alguna, sólo cansancio debido al agotamiento muscular.
—H-Hey… —llamó con voz áspera al hombre que estaba apoyado en la ventana, mirando tras de ésta.
Él se volvió de inmediato cuando la escuchó.
—¡Ino! ¿Estás bien? —Pidió con preocupación, acercándose a ella.
—Sí… —sonrió, fijando las pupilas en los ojos oscuros de él. —¿Dónde está? ¿Está bien? —pidió con la esperanza de poder ver, por segunda vez, a su pequeño hijo.
Apenas nació lo sostuvo unos minutos, mas el agotamiento fue tal que perdió el conocimiento. Lo más claro que recordaba era lo cianótico que se volvió cuando lo quitaron de sus brazos.
—Sí, él médico dijo que estaba bien.
—¿En serio? —El rostro se le iluminó. Por fin tenía una alegría después de tantas penas. Y agradecía a Kami que, pese a ser prematuro, estuviese en buenas condiciones. —¿Podré verlo?
—No creo que sea posible —suspiró con tranquilidad. —El médico dijo que debía permanecer en incubadora.
—Me lo imaginaba… —aunque pareció entristecerse por un segundo, se recordó a sí misma que debía ser fuerte y estar feliz por la nueva luz que tenía en su vida. —Me muero de ganas por verlo…
Él sonrió.
—Sabía que dirías eso —iba a agregar algo más, pero justo en ese momento la puerta de la habitación se abrió, dejando ver una silueta masculina.
—¡Shika!
—Hey, problemática… ¿Qué tal te sientes?
—Bien, bien. Ansiosa. ¿Lo viste?
Shikamaru miró al otro hombre, asintiendo ante éste a modo de saludo.
—Sí, de hecho recién lo vi.
Ino se inquietó y la ansiedad aumentó. Tenía tantas ganas de estar con él y acogerlo entre sus brazos, de contarle historias de su padre, de ella… quería conocerlo, abrazarlo y no soltarlo más. Era lo único que le quedaba de él.
—Quiero saberlo todo —pidió, tratando de sentarse en la cama. No obstante los dos hombres la ayudaron a acomodarse mejor y sin el menor esfuerzo. —Gracias, a ambos.
Ellos asintieron.
—Ya, Shika. ¡Dime! —exigió, queriendo conocer todo detalle relacionado con su pequeño.
Shikamaru sonrió de medio lado. Sabía que su amiga le pediría detalles de su hijo.
—Bien… —hizo una pausa sólo para agregar suspenso. —Pesó 1 kilo 770 gramos. Midió 39 centímetros. Bueno, 31 semanas no es mucho, así que es… bastante diminuto. Cabe en mi mano —le mostró su palma, casi ajustando la forma del bebé. —Tiene el cabello muy rubio, igual que su problemática madre.
—Es hermoso…
—Estoy segura de que lo es —correspondiendo a las palabras de éste último, sonrió.
—Ahora, la pregunta es… —Shikamaru miró a Ino, sabiendo de antemano la respuesta a su pregunta. —¿Cómo lo llamarás?
Ino miró a la persona al lado del Nara antes de responder. Acto seguido, suspiró con nostalgia para luego sonreír, pese a las incontrolables ganas de llorar.
—C… —dijo sintiendo los ojos arder. Sabía que las lágrimas pronto harían acto de presencia. —Lo llamaré C.
—Será un gran chico… —Darui, al igual que Ino, también se emocionó. Y, en realidad, tampoco pudo evitar que unos tercos salinos se formaran bajo sus párpados.
La muerte de C aún estaba fresca y continuaba doliendo tal cual que hace 2 días.
—C…
CONTINUARÁ...
SasuIno que debía. Éste sólo es el comienzo... De ahora en adelante se viene mucho drama y romance.
Apuesto a que no se imaginaban que se trataba de C xD
Siempre quise a este personaje en uno de mis fics y ésta era mi última oportunidad de incorporarlo.
Sin más, tomatazos, descargos emocionales, amenazas de muerte y más a través de un review.
Gracias por leer!
